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  • ¿Qué hay tras el misterio de la vida?

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  • ¿Qué hay tras el misterio de la vida?
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¡Despertad! 1999
g99 8/9 págs. 9-10

¿Qué hay tras el misterio de la vida?

LA ACTUACIÓN de las moléculas del ADN es prodigiosa. Las células requieren que el material genético realice dos funciones, de las cuales se ocupa el ADN. Primero, este se duplica con exactitud para que la información se transmita de una célula a otra. Segundo, la secuencia del ADN indica a la célula qué proteínas elaborará, con lo que determina el tipo y cometido de la célula. Sin embargo, el ADN no lleva a cabo estos procesos en solitario, sino con la colaboración de multitud de proteínas especializadas.

Ahora bien, el ADN no puede crear vida por sí solo. Sus genes almacenan las instrucciones necesarias para elaborar las diversas proteínas que necesita la célula, entre ellas las que copian el ADN para la siguiente generación de células y las que lo ayudan a elaborar nuevas proteínas. No obstante, de nada valdría esa increíble cantidad de información si no se dispusiera del ARN y de las proteínas especializadas (entre ellas los ribosomas) que permiten “leerla” y utilizarla.

Tampoco pueden las proteínas producir vida por sí solas. De ahí que una proteína aislada no tenga la capacidad de formar el gen que contiene el código necesario para hacer más proteínas del mismo tipo.

Al irse descifrando el misterio de la vida, ¿qué lecciones se han aprendido? En nuestra época, la genética y la biología molecular han documentado detalladamente las relaciones existentes entre el ADN, el ARN y las proteínas, relaciones marcadas por la complejidad y la interdependencia. De tales hallazgos se desprende que la vida exige que todos estos elementos se den simultáneamente. Es imposible, por tanto, que la vida haya surgido de forma espontánea, fruto del azar.

La única explicación lógica es que un Creador, inteligente en grado sumo, haya codificado las instrucciones en el ADN y al mismo tiempo haya elaborado las proteínas plenamente formadas. La interacción entre ambos elementos se concibió de forma tan magistral que, una vez iniciado el proceso, se garantizó que ciertas proteínas continuasen copiando el ADN para formar más genes, y que otras descodificaran algunos genes para elaborar más proteínas.

Es patente que quien dio comienzo al maravilloso ciclo de la vida fue el Diseñador Maestro: Jehová Dios.

Nuestra maravillosa formación

Aunque la Biblia no sea un libro de ciencia, arroja luz sobre la función del Creador, quien diseñó el código de la vida. Hace tres milenios, el rey David de Israel, ajeno a lo que hoy sabemos en materia de genética, dijo poéticamente a su Creador: “Tú formaste mis entrañas, tú me tejiste en el seno de mi madre. Te alabaré por el maravilloso modo en que me hiciste. ¡Qué admirables son tus obras! Del todo conoces tú mi alma, [incluso] cuando secretamente era formado y en el misterio me plasmaba” (Salmo 139:13-15, Nácar-Colunga, 1947).

Así que vuelva a examinarse ante el espejo. Observe el color de los ojos, la textura del cabello, la tonalidad de la tez y la forma general del cuerpo. Recuerde que ha heredado estas características de las generaciones pasadas y que las transmitirá a sus descendientes. Ahora piense un poco en el Ser que dispuso este prodigioso mecanismo. Quizás se sienta impulsado a repetir las palabras que escribió el apóstol Juan: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas” (Revelación [Apocalipsis] 4:11).

[Ilustraciones y recuadro de la página 10]

¿Fruto del azar ciego?

Los recientes hallazgos realizados por dos científicos británicos confirman la postura de que el código genético no surgió meramente por una feliz coincidencia. “Su análisis indica que [el código genético] es el mejor de 100 trillones de códigos posibles”, señala la revista New Scientist. De los 1020 (un 1 seguido de veinte ceros) códigos posibles, solo se seleccionó uno en los comienzos de la historia de la vida. ¿Por qué ese en concreto? Porque minimiza los errores, tanto los cometidos durante la síntesis de las proteínas como los producidos por las mutaciones genéticas. En otras palabras, dicho código garantiza el estricto cumplimiento de las leyes de la herencia. Aunque algunos investigadores atribuyan la elección de este código a “intensas presiones selectivas”, los citados estudiosos han llegado a la conclusión de que “es sumamente improbable que haya surgido por casualidad un código tan eficiente”.

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