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DinamarcaAnuario de los testigos de Jehová 1993
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Uno de los bautizados en esta asamblea fue el joven Christian Rømer, que se puso en contacto con los Estudiantes de la Biblia en su isla natal, Bornholm. Antes de la I Guerra Mundial su padre recibió una suscripción de regalo a La Torre del Vigía, y un día de 1919 Christian, que tenía entonces 20 años, encontró una de las revistas. “Lo que me ocurrió aquel día fue una experiencia tan grande que es inenarrable —relata—. Era la verdad que yo sabía que tenía que estar en la Biblia, y ya era mía, sí, ya la tenía.”
Durante la asamblea de Copenhague asistió a una reunión de repartidores donde conoció a Kristian Dal y quedó fijado el rumbo de su vida. En junio de 1922 empezó como repartidor en Bornholm.
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En enero de 1924, tres repartidores, Knud y Kristian Dal y Christian Rømer, formaron una “columna de repartidores” que fue destinada a Jutlandia, comenzando por la ciudad de Skive. El hermano Lüttichau inauguró la campaña con un discurso público en la sala de mayor aforo de la localidad, después del cual celebraron reuniones en tabernas y salones comunales de toda la región, en las que Kristian Dal era el orador. Anunciaban las conferencias en los periódicos y con volantes y, una vez pronunciadas, los repartidores recorrían el territorio distribuyendo libros y folletos.
En la primavera de 1924 el trío llegó a la provincia de Haderslev (sur de Jutlandia), que en un tiempo fue parte de Alemania pero que volvió a unirse a Dinamarca en 1920 por plebiscito popular. Reclutaron a los mozos de la zona para el Frente Occidental. Muchos de ellos enterrarían en las trincheras francesas su fe en Dios.
Christian Rømer describe cómo se predicaba a estas personas: “Era un territorio un tanto peculiar, aunque muy interesante para trabajarlo. La lucha política los había vuelto atentos”.
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Los tres repartidores de la “columna Dal” viajaron en bicicleta y ferrocarril hasta el otoño de 1925, cuando un hermano les brindó un automóvil. Christian Rømer fue a recogerlo a Copenhague. “¡Qué acontecimiento! Un precioso cacharro, descapotable y todo —recuerda con cariño—. Yo era el conductor, pues nadie más tenía licencia. Aguantó un año y lo cambiamos luego por la elegancia de la época, un Ford sedán 1923 que, al tener cerrada la carrocería, era caliente en invierno. ¡Un vehículo de lujo!”
Los repartidores abarcaron gradualmente toda Jutlandia y Fyn hasta que, en marzo de 1929, se acabaron los fondos de la campaña.
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Una tercera unidad de repartidores, Anna Petersen y Thora Svendsen, también abarcaron el territorio de Fyn y Jutlandia. La hermana Petersen dice: “A los precursores nos solían enviar a zonas donde no había congregaciones. Preguntábamos al tendero del pueblo si sabía de alguna habitación que se alquilara. No teníamos más cocina que un hornillo de queroseno y un par de ollas que poníamos sobre una mesa vieja o sobre dos cajas que pedíamos al tendero”.
Las dos hermanas se unían a veces a la “columna Dal”. ¿Con qué resultados? La hermana Petersen y el hermano Rømer decidieron forjar una unión más duradera. Se casaron en 1933, y aunque la hermana Rømer se halla en la actualidad confinada en una clínica de reposo, su esposo sigue en el ministerio de tiempo completo.
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[Fotografía en la página 87]
Los repartidores predicaron en los años veinte con celo incansable. Kristian Dal (izquierda), y Christian Rømer (extremo derecho) con Anna Petersen, Søren Lauridsen y Thora Svendsen
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