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Página 2¡Despertad! 1987 | 8 de diciembre
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Todos los días laborables por la mañana, se deja a millones de niños en las guarderías infantiles, unos de pañales y otros, soñolientos, que justo han empezado a andar. Muchos apenas notan la transición entre el hogar y la guardería.
Los que ya se han acostumbrado a la rutina responden de manera afectuosa... o impasible. Los que llevan poco tiempo es posible que lloren o se agarren a su madre. Pero unas palabras tranquilizadoras de mamá normalmente sofocan las lágrimas. Si no lo consigue, el personal de la guardería se encarga de consolar al pequeño, pues, con lágrimas o sin ellas, las mujeres tienen que ir a trabajar. Y durante las siguientes diez horas, la guardería tiene que suplir a mamá...
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“¿Quién cuidará a nuestros hijos?”¡Despertad! 1987 | 8 de diciembre
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“¿Quién cuidará a nuestros hijos?”
LA CANTIDAD sin precedente de mujeres que han entrado en el mercado laboral ha contribuido al auge de las guarderías por todo el mundo. Alison Clarke-Stewart, experta en el campo del cuidado de los niños en guarderías, comenta lo siguiente: “El grupo que aumenta con más rapidez en el mercado laboral es el de las madres de niños en edad preescolar, particularmente de niños menores de tres años. Esta es una tendencia muy marcada y extendida por todo el mundo”.
No obstante, encontrar a alguien confiable para que cuide a los hijos mientras la madre trabaja es algo que puede resultar más fácil decir que hacer. Los parientes pocas veces se ofrecen. El buscar a amigos y vecinos para que cuiden a los niños a diferentes horas durante la ausencia de los padres suele resultar, en el mejor de los casos, una solución transitoria, y, por lo general, desconcierta a los niños. Por otra parte, no es fácil conseguir una niñera o una “canguro” (persona cuyos servicios se contratan para cuidar niños en ausencia de sus padres) que sea de confianza, y, para la mayoría de los matrimonios, sus honorarios suelen ser demasiado elevados.
En los países en vías de desarrollo la situación no es menos desalentadora. Las mujeres nigerianas solían llevar a sus pequeños a la espalda mientras trabajaban. Pero cada vez son más las mujeres africanas que han abandonado sus trabajos domésticos o del campo para trabajar en oficinas, tiendas y fábricas, donde el llevar al niño cargado a la espalda no es apropiado. En el pasado las mujeres siempre podían recurrir a sus muchos familiares para que alguien cuidase a su hijo. Pero el Sunday Times de Lagos (Nigeria) explica que, “como consecuencia de la educación básica gratuita y de la disponibilidad de más empleos manuales y para los que no se necesita personal cualificado, el último remanente [de parientes disponibles] para cuidar niños en casa también desapareció”. El mencionado periódico propuso: “Buenas guarderías pueden ser la solución”.
En efecto, las guarderías y otros centros especializados se están convirtiendo rápidamente en la opción preferida para el cuidado de los niños. Estas generalmente son de confianza, están ubicadas en lugares convenientes y resultan más económicas que una “canguro”. Hacen posible que los niños se asocien con otros de su edad. Proveen comidas nutritivas y programas recreativos y educativos. Según lo expresó a ¡Despertad! Delores Alexander, consejera sobre el cuidado de los niños en centros especializados, “la guardería es una ayuda para toda la familia”.
No obstante, hay quienes temen que la actual tendencia a recurrir a las guarderías pueda tener repercusiones negativas en los niños. ¿Existen razones legítimas para preocuparse? Los padres necesitan saberlo para poder tomar una decisión sopesada en el caso de sus propios hijos.
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La polémica de las guarderías¡Despertad! 1987 | 8 de diciembre
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La polémica de las guarderías
Es un lugar muy agradable. Las salas donde juegan los niños están pintadas de colores alegres y adornadas con pósteres, dibujos y demás trabajos manuales de los pequeños. Los juguetes y los juegos están bien colocados en estantes. Por todo el recinto resuena la algarabía de los niños.
“Cuidamos a unos ciento treinta niños”, dice Bernice Spence, una maternal mujer que dirige esta guardería. Y ¿de dónde proceden estos? “En su mayoría son hijos de padres que trabajan y que viven en las cercanías. ¿Nuestro personal? Varios son maestros titulados.”
UNA guardería bien dirigida cuyo personal sea competente y se interese en los niños deja una buena impresión. Los padres se sienten tranquilos cuando sus hijos son atendidos en un lugar así. No obstante, las guarderías son el foco de grandes polémicas. ¿Por qué? Por una parte, no es común que los centros sean siempre de calidad. Algunos están mal cuidados, la administración es deficiente, no cuentan con suficiente personal cualificado y tienen a los niños apiñados como si fuesen ganado.
Las guarderías estatales de la ciudad de Nueva York suelen ser buenas. Pero, tan solo en 1987, esos servicios le costarán a la ciudad 201 millones de dólares, ¡más de 4.800 dólares por niño! En países como Suecia, donde el gobierno ha asignado generosos presupuestos al servicio de guarderías, dicho servicio también se destaca por su alta calidad. Pero en el Tercer Mundo, y hasta en algunas poblaciones de Estados Unidos, los fondos públicos para el cuidado de los niños son insuficientes. ¿Con qué resultado? Los niños no recibirán el cuidado debido.
Guarderías privadas
Esto está sucediendo hasta con las guarderías privadas. Hay que reconocer que existen muchas que son excelentes. Sin embargo, algunos de esos centros recortan gastos mediante asignar menos personal a una cantidad mayor de niños. O economizan pagando a los trabajadores un sueldo que apenas supera el salario mínimo, lo que hace que los profesionales más capacitados no acepten ese puesto de trabajo.
Es cierto que muchos trabajadores se conforman con sueldos escasos simplemente porque les gustan los niños. Pero, ¿qué sucede cuando falta ese incentivo? Samuel y su esposa lo descubrieron. Juntos dirigían una guardería en Lagos (Nigeria)... hasta que se vieron obligados a cerrarla. Samuel recuerda: “Cada vez que mi esposa tenía que ir de compras o ausentarse por otras razones, cuando regresaba, se encontraba con que los ayudantes no habían estado cuidando a los niños”. (Véase la página 6.)
En Estados Unidos los centros privados tienen que superar el escrutinio de las agencias que conceden los permisos. Pero la revista Newsweek informa: “La mayoría de los requisitos para conceder un permiso no son muy estrictos, y las agencias estatales no tienen el dinero ni la mano de obra para regular las guarderías”.
Guarderías en domicilios particulares
Algo parecido al servicio de guarderías son los domicilios particulares donde se cuidan grupos reducidos de niños. Al no ser tan caros como los centros especializados, en muchos lugares gozan de gran aceptación. Muestra de ello es que aproximadamente tres cuartas partes de los niños estadounidenses que son atendidos fuera del hogar van a ese tipo de guarderías. La mujer que cuida a los niños suele ser, a su vez, madre también.
Un establecimiento de ese tipo puede ofrecer al pequeño un ambiente más hogareño, los cuidados de una mujer que se interesa en él y la compañía de un grupo reducido de niños. Pero a menudo es poco lo que se hace para controlar esos establecimientos. Por eso, el periódico de Toronto Globe and Mail informa que la calidad de ese tipo de guarderías en Canadá va de “excelente a pésima”. El 10% de las casas no reunían las condiciones básicas de seguridad para los niños.
¿Cómo afecta la guardería a los niños?
En vista de que las guarderías difieren tanto en la calidad de sus servicios, los investigadores han tenido dificultades a la hora de determinar exactamente cómo estas afectan a los niños. Es cierto que algunos de los que abogan por las guarderías hablan con bastante optimismo. En su libro Daycare (Guardería), Alison Clarke-Stewart dice: “Las buenas noticias de todos estos estudios —realizados en Canadá, Inglaterra, Suecia, Checoslovaquia, Estados Unidos— son que los cuidados recibidos en una buena guardería no parecen producir efectos perjudiciales en el desarrollo intelectual de los niños”. Algunos estudios hasta indican que los niños de familias con ingresos reducidos se benefician del estímulo intelectual recibido en la guardería.
No obstante, los investigadores Belsky y Steinberg dan esta advertencia: “La investigación sobre las guarderías ha sido llevada a cabo, casi en su totalidad, en centros universitarios que cuentan con suficiente personal para los niños y con programas bien planeados. [...] Sin embargo, la mayor parte de las guarderías de las que pueden disponer los padres de este país ciertamente no son de este tipo y posiblemente no sean de esta calidad”. ¿Cómo les va, entonces, a los niños cuyo cuidado ha sido confiado a guarderías más representativas? Belsky y Steinberg llegaron a esta conclusión: “Sabemos demasiado poco del impacto que produce la guardería en los niños”. (La revista Child Development [El desarrollo de los niños], volumen 49, páginas 929, 930.)
Aún es menos lo que se sabe del efecto que producen los domicilios particulares donde se cuidan niños, el tipo de guardería más común. No obstante, parece ser que una madre que, además de a los suyos, atiende a otros niños, puede hacer poco para estimular el crecimiento intelectual y emocional de estos; posiblemente su interés se limite a alimentar a la criatura e impedir que haga travesuras hasta que regrese su madre. Por eso, en ese tipo de guardería muchas veces se encuentra a los niños tumbados frente al televisor.
También es poco lo que se sabe en cuanto a cómo afecta la guardería los lazos emocionales entre la madre y el niño, o hasta qué grado se sienten los niños demasiado apegados a los que les cuidan. Sin embargo, algunos estudios demuestran que, si se les da a escoger entre su madre y el personal de una guardería, la mayoría de los niños sigue prefiriendo a su madre.
Los problemas del contacto con otros niños
Un beneficio de la guardería es que los niños aprenden a llevarse mejor con otros de su edad. Pero hay otro lado en esta cuestión. Un adagio bíblico dice: “Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”. (1 Corintios 15:33.) Estudios realizados en Estados Unidos y Europa muestran que los niños a los que se cuida en guarderías tienden a ser ‘más agresivos, menos cooperadores con los adultos, más arrogantes, menos conformistas y menos impresionables ante el castigo que los niños que se crían en casa’.
Alison Clarke-Stewart afirma que ese comportamiento realmente “refleja una mayor madurez y competencia social, más bien que ser algo de lo cual preocuparse”. Pero esto puede servir de poco consuelo a los padres que escuchan a una tierna criatura empezar a soltar palabrotas, especialmente si esos padres están tratando de inculcar principios bíblicos en su hijo. (Efesios 4:29.)
Riesgo de contraer enfermedades
En las guarderías también existe el riesgo de contraer enfermedades. El organismo Centros de Control de Enfermedades, de EE.UU., menciona “una creciente necesidad de controlar enfermedades infecciosas que con frecuencia afectan a los niños en las guarderías”. Entre las enfermedades llamadas “de la guardería” están la hepatitis A, la disentería bacilar (trastorno intestinal altamente infeccioso) y el bacilo de Pfeiffer tipo B (infección bacteriana). Los síntomas comunes son la diarrea y la fiebre. Las enfermedades suelen surgir como resultado de tener muy juntos a niños pequeños que tienden a llevarse todo a la boca y que aún no han aprendido hábitos apropiados a la hora de hacer sus necesidades.
No obstante, un buen centro toma en serio las precauciones sanitarias. “Enseñamos a los niños a lavarse las manos después de hacer sus necesidades —explicó la consejera Delores Alexander—. Y no aceptamos a sabiendas a niños enfermos.” Bernice Spence, directora del centro Willoughby House, añadió: “Si un niño se pone enfermo durante el día, solemos llamar a la madre y le decimos que se lo lleve a casa”. Otras medidas preventivas importantes son los chequeos médicos regulares, tanto del personal como de los niños.
Sin embargo, la investigadora Clarke-Stewart admite: “Los niños que van a la guardería tienen más gripes, erupciones, resfriados y tos que los que se crían en casa. [...] Que el niño moquee puede ser el precio que las madres estén dispuestas a pagar para que una guardería les cuide a sus hijos mientras ellas trabajan”. Pero en vista de lo mencionado hasta aquí, parece ser que las guarderías implican riesgos de mayor trascendencia que una nariz que moquee. ¿Qué significa todo esto para las madres que creen que tienen que trabajar?
[Fotografía en la página 5]
¿Cómo afecta la guardería los lazos emocionales entre la madre y el niño?
[Recuadro en la página 6]
La guardería y los abusos deshonestos
Recientemente se ha dado mucha publicidad a los escándalos de abusos deshonestos de menores por personal de guarderías. ¿Son esos centros un refugio para pedofílicos y pornógrafos de niños?
Semejante pregunta ofende mucho a algunos profesionales en el campo del cuidado de los niños fuera del hogar. “Eso me molesta muchísimo —dijo Bernice Spence, administradora de una guardería—. No resisto que se deje a las guarderías en mal lugar. La mayoría de las personas que conozco en este campo son personas dedicadas... personas que se interesan en los niños.”
No obstante, los administradores responsables han tomado firmes medidas al respecto. ¡Despertad! habló con Doby Flowers, viceadministradora de la Agencia para el Desarrollo de los Niños de la ciudad de Nueva York. Tiene bajo su supervisión a más de 40.000 niños inscritos en guarderías. La señorita Flowers dijo: “Seleccionamos cuidadosamente a todo nuestro personal. Nos aseguramos de que no tengan antecedentes delictivos o de abuso de menores. Y desde 1984 se les toman las huellas dactilares a todos”.
¿Se sienten atraídos a trabajar en guarderías personas inclinadas a los abusos deshonestos de menores? La señorita Flowers respondió: “Existen pedofílicos en las órdenes religiosas, en el campo legal y en el educativo. La figura del pedofílico se encuentra en todos los estratos económicos, laborales, raciales y étnicos”. No obstante, según las palabras del doctor Roland Summit, psiquiatra especializado en tratar a niños que han sufrido abusos deshonestos, “el riesgo de explotación de un niño aumenta tan pronto como a este se le aleja del cuidado de su madre biológica”.
¿Qué deberían hacer entonces los padres que tienen a sus hijos en una guardería? “¡Escuche a su hijo! —dice Doby Flowers—. Siéntese y hable con él. Fíjese si experimenta cambios en su comportamiento o demuestra síntomas de inquietud, tales como enuresis nocturna o una repentina renuencia a ir a la guardería.” El que los padres vigilen y eduquen personalmente al niño es la mejor protección contra los abusos deshonestos de menores. (Véase el número del 22 de enero de 1985 de esta misma revista, titulado: “El abuso sexual de menores. Usted puede proteger a sus hijos”.)
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Cómo escoger los mejores cuidados para su hijo¡Despertad! 1987 | 8 de diciembre
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Cómo escoger los mejores cuidados para su hijo
LA CUESTIÓN del cuidado de los niños es compleja. Para muchas familias, la guardería suple una verdadera necesidad. Al mismo tiempo, han surgido preguntas preocupantes en cuanto al efecto que la guardería puede tener en los niños. Por consiguiente, los padres tienen que encararse al hecho de que las guarderías tienen aspectos positivos y negativos, que no todos los cuidados recibidos en esos centros son de calidad. Hay que pensar seriamente en ello antes de llevar a un niño a la guardería.
“¿Qué es lo mejor para los bebés?”
Por ejemplo: ¿es su hijo todavía un bebé? Algunos expertos, como el respetado psicólogo Burton White, aconsejan enérgicamente que no se lleve a un bebé a la guardería. Dicho psicólogo dijo a ¡Despertad!: “Durante los primeros seis meses de vida, los niños que mejor se desarrollan son aquellos a los que se les prodiga mucha atención, los que son atendidos tan pronto como se sienten incómodos y que gozan de retozar y reír con alguien que opina que no hay nada más importante en el mundo que ese niño.
”Cuando, a los seis o siete meses, el niño empieza a gatear —siguió diciendo el doctor White—, necesita tener cerca a alguien que lo quiera con todo su corazón. Alguien que pueda facilitar el proceso natural de aprendizaje, saciar su curiosidad, incrementar su entusiasmo, hacer todo lo necesario para fomentar el desarrollo de un ser humano equilibrado. El niño no recibirá ese tipo de apoyo de las personas extrañas que lo cuiden. Los que no son sus padres o abuelos difícilmente demostrarán ese interés en un niño.”
Un profeta de la antigüedad preguntó: “¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho, de modo que no tenga piedad al hijo de su vientre?”. (Isaías 49:15.) Las madres están prestas a responder a las continuas demandas de afecto y atención por parte de su bebé. Pero, ¿responderá de la misma manera que lo haría una madre alguien que cuida niños por un salario y que tiene a varios niños que lloran al mismo tiempo para recibir atención? La Biblia menciona la manera en que “una madre que cría acaricia a sus propios hijos”. (1 Tesalonicenses 2:7.) Aunque no todas las madres pueden hacerlo, el amamantar estrecha el vínculo entre madre e hijo. ¿Recibirá un bebé semejante crianza en una guardería?
Examine sus prioridades
Por esa razón, algunos doctores recomiendan que no se confíe el cuidado del bebé a otras personas hasta que este tenga, por lo menos, cuatro meses. No obstante, el doctor White opina que los bebés, “durante los primeros seis meses de vida, solo deberían ser atendidos por alguna ‘canguro’ ocasionalmente. A partir de entonces, dichos cuidados por parte de extraños no deberían abarcar más de tres o cuatro horas al día, y siempre por personas muy cualificadas”.
Supongamos que la guardería no es buena para los bebés. De todos modos, ¿no superarán estos con el tiempo cualquier problema que pueda resultar de este tipo de cuidado? El doctor White está totalmente en contra de esa teoría: “Eso es simple especulación. Yo no me voy a arriesgar de esa manera con mis hijos, y no se lo voy a recomendar a nadie”.
Aunque muchos se inclinan a rechazar esa postura tan firme, las opiniones del doctor White son difíciles de descartar. No obstante, son los padres —no los investigadores— los que tienen que decidir lo que es mejor para ellos y para sus hijos, y a menudo las consideraciones económicas son determinantes. De modo que, después de pesar cuidadosamente todos los factores implicados, es posible que algunos padres todavía decidan utilizar algún tipo de servicio para cuidar a su bebé. (Véase la página 10.)
No obstante, quizás haya quienes estén en una posición que les permita reconsiderar sus prioridades. Después de todo, los niños son bebés solo una vez. La oportunidad de educar al niño “desde la infancia” termina en seguida. (2 Timoteo 3:15.) Si el posponer el trabajo seglar por unos cuantos años —o simplemente vivir con menos ingresos— no es práctico, algunos pudieran decidir trabajar solo media jornada. Esto hace posible que sigan siendo los padres los que principalmente cuiden a su hijo.
A la hora de escoger una guardería
¿Existe algún riesgo en llevar a la guardería a niños pequeños que apenas han empezado a andar? Los investigadores no se ponen de acuerdo, pero la mayoría concuerda en que la capacidad del niño de tolerar la separación de sus padres aumenta con la edad. De nuevo son los padres los que tienen que decidir si su hijo puede soportar la guardería. En caso afirmativo, no significa que haya que colocarlo en la primera que se encuentre. Doby Flowers, viceadministradora de la Agencia para el Desarrollo de los Niños de la ciudad de Nueva York, aconseja: “Seleccione la guardería con mucho cuidado. ¿Qué reputación tiene dicho centro en la comunidad? ¿Son apropiados para la edad del niño tanto el equipo como los juguetes? ¿Es un lugar limpio y bien atendido? ¿Qué credenciales tiene el personal?”.
Sí, es el personal —no un equipo y juguetes muy sofisticados— el factor más importante en el cuidado de los niños. Por lo tanto, visite varias guarderías y observe personalmente la manera en que se relacionan con los niños —y especialmente con el suyo— los que los cuidan. Pregunte: ¿Cuán estable es el personal? ¿Qué clase de comidas se sirven? ¿Cuántos niños tiene que atender cada persona? (Cuantos menos, mejor.) ¿Se ve a los niños felices y a gusto? ¿Tiene la guardería los permisos que se requieren en la localidad y cumple con las normas de seguridad? ¿Cuál es el programa diario de actividades?
El saber que usted ha escogido el mejor cuidado para su hijo —dentro de sus posibilidades— puede hacer mucho para evitar posibles sentimientos de culpa.
Saque el mayor provecho de la guardería
Una vez que haya encontrado una guardería apropiada, no se limite simplemente a dejar al niño allí. Explíquele por qué tiene que estar allí. Hágale ver que no le abandona. Facilítele su adaptación a la guardería, quizás acompañándolo varias veces —aumentando el tiempo de estancia cada vez— antes de dejarle solo allí todo el día. Y cuando le deje por la mañana, “¡no le vaya con prisas!”, aconseja la directora Bernice Spence. “Tómese el tiempo necesario para consolarlo si está triste.”
William y Wendy Dreskin, quienes anteriormente dirigían una guardería, dicen: “Los niños pueden empezar a pensar que no tienen otra elección, y se conformarán con su sino. Quizás dejen de expresar sus sentimientos al personal de la guardería y a sus padres, pero esos sentimientos no han desaparecido”. De modo que usted tiene que vigilar cómo responde el niño a la guardería. Dedique tiempo a considerar lo que le ha pasado durante el día. Escuche sus quejas. (Proverbios 21:13.) Esté alerta a cualquier síntoma de inquietud, como pesadillas o enuresis nocturna. “Cada niño reacciona de manera diferente —explicó Delores Alexander, consejera en este campo—. Y no todos los niños pueden adaptarse a una guardería.”
Los padres cristianos necesitan dar especial atención a sus hijos. Por ejemplo: los testigos de Jehová no participan en actividades relacionadas con ciertas fiestas religiosas. Aunque se esmeran en enseñar a sus hijos esta posición basada en la Biblia, cuando estos están todavía en edad preescolar quizás no pueden captar plenamente las cuestiones implicadas. El que se les mantenga al margen de actividades “divertidas” puede afectarles. Por consiguiente, los padres cristianos tienen que hacer de abogados de sus hijos, comunicando al personal que los cuida cuáles son exactamente las actividades en las que no deben participar, y considerando juntos algunas alternativas.a
También vigilan que sus hijos no adopten rasgos indeseables de otros niños. El libro Escuchando al Gran Maestro (publicado por la Sociedad Watchtower) ha ayudado a muchos padres a inculcar aprecio por los principios piadosos, incluso en niños de tierna edad.
No permita que la guardería destruya el lazo de amor entre usted y sus hijos. La Biblia habla de una mujer llamada Ana, que, aunque estaba separada de su hijito Samuel por largos períodos de tiempo, mantuvo una relación cariñosa con él. (1 Samuel 2:18, 19.) Usted ciertamente puede hacer lo mismo si utiliza de manera sabia el precioso tiempo que pasa con su hijo al final de cada día y durante los fines de semana. De hecho, si se le da la atención apropiada, esa relación puede prosperar.
Aun en el mejor de los casos, los cuidados de una guardería solo son un sustituto para el cuidado que pueden ofrecer a un niño unos padres amorosos. Hay que admitir que esa situación dista de ser la ideal. Pero hasta que llegue el nuevo sistema prometido por Dios, con sus condiciones de vida ideales, muchos padres pueden verse obligados a recurrir a esos servicios para el cuidado de sus hijos. (2 Pedro 3:13; Isaías 65:17-23.) Si ese es su caso, escójalos con mucho cuidado. Vigile atentamente cómo estos afectan a su hijo, tanto en sentido físico como emocional y espiritual. Después de todo, los hijos son una herencia de parte de Dios. (Salmo 127:3.)
[Nota a pie de página]
a Se le puede dejar al personal de la guardería el folleto La escuela y los testigos de Jehová (publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.) a fin de aclarar la posición del cristiano en esos asuntos.
[Fotografías en la página 9]
Es raro que el personal de una guardería demuestre el mismo interés en el niño que sus padres
[Recuadro en la página 10]
Opciones para el cuidado de los niños: pros y contras
La mayoría de los padres utiliza otros medios para cuidar a sus hijos. A continuación se mencionan algunos de estos:
ABUELOS: Hay quien cree que, a la hora de cuidar a los niños, los abuelos son los más indicados después de los padres. No obstante, los abuelos pueden cansarse rápidamente de la responsabilidad adicional que recae sobre ellos cuando el bebé empieza a andar. Y las diferencias en la manera de criar a los niños (“La abuela sabe más”) a menudo ocasionan discusiones. En su libro The Child Care Crisis (La crisis del cuidado de los niños), Fredelle Maynard dice: “Precisamente porque [la abuela] es parte de la familia, no acepta órdenes, y puede que sea necesario tratarla con mucho tiento. Si usted paga a una persona para que cuide a su hijo y se entera de que lo golpea o le da de comer golosinas en lugar de alimento nutritivo, usted puede protestar y, en caso necesario, despedirla. Pero si quien viola sus valores y normas tocante al cuidado del niño es la abuela, surgen problemas”.
No obstante, el que los padres y los abuelos se comuniquen con franqueza puede evitar mucha fricción innecesaria. “Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial”, dice la Biblia. (Proverbios 15:22.) Una abuela puede querer mucho a un niño, pero también tiene que reconocer que la Biblia asigna la responsabilidad de su crianza a los padres. (Efesios 6:4.) De modo que, para que todo funcione satisfactoriamente, los padres y los abuelos tienen que establecer de común acuerdo las reglas y normas por las que se regirán.
HERMANOS ADOLESCENTES: Cuando son razonablemente maduros y responsables, el recurrir a ellos también puede ser una buena solución. A los jóvenes frecuentemente les molesta mucho que se les diga: “Cuida a tu hermanita”. Y si el adolescente es apático, muy probablemente será poco formal, descuidado y negligente. Recuerde que la Biblia dice: “La tontedad está atada al corazón del muchacho [o de la muchacha]”. (Proverbios 22:15.)
De modo que tiene que supervisarse bien el cuidado que los hermanos mayores dan a los niños. Asegúrese de dar a su hijo o hija adolescente instrucciones específicas en cuanto a la alimentación y los cuidados que requiere el niño, así como lo que debe hacer en caso de emergencia. Asegúrese también de que esté dispuesto a prestar a la criatura la atención necesaria.
PADRES CON DIFERENTES TURNOS DE TRABAJO: Muchos matrimonios están tratando de cuidar ellos mismos a sus hijos por medio de trabajar en turnos diferentes. Un padre explica: “Yo voy a trabajar a media tarde o a primeras horas de la noche, cuando mi esposa llega a casa. Así los niños están siempre atendidos por uno de los dos. [...] Creemos que de esta manera ambos podemos conocer muy bien a nuestros hijos y ser la principal influencia en su vida”.
Pero no hay rosa sin espinas. Los matrimonios pueden convertirse en desconocidos que comparten el mismo techo, sin disponer de tiempo el uno para el otro. Y un padre que acaba de regresar de toda una noche de trabajo no siempre puede estar alerta para cuidar a un niño. Además, es muy probable que tampoco consiga mucho descanso durante el día. Algunas parejas creen que el poder cuidar personalmente a sus hijos hace que el sacrificio valga la pena.
PERSONAS CONTRATADAS: Muchas veces, tanto una “canguro” como una niñera fija, que estén preparadas y sean responsables, pueden hacer un trabajo excepcional. No obstante, las niñeras cuestan mucho dinero. Algunas familias salvan el obstáculo económico uniéndose con una o dos familias más y contratando juntas a alguien para que cuide a los niños de todos. El problema es encontrar a la persona apropiada. La Biblia advierte: “Como arquero que todo lo traspasa es el que [...] alquila a los transeúntes”. (Proverbios 26:10.)
Esto significa conocer bien a la persona a quien usted piensa confiar a su hijo. ¿Qué sabe usted realmente de ella? ¿Tiene ya experiencia en el cuidado de los niños o ha recibido una formación para ello? ¿Cómo se lleva con su hijo, y viceversa? ¿Tiene hábitos indeseables, como el de pasar demasiado tiempo viendo la televisión, fumar o drogarse? ¿Está dispuesta a acatar los principios y normas que rigen en su casa?
Cuando una familia finalmente encuentra a una persona responsable y amorosa, suele descubrir, para su consternación, que las personas que cuidan niños no suelen ser muy permanentes. Y hay que tener en cuenta que cada cambio de “canguro” o niñera puede suponerle al niño un sufrimiento emocional.
[Recuadro en la página 11]
Los niños a los que se deja solos
Cada vez son más los niños a los que se confía la llave de la casa para que se las arreglen solos. Se les conoce por la expresión latchkey children (niños de la llave), porque les dan las llaves para que puedan entrar en casa, puesto que nadie va a estar cuando lleguen. Algunos calculan que, tan solo en Estados Unidos, hay millones de niños en esta situación.
Los expertos en el tema no se ponen de acuerdo sobre a qué edad se puede dejar solo a un niño sin peligro durante cierto período de tiempo. Por consiguiente, los padres tienen que decidir cuidadosamente lo que es mejor para su hijo, tomando en consideración su edad, temperamento y aptitudes, así como las circunstancias particulares de la casa y el vecindario. Un factor importante también es tomar en cuenta las leyes del país, pues es posible que en su comunidad sea ilegal dejar solo a un niño sin supervisión. (Romanos 13:1.)
Cuando no queda otra solución que dejar al niño solo, hay varias medidas que pueden ayudar a garantizar su seguridad:
1. Asegúrese de que el niño sabe cómo ponerse en contacto con usted, quizás telefoneándole tan pronto como llegue a casa de la escuela.
2. Tenga anotados cerca del teléfono los números más importantes (médico, policía, bomberos).
3. Dé instrucciones a su hijo de que no abra la puerta a extraños.
4. Dé pautas a su hijo sobre el uso de aparatos que puedan ser peligrosos. No deje cerillas a la vista.
5. Mantenga a su hijo ocupado con quehaceres domésticos y tareas escolares. (Véase la revista ¡Despertad! del 22 de agosto de 1986, páginas 14-16.)
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