De nuestros lectores
Dislexia Les escribo para darles mis más sinceras gracias por el artículo “Cómo superar la frustración que causa la dislexia” (8 de agosto de 1996). Después de leer el recuadro “Cómo detectar la dislexia en la infancia”, mi marido y yo decidimos llevar a nuestro hijo de 10 años a un especialista. Descubrimos que padece dislexia, y ahora estamos tomando medidas para atender sus necesidades en casa y en el colegio. Los maestros siempre nos decían que era un niño muy inteligente, pero poco aplicado. Como pueden imaginar, les agradecemos muchísimo este artículo.
J. S., Escocia
Dado que soy madre de dos niños disléxicos, me gustó mucho el artículo. Cumple de manera muy digna la misión de sensibilizar al lector sobre la realidad de esta discapacidad y las dificultades que acarrea a quienes la padecen. Imagínense lo que es no poder leer el letrero de una calle, o tratar de escoger qué va a pedir uno de un menú que no puede leer. Estoy segura de que los afectados sacarán partido de la información.
M. K., Estados Unidos
Especies amenazadas Gracias de todo corazón por la serie “Por qué preocuparse por las especies en peligro” (8 de agosto de 1996). Es muy cierto que corremos el riesgo de perder un tesoro. El reportaje avivó mi deseo de morar en el nuevo mundo que Dios promete, donde los animales no se enfrentarán nunca a la extinción.
D. I., Albania
La crisis de los refugiados Soy un refugiado burundés que desea manifestar su gratitud por la serie “¿Se resolverá algún día el problema de los refugiados?” (22 de agosto de 1996). Me infundió mucho ánimo saber la manera como ve Jehová la situación y las disposiciones que tomó en la antigüedad para que su pueblo tratara con bondad a los refugiados. Gracias por los artículos; fueron todo un consuelo.
D. M., Kenia
La tragedia del autobús Al leer el artículo “Jehová da fuerzas para superar la tragedia” (22 de agosto de 1996), no pude menos que echarme a llorar, pues soy muy sensible a estos temas. Yo también sufrí un accidente, que dejó malherida a mi mejor amiga, de modo que falleció horas después. En los últimos cinco años he asumido mis intensos sentimientos de dolor y culpabilidad por haber sobrevivido y ella no. Confío en que Jehová se acordará de mi querida amiga. Mi más sincera condolencia para quienes perdieron algún ser amado en la tragedia de España.
J. T., Estados Unidos
Tartamudez Gracias por el artículo “Hasta la lengua de los tartamudos hablará” (22 de agosto de 1996). Las vivencias de Petr Kunc me han dado mucho ánimo, pues yo también soy tartamudo. Antes de pronunciar un discurso, siempre le pido a Jehová que me ayude a expresarme con claridad.
M. M., Italia
Cuando cumplí 20 años me costaba mucho hablar con la gente, así como desde la plataforma del Salón del Reino de los testigos de Jehová. Al terminar una asignación, estaba todo sudoroso y exhausto. Me dio mucho aliento leer la experiencia de un hermano cristiano que sirve a Jehová a pesar del problema. Ha contribuido a que vea las cosas con más optimismo.
M. S., Japón
Tengo que agradecerles que publicaran esta experiencia. Desde niño tengo la misma dificultad que Petr y, como él, soy anciano de congregación, de modo que para cumplir con mis deberes tengo que confiar en las fuerzas que dispensa Jehová. En la actualidad presido la Escuela del Ministerio Teocrático, lo que me permite ayudar a los estudiantes en el campo de la oratoria.
N. O. N., Nigeria