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  • Nuestra hermosa Tierra... ¿cuánto de ella les dejaremos a nuestros hijos?
    ¡Despertad! 1987 | 22 de julio
    • Nuestra hermosa Tierra... ¿cuánto de ella les dejaremos a nuestros hijos?

      SEGÚN algunos informes publicados, han nacido mil setecientos millones de niños desde 1970. Si formaran una nación, esta sería la mayor del mundo. Por ello, es justo preguntarse: ¿Qué clase de mundo les estamos dejando?

      Hace más de veinticinco años, un afamado doctor del Servicio de Sanidad de los Estados Unidos dijo: “Todos vivimos bajo el temor obsesivo de que algo pueda corromper el ambiente hasta el extremo de que el hombre, al igual que los dinosaurios, llegue a ser una forma de vida obsoleta”.

      Desde aquel entonces, este temor se ha intensificado. El año pasado, un foro nacional de casi cien biólogos advirtió que se acercaba una ola de extinción en masa como la que barrió a los dinosaurios, solo que esta vez no debida a causas naturales, sino “a las actividades del hombre”.

      Este año, el Instituto Worldwatch publicó su informe State of the World 1987 (El estado del mundo en 1987). En él se decía: “Una sociedad que quiera perpetuarse satisface sus necesidades sin perjudicar las perspectivas de la siguiente generación. De muchas maneras, la sociedad contemporánea no ha seguido este criterio. En todos los continentes están surgiendo problemas de perpetuación ecológica. La trascendencia de las actividades del hombre ha empezado a amenazar la habitabilidad de la misma Tierra”.

      El informe de este instituto decía que las demandas de más de cinco mil millones de personas —número que está creciendo a un ritmo de ochenta y tres millones por año— están desbordando la capacidad de regeneración de los sistemas biológicos de la Tierra.

      La contaminación química está debilitando la capa de ozono de la atmósfera, lo que puede dar lugar “a una mayor incidencia de cánceres cutáneos, perjudicar el sistema inmunológico del hombre y afectar el crecimiento de las cosechas”.

      Si sigue la lluvia ácida, no solo morirán más bosques y lagos, sino que el suelo se acidificará en demasía y “pueden requerirse décadas, si no siglos, para su recuperación”.

      La intensificación de la labranza “ha hecho que la pérdida de suelo agrícola sea mayor que la formación de nuevo suelo”.

      La deforestación y la quema de combustibles fósiles desprenden más dióxido de carbono que el que pueden absorber la restante vegetación y los océanos, lo cual resulta en un efecto de invernadero que, con el tiempo, puede derretir los glaciares e inundar las ciudades costeras.

      La pérdida de selvas tropicales significa que se recicla menos agua para la lluvia, lo que a su vez supone la formación de más desiertos.

      Productos químicos tóxicos, aguas residuales sin depurar, crudos, accidentes nucleares, radón, microondas, asbesto... la lista de los pecados del hombre contra el ambiente sería interminable.

      El informe State of the World 1987 advierte: “Nunca se han desequilibrado simultáneamente tantos sistemas vitales para la habitabilidad de la Tierra. Los nuevos problemas ambientales afectan períodos de tiempo y zonas geográficas que escapan a la autoridad de las instituciones políticas y sociales existentes. Por sí sola, ninguna nación puede estabilizar el clima de la Tierra, proteger la capa de ozono, conservar los bosques y suelos del planeta o desacidificar los lagos y ríos. Solo podría lograrlo un esfuerzo internacional constante”.

      Este esfuerzo tarda en realizarse, y el tiempo se está acabando. Se están gastando miles de millones de dólares en la carrera armamentista, mientras que, en comparación, se está invirtiendo una miseria en conservar el medio ambiente del que dependemos y cuyo descuido puede acabar con nosotros. Tan solo Estados Unidos ha dedicado desde 1983 nueve mil millones de dólares al programa de Iniciativa de Defensa Estratégica, y proyecta dedicar otros treinta y tres mil millones entre 1986 y 1991; pero se vuelve mezquino cuando hay que pensar en el medio ambiente. En el informe State of the World 1987 se sintetiza del siguiente modo la causa fundamental de la crisis: “Ha llegado el tiempo de hacer la paz entre nosotros para que después podamos hacer la paz con la Tierra”.

      “Para que la vida se perpetúe —dice este informe— es necesario que todos simultáneamente detengamos la emisión de dióxido de carbono, protejamos la capa de ozono, restauremos los bosques y los suelos, detengamos el crecimiento de la población, aprovechemos mejor los recursos energéticos y desarrollemos fuentes renovables de energía. Ninguna generación se ha enfrentado antes a un conjunto tan complejo de cuestiones que requieren atención inmediata. Las generaciones anteriores siempre se han preocupado por el futuro, pero la nuestra es la primera que se enfrenta a decisiones que determinarán si la Tierra que van a heredar nuestros hijos será habitable.”

      El siguiente artículo trata sobre la crisis causada por los productos químicos tóxicos.

  • La cara oscura de los productos químicos industriales
    ¡Despertad! 1987 | 22 de julio
    • La cara oscura de los productos químicos industriales

      FUE poco después de la medianoche de un fresco día de diciembre de 1984 cuando se produjo el peor accidente industrial de la historia. Fuera de la república de la India pocas personas conocían el nombre Bhopal, una ciudad industrial de más de 800.000 habitantes ubicada en la región central del país. La población dormía sin ser consciente de los mortíferos acontecimientos que estaban teniendo lugar a tan solo un tiro de piedra de allí.

      En la fábrica estadounidense Union Carbide de Bhopal, la presión de un tanque que contenía 45 toneladas de isocianato metílico, un producto químico letal utilizado en la fabricación de pesticidas, comenzó a aumentar peligrosamente. De repente, de una válvula defectuosa empezó a salir una nube de gas venenoso que sembró la muerte y la agonía sobre la tranquila ciudad. Acabó con la vida de más de 2.500 hombres, mujeres y niños. Dejó lisiadas a otras 100.000 personas.

      La muerte de miles de animales (búfalos, ganado y perros) dejó los campos cubiertos de cuerpos muertos que obstruyeron las carreteras y calles de la ciudad. Bhopal se convirtió en un crematorio improvisado en el que se quemaron los cuerpos muertos día y noche. Setenta piras funerarias consumieron los cadáveres en sus llamas. Montones de otros cuerpos fueron enterrados en fosas comunes que se cavaron apresuradamente.

      Posteriormente, otra catástrofe azotó a Europa, y se la llamó “Bhopal en el Rin”. Un derrame de productos químicos de una planta industrial situada en las cercanías de Basilea (Suiza) arrojó 40 toneladas de desperdicios venenosos en el Rin. Estos desperdicios mataron a cientos de miles de peces y anguilas a medida que “fueron arrastrados por el río a lo largo de la frontera germano-francesa y a través de la región alemana bañada por el Rin y de los Países Bajos hasta desembocar en el mar del Norte”. El editorial de un periódico dijo: “A los suizos se les solía considerar limpios, y a su industria, incluso a la química, segura. Ese tiempo ya ha pasado”.

      Los habitantes de Bhopal y las comunidades de la ribera del Rin han sido víctimas de la era tecnológica que se jacta de haber producido más de 66.000 compuestos químicos. Muchos se han producido para facilitarle la vida al hombre, aunque, irónicamente, muchos de ellos son altamente tóxicos y pueden tener efectos secundarios fatales y devastadores, tanto para el ser humano como para todo el sistema biológico. Un experto llamó a estos productos químicos “biocidas”.

      Son muchos los productos con nombres largos que pocas personas pueden pronunciar y a los que, por razones prácticas, se denomina con la simbología PCB, DDT, PCDD, PCDF, TCDD, etc. Esta sopa de letras de productos químicos tóxicos es un peligro mortal para el hombre y para los recursos de la Tierra, de los que depende la vida humana. Cada año “se echan al medio ambiente miles y miles de sustancias tóxicas”, dijo un portavoz de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos. Esos desechos amenazan la calidad del aire, de las aguas superficiales y de las subterráneas, y dejan el suelo envenenado por décadas.

      La Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos calcula que, tan solo en este país, unos cinco billones y medio de litros de desechos químicos tóxicos llegan a los depósitos de agua subterránea cada año.a Sabiendo que solo un litro de disolvente puede contaminar veinte millones de litros de agua subterránea por encima de los niveles de seguridad, la mente tambalea ante el cálculo de los daños catastróficos que pueden causar cinco billones y medio de litros de productos químicos venenosos.

      Debido al vertido indiscriminado de productos químicos y desechos peligrosos, los ríos y arroyos están siendo contaminados. Los peces están muriendo. Los ríos transportan estos productos químicos letales hasta los océanos, de modo que, en algunos lugares en los que en el pasado abundaba la vida submarina, hoy, según el conocido oceanógrafo Jacques Cousteau, ya no se encuentran peces.

      La contaminación también amenaza a las aves y a la vida animal terrestre. Ni siquiera los santuarios de la fauna silvestre son una protección. “Diez refugios fáunicos nacionales están contaminados por productos químicos tóxicos y otros setenta y cuatro pueden estar en peligro. El agua contaminada por selenio y otros productos químicos usados en la agricultura ha matado a muchas aves acuáticas del refugio”, dijo The New York Times del 4 de febrero de 1986.

      Los expertos no dan muchas esperanzas para el futuro. La rápida disminución de los recursos de la Tierra no termina con la pérdida de terreno cultivable y la contaminación del aire y el agua. ¿Qué está sucediendo con las grandes pluviselvas tropicales que por milenios han levantado sus frondosos brazos a decenas de metros de altura? ¿Corren estas el mismo peligro que los otros recursos de la Tierra que se están agotando ante nuestros ojos? Nos demos cuenta de ello o no, estas exuberantes obras maestras de Jehová afectan nuestra propia vida, como se muestra en el siguiente artículo.

      [Nota a pie de página]

      a 1 litro = 0,26 galones

  • Una Tierra sin bosques... ¿es eso lo que encierra el futuro?
    ¡Despertad! 1987 | 22 de julio
    • Una Tierra sin bosques... ¿es eso lo que encierra el futuro?

      GRANDES zonas que durante milenios estuvieron cubiertas de exuberantes pluviselvas tropicales están quedando desérticas. Estos hermosos lugares de la Tierra, verdes y palpitantes, en un tiempo el hábitat de aves y animales exóticos que se refugiaban bajo la prolífica cobertura de millones de especies de plantas y árboles, algunos de más de sesenta metros de altura, están convirtiéndose rápidamente en tierra yerma.a

      Con destructiva eficiencia, el hombre está causando estragos en las montañas valiéndose del hacha, la sierra, la excavadora y el fuego. Las está convirtiendo en desiertos abandonados de tierra desnuda, cicatrizada y carbonizada. Esta inexorable destrucción de las selvas tropicales de la Tierra se está produciendo a la asombrosa proporción de 20 hectáreas por minuto, lo que significa más de 100.000 kilómetros cuadrados por año: una superficie equivalente a la de Austria.b

      Para el año 2000, según algunos expertos, aproximadamente el 12% de las pluviselvas tropicales que quedaban en 1980 habrán desaparecido: un logro nada desdeñable para el hombre, a pesar de su reputación de destructor. También habrán dejado de existir las aves exóticas, la fauna silvestre y las variedades de vida vegetal que no se encuentran en ninguna de las demás zonas climáticas de la Tierra. El hombre está destruyendo una parte del complejo ecosistema que es tan fundamental para su propia vida y que le provee incalculables beneficios.

      Más de la mitad de los medicamentos que el hombre usa provienen de las plantas, y muchos de ellos de plantas tropicales. ¿Qué haría la industria sin el caucho, la trementina, la rota o el bambú —todos ellos recursos procedentes de las selvas tropicales— y sin la gran cantidad de fibras, resinas, tintes y especias? Ciega e indiscriminadamente, el hombre está destruyendo un tesoro de inmenso valor.

      Estas extensas selvas también producen grandes cantidades de oxígeno, un gas vital. Algunos científicos advierten que la reducción masiva de estas selvas productoras de oxígeno puede intensificar el temido efecto de invernadero, lo que provocaría la subida del nivel de los mares y los consiguientes efectos catastróficos.

      La deforestación ha tenido ya un impacto importante e inmediato en gran parte del mundo. Naciones como Brasil, Indonesia y Filipinas han visto convertirse rápidamente sus densas junglas en zonas prácticamente desérticas. “En diez millones de hectáreas del sudeste asiático, en un tiempo cubiertas de bosques, ahora solo crecen juncias, hierbas persistentes que no sirven ni para alimento ni para combustible ni para forraje”, dice el Instituto de Recursos del Mundo.

      La tala y venta de grandes extensiones de arboledas garantiza la deforestación de Fiji en veinte años, de Tailandia para fin de siglo y de la pluviselva de las tierras bajas filipinas para 1990, dice Science Digest. En Australia se está produciendo una extensa devastación de sus bosques: han desaparecido ya dos terceras partes de sus pluviselvas. Por su parte, la India está perdiendo debido a la tala 1.300.000 hectáreas de bosque cada año.

      “Desde mediados de la década de los ochenta —dice la revista Natural History de abril de 1986— todos los países de África están perdiendo arbolado. De hecho, los déficit arbóreos son ahora lo común en todo el Tercer Mundo.” En 63 países, 1.500 millones de personas están talando los árboles a una velocidad mayor de la que pueden crecer, creando un déficit que solo puede conducir a la quiebra de los bosques y de la madera para combustible. Los expertos esperan que el déficit se haya duplicado para el año 2000.

      La destrucción de los bosques afecta al mismo fundamento de la existencia del hombre: la agricultura. Para empezar: cuando el hombre tala los árboles de las montañas para plantar semilla, el suelo, al no tener vegetación que lo mantenga en su lugar, es arrastrado con facilidad. Además, en los países en los que hay escasez de madera para combustible, “se calcula que se queman 400 millones de toneladas de estiércol cada año [...]. Se cree que esta quema de fertilizante potencial va a reducir las cosechas de grano en más de 14 millones de toneladas”.

      ¿Están en realidad condenados los bosques y selvas de la Tierra por fuerzas irreversibles?, ¿o dejará esta generación muchos de los recursos y bellezas de la Tierra para sus hijos? Se habla mucho sobre el tema, se escribe más, pero se hace poco. Así pues, ¿qué futuro dejará esta generación para sus hijos? El tiempo lo dirá, y queda poco tiempo.

      [Notas a pie de página]

      a 1 metro = 3,3 pies

      b 1 hectárea = 2,5 acres

      [Comentario en la página 7]

      Las naciones están convirtiendo densas junglas en zonas desérticas

      [Comentario en la página 7]

      En 63 países, 1.500 millones de personas están talando los árboles a una velocidad mayor de la que pueden crecer

  • ¿Cuál será nuestro futuro y el de nuestros hijos?
    ¡Despertad! 1987 | 22 de julio
    • ¿Cuál será nuestro futuro y el de nuestros hijos?

      UNA familia no puede gastar más de lo que gana y seguir siendo solvente. Una nación no puede pagar más de lo que recibe y seguir siendo próspera. Tampoco podemos derrochar indefinidamente los recursos de nuestro medio ambiente. No podemos dilapidar más terreno del que se va formando, crear más dióxido de carbono del que las plantas pueden absorber, talar más árboles de los que plantamos, contaminar más aire y agua de los que la Tierra puede reciclar. Los déficit ambientales, del mismo modo que los nacionales, pasarán la cuenta. Tendrán que pagarse, ya sea con dinero y cooperación internacional o con vidas: las nuestras y las de nuestros hijos.

      La tecnología moderna ha hecho posible el arruinamiento de la Tierra. Podría utilizarse para impedirlo. ¿Por qué no se hace? Por amor al dinero. Costaría miles de millones. Este mundo no puede ver —o, en su egoísmo, no quiere ver— más allá de sus miopes deseos materialistas. Ya que rehúsa pagar en dinero, lo pagará en pérdida de suelo cultivable, bosques y acuíferos, así como en calentamiento de la atmósfera, en agua contaminada, en incremento de enfermedades y en vidas humanas. De modo que, por aferrarse a su dinero, este mundo está vendiendo el futuro de sus hijos.

      ¿Despertará a tiempo? La respuesta de la historia no es esperanzadora; pero sí lo es la que Dios da. Jehová Dios mismo dice que va a intervenir y “causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.) Él quitará de la Tierra a los que están arruinando el medio ambiente y destruyendo su belleza, pues la creó para que sostuviera la vida y fuera hermosa. “Los cielos son mi trono, y la tierra es el escabel de mis pies”, dice Dios, y: “Yo glorificaré el mismo lugar de mis pies”. (Isaías 66:1; 60:13.)

      La creó para ser habitada por gente que ame la justicia, y lo será: por millones de personas que vivieron en el pasado, millones que están viviendo ahora y otros millones que aún no han nacido. Es lo que Dios ha registrado en su Palabra, la Biblia, y usted mismo puede leerlo en Isaías 45:18 y Juan 5:28, 29.

      Entonces, cuidada por aquellos que la aman, la Tierra podrá regenerarse y conseguir de nuevo la belleza con la que nuestro Creador la dotó originalmente. Las personas de disposición justa y sus hijos tendrán un futuro glorioso: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.” (Salmo 37:10, 11, 29.)

      ¿Y nunca morir? ¡Y nunca morir! “Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación 21:3, 4.) ¿Demasiado bueno para ser verdad? No; este mundo inicuo actual es demasiado malo para seguir existiendo. (Daniel 2:44.)

      Pero usted y sus hijos pueden seguir existiendo. Jehová Dios lo hace posible por medio del sacrificio de su Hijo. El que usted aprenda acerca de Jehová y de su Hijo significará vida eterna para usted y para su prole: vida en un nuevo mundo donde la justicia habrá de morar. (Juan 3:16; 17:3; 2 Pedro 3:13.) Este puede ser su feliz futuro y el de sus hijos. El que lo sea o no depende de usted.

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