BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Vivir con miedo
    ¡Despertad! 2005 | 8 de agosto
    • Vivir con miedo

      ROXANAa no se atreve a decirle a su esposo que le gustaría conseguir un empleo de media jornada. En una ocasión en la que le pidió dinero para tomar el autobús y visitar a su madre, él le dio tal paliza que la mandó al hospital. Ahora vive aterrorizada.

      La esposa de Rolando utilizaba el transporte público para regresar a casa de noche, pero ahora él prefiere ir a recogerla en automóvil. Ha habido tantos incidentes violentos en el barrio que teme por su seguridad.

      Haidé trabaja en el centro de la capital. Cierto día, cuando volvía a casa tras finalizar su jornada, quedó atrapada en medio de una protesta que se tornó violenta. Ahora, cada vez que oye a un grupo de manifestantes, se pone tensa. “No me siento segura —reconoce—. Quisiera dejar ese empleo, pero no puedo.”

      Roxana, Rolando y Haidé sienten miedo, pero no solo cuando surge una situación crítica, sino constantemente. Vivir así es agotador. El temor les quita a las personas la alegría de vivir, pues coarta su libertad de acción y se apodera de su mente de tal modo que les impide concentrarse en otras cosas.

      El miedo genera mucha tensión. Además, suele causar depresión y puede acabar con la salud de la persona. Una revista médica señala: “La tensión inhibe el sistema inmunológico y favorece la aparición de la mayoría de las enfermedades. Con el tiempo, empiezan a presentarse síntomas de desgaste —sobre todo en determinados órganos— y problemas como hipertensión, enfermedades cardíacas y renales, trastornos gastrointestinales, úlceras, dolores de cabeza, insomnio, depresión y ansiedad. Un estado de tensión prolongado produce agotamiento”.

      Hoy es común que la gente viva con miedo. Ahora bien, ¿llegará el día en que podamos vivir sin nada que temer?

      [Nota]

      a Se han cambiado algunos nombres.

  • ¿Por qué hay tanta gente atemorizada?
    ¡Despertad! 2005 | 8 de agosto
    • ¿Por qué hay tanta gente atemorizada?

      UN CLIMA de temor se ha apoderado de la humanidad. Esta sensación afecta a casi todo el mundo, aunque con frecuencia pase desapercibida. ¿Qué ha generado este ambiente? ¿Por qué algunos tienen miedo de salir de su casa? ¿Por qué muchos se sienten inseguros en el empleo? ¿Por qué teme tanta gente por sus hijos? ¿A qué peligros se enfrentan las personas en su propio hogar?

      Claro está, son muchas las razones por las que sentir temor, pero analicemos cuatro peligros constantes que acechan a la gente: la violencia urbana, el acoso sexual, las violaciones y la violencia doméstica. En vista de que casi la mitad de la población humana vive en zonas urbanas, resulta muy oportuno comenzar hablando de la violencia en las ciudades.

      Peligros en las ciudades

      Aunque probablemente el objetivo de las primeras ciudades fuera brindar protección, hoy mucha gente las considera peligrosas. Lo que antes era un refugio ahora se ha convertido en una amenaza. El abarrotado centro de las metrópolis es un territorio ideal para los atracadores, y en algunos barrios pobres incluso es peligroso entrar, porque hay pocos policías y escasa iluminación.

      Estos temores tienen su razón de ser, pues según la Organización Mundial de la Salud, todos los años pierden la vida 1.600.000 personas debido a la violencia. Y en África, 60,9 de cada 100.000 habitantes sufren una muerte violenta.

      Numerosas personas, organizaciones y lugares que solían inspirar confianza son vistos ahora como una amenaza. Por ejemplo, muchos parques, escuelas y tiendas son zonas de gran criminalidad. Algunos líderes religiosos, trabajadores sociales y maestros —figuras de las que se espera protección— han traicionado la confianza depositada en ellos. Con tantos casos de abuso de menores cometidos por algunos de estos, los padres lo piensan dos veces antes de dejar a sus hijos con alguien. En algunos sitios están a la orden del día la corrupción y el abuso de poder por parte de la policía, de la que se esperaría que cumpliera con su deber de proteger a los ciudadanos. Y en lo que a las fuerzas de “seguridad” se refiere, hay naciones en las que todavía muchas familias sufren por sus seres queridos desaparecidos tras ser arrestados por el Ejército durante los conflictos civiles. Así, en lugar de disipar el clima de terror, la policía y los militares de diversos países de todo el mundo lo han avivado.

      El libro Citizens of Fear—Urban Violence in Latin America (Ciudadanos del miedo. Violencia urbana en Latinoamérica) dice: “Los habitantes de las capitales de América Latina viven sumidos en el temor, en medio de algunas de las condiciones más peligrosas que existen. En esta vasta región, todos los años fallecen de forma violenta 140.000 personas, y 1 de cada 3 ciudadanos ha sido víctima de la violencia directa o indirectamente”. Al igual que en otras capitales del mundo, con frecuencia se producen protestas de carácter político. Cuando estas concentraciones derivan en disturbios, muchos individuos se aprovechan y saquean los comercios haciendo que cunda el caos. Así, quienes se encuentran en la ciudad pueden verse fácilmente atrapados por una multitud encolerizada.

      Por otro lado, en muchas naciones hay una enorme diferencia entre las condiciones de vida de ricos y pobres, lo que ha generado gran resentimiento. Se ha sabido de personas que, frustradas por sentir que sus necesidades básicas no están satisfechas, han asaltado en masa los barrios de la clase alta. Y aunque es cierto que estos incidentes no se producen en todas partes, la situación en algunos lugares es tan tensa que la violencia puede estallar en cualquier momento.

      La existencia de ladrones y revolucionarios basta para fomentar el clima de terror en el que vivimos, pero hay otras causas.

      La pesadilla del acoso sexual

      Millones de mujeres tienen que soportar a diario silbidos, gestos obscenos y miradas lascivas. La revista Asia Week dice: “Los estudios revelan que 1 de cada 4 japonesas ha sufrido alguna forma de acoso sexual en público (el 90% en el tren). [...] Solo el 2% de las víctimas emprende algún tipo de acción cuando esto ocurre, pues la mayoría teme la reacción de su agresor”.

      Los casos de acoso sexual se han disparado en la India. “Siempre que una mujer sale de su casa, lo hace asustada —explica una periodista india— [...]. Es objeto constante de humillaciones y comentarios groseros.” De una ciudad cuyos residentes se enorgullecen de la relativa seguridad de sus calles viene este informe: “El problema no está en las calles, sino en las oficinas. [...] El 35% de las mujeres entrevistadas afirmaron haber sido acosadas sexualmente en su lugar de empleo. [...] El 52% de ellas dijeron que por miedo al acoso sexual preferían trabajos en los que les pagaran menos [...], pero donde [solo] tuvieran que tratar con mujeres”.

      El miedo a la violación

      La pérdida de su dignidad, sin embargo, no es lo único a lo que se enfrentan las mujeres, pues el acoso sexual puede terminar en una violación. Muchas tienen más miedo a ser violadas que a perder la vida, lo cual es comprensible. No es raro que una mujer haya pasado por lo siguiente: se encuentra de repente sola en un lugar donde pudiera ser violada y ve a un hombre al que no conoce o del que no se fía; su corazón se acelera y empieza desesperadamente a analizar la situación: “¿Me hará algo? ¿Cómo puedo escapar? ¿Me pongo a gritar?”. Pasar por varias experiencias de esa clase desgasta poco a poco a la mujer. Por eso, muchas prefieren no vivir en la ciudad, a veces ni siquiera ir de visita.

      “El miedo, la angustia y la ansiedad son compañeros inseparables de la vida urbana para muchas mujeres —señala el libro The Female Fear (El miedo de la mujer)—. El miedo a ser violadas las hace estar siempre en guardia, vigilantes y alertas. Es lo que hace que se pongan sumamente tensas cuando alguien camina muy cerca detrás de ellas, sobre todo si es de noche. Es [...] una sensación de la que jamás logran librarse por completo.”

      Los actos violentos afectan a muchas mujeres, pero el temor a ser víctima de ellos afecta a casi todas. La publicación de las Naciones Unidas El Estado de la Población Mundial 2000 dice: “En todo el mundo, al menos una de cada tres mujeres ha sido apaleada, obligada a entablar relaciones sexuales bajo coacción o maltratada de alguna otra manera, muy frecuentemente por alguien que ella conoce”. Pero ¿hasta dónde llega el clima de temor? ¿Es común que la gente se sienta insegura hasta en su propia casa?

      El horror de la violencia doméstica

      La práctica oculta de someter a las esposas a base de golpes es una injusticia flagrante que se comete por todo el mundo y que en muchos lugares no se consideraba un delito hasta hace poco. Un informe de la India afirma que “en el país, al menos el 45% de las mujeres reciben bofetadas, patadas y golpes de sus esposos”. Este tipo de agresiones supone una amenaza mundial para la salud. El FBI indica que en Estados Unidos, entre las mujeres de 15 a 44 años se producen más lesiones por la violencia doméstica que por los accidentes automovilísticos, los asaltos y las violaciones juntos. Así pues, la violencia doméstica es mucho más grave que una discusión ocasional que termina en un intercambio de bofetadas. Son muchas las mujeres que temen por su integridad física en su propio hogar. Un estudio a nivel nacional realizado en Canadá mostró que un tercio de las víctimas de este tipo de violencia han sentido en algún momento que su vida corría peligro. Dos investigadores de Estados Unidos llegaron a esta conclusión: “El hogar es el lugar más peligroso para las mujeres, un lugar donde con frecuencia se las trata con crueldad y se las tortura”.

      ¿Por qué hay tantas mujeres atrapadas en relaciones tan peligrosas? Hay quienes dicen: “¿Por qué no buscan ayuda? ¿Por qué no abandonan a sus maridos?”. La razón, en la mayoría de los casos, es el miedo. El temor es una característica distintiva de la violencia doméstica. Por lo general, los agresores someten a sus esposas golpeándolas y las mantienen calladas amenazándolas de muerte. Y aunque la mujer maltratada reúna el valor para pedir ayuda, no siempre la recibe. Existe la tendencia —incluso entre quienes detestan otras formas de violencia— de trivializar, pasar por alto o incluso justificar tales abusos. Además, el esposo puede parecer una persona encantadora fuera de casa. Los amigos a menudo no pueden creer que le pegue a su esposa. Como nadie les cree y no tienen adónde ir, muchas víctimas piensan que no les queda otro remedio que vivir aterrorizadas.

      Las esposas maltratadas que sí dejan su hogar acaban muchas veces atrapadas en otro tipo de acoso más intenso. En un estudio reciente entre más de mil mujeres del estado de Luisiana (EE.UU.), el 15% informó que habían sido objeto de persecución. Imagínese cómo se sentiría una mujer en esa situación: alguien que la ha amenazado la sigue allá adonde va. La llama por teléfono, la acecha, la observa y la espera. Puede que incluso mate a su mascota. Es una auténtica campaña de terror.

      Tal vez usted no esté pasando por una situación como esa, pero ¿hasta qué punto afecta su vida diaria el miedo?

      ¿Repercute el miedo en su vida?

      Al vivir inmersos en un clima de temor, es posible que no nos demos cuenta de cuántas de nuestras decisiones diarias están influidas por el miedo. ¿Se ha detenido a analizarlo?

      Por ejemplo, ¿tratan usted o su familia de no llegar a casa solos de noche? ¿Le da miedo utilizar el transporte público? Y al buscar trabajo, ¿se lo piensa dos veces antes de aceptar un empleo si el trayecto le toma mucho tiempo? ¿Influye en su decisión la clase de compañeros que tendrá o la gente con la que tratará? ¿Repercute el miedo en su vida social o en el entretenimiento que elige? ¿Ha descartado quizás la idea de acudir a un concierto o a un acontecimiento deportivo por temor a encontrarse con multitudes descontroladas e individuos bajo los efectos del alcohol? ¿Ha cambiado a causa del temor su conducta en el centro donde estudia? Muchos padres temen que sus hijos se conviertan en delincuentes. Por eso, eligen con cuidado la escuela en la que los matriculan; además, los pasan a buscar, aunque podrían ir a casa a pie o en transporte público.

      No hay duda alguna: el mundo entero está envuelto en un ambiente de temor. Pero este miedo ha formado parte de la vida de la humanidad desde sus mismos orígenes. ¿Podemos esperar un cambio? ¿Es un sueño pensar en el fin del temor? ¿O existe una razón sólida para creer que en el futuro nadie tendrá miedo?

  • ¿Es posible librarse del miedo?
    ¡Despertad! 2005 | 8 de agosto
    • ¿Es posible librarse del miedo?

      ¿PUEDE alguien vivir sin temor en un mundo tan peligroso? Difícilmente. Hasta quienes tienen fe en Dios viven situaciones angustiosas. Por ejemplo, en el siglo primero de nuestra era, el apóstol Pablo dijo que, en sus múltiples viajes, había sufrido varios naufragios y se había enfrentado a diferentes peligros mientras pasaba por ríos, ciudades y caminos plagados de salteadores (2 Corintios 11:25-28). De igual modo hoy día, la gran mayoría de nosotros afrontamos situaciones peligrosas.

      Con todo, si tomamos las debidas precauciones y minimizamos los riesgos, podemos reducir la angustia. La Biblia dice: “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena” (Proverbios 22:3). ¿Qué medidas prácticas se pueden tomar?

      La importancia de ser precavido

      Es digno de mención que, aunque la Biblia se escribió hace siglos, contiene muchos principios que siguen siendo útiles hoy para eludir peligros. Tomemos por caso las siguientes palabras: “Respecto al sabio, tiene los ojos en la cabeza; pero el estúpido va andando en pura oscuridad” (Eclesiastés 2:14). Conviene estar al tanto de quién anda cerca de uno; además, es importante evitar los lugares oscuros en lo posible. Tal vez pueda regresar a casa yendo por las calles más iluminadas, aunque tenga que dar un rodeo. Las Escrituras también declaran: “Mejores son dos que uno [...;] si alguien pudiera subyugar a uno solo, dos juntos podrían mantenerse firmes contra él” (Eclesiastés 4:9, 12). Si vive en un barrio peligroso y vuelve a casa a pie, ¿por qué no le pide a alguien que lo acompañe?

      En caso de que lo asalten, recuerde que la vida vale más que las cosas materiales (Mateo 16:26). Tampoco debe olvidar que una multitud airada es peligrosa e impredecible (Éxodo 23:2).

      Si alguien le hace insinuaciones inmorales, le cuenta chistes obscenos o trata de tocarle, lo mejor es rechazarlo de forma tajante. En ocasiones, lo más aconsejable será marcharse, como José, quien “echó a huir y salió afuera” cuando una mujer se agarró de él con intenciones inmorales (Génesis 39:12). Cuando eso no sea posible, puede decir: “¡No me toque!”, “¡Quíteme las manos de encima!”, “Esas bromas no me hacen ninguna gracia” o “No me gusta que me hable de ese modo”. Por otra parte, trate de evitar lugares que se presten al acoso.

      Miedo en casa

      ¿Qué puede hacer la mujer que vive con un esposo violento? Es aconsejable idear un plan para huir en caso de que este de repente se vuelva agresivo y ponga en peligro su integridad física o la de sus hijos.a La Biblia explica que Jacob preparó un cuidadoso plan por si su hermano Esaú reaccionaba con violencia. Al final no hizo falta usarlo, pero aun así fue una medida prudente (Génesis 32:6-8). Busque, por ejemplo, a alguien que pueda acogerla de surgir la necesidad y explíquele lo que le haría falta llegado el momento. También sería conveniente tener a mano los documentos importantes y otros artículos imprescindibles.

      En caso de maltrato, puede denunciar a su esposo y buscar protección policial.b La Biblia enseña que cada cual debe aceptar las consecuencias de sus actos (Gálatas 6:7). Y con respecto a las autoridades, dice lo siguiente: “Es ministro de Dios para ti para bien tuyo. Pero si estás haciendo lo que es malo, teme” (Romanos 13:4). Las agresiones son delitos, sea que se produzcan en la calle o en el hogar. Y en muchos países, el acoso también se considera un delito.

      Tomar las medidas que se han analizado puede disipar el temor hasta cierto punto. Ahora bien, la Biblia no contiene únicamente consejos prácticos. Es mucho más que un manual de autoayuda: es un libro de profecías infalibles que revela lo que Dios está haciendo ahora y lo que hará en el futuro. ¿Qué esperanza ofrece para quienes no pueden evitar vivir con miedo?

      El significado del actual clima de temor

      Son muy significativas estas palabras del apóstol Pablo: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, [...] sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien” (2 Timoteo 3:1-3). ¡Qué época tan terrible!

      Cuando Jesús habló de “la conclusión del sistema de cosas”, dijo lo siguiente: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en un lugar tras otro pestes y escaseces de alimento; y habrá escenas espantosas, y del cielo grandes señales” (Mateo 24:3, 7, 8; Lucas 21:10, 11). Así que no deberían sorprendernos las “escenas espantosas” que vemos y que contribuyen a generar un clima de temor. Pero ¿tienen algún significado para nosotros?

      Jesús advirtió: “Cuando vean suceder estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca” (Lucas 21:31). Así pues, podemos esperar en nuestros días que un gobierno establecido por Dios asuma el control sobre la humanidad (Daniel 2:44). ¿Cómo será la vida entonces?

      Se acerca el fin del temor

      La Biblia habla de un futuro pacífico en el que no habrá ni guerras ni individuos malvados y la Tierra estará llena de personas que amen a Dios. Pedro, apóstol de Jesús, escribió sobre un futuro “día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos”. No quedará nadie en la Tierra a quien temer, pues “la justicia habrá de morar” en ella (2 Pedro 3:7, 9, 13). Imagínese la tranquilidad que sentirá viviendo con personas confiables que se amen entre sí. Esta esperanza nos ayuda a ver con otros ojos los peligrosos tiempos actuales, pues sabemos que no van a durar para siempre (Salmo 37:9-11).

      Pensando en el bienestar de las personas angustiadas, a cierto profeta de Jehová se le informó de lo siguiente: “Digan a los que están ansiosos de corazón: ‘Sean fuertes. No tengan miedo. ¡Miren! Su propio Dios vendrá con venganza misma, Dios aun con un pago. Él mismo vendrá y los salvará’” (Isaías 35:4). Así, los siervos del Dios verdadero pueden mirar al futuro con confianza (Filipenses 4:6, 7). Para quienes han tenido que vivir atemorizados, es un gran consuelo saber que Jehová no ha renunciado a su propósito original para la Tierra, a saber, llenarla de personas que lo conozcan y reflejen las maravillosas cualidades divinas (Génesis 1:26-28; Isaías 11:9).

      Sabemos que nada le impedirá a Jehová cumplir su amoroso propósito para la humanidad (Isaías 55:10, 11; Romanos 8:35-39). Cuando uno llega a entender bien esto, el famoso Salmo 23 adquiere un significado especial. Allí dice: “Jehová es mi Pastor. [...] Refresca mi alma. Me guía por los senderos trillados de la justicia por causa de su nombre. Aunque ande en el valle de sombra profunda, no temo nada malo, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado son las cosas que me consuelan” (Salmo 23:1-4). Aunque las condiciones mundiales empeoren, podemos estar seguros de que pronto viviremos en un mundo en el que no existirá el miedo.

      [Notas]

      a Si quiere saber cuándo una separación matrimonial está en conformidad con los principios bíblicos, vea ¡Despertad! del 8 de febrero de 2002, pág. 10.

      b Hallará información sobre las víctimas de la violencia doméstica en los números de ¡Despertad! del 8 de noviembre de 2001, págs. 3-12, y del 8 de febrero de 1993, págs. 3-14.

      [Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

      Dios pronto traerá un mundo sin miedo

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir