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  • ¿Con qué actitud escuchamos cuando habla la ciencia?
  • ¡Despertad! 1998
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¡Despertad! 1998
g98 8/3 págs. 10-12

¿Con qué actitud escuchamos cuando habla la ciencia?

ENTRE los retos que afronta el mundo científico figuran las enfermedades, sea que resurjan o que aparezcan por vez primera. Desesperado por hallar un remedio, el público presta atención cuando habla la ciencia. Por miedo a la muerte, no son pocos los que se lanzan a probar el último fármaco milagroso, a menudo sin plantearse dos veces las consecuencias a largo plazo.

En muchos casos la ciencia ha mejorado la calidad de vida de los afectados. Cabe destacar, por ejemplo, las técnicas quirúrgicas que eliminan el uso de las arriesgadas transfusiones sanguíneas. La ciencia y la tecnología permiten al hombre realizar proezas inimaginables. Lo que ayer era fantasía futurista, hoy es parte del cotidiano vivir. No obstante, el mundo científico no actúa siempre por altruismo, con el móvil de subsanar las acuciantes necesidades del hombre.

¿Quién habla en realidad?

Como ya se ha indicado, buena parte de las investigaciones se hacen por dinero y las respaldan poderosos grupos de presión. Por tanto, antes de adoptar una conclusión o emocionarse por algún hallazgo reciente, conviene preguntarse: “¿Quién habla en realidad?”. Hay que saber detectar los intereses ocultos. No es ningún secreto que los medios informativos se ceban en el sensacionalismo. Algunos periódicos recurren a casi todo con tal de vender, y hasta los más respetables incurren a veces en cierto amarillismo.

La ciencia y los medios de difusión suelen vivir una relación que oscila entre el amor y el odio. Aunque los canales de información den una buena imagen de la ciencia, también ocurre lo que indica Dorothy Nelkin en su libro La ciencia en el escaparate: “Con frecuencia los científicos tratan de controlar la información de la prensa rechazando las entrevistas, a menos que puedan revisarlas y corregirlas antes de su publicación. Los reporteros, temiendo la censura derivada de intereses personales, se resisten habitualmente a mostrar sus artículos a las fuentes de información, aunque a menudo confirman con ellas la exactitud de los detalles”.

Dorothy Nelkin cita luego varios ejemplos para ilustrar este punto: “Los informes de prensa sobre descubrimientos científicos provocan las esperanzas de gente desesperada. [...] Los pacientes llegan a la consulta blandiendo el último número [de una revista popular] y solicitando la última cura”. También menciona el caso del reportero que preguntó al presidente del Grupo Internacional de Tareas para la Sanidad Mundial y los Recursos Humanos “si creía que los hechiceros africanos tenían capacidad para curar enfermos”. Este replicó que “tal vez sí, en virtud de la alta credibilidad que gozaban entre el pueblo”. ¿Qué titular apareció al día siguiente? “Un experto de la ONU demanda más hechiceros.”

Lamentablemente, cada vez más personas buscan en los periódicos y revistas información sobre la ciencia actual, señala Nelkin. Y para muchos que tienen menos voluntad o capacidad de leer, la televisión es la principal fuente de información.

Evaluación equilibrada de la ciencia

Sin negar los triunfos de la ciencia que benefician al hombre, hemos de tener presente que los científicos son humanos. Ni son inmunes a las tentaciones y corrupciones, ni sus motivos son siempre nobles. Es cierto que a la ciencia le corresponde su lugar en la sociedad, pero no como lumbrera infalible en este mundo cada día más tenebroso.

La publicación Speculations in Science and Technology comenta: “La historia de la ciencia indica que, por imponentes que parezcan [...] los principales científicos, siguen siendo falibles”. Y en algunos casos no se trata meramente de fallos.

Por las razones ya expuestas en estos artículos, sería imprudente que el cristiano terciara en disputas sobre ciencia o fomentara ideas indemostradas. Por ejemplo, si uno se obsesiona con los recelos sobre el electromagnetismo, tal vez aconseje a los demás, con la mejor intención, que se deshagan del microondas, la manta (cobija) eléctrica, etc. Desde luego, cada uno es libre de tener sus preferencias sin recibir por ello críticas. Pero quienes discrepan de uno merecen igual respeto. Así pues, es mejor no difundir ideas sensacionalistas. Está por ver si muchas afirmaciones audaces son ciertas o no. Si se descubriera que algunas son infundadas o incluso erróneas, sus defensores no solo quedarían como tontos, sino que tal vez habrían perjudicado sin querer a sus oyentes.

La necesidad de ser prudentes

¿Cómo debe reaccionar el cristiano ante los reportajes científicos de carácter sensacionalista que publica la prensa? Primero, hay que examinar el cariz del artículo o noticia. ¿Por qué se publica? Luego, leer toda la información, pues el titular sensacionalista tal vez no encaje con los detalles del texto. En tercer lugar, es de suma importancia examinar el historial de los autores. ¿Son verídicos? ¿Tienen intenciones ocultas? (Romanos 3:4.)

Cabe decir que el escepticismo con que algunos ven a los científicos es en parte merecido, pues ellos se han puesto en entredicho a sí mismos como buscadores neutrales de la verdad. Aunque la ciencia ha aportado emocionantes visiones del mundo y el cosmos, algunas predicciones de un mundo mejor que se hacen basándose en la ciencia infunden más inquietud que esperanza.

Hay expertos que lanzan lúgubres advertencias sobre posibles catástrofes. Un premio Nobel británico, el físico Joseph Rotblat, manifestó así su inquietud: “Me preocupa que otros adelantos proporcionen medios de destrucción a gran escala más fáciles de obtener que las armas nucleares. La ingeniería genética encierra bastantes probabilidades, dados los tremendos avances que ocurren en este campo”. Ben Selinger, profesor de la Universidad Nacional Australiana, habló de los problemas que vislumbra: “Opino que es muy probable que la próxima crisis se presente en el campo de la ingeniería genética, aunque no sé qué sucederá ni cómo ni cuándo”.

Por otro lado, la Biblia, la Palabra de Dios, es la fidedigna ‘luz para la vereda’ que nos lleva a un futuro seguro de paz, salud y unidad mundial en una Tierra limpia administrada por el Reino de Dios (Salmo 119:105; Revelación [Apocalipsis] 11:18; 21:1-4).

[Recuadro de la página 11]

“La supremacía preponderante del mito”

En los últimos años, algunos científicos han planteado serias dudas sobre la viabilidad de la teoría de la evolución según la expuso Charles Darwin. Así ha ocurrido sobre todo entre exponentes de la biología molecular.

En su libro Evolution: A Theory in Crisis (La evolución: una teoría en crisis), Michael Denton, investigador biológico, dijo: “La elevación de la teoría darwiniana a la categoría de axioma (verdad evidente por sí misma), ha hecho totalmente invisibles las dificultades y objeciones, muy reales, con las que tanto batalló Darwin en El origen de las especies. Casi nunca se discuten problemas tan cruciales como la ausencia de eslabones o la dificultad que encierra visualizar los organismos intermedios, de modo que hasta el surgimiento de las adaptaciones más complejas se atribuye a la selección natural sin vacilación alguna”.

Luego añade: “La supremacía preponderante del mito ha creado la ilusión muy difundida de que, para los efectos, la teoría de la evolución quedó probada hace cien años [...]. Nada pudiera ser menos cierto” (página 77).

“Si se pudiera demostrar que existió un órgano complejo que no pudo haber sido formado por modificaciones pequeñas, numerosas y sucesivas, mi teoría se destruiría por completo.” (El origen de las especies, Charles Darwin, capítulo VI, apartado “Modos de transición”.)

“Al ir en aumento el número de sistemas biológicos de complejidad irreducible que carecen de explicación,a nuestra confianza en que se ha satisfecho el criterio darwiniano de fracaso se dispara hasta las más altas cotas que permite la ciencia.” (Darwin’s Black Box—The Biochemical Challenge to Evolution [La caja negra de Darwin: La bioquímica cuestiona la evolución], Michael J. Behe, páginas 39, 40.) Es decir: los últimos hallazgos de la biología molecular suscitan serias dudas sobre la teoría de Darwin.

“El resultado del conjunto de estudios sobre la célula —estudios de la vida a nivel molecular— es un alegato claro y resonante a favor de que hubo diseño. El resultado es tan inequívoco y significativo que debe catalogarse como uno de los grandes logros de la historia de la ciencia. Es de la categoría de los descubrimientos de Newton y Einstein, Lavoisier y Schrödinger, Pasteur y Darwin. La constatación de que la vida manifiesta un diseño inteligente es tan trascendental como la observación de que la Tierra gira en torno al Sol.” (Darwin’s Black Box, páginas 232, 233.)

[Nota]

a Se examinan la evolución y la biología molecular en la revista ¡Despertad! del 8 de mayo de 1997, páginas 3-17, editada por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

[Ilustraciones de la página 10]

El cristiano hace bien en no discutir por teorías sobre la vida en otros planetas o los efectos del electromagnetismo

[Reconocimientos]

NASA photo/JPL

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