Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo enfrentarme a mi dolor?
JONATÁN, de dieciocho años de edad, murió en un accidente de automóvil cuando regresaba a su casa desde Long Island, Nueva York. Sus nueve hermanos y hermanas experimentaron diferentes clases de dolor.
Tres de los hermanos de Jonatán, Howard, Agustín y Lorna, explicaron sus sentimientos a ¡Despertad! Agustín recuerda: “Ya estaba en la cama. Los policías y paramédicos llegaron a la puerta para comunicarnos la noticia. Me levanté y pude oír lo que estaban diciendo. ‘¿Qué?, ¿Johnny muerto? No puedo creerlo’, fue mi primera reacción. Luego, cuando me enfrenté a la realidad, sentí un gran dolor”.
El hermano mayor, Howard, reaccionó con ira. “Quería saber por qué. ¿Cómo sucedió? Estaba airado con el otro conductor. Pero no había nada que pudiese hacer. También había muerto.” Lorna no lloró, pero tuvo un ataque de nervios. Fue un golpe demoledor para toda la familia.
Si has perdido a un hermano o a una hermana en la muerte, ¿cómo te afectó? Si te estás enfrentando a esta pérdida ahora, sin duda te identificarás con nuestra pregunta: ¿Cómo puedo enfrentarme a mi dolor?a
Rechazo: “Quizás fue otro chico el que murió”
Los dolientes tienden a negar que la muerte haya ocurrido. Incluso pueden pensar que acaban de ver a la persona que ha muerto en la calle, en un autobús que pasa o en el metro. Un parecido fugaz puede alimentar la esperanza de que quizás todo haya sido una equivocación.
En otros casos, los padres algunas veces imponen una conspiración de silencio inconsciente, actuando como si la muerte no se hubiera producido. Según los escritores de The Sibling Bond [El vínculo fraternal], los padres crean un ambiente en el cual “uno tiene que reprimir o ahogar la tristeza, la ira o los recuerdos felices”. El resultado final es que ni los padres ni los hijos se enfrentan totalmente a la pérdida, y esto solamente retrasa el proceso de curación del dolor.
Algunas veces la familia multiplica su dolor por medio de seguir modelos de conducta que sirven de recordatorio de la persona amada. Por ejemplo: durante la comida se deja vacío su lugar en la mesa, quizás incluso preparado, como si el hijo que ha muerto estuviera a punto de venir a la comida. Es otra forma de rechazo. ¿Qué hizo cierta familia a este respecto? La madre dijo: “Nunca más nos sentamos a la mesa de la cocina en el mismo orden. Mi esposo se pasó a la silla de David, y esto ayudó a llenar el vacío”. Sin embargo, una aceptación real del hecho de la muerte puede tomar tiempo.
“Si solo...”
El sentimiento de culpa también es una reacción frecuente cuando muere un miembro de la familia. Pasan por la cabeza varias preguntas y dudas. “¿Podríamos haber hecho algo más? ¿Deberíamos haber consultado a otro médico?” Y luego están los “Si solo...”. Si solo no le hubiera dejado el automóvil ese día. Si solo hubiera sido más amable con mi hermano/hermana. Y así siguen las acusaciones y el sentimiento de culpa. Estas son reacciones naturales a la súbita pérdida de un hermano o una hermana.
Hace algunos años, en Brasil, una chica de dieciocho años de edad murió de un problema de corazón. ¿Cómo reaccionó su hermano? “Mientras estaba enferma, yo tenía celos de ella porque recibía más atención que el resto de nosotros. Ahora estoy apenado por haberme sentido de ese modo.” Aunque este sentimiento de culpa es normal, no cumple ningún propósito mantenerlo como una carga perpetua.
“¿Por qué esta prueba?”
En Brasil, cuando el hermano de doce años de edad de Cleide murió de cáncer, esta sintió una gran pérdida. Dijo a ¡Despertad!: “Nunca antes nos habíamos separado. Me pregunté: ‘¿Por qué esta prueba? Y con cuatro hermanas y un solo chico, ¿por qué tuvo que ser él? Otros parientes tienen hijos varones, ¿por qué tenía que ser el nuestro el que muriera?’”.
El dolor también puede traer complicaciones de salud. La hermana de Cleide, Doris, tuvo una reacción física: la peor bronquitis que jamás había experimentado. El padre sufrió dolores de corazón, que, según el diagnóstico, eran el resultado del estrés que le había causado la muerte del hijo.
Otro factor que puede afectar las reacciones de un joven es: ¿cuántos hermanos eran? Si eran dos y muere uno, el que sobrevive queda solo y puede sentir profundamente la pérdida.
Necesitas alguien con quien desahogarte
De modo que, ¿cómo puedes enfrentarte a la pérdida de tu hermano o hermana? Los especialistas recomiendan que expreses tu dolor, no que lo reprimas. El consejero y doctor Earl Grollman recomienda: “No es suficiente con que reconozcas tu conflicto emocional; tienes que enfrentarte a él abiertamente. Es por eso que hay un período de duelo. Este es un tiempo para compartir tus sentimientos”. Por lo tanto, no es el momento de aislarte de los demás. (Proverbios 18:1.)
El dolor frustrado puede llevar a problemas psicológicos. Necesitas a alguien con quien desahogarte: uno de tus padres, un hermano o una hermana, un buen amigo o un anciano de la congregación cristiana. Como dice el doctor Grollman: “Una emoción a la que no se le permite manifestarse no desaparece. Solo prolongas la agonía y retrasas el proceso de curación del dolor”. Por lo tanto, ¿cuál es su recomendación? “Encuentra a un buen oyente, un amigo que entienda que tus diversos sentimientos son reacciones normales a tu amargo dolor.”
Y ¿qué sucede si tienes ganas de llorar? El doctor Grollman dice: “Para algunos, las lágrimas son la mejor terapia para el estrés emocional, tanto para los hombres como para las mujeres y los niños. Llorar es una manera natural de aliviar la angustia y calmar el dolor”.
“Nunca antes había visto llorar a papá”
Tus padres pueden ser una gran ayuda en tiempo de angustia, y tú también puedes serles de ayuda a ellos. Por ejemplo: Jane y Sarah, de Inglaterra, perdieron a su hermano Darrall, de veintitrés años de edad. ¿Cómo superaron el dolor? Jane contesta: “Como éramos cuatro, yo hice todo con papá, mientras que Sarah hizo todo con mamá. De este modo ninguno de nosotros estuvo solo”.
Sarah explica: “Mis padres eran fuertes, y estaban determinados a seguir adelante a pesar de todo. Si en algún momento empezábamos a autocompadecernos, ellos nos decían: ‘¡Vamos! Tenemos que seguir adelante’. Esto ayuda, porque en realidad los sentimientos de autocompasión no son edificantes”.
Pero, ¿cómo podían ellas ayudar a sus padres? Jane contesta: “Nunca antes había visto llorar a papá. Él lloró un par de veces, y, en cierto modo, fue hermoso; al recordar aquellos momentos, me siento contenta de haber podido estar a su lado para consolarlo”.
Naturalmente, la gente se enfrenta a su dolor de diferentes maneras. No estamos intentando decir que una manera sea necesariamente mejor que otra. El peligro se produce cuando existe un estancamiento, cuando la persona azotada por el dolor no puede reconciliarse con la realidad. Entonces puede que sea necesaria la ayuda de amigos comprensivos y quizás de algunos ancianos cristianos cualificados. De modo que no te retengas de buscar ayuda ni de hablar. Tampoco de llorar.
La Biblia contiene muchos ejemplos de personas que expresaron abiertamente su dolor. Jesús lloró al acercarse a la tumba de su amigo Lázaro. (Juan 11:30-38.) David lloró la pérdida de su hijo Amnón, quien fue asesinado. (2 Samuel 13:28-39.) María Magdalena lloró cuando se acercaba al sepulcro de Jesús. (Juan 20:11-16.) Es cierto que un cristiano que entiende la esperanza bíblica de la resurrección no se desconsuela, como les puede suceder a otras personas. Pero como ser humano con sentimientos normales, sí siente dolor y llora la pérdida de un ser amado, especialmente la de un hermano o una hermana. (1 Tesalonicenses 4:13, 14.)
Una esperanza sustentadora
¿Qué ha sustentado a muchos jóvenes que han perdido a un hermano o una hermana? El joven David, de Inglaterra, perdió a su hermana de trece años de edad, Janet, cuando esta murió de la enfermedad de Hodgkin. Él dice: “Una de las cosas que me benefició mucho fue un texto citado en el discurso de funeral. Dice: ‘Porque Dios ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada con justicia por un varón a quien ha nombrado, y ha proporcionado a todos los hombres una garantía con haber resucitado a Jesús de entre los muertos’. El orador hizo hincapié en la expresión ‘garantía’ concerniente a la resurrección. Esto me ayudó mucho después del funeral”. (Hechos 17:31.)
Sí, la enseñanza bíblica acerca del estado de los muertos y la esperanza de la resurrección es un verdadero consuelo en tiempo de angustia. Cuanto más percibas que la esperanza bíblica está confirmada por los hechos históricos, más sólida será tu fe para sustentarte en tiempo de dolor. (Marcos 5:35-42; 12:26, 27; Juan 5:28, 29; 1 Corintios 15:3-8.)
[Nota a pie de página]
a Para más información sobre cómo superar el dolor, vea la revista ¡Despertad! del 8 de agosto de 1987: “Cómo hacer frente a la pérdida de un hijo”, y la del 22 de abril de 1985: “Cuando muere un ser amado...”.
[Fotografía en la página 15]
Cuando perdemos a un hermano o una hermana en la muerte, necesitamos a alguien comprensivo