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DinamarcaAnuario de los testigos de Jehová 1993
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La predicación en las Islas Feroe
En mayo de aquel año, 1954, se enviaron dos precursores especiales a las Feroe, un pequeño archipiélago del Atlántico norte situado entre Islandia y las Islas Shetland. Ahora bien, no eran los primeros publicadores de las islas. Ya en el verano de 1935 dos precursoras viajaron al archipiélago, se quedaron tres meses y distribuyeron muchos libros y folletos. No obstante, el clero logró que se las expulsara. Desde 1948, se había vuelto a predicar esporádicamente en las islas, aunque con muchas dificultades.
Los dos precursores especiales, Svend Aage Nielsen y Edmund Onstad organizarían mejor la obra. Pronto localizaron un apartamento en la ciudad principal, Thorshavn, en la isla de Strømø, la mayor de las Feroe, donde habilitaron una habitación como Salón del Reino. Después de predicar en la ciudad, se centraron en las poblaciones más pequeñas.
En conjunto, los feroeses reflejan la naturaleza adusta de las islas —un tanto reservados, indecisos y algo desconfiados de los extraños—, de modo que a los misioneros les llevó tiempo y paciencia intimar con ellos. A menudo encontraban las puertas cerradas. Solo si “desaparecían” del territorio y volvían al rato a predicar podían hablar con ellos, una vez que creían que ya no había “peligro”. Les importaba mucho el qué dirán. A menudo devolvían las publicaciones; a veces hasta ya las tenían en la oficina de correos de Thorshavn cuando regresaban a la ciudad.
Además, no lograban hallar hospedaje en los pueblos, lo que les obligaba a navegar más, pues solo podían hacer viajes de un día desde Thorshavn. Y solo el hermano Nielsen tenía estómago de marino. Hallaron una solución. Un hermano danés que se les unió en el ministerio de precursor tenía una sastrería, y con el dinero y trabajo de todos confeccionaron una tienda de campaña. Así, cargando las mochilas, los sacos de dormir y la tienda, iban de un pueblo a otro sin preocuparse de dónde pernoctarían.
Problemas en Klaksvík
Avanzado el año, el hermano Nielsen se trasladó a la ciudad de Klaksvík. Su llegada coincidió con el peor momento de un conflicto que persistía desde hacía tiempo. La gente del lugar se negaba a aceptar al jefe médico nombrado por las autoridades danesas para el hospital de la ciudad. Estalló la violencia. Por la noche arrojaban cadenas de hierro contra el tendido eléctrico para apagar las luces de la ciudad. ¡Pobre del danés que se aventurara a salir de casa solo de noche!
¿Cómo iría el hermano Nielsen puerta por puerta si todo el pueblo era un avispero? Dejemos que él nos lo cuente: “El primer día que salí a predicar tuve una idea que no la he vuelto a poner en práctica desde entonces: llevaba la Biblia bien visible en la mano desde que salía por la puerta hasta que volvía a casa. Así entablaba largas conversaciones con la gente, aunque aún no se atrevían a hacerme pasar. [...] Cierta señora me dijo: ‘¿Sabe qué dicen por ahí? Que no le pueden hacer daño porque no suelta la Biblia de la mano’”.
Entran más precursores en el campo
En el verano de 1957 se envió a Anders Andersen a las Feroe, donde sirvió de precursor especial en el territorio de Klaksvík. También visitó periódicamente a la pequeña congregación de Thorshavn, recién formada, y al hermano Onstad, que predicaba en la isla meridional de Suderø.
El año siguiente llegó un matrimonio, Svend y Ruth Molbech. Las hermanas por fin tenían una buena ayudante para el campo y podían atender mejor a las mujeres interesadas, pues era incómodo para los hermanos solteros visitar regularmente a las mujeres, sobre todo si el esposo se había ido a pescar por una buena temporada.
La testificación con las películas de la Sociedad
Las películas La Sociedad del Nuevo Mundo en acción y La felicidad de la Sociedad del Nuevo Mundo lograron que en las poblaciones pequeñas se avivara el interés en las buenas nuevas. Demostraron que los Testigos no eran una secta local, sino una hermandad mundial.
En Vestmanna (Strømø), alquilaron el cine y más de ochenta jóvenes y adultos lo llenaron mucho antes de la proyección. A los feroeses nunca les ha importado esperar, pues no tienen horario rígido. Solo cuando llega una barca de pesca salen corriendo a la bahía. Así ocurrió durante la proyección de una de las películas de la Sociedad. A mitad de la cinta, se escuchó el sonido penetrante de la sirena de una barca, proclamando el retorno del mar de padres, hijos y hermanos. En un momento se disolvió la reunión; todos corrieron a asomarse a la ventana para ver qué barco llegaba y luego salieron. La sala se vació en cuestión de segundos; solo se quedaron hasta el final el encargado del cine y algunos ancianos.
Un feroés se pone de parte de la verdad
Al testificar en las islas del norte, el hermano Andersen conoció a un feroés, John Mikkelsen, que se interesó en el mensaje, pero que, en conformidad con la parsimonia isleña, no cambió de la noche a la mañana. Dos precursoras especiales cultivaron su interés y, gracias a sus desvelos, lograron interesar a su esposa, Sonja, y que se uniera al estudio bíblico. Los dos acabaron por abrazar la verdad y John llegó a ser el primer feroés nombrado anciano.
Los solitarios precursores recibieron después la ayuda de familias que se mudaron de Dinamarca para servir donde había más necesidad. Tuvo buen efecto, pues muchos del territorio creían que nuestra religión era para misioneros, no para gente “normal”. Pero respetaban a las familias que trabajaban entre ellos. La primera fue la de Anker y Dora Nygaard y sus cuatro hijos, quienes llegaron en 1959 y contribuyeron mucho al aumento en las Feroe.
Fue necesario que el primer grupo de precursores trabajara con constancia durante ocho o diez años en las Feroe para “abonar” el terreno. Se habían llevado lo peor de la oposición eclesiástica y habían sido pioneros en la búsqueda de personas sinceras. Parecía oportuno que estos hermanos regresaran a regiones danesas menos aisladas y otros precursores continuaran su obra.
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DinamarcaAnuario de los testigos de Jehová 1993
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[Fotografías en la página 111]
Svend Aage Nielsen y Edmund Onstad recorrieron a pie las colinas de las islas Feroe. A fin de tener seguro un lugar donde pernoctar armaban la tienda de campaña que se habían confeccionado
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