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DinamarcaAnuario de los testigos de Jehová 1993
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El 24 de mayo de 1909 el hermano Russell llegó a Copenhague. Un centenar de personas le escucharon disertar sobre el tema “Los pactos”. Por la tarde, 600 concurrentes escucharon absortos su discurso “El derrocamiento del imperio satánico”. Dos años después, 800 personas siguieron su discurso público “El juicio del gran trono blanco”.
La siguiente visita del hermano Russell tuvo lugar en agosto de 1912. Fue la primera vez, aunque no la última, que los hermanos alquilaron la sala Odd Fellow Palæt, de 1.600 localidades. A última hora acudió tanto público que se tuvo que organizar otra reunión en una sala más pequeña del mismo edificio. De este modo, la conferencia “Más allá del sepulcro” se presentó simultáneamente en ambos auditorios, tan atestados que hubo que tomar la medida impopular de despedir a cientos de personas.
La predicación de casa en casa prosiguió con más celo. Louis Carlsson, de Copenhague, relata sobre 1913: “Todo el año distribuimos tratados. Los domingos, a las nueve en punto de la mañana, John Reinseth se situaba en una esquina de la calle y distribuía el territorio entre los hermanos que salían al servicio. No llamábamos al timbre, sino que metíamos un tratado por el buzón de la puerta. Recuerdo cierta ocasión en que estaba en Vesterbro, sección de Copenhague. La puerta delantera de un apartamento dejaba entrever a un hombre por el cristal esmerilado. Introduje un tratado acerca de ‘Babilonia’; lo recogió y lo echó fuera. Entonces inserté otro, ‘¿Qué Dicen las Escrituras Concerniente al Infierno?’. Vi al señor recogerlo, echarle un vistazo y —para mi sorpresa— quedárselo”.
Se recogieron más personas y formaron congregaciones, de forma que, sin contar la de Copenhague, para la primavera de 1914 había congregaciones pequeñas en 12 localidades.
Estalla la Guerra Mundial
En el verano de 1914, Joseph F. Rutherford volvía a estar en Europa como representante del hermano Russell. Pocos días antes de iniciarse la I Guerra Mundial, había salido de Alemania con dirección a Gran Bretaña. No obstante, su amor a los hermanos daneses, a quienes ya había visitado en 1910 y 1913, le hizo desviarse a Copenhague para asistir a los dos primeros días de la asamblea del 1 al 4 de agosto. En su breve discurso de despedida, instó a los hermanos a humillarse bajo la poderosa mano de Dios y confiar plenamente en Él, sin importar qué situaciones surgieran en aquellos tiempos turbulentos.
No obstante, el propio hermano Rutherford empezó a sentirse incómodo ante la proximidad del conflicto bélico. Tenía que llegar a Inglaterra, pero se habían interrumpido los servicios regulares de barco entre el puerto danés de Esbjerg y los puertos británicos, sin que nadie supiera qué depararía el mañana. Zarpó en un cúter pesquero que iba a Inglaterra, surcando las mismas aguas donde, dos años más tarde, se trabaría uno de los mayores combates navales de la I Guerra Mundial: la batalla de Jutlandia.
Entretanto, la asamblea prosiguió en Copenhague. El último día se instó a los asistentes que vivían fuera de la ciudad a regresar a sus casas aquella misma noche y no esperar a la mañana, pues se temía que quedaran suspendidos el servicio de tren y otros transportes públicos. La magnitud del conflicto era aún imprevisible. Sin embargo, Dinamarca permaneció neutral y no se impusieron restricciones significativas a la predicación.
El “Foto-Drama de la Creación”
Aquel otoño llegó a Dinamarca el “Foto-Drama de la Creación”, una presentación con película cinematográfica y diapositivas. Se exhibió por vez primera en la sala Odd Fellow Palæt de Copenhague, y en 1915 se llevó a casi todas las provincias, siempre a los más selectos auditorios, que acababan abarrotándose en todas las sesiones. Dagmar Larsen, de Ålborg, quien después se casaría con Louis Carlsson, de Copenhague, rememoró: “Estábamos muy ocupadas distribuyendo las invitaciones. Recibíamos un paquete de 500 y ocupábamos todo el tiempo libre en esta obra. A mi hermana Johanne y a mí nos pidieron que ayudáramos como ‘diaconisas’ en las presentaciones. Íbamos con vestido negro, cuello blanco y sombrero de terciopelo negro. [...] Había tres sesiones diarias y la asistencia era multitudinaria. La ciudad estaba revolucionada porque las películas en color eran una novedad y, además, ¡era gratis! Los asistentes recibían tarjetas para escribir su nombre y dirección si deseaban más información, y dos repartidores permanecieron un tiempo en la ciudad para atender a los interesados”.
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Años difíciles
El fallecimiento del hermano Russell en 1916 dio paso a tiempos difíciles, sobre todo para la congregación de Copenhague. Hubo hermanas que empezaron a enseñar doctrinas falsas y hasta consiguieron influir en algunos ancianos. En una reunión celebrada en 1917 en Ole Suhrs Gade, cierta hermana se puso de pie de súbito y dijo: “Síganme; nos vamos”. La secundaron 16 hermanos, un 25% de la asistencia, y nunca más se les volvió a ver. Fue un alivio que se fueran, pues permitió seguir celebrando en paz las reuniones.
Algunos de los que apostataron se unieron a Paul S. L. Johnson, quien había abandonado la verdad en Estados Unidos. Trataron de apartar a otros con calumnias y panfletos enviados por correo. Como gangrena, la apostasía se extendió a otras congregaciones. Fue un tiempo que exigía fidelidad, aguante y resolución.
Se reanuda la actividad tras la guerra mundial
La edición danesa de La Torre del Vigía de julio de 1919 anunció la publicación en danonoruego del muy esperado Misterio terminado (tomo VII de Estudios de las Escrituras). Los hermanos aguardaban ansiosos el inicio de una gran campaña de predicación. A fin de enseñarles a hacer las visitas se celebró un cursillo de repartidores en Copenhague. Por primera vez se animó a los que no eran repartidores a testificar de puerta en puerta con los libros.
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En Copenhague la pronunciaría en la sala Odd Fellow Palæt. Una hora antes de la prevista para el comienzo, ya había gente fuera de la sala, y al abrirse las puertas se llenó en cuestión de minutos. Muchos que tenían el semblante risueño lo perdieron cuando tuvieron que despedirlos. El auditorio, no obstante, escuchó muy atento y al terminar la reunión se distribuyeron unos 300 ejemplares del folleto Millones.
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Entre los que no lograron escuchar el discurso “Millones” que presentó el hermano Macmillan en Copenhague porque se llenó la sala, estaba Angelo Hansen, socialdemócrata joven y ardiente que trabajaba con el tabaco. Aunque le contrarió no escucharlo, se avivó su interés por la verdad bíblica. Dos meses después estaba desempleado y fue a registrarse a su oficina sindical, donde encontró a otro desempleado que, sorprendentemente, era Estudiante de la Biblia. ¡Qué pena para la iglesia! Angelo Hansen tampoco tardó en hacerse Estudiante de la Biblia.
La visita de Rutherford de 1922
En 1922 el hermano Rutherford volvió a asistir a una asamblea en Copenhague y en esta ocasión dio él mismo el discurso “Millones” en la sala Odd Fellow Palæt, el mismo lugar donde un año y medio antes lo había presentado el hermano Macmillan.
¿Qué impresión dejó el discurso? El diario Politiken puso en primera plana: “Anoche el juez Rutherford triunfó en la Sala de Conciertos. Todos los asientos se ocuparon mucho antes de iniciarse el discurso y el público siguió llegando a raudales. Se despidió a centenares de asistentes. No quedaba espacio”.
Uno de los bautizados en esta asamblea fue el joven Christian Rømer, que se puso en contacto con los Estudiantes de la Biblia en su isla natal, Bornholm. Antes de la I Guerra Mundial su padre recibió una suscripción de regalo a La Torre del Vigía, y un día de 1919 Christian, que tenía entonces 20 años, encontró una de las revistas. “Lo que me ocurrió aquel día fue una experiencia tan grande que es inenarrable —relata—. Era la verdad que yo sabía que tenía que estar en la Biblia, y ya era mía, sí, ya la tenía.”
Durante la asamblea de Copenhague asistió a una reunión de repartidores donde conoció a Kristian Dal y quedó fijado el rumbo de su vida. En junio de 1922 empezó como repartidor en Bornholm.
Aumento en Copenhague
En el invierno de 1921 a 1922 Angelo Hansen se hallaba, como de costumbre, testificando a los desempleados de la ciudad que esperaban fuera de la oficina de registro sindical. Mientras sostenía el folleto Millones por encima de su cabeza y voceaba: “¡Millones que ahora viven no morirán jamás!”, se le acercó un joven llamado Christian Bangsholt, que andaba buscando la verdad. Se leyó el folleto de principio a fin en una sola noche y empezó a asistir a las reuniones en Ole Suhrs Gade. Lo que oyó era muy diferente de lo que había oído al Ejército de Salvación, a los pentecostales, a los metodistas y a los demás grupos donde había buscado en vano la verdad. No podía guardarse para él solo las nuevas.
Varios amigos a quienes había hablado también empezaron a asistir a las reuniones, entre ellos el matrimonio Herløv y Betty Larsen. Herløv y Christian eran amigos desde jóvenes y habían pasado mucho tiempo juntos tocando instrumentos musicales. A partir de entonces compartirían el uno con el otro la melodía de la verdad bíblica.
Aquella misma primavera, otro joven, Hans Christian Johnsen, se interesó en los Estudiantes de la Biblia. Ateo, totalmente antirreligioso y embebido de ideas socialistas, le llamó la atención un cartel que invitaba al discurso “Millones”. De camino a la sala compró un periódico para tener qué leer si se aburría. Lo utilizó, pero para tomar notas, aunque no le daba tiempo de apuntar los textos. Como la conferencia era lógica e inteligible, su ateísmo cedió su lugar a la fe en Dios. Tras aquel discurso vinieron otros, y en septiembre se le unió su esposa. Los dos tenían claro que debían predicar el mensaje del Reino de casa en casa.
En 1925 le pidieron a Hans Christian que visitara a un joven llamado Einer Benggaard, que había leído algunos libros de la Sociedad. Luego de ponerse en contacto con él, Einer progresó rápidamente en la fe y se unió también a la testificación.
De esta manera, se formó a principios de los años veinte un pequeño núcleo de publicadores jóvenes llenos de celo, hermanos y hermanas que dejaron huella en la obra. Gran parte del aumento que se ha producido en Copenhague hasta el día de hoy se remonta a la actividad de estos pocos hermanos leales.
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