BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g82 22/3 págs. 6-9
  • ¿Pueden éstos producir felicidad verdadera?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Pueden éstos producir felicidad verdadera?
  • ¡Despertad! 1982
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • El nacimiento del capitalismo
  • ¿Es el comunismo el camino a la felicidad?
  • ¿Ofrece el socialismo algo mejor?
  • ¿Por qué ha fracasado?
  • Parte 7: Búsqueda política de la utopía
    ¡Despertad! 1990
  • ¿Basta con la prosperidad material?
    ¡Despertad! 1982
  • La prosperidad material... una meta universal
    ¡Despertad! 1982
  • Los gobiernos... ¿por qué son necesarios?
    ¡Despertad! 1985
Ver más
¡Despertad! 1982
g82 22/3 págs. 6-9

¿Pueden éstos producir felicidad verdadera?

¿el capitalismo? ¿el comunismo? ¿el socialismo?

EL BUSCAR la felicidad por medio de la prosperidad material no es una idea nueva. Fue el modo de vida de muchos griegos y romanos de la antigüedad. Pero esta idea no tuvo buena acogida durante toda la edad media. ¿Por qué? Principalmente por razones religiosas.

La religión dominaba todo aspecto de la actividad humana en la sociedad medieval. La Iglesia Ortodoxa de Oriente y la Iglesia Católica Romana consideraban que la pobreza era una virtud. Era una “prueba” que los pobres tenían que aceptar. Los ricos eran ricos y los pobres eran pobres a causa de lo que se consideraba que era un arreglo ordenado por Dios. La pobreza voluntaria se consideraba algo “santo,” y el derecho canónico condenaba la “usura” (el prestar dinero por ganancia).

Pero, mientras condenaban a los prestamistas judíos, los cabildos de las catedrales católicas prestaban dinero y cobraban intereses altos. El papado mismo se convirtió en “la mayor institución financiera de la edad media.” Este arreglo continuó durante gran parte del período del orden feudal eclesiástico.

El nacimiento del capitalismo

Con la desintegración del sistema feudal hubo un aumento en el comercio entre los pueblos y las ciudades. Aumentó también el comercio entre las naciones. Las ideas circularon más libremente, en particular después que se inventó la imprenta. La influencia que ejercía la Iglesia Católica comenzó a debilitarse.

El catolicismo de la edad media había sido el mayor obstáculo al desarrollo de un sistema económico nuevo. Sin embargo, hacia el fin de la edad media grupos que empleaban una forma capitalista de comercio, de manufactura y de banca habían estado creciendo aquí y allá dentro de la mismísima cristiandad católica. Este fue el caso de ciudades católicas como Venecia en Italia, Ausburgo en Alemania y Amberes en Flandes.

Entonces, en el siglo dieciséis se desató la Reforma Protestante. Aunque sería una exageración decir que la Reforma engendró al capitalismo, sí puede decirse que liberó ideas que dieron un impulso decisivo al capitalismo. Entre otras cosas, gracias al Calvinismo la ganancia legal que se obtenía en los negocios ya no llevaba el estigma de que se le considerara “usura.” Además, ciertas creencias de los protestantes proporcionaban el incentivo para que las personas trabajaran duro de modo que tuvieran éxito en la vida y así demostraran que estaban entre los “elegidos.” El éxito en los negocios se consideraba un indicio de que uno tenía la bendición de Dios. La riqueza que resultaba de esto llegaba a ser el “capital” que uno podía invertir en su propia empresa comercial o en alguna otra. Así, la ética protestante que hacía hincapié en el trabajar fuerte y en la economía contribuyó a la expansión del capitalismo.

No es sorprendente que la economía capitalista se haya desarrollado más rápidamente en los países protestantes que en los estados católicos. Pero la Iglesia Católica rápidamente recuperó el tiempo perdido. Permitió que el capitalismo se desarrollara en los países donde ella era poderosa, y se convirtió en una organización capitalista extremadamente rica por derecho propio.a

Indudablemente, cuando se compara con el sistema feudal, el capitalismo trajo un mejoramiento, aunque sea solo en el sentido de proporcionar más libertad a la clase obrera. Pero también trajo consigo muchas injusticias. La brecha entre los ricos y los pobres fue haciéndose más grande. En el peor de los casos resultó en explotación y en la lucha entre las clases sociales. En el mejor de los casos produjo, en algunos países, una sociedad opulenta de consumidores que, desde el punto de vista material, lo poseían todo. Pero también ha producido un vacío espiritual, y no ha producido felicidad verdadera y permanente.

¿Es el comunismo el camino a la felicidad?

La Reforma Protestante fue una revuelta contra el abuso papal del poder y de los privilegios. Sin embargo, desató un diluvio de ideas que se extendió mucho más allá de lo que los reformadores originales habían previsto. Estas ideas —tarde o temprano— habrían de producir revoluciones en otros campos además del campo religioso. La revuelta contra Roma no solo dio impulso al desarrollo del capitalismo, sino que también contribuyó a innovaciones en el campo de la ciencia, la tecnología y la filosofía... innovaciones que condujeron al ateísmo.

Con el advenimiento de la máquina de vapor y otras maquinarias, el capitalismo se extendió del campo comercial al de la industria. A fines del siglo dieciocho y durante el siglo diecinueve aparecieron inmensas fábricas que requerían una fuerza laboral inmensa, de modo que se reclutaron como obreros a campesinos, artesanos y hasta a niños. Pero la “explotación [capitalista] del hombre por el hombre” resultó en la creación de movimientos obreros y en filosofías revolucionarias tales como el comunismo.

Teóricamente, el término “comunismo” denota “sistemas de organización social que se basan en la propiedad común, o en la distribución equitativa de los ingresos y la riqueza.” En la práctica general, el comunismo es un sistema de gobierno que tiene como fundamento el que la propiedad esté en manos del estado, que controla la economía bajo una estructura política de un solo partido.

A millones de desposeídos alrededor del mundo les pareció que el comunismo ofrecía la esperanza de una vida mejor. Parecía que era el mejor medio de nivelar las flagrantes desigualdades sociales que había creado el sistema capitalista. Muchas personas hasta estuvieron dispuestas a renunciar a las esperanzas de obtener libertad inmediata a condición de que, por medio de una revolución, pudieran obtener mejores condiciones de vida. Ellos pensaban que la libertad vendría después. Pero los años han pasado. En muchos países el sistema de gobierno comunista ha tenido tiempo para mostrar lo que puede hacer. Los resultados han sido desalentadores, aun en lo que toca a la prosperidad material, sin hablar de la libertad y la felicidad.

Por años, muchas personas jóvenes de Occidente —y hasta algunas no tan jóvenes— se sintieron atraídas por la ideología comunista. Pero las malas noticias que salen de continuo de muchos países comunistas y el flujo de refugiados en una sola dirección han desilusionado a muchas personas.

¿Ofrece el socialismo algo mejor?

La palabra “socialismo” se deriva de la palabra latina socius, que significa “compañero.” Se usó por primera vez en Inglaterra a principios del siglo diecinueve, y un poco más tarde en Francia. Se aplicó ésta a las teorías sociales del inglés Robert Owen (1771-1858) y de los franceses Saint-Simon (1760-1825) y Charles Fourier (1772-1837).

Owen criticó el sistema capitalista de organizar la industria, basado en la competencia y la explotación de los obreros. Recomendó un sistema cooperativo en el que los hombres y las mujeres vivirían en “Aldeas de Unidad y Cooperación,” donde disfrutarían de los frutos de su labor tanto en la agricultura como en la industria. Se establecieron varias comunidades owenitas en Escocia, Irlanda y aun en los Estados Unidos. Pero con el tiempo éstas se desintegraron.

En Francia, Fourier abogó por la creación de comunidades modelos a las que llamó falansterios, y que habrían de estar compuestas de personas que trabajarían según sus propias preferencias. A diferencia de Owen, quien aceptaba que el estado interviniera en el establecimiento de las “aldeas,” Fourier creía que su sistema funcionaría sobre una base completamente voluntaria. Además, a los miembros de dichas comunidades se les habría de pagar de acuerdo con los esfuerzos que hicieran y se les permitiría ser dueños de propiedades. Fourier creía haber encontrado la organización social que correspondía con los deseos naturales del hombre en su búsqueda de la felicidad. De hecho, se establecieron comunidades fourieristas en Europa y en los Estados Unidos. Pero éstas también fracasaron.

Las ideas del francés Saint-Simon se asemejan más al socialismo moderno. El abogó por la posesión colectiva de los medios de producción y el que éstos fueran administrados por peritos en los campos de la ciencia, la tecnología, la industria y las finanzas. Saint-Simon opinaba que la cooperación entre la ciencia y la industria produciría una nueva sociedad en la que las personas tendrían igual oportunidad de prosperar, pues la prosperidad de cada uno dependería de sus habilidades y de la cantidad y la calidad de su trabajo.

Aunque ninguna de estas primeras ideologías socialistas tuvo éxito, prepararon el camino para movimientos socialistas posteriores. Fueron las primeras expresiones del socialismo moderno, al que se ha descrito como un sistema de organización social que tiene como fundamento el que los principales medios de producción y distribución de bienes estén en posesión del pueblo y bajo el control de éste. Aunque las miras de este movimiento son semejantes a las del comunismo, la democracia social del día presente difiere del Marxismo en que aboga por reformas progresivas pero no favorece la revolución ni un sistema político de un solo partido.

Aunque el socialismo tiene mayor respeto por la libertad del individuo que el comunismo, no ha tenido éxito en producir paz internacional y felicidad. ¿Por qué?

¿Por qué ha fracasado?

Por un lado, el socialismo no ha resultado más poderoso que el nacionalismo. Concerniente a la Segunda Internacional, una federación de partidos socialistas y sindicatos que se fundó en 1889, se dice que “emitió muchas proclamas emocionantes y conmovedoras en contra de la guerra, pero cuando estalló la guerra [en 1914], quedó revelada la incapacidad de la federación. La mayoría de sus miembros nacionales apoyaron a sus propios gobiernos y abandonaron la idea de la solidaridad internacional de la clase obrera.”—Encyclopaedia Britannica.

Desde entonces, el movimiento socialista ha continuado dividido y significa diferentes cosas para diferentes personas. Varios gobiernos en diferentes partes del mundo usan el nombre socialista, y algunos de estos gobiernos varían muy poco de gobiernos progresivos conservadores, mientras que otros son autoritarios y hasta totalitarios. Por lo tanto, la palabra “socialista” ha perdido mucho de su significado para muchas personas sinceras que creían que dicho sistema político resultaría en una hermandad mundial dentro de una sociedad materialmente próspera y feliz en la que no habría distinción de clases.

No es de extrañar entonces que el líder sindical francés Edmond Maire escribiera en Le Monde: “El fracaso histórico del movimiento laboral en su ambición de edificar el socialismo . . . [ha] hecho que una cantidad de militantes —tanto trabajadores como intelectuales— abandonen aun sus esperanzas a largo plazo. . . . El que la esperanza socialista se haya debilitado parece haber afectado en particular a los jóvenes.”

Por lo tanto, ya sea por medio del capitalismo, el comunismo, o el socialismo, la búsqueda de la humanidad de un sistema que le proporcione prosperidad material y felicidad verdadera ha fracasado. El sociólogo norteamericano Daniel Bell admite lo siguiente: “Para el intelectual radical, las viejas ideologías han dejado de ser ‘la verdad,’ y han perdido su poder de persuadir. Quedan pocas personas de mentalidad seria que crean que uno pueda trazar los ‘planos’ y que por medio de ‘la ingeniería social’ se pueda producir una nueva utopía de armonía social.”—The End of Ideology.

No obstante, esta búsqueda de prosperidad material y de felicidad es algo natural. Entonces, ¿por qué no les ha sido posible a los sistemas económicos y políticos de la humanidad encontrar el modo de lograr tal prosperidad y felicidad? El siguiente artículo dará atención a esa pregunta.

[Nota a pie de página]

a Vea The Vatican Empire, por el autor católico Nino Lo Bello.

[Ilustración en la página 6]

Niño trabajando en una mina de carbón de Inglaterra en 1842

[Recuadro en la página 8]

Capitalismo

El sistema económico en el que todos los medios de producción y distribución de bienes (tierras, minas, fábricas, ferrocarriles, etc.) o la mayor parte de ellos están en posesión privada, y se les opera por lucro; los propietarios (capitalistas) emplean los servicios laborales de personas que no tienen capital (los obreros)

Comunismo

Un sistema de organización social que tiene como fundamento el que toda propiedad esté en manos de la comunidad o del estado, que planea y controla la economía bajo una estructura política de un solo partido

Socialismo

Un sistema de organización social que tiene como fundamento el que los principales medios de producción y distribución de bienes estén en posesión del pueblo y bajo el control de éste; en los países occidentales el socialismo se distingue del comunismo porque aboga por reformas progresivas dentro de una sociedad democrática

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir