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Se desarrolla la gran apostasíaLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Todas las congregaciones estaban organizadas con un cuerpo de superintendentes, o ancianos espirituales,b que las supervisaban. Todos los ancianos tenían igual autoridad y a ninguno se le permitía ‘enseñorearse’ del rebaño que estaba bajo su custodia. (Hech. 20:17; Fili. 1:1; 1 Ped. 5:2, 3.) Sin embargo, a medida que fue revelándose la apostasía, empezó a haber cambios, y rápidamente.
Una de las primeras desviaciones fue separar los términos “superintendente” (gr.: e·pí·sko·pos) y “anciano” (gr.: pre·sby·té·rous), de modo que ya no se emplearan para referirse al mismo puesto de responsabilidad. No había pasado una década desde la muerte del apóstol Juan, cuando Ignacio, “obispo” de Antioquía, escribió en su carta a los cristianos de Esmirna: “Seguid todos al obispo [superintendente], como Jesucristo al Padre, y al presbiterio [cuerpo de ancianos] como a los apóstoles”. Así Ignacio abogó por que cada congregación estuviera bajo la supervisión de un solo obispo,c o superintendente, a quien se distinguiría de los presbíteros, o ancianos, y reconocería mayor autoridad.
Ahora bien, ¿cómo se produjo esta separación? Augustus Neander, en el libro The History of the Christian Religion and Church, During the Three First Centuries (Historia de la religión y la Iglesia cristianas durante los primeros tres siglos), explica lo que sucedió: “En el siglo II [...], debe haberse creado el puesto permanente de presidente de los presbíteros, a quien se dio el nombre de [e·pí·sko·pos], puesto que él era en especial quien tenía la superintendencia de todo, y así se le distinguió de los demás presbíteros”.
De ese modo se colocó el fundamento para que poco a poco apareciera una clase clerical. Aproximadamente un siglo después, Cipriano, “obispo” de Cartago (en el norte de África), defendió con vigor la autoridad de los obispos como grupo separado de los presbíteros (después conocidos como sacerdotes), los diáconos y los legos. Pero no favorecía la primacía de un obispo sobre los demás.d
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b En las Escrituras los términos “superintendente” y “anciano” se refieren al mismo puesto. (Hech. 20:17, 28; Tito 1:5, 7.) “Anciano” alude a las cualidades de madurez de la persona nombrada para tal posición, y “superintendente”, a la responsabilidad inherente al nombramiento: velar por los intereses de las personas confiadas a su custodia.
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