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Fue “enseñando [...] y predicando las buenas noticias”“Ven y sé mi seguidor”
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SECCIÓN 2
Fue “enseñando [...] y predicando las buenas noticias”
El carpintero, el que hacía milagros, el que curaba a la gente... Jesús fue todo eso y mucho más. Sin embargo, cuando las personas hablaban con él, no usaban esos términos. Más bien, lo llamaban Maestro. De hecho, la obra más importante en su vida era enseñar y predicar las buenas noticias (Mateo 4:23). Los discípulos de Jesús tenemos que llevar a cabo esa misma obra. En esta sección estudiaremos su ejemplo, que nos mostrará cómo cumplir con esta labor.
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“Para eso fui enviado”“Ven y sé mi seguidor”
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CAPÍTULO OCHO
“Para eso fui enviado”
1-4. a) ¿Cómo demostró Jesús habilidad al predicarle a la samaritana, y cuál fue el resultado? b) ¿Cómo reaccionaron los apóstoles?
JESÚS y los apóstoles llevan horas caminando. Van de Judea a Galilea, en dirección norte. El camino más corto —que se puede recorrer en unos tres días— atraviesa Samaria. Cerca del mediodía llegan a una pequeña ciudad llamada Sicar, donde se detienen para reponer fuerzas.
2 Mientras los apóstoles van a comprar alimentos, Jesús se queda descansando junto a un pozo en las afueras de la ciudad. En eso ve que se acerca una mujer a sacar agua. Como está “cansado del viaje”, podría decidir no prestarle atención (Juan 4:6). Sería comprensible que sencillamente cerrara los ojos, sin fijarse en lo que ella hace. Según lo que vimos en el capítulo 4, es muy probable que la samaritana crea que Jesús, como cualquier otro judío, la va a tratar con desprecio. Sin embargo, Jesús se pone a hablar con ella.
3 Él empieza la conversación usando una comparación relacionada con algo que ella hace todos los días, de hecho, es algo que la mujer está a punto de hacer. Ella ha venido a sacar agua, y Jesús le habla de un tipo de agua que da vida y que apagará su sed espiritual. A lo largo de la conversación, la mujer habla de temas que podrían ser polémicos.a Sin embargo, Jesús evita con delicadeza entrar en discusiones y no se desvía del tema. Más bien, se centra en asuntos espirituales: la adoración pura y Jehová Dios. Sus palabras tienen un gran efecto. Y es que, cuando la samaritana les cuenta a los hombres de la ciudad lo que él le ha dicho, ellos también quieren oír a Jesús (Juan 4:3-42).
4 Cuando los apóstoles llegan y ven el testimonio poco común que Jesús está dando, ¿cómo reaccionan? Parece que no les hace ninguna gracia. Les extraña encontrar a Jesús hablando con aquella mujer, y al parecer no le dicen nada a ella. Cuando se va la samaritana, le insisten a Jesús para que coma de lo que han traído. Él les responde: “Yo tengo para comer un alimento del que ustedes no saben”. Extrañados, al principio toman sus palabras al pie de la letra, pero él les explica: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y completar su obra” (Juan 4:32, 34). De este modo, Jesús les enseña que la principal labor que debe realizar en su vida es mucho más importante que el alimento físico, y quiere contagiarles ese sentimiento. Ahora bien, ¿cuál es esta labor?
5. ¿Cuál era la obra más importante que debía realizar Jesús, y qué analizaremos en este capítulo?
5 En una ocasión, Jesús dijo: “También tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios [...], porque para eso fui enviado” (Lucas 4:43). Así es, Jesús fue enviado a predicar y enseñar las buenas noticias del Reino de Dios.b Hoy sus discípulos tenemos la misma comisión. Por eso es tan importante que analicemos las razones por las que él predicó, el mensaje que declaró y la actitud con que lo hizo.
¿Por qué predicó Jesús?
6, 7. Según dijo Jesús, ¿qué debe sentir “todo maestro” por la predicación de las buenas noticias? Ponga un ejemplo.
6 Primero veremos lo que Jesús sentía por las verdades que predicaba y, luego, lo que sentía por las personas a quienes les enseñaba. Mediante una comparación muy gráfica, Jesús mostró cuánto valoraba la oportunidad de dar a conocer las verdades que su Padre le había enseñado. Dijo: “Todo maestro que ha sido instruido acerca del Reino de los cielos es como un hombre, el señor de la casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas” (Mateo 13:52). ¿Por qué saca cosas de su tesoro el hombre de esta comparación?
7 No lo hace para presumir de sus bienes, como sí lo hizo el rey Ezequías, algo que a la larga le salió muy caro (2 Reyes 20:13-20). Entonces, ¿qué lo motiva? Pues bien, pongamos un ejemplo. Suponga que usted va a visitar a un profesor que aprecia mucho, y él le muestra dos cartas que guarda en su escritorio. Una está amarillenta por el paso de los años, y la otra es más reciente. Son cartas de su padre. La primera la recibió hace décadas, cuando era niño, mientras que la segunda le llegó hace poco. Los ojos le brillan de felicidad al hablar de cuánto las valora. Sus buenos consejos le han cambiado la vida a él, y pueden serle útiles a usted también. Está claro que, para su profesor, estas cartas son un tesoro y ocupan un lugar especial en su corazón (Lucas 6:45). Si se las ha mostrado, no es por presumir ni para sacar alguna ganancia, sino para que usted se beneficie de ellas y entienda el valor que tienen.
8. ¿Qué buenas razones tenemos para considerar como tesoros todas las verdades que aprendemos de la Palabra de Dios?
8 El Gran Maestro, Jesús, le enseñaba a la gente las verdades de Dios por razones parecidas. Estas enseñanzas eran para él un tesoro muy valioso. Las amaba, ansiaba darlas a conocer y quería que todo discípulo suyo —“todo maestro”— sintiera por ellas lo mismo que él. ¿Y nosotros? Para nosotros, las verdades de la Palabra de Dios —tanto las que aprendimos hace mucho como las aclaraciones más recientes— son joyas inmensamente valiosas. También tenemos buenas razones para amar todas y cada una de ellas. Si hablamos con entusiasmo de las cosas que Jehová nos ha enseñado y mantenemos vivo nuestro amor por ellas, imitaremos a Jesús y ayudaremos a que otros también las amen.
9. a) ¿Qué sentía Jesús por las personas a las que enseñaba? b) ¿Cómo podemos imitar la actitud de Jesús hacia los demás?
9 Jesús también amaba a las personas a las que enseñaba, como veremos con más detalle en la sección 3. Las Escrituras habían predicho que el Mesías tendría “compasión del humilde y del pobre” (Salmo 72:13). Jesús se interesaba de verdad por la gente. Le importaba lo que pensaban y lo que los motivaba a actuar. Le preocupaban las cargas que los agobiaban y los obstáculos que les impedían captar la verdad (Mateo 11:28; 16:13; 23:13, 15). Recordemos el caso de la samaritana. Está claro que a ella debió causarle una impresión muy profunda el interés que él le mostró. Al darse cuenta de que Jesús sabía detalles de su vida personal, lo reconoció inmediatamente como profeta y se puso a hablarles a otros acerca de él (Juan 4:16-19, 39). Claro, nosotros no podemos leer el corazón de la gente a la que le predicamos. Pero, como Jesús, sí podemos demostrar que nos interesamos por ellos y que nos importan. También podemos adaptar lo que decimos a sus intereses, problemas y necesidades.
¿Qué mensaje declaró?
10, 11. a) ¿Qué mensaje predicó Jesús? b) ¿Por qué llegó a ser necesario el Reino de Dios?
10 ¿Qué mensaje predicó Jesús? Si buscamos la respuesta en las doctrinas de muchas Iglesias que afirman ser cristianas, quizás lleguemos a la conclusión de que promovió cambios sociales, que impulsó reformas políticas o que centró su mensaje en la salvación personal. Pero, como ya vimos, Jesús dijo claramente: “Tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios”. ¿Qué implicaba eso?
11 Recordemos que el Hijo de Dios estaba en el cielo cuando, por primera vez, Satanás calumnió a Jehová y su santo nombre y puso en duda que su manera de gobernar fuera justa. ¡Cuánto debió dolerle que se acusara a su Padre de ser un gobernante injusto, que priva de cosas buenas a los seres que ha creado! ¡Y cuánto debió dolerle que Adán y Eva, los futuros padres de la familia humana, creyeran las mentiras de Satanás! Jesús vio cómo aquella rebelión contaminó a la humanidad con el pecado y la muerte (Romanos 5:12). Pero ¡qué feliz debió sentirse al saber que un día su Padre corregiría los asuntos por medio de su Reino!
12, 13. ¿Qué injusticias corregirá el Reino de Dios? ¿En qué sentido fue el Reino el tema central del ministerio de Jesús?
12 ¿Qué debía corregirse por encima de todo? Se tenía que santificar el santo nombre de Jehová, es decir, limpiarlo completamente de la deshonra que Satanás y sus cómplices le habían causado. Y, como el nombre de Jehová también implica su reputación como gobernante, se tenía que vindicar su soberanía, demostrar que su manera de gobernar es justa. Jesús entendía estas cuestiones tan importantes mejor que ningún otro hombre. De hecho, en la oración que Jesús dejó como modelo, les enseñó a sus discípulos a pedir que el nombre de su Padre fuera santificado, que viniera el Reino de su Padre y que se hiciera la voluntad de Dios en la Tierra (Mateo 6:9, 10). Dentro de poco, el Reino de Dios, con Cristo en el trono, eliminará del planeta el corrupto sistema de Satanás y quedará demostrado para siempre que el gobierno de Jehová es justo (Daniel 2:44).
13 Este Reino fue el tema central del ministerio de Jesús. Todas sus palabras y acciones sirvieron para explicar qué es ese Reino y cómo cumplirá el propósito de Jehová. Jesús no permitió que nada lo desviara de su misión: predicar las buenas noticias del Reino de Dios. A pesar de que en aquellos días había problemas sociales graves y muchas injusticias, él se centró en su mensaje y en su obra. Pero ¿significa eso que Jesús era un hombre de mentalidad estrecha, aburrido y que siempre decía lo mismo? ¡No, para nada!
14, 15. a) ¿Cómo demostró Jesús que era “más que Salomón”? b) ¿De qué manera podemos imitar a Jesús cuando predicamos?
14 Como comprobaremos en esta sección, Jesús enseñaba de una manera amena y atractiva; conseguía llegar al corazón de las personas. Esto nos recuerda al sabio rey Salomón, quien trató de encontrar palabras agradables, exactas y llenas de verdad para escribir las ideas que recibió por inspiración divina (Eclesiastés 12:10). Gracias a que Jehová le dio a este hombre imperfecto “un corazón con tanto entendimiento”, él podía hablar sobre una gran diversidad de temas, desde los árboles hasta los peces, las aves y otros animales. La gente llegaba desde muy lejos para oírlo (1 Reyes 4:29-34). Con todo, no olvidemos que Jesús era “más que Salomón” (Mateo 12:42). Esto quiere decir que era mucho más sabio y que tenía mucho más “entendimiento”. Cuando enseñaba, se valía de los amplios conocimientos que tenía tanto de la Palabra de Dios como de las distintas clases de animales, el clima, la agricultura, la historia, los sucesos importantes de su día y las condiciones sociales. Sin embargo, nunca presumió de sus conocimientos ni buscó impresionar a los demás. Al contrario, su mensaje fue siempre sencillo y claro. ¡Con razón las multitudes lo escuchaban con tanto gusto! (Marcos 12:37; Lucas 19:48).
15 Hoy, los cristianos tratamos de seguir el ejemplo de Jesús. Aunque no tenemos su inmensa sabiduría y conocimiento, sí tenemos ciertos conocimientos y experiencia que podemos utilizar al enseñar las verdades de la Palabra de Dios. Los padres, por ejemplo, pueden valerse de la experiencia que han adquirido en la crianza de su familia para ilustrar el amor que Jehová siente por sus hijos. También podemos valernos de comparaciones o ejemplos sacados del trabajo, la escuela, el trato con la gente o los sucesos actuales. Pero, aunque hablemos de todo esto, nos esforzamos por no desviarnos del mensaje principal que llevamos: las buenas noticias del Reino de Dios (1 Timoteo 4:16).
¿Qué actitud tuvo hacia su ministerio?
16, 17. a) ¿Cuál fue la actitud de Jesús hacia su ministerio? b) ¿Cómo demostró Jesús que el ministerio era el centro de su vida?
16 Jesús veía su ministerio como un valioso tesoro. Le gustaba enseñar cómo es en realidad su Padre, sin que ninguna doctrina ni tradición humana distorsionara su verdadera imagen. Le encantaba ayudarle a la gente a cultivar una buena relación con Dios y a tener la esperanza de la vida eterna. Disfrutaba llevándoles las buenas noticias que tanto consuelo y felicidad les darían. ¿Cómo demostró que sentía todo esto por su ministerio? Veamos tres maneras.
17 En primer lugar, Jesús hizo del ministerio el centro de su vida. Hablar del Reino era su mayor interés, la obra de su vida. Por eso, como se explicó en el capítulo 5, fue sabio y sensato, y decidió llevar una vida sencilla. Aplicando él mismo lo que enseñaba, mantuvo la vista fija en lo más importante y no se distrajo acumulando bienes que tendría que pagar y luego mantener, reparar o reemplazar. Vivió con sencillez para que nada lo apartara innecesariamente de su ministerio (Mateo 6:22; 8:20).
18. ¿De qué maneras dio Jesús lo mejor de él en su ministerio?
18 En segundo lugar, Jesús dio lo mejor de sí mismo en su ministerio. Le dedicó todas sus energías y recorrió a pie literalmente cientos de kilómetros por toda Palestina buscando a todo el que escuchara las buenas noticias. Le hablaba a la gente en su casa, en las plazas públicas, en los mercados y en cualquier otro lugar. Les hablaba aunque estuviera cansado, con hambre o con sed, o aunque necesitara un momento de tranquilidad con sus amigos íntimos. Ni siquiera en los últimos momentos de su vida dejó de hablar de las buenas noticias del Reino de Dios (Lucas 23:39-43).
19, 20. ¿Qué imagen usó Jesús para explicar la urgencia de predicar?
19 En tercer lugar, Jesús veía su ministerio como una obra urgente. Recordemos su conversación con la samaritana en el pozo cerca de Sicar. Parece que los apóstoles no veían la urgencia de predicar las buenas noticias en esas circunstancias. Pero Jesús les dijo: “¿No dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la cosecha? Pues fíjense en lo que les digo: levanten la vista y miren, los campos están blancos, listos para la cosecha” (Juan 4:35).
20 Jesús pensó en esta imagen por la época del año en la que estaban. Era, por lo visto, el mes de kislev (entre noviembre y diciembre), y todavía faltaban cuatro meses para la cosecha de la cebada, que tenía lugar alrededor de la Pascua (el 14 de nisán). Los agricultores no tenían por qué apresurarse, pues aún quedaba mucho tiempo. Pero ¿podía decirse lo mismo de “la cosecha” de discípulos? ¡Claro que no! Había muchas personas que estaban listas para escuchar, para aprender y para seguir a Cristo y obtener la maravillosa esperanza que Jehová les ofrecía. Era como si Jesús pudiera ver que aquellos campos simbólicos estaban blancos por el grano maduro que se mecía suavemente con la brisa. Esto señalaba que estaban listos para la cosecha.c Había llegado la hora, y era urgente realizar el trabajo. Por eso, cuando los habitantes de una ciudad trataron de retener a Jesús, él les contestó: “También tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios a otras ciudades, porque para eso fui enviado” (Lucas 4:43).
21. ¿Cómo podemos imitar a Jesús?
21 Nosotros podemos imitar a Jesús en los tres aspectos anteriores. Primero, haciendo del ministerio cristiano el centro de nuestra vida. Aunque tengamos que cuidar de nuestra familia y trabajar, podemos demostrar que le damos prioridad al ministerio participando en él con entusiasmo y regularidad, como lo hizo Jesús (Mateo 6:33; 1 Timoteo 5:8). Segundo, dando lo mejor de nosotros mismos en el ministerio y dedicándole nuestro tiempo, energías y recursos con generosidad (Lucas 13:24). Y, tercero, recordando siempre la urgencia de nuestra obra (2 Timoteo 4:2). Así que aprovechemos toda oportunidad que se nos presente para predicar.
22. ¿Qué veremos en el próximo capítulo?
22 Además, esta obra era tan importante para Jesús que se aseguró de que se siguiera haciendo después de su muerte; por eso les encargó a sus discípulos que continuaran predicando y enseñando. De esta comisión tratará el próximo capítulo.
a Por ejemplo, cuando ella pregunta cómo es que un judío le habla a una samaritana, saca el tema de la enemistad que había entre judíos y samaritanos desde hacía siglos (Juan 4:9). Además, afirma que su pueblo desciende de Jacob, algo que los judíos negaban rotundamente (Juan 4:12). Ellos llamaban cuteos a los samaritanos para destacar su origen extranjero.
b Predicar significa declarar o dar a conocer un mensaje. Enseñar tiene un significado parecido, pero implica algo más: transmitir el mensaje con mayor detalle y profundidad. Para enseñar bien hay que buscar maneras de llegar al corazón de la persona y así motivarla a aplicar lo que aprende.
c Sobre este versículo, una obra especializada dice: “Cuando el grano madura, cambia de verde a dorado o adquiere un color claro, y esto indica que ha llegado el momento de recogerlo”.
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“Vayan y hagan discípulos”“Ven y sé mi seguidor”
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CAPÍTULO NUEVE
“Vayan y hagan discípulos”
¿Qué puede hacer un agricultor que no da abasto para recoger la cosecha?
1-3. a) ¿Qué hace un agricultor que no da abasto para recoger él solo la cosecha? b) ¿A qué decisión se enfrentó Jesús en la primavera del año 33, y qué hizo?
EL AGRICULTOR se enfrenta a una importante decisión. Hace unos meses aró sus tierras y sembró las semillas. Después, estuvo muy pendiente hasta que aparecieron los primeros brotes. Y, al ver que las plantas maduraban y crecían fuertes, se puso muy feliz. Ahora por fin llega el momento de recolectar el valioso fruto de su duro trabajo. Pero surge un problema: él solo no da abasto para recoger la cosecha. Y, como el tiempo del que dispone para hacerlo es limitado, toma la acertada decisión de contratar trabajadores y enviarlos a los campos.
2 En la primavera del año 33, después de resucitar, Jesús se enfrenta a una decisión parecida. Las semillas de la verdad que sembró durante su ministerio en la Tierra han producido una abundante cosecha. Ahora hay que recolectar a una gran cantidad de personas que lo escucharon y quieren seguirlo (Juan 4:35-38). ¿Qué decide hacer? En una montaña de Galilea, poco antes de subir al cielo, Jesús les encarga a sus discípulos que consigan más trabajadores. Les dice: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones. Bautícenlos [...]. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20).
3 Estas palabras nos dan la clave de lo que significa ser un auténtico seguidor de Cristo. A continuación responderemos las siguientes tres preguntas: ¿por qué mandó Jesús conseguir más trabajadores?, ¿cómo capacitó a sus discípulos para que pudieran encontrarlos? y ¿qué tiene que ver eso con nosotros?
Por qué hacían falta más trabajadores
4, 5. ¿Por qué no completaría Jesús la obra que él empezó? ¿Quiénes continuarían con esa obra cuando él regresara al cielo?
4 Cuando Jesús inició su ministerio en el año 29, sabía que él no completaría la obra que estaba empezando. Como no le quedaba mucho tiempo en la Tierra, no podía predicar el mensaje del Reino en todo el mundo ni a todo el mundo. Claro, él se centró principalmente en los judíos y prosélitos, “las ovejas perdidas de la nación de Israel” (Mateo 15:24). Pero, aun así, aquellas “ovejas perdidas” estaban dispersas por todo Israel, un territorio de miles de kilómetros cuadrados. Además, con el tiempo se tendrían que anunciar las buenas noticias en el resto del mundo (Mateo 13:38; 24:14).
5 Jesús sabía que después de su muerte iba a quedar mucho trabajo por hacer. Por eso les dijo a sus 11 apóstoles fieles: “De verdad les aseguro que el que demuestre fe en mí también hará las obras que yo hago. Y hará obras más grandes, porque yo voy camino al Padre” (Juan 14:12). Como el Hijo regresaría al cielo, sus seguidores —no solo los apóstoles, sino también todos los futuros discípulos— tendrían que continuar con la labor de predicar y enseñar (Juan 17:20). Jesús reconoció humildemente que las obras de ellos serían “más grandes” que las suyas. ¿En qué sentido? De tres maneras. Veamos cuáles son.
6, 7. a) ¿En qué sentido serían las obras de los seguidores de Jesús más grandes que las suyas? b) ¿Cómo podemos demostrar que Jesús no se equivocó al confiar en sus seguidores?
6 En primer lugar, los seguidores de Jesús abarcarían más territorio. En la actualidad, su mensaje ha llegado hasta el último rincón del planeta, mucho más allá de los límites de donde Jesús predicó. En segundo lugar, llegarían a más personas. El pequeño grupo que Jesús dejó en la Tierra creció rápidamente hasta alcanzar los miles y miles de discípulos (Hechos 2:41; 4:4). Ahora hay millones de ellos, y cada año se bautizan cientos de miles. Y, en tercer lugar, predicarían durante más tiempo. Aunque Jesús predicó durante tres años y medio, sus discípulos siguen predicando hasta nuestros días, unos 2.000 años después.
7 Al decir que sus seguidores harían “obras más grandes”, Jesús demostró que confiaba en ellos. Les estaba encargando una tarea muy importante para él: predicar y enseñar “las buenas noticias del Reino de Dios” (Lucas 4:43). Jesús estaba convencido de que cumplirían fielmente esta comisión. ¿Qué significa esto para nosotros, los cristianos de hoy? Cuando participamos en el ministerio con entusiasmo y empeño, demostramos que él no se equivocó al confiar en sus seguidores. ¿No es este un gran privilegio? (Lucas 13:24).
Capacitados para dar testimonio
El amor nos mueve a predicar dondequiera que haya gente.
8, 9. ¿Qué buen ejemplo dio Jesús en el ministerio, y cómo podemos copiarlo?
8 Jesús les dio a sus discípulos la mejor capacitación posible para el ministerio. Sobre todo, les dio un ejemplo perfecto (Lucas 6:40). En el capítulo anterior analizamos su actitud hacia el ministerio. Pensemos por un momento en los discípulos que lo acompañaron en sus viajes de predicación. Ellos vieron que predicaba dondequiera que había gente: junto a lagos y colinas, en ciudades y plazas de mercado, y en casas particulares (Mateo 5:1, 2; Lucas 5:1-3; 8:1; 19:5, 6). También se dieron cuenta de que era muy trabajador, pues se levantaba temprano y se mantenía ocupado hasta muy tarde en la noche. Está claro que el ministerio no era para él un simple pasatiempo (Lucas 21:37, 38; Juan 5:17). Es muy probable que ellos percibieran que la motivación de Jesús era el profundo amor que sentía por la gente. Tal vez pudieron ver reflejada en su rostro la compasión que sentía en el corazón (Marcos 6:34). ¿Qué efecto cree usted que produjo en ellos el ejemplo de Jesús? ¿Qué efecto habría producido en usted?
9 Como seguidores de Cristo, copiamos su ejemplo en nuestro ministerio. Por eso nos esforzamos al máximo por dar “un testimonio completo” (Hechos 10:42). Al igual que Jesús, vamos a los hogares de las personas (Hechos 5:42). Y, si es necesario, adaptamos nuestro horario para visitarlas cuando haya más probabilidades de que estén en su casa. Además, predicamos con prudencia en lugares públicos, como en calles, parques, tiendas y en nuestro empleo. Seguimos “trabajando mucho y esforzándonos” en nuestro ministerio porque lo tomamos muy en serio (1 Timoteo 4:10). El amor sincero y profundo por los demás nos mueve a seguir buscando oportunidades para predicarles a la hora y en el lugar en los que podamos encontrarlos (1 Tesalonicenses 2:8).
“Los 70 volvieron sintiéndose felices”.
10-12. ¿Qué importantes lecciones les enseñó Jesús a sus discípulos antes de enviarlos a predicar?
10 Otra forma en que Jesús capacitó a los discípulos fue dándoles instrucciones detalladas. Antes de enviarlos a predicar —primero a sus 12 apóstoles y después a otros 70 discípulos—, celebró con ellos lo que pudiéramos llamar sesiones de preparación (Mateo 10:1-15; Lucas 10:1-12). Esa capacitación dio muy buenos resultados. De hecho, Lucas 10:17 dice que “los 70 volvieron sintiéndose felices”. Es cierto que las costumbres judías de tiempos bíblicos son diferentes a nuestras circunstancias. Aun así, podemos aprender mucho de las importantes lecciones que Jesús les enseñó. Analicemos dos de ellas.
11 Por un lado, Jesús les enseñó a sus discípulos a confiar en Jehová. Les dijo: “No lleven ni oro ni plata ni cobre en su cinturón, y tampoco lleven una bolsa de provisiones para el viaje ni dos prendas de vestir ni sandalias ni bastón; porque el trabajador merece su alimento” (Mateo 10:9, 10). Los viajeros acostumbraban llevar un tipo de cinturón para el dinero, una bolsa de provisiones y un par extra de sandalias.a Al decirles a sus discípulos que no se preocuparan por estas cosas, Jesús en realidad les estaba diciendo: “Tengan plena confianza en que Jehová les dará lo necesario”. Jehová se encargaría de ellos al impulsar a quienes aceptaran las buenas noticias a mostrarles hospitalidad, algo muy común en Israel (Lucas 22:35).
12 Jesús también les enseñó a sus discípulos a evitar las distracciones innecesarias. Les dijo: “No saluden a nadie por el camino” (Lucas 10:4). ¿Estaba enseñándoles a ser descorteses o antipáticos? ¡Por supuesto que no! Lo que sucedía era que en aquellos tiempos el saludo no solo se limitaba a decir “hola”, sino que incluía muchas formalidades y largas conversaciones. Un biblista comenta: “Entre los orientales los saludos no consistían, como entre nosotros, en una leve inclinación de la cabeza o en extender la mano, sino en muchos abrazos y en inclinarse y hasta postrarse en el suelo. Todo esto consumía mucho tiempo”. Al decirles a sus discípulos que evitaran saludar de la manera acostumbrada, Jesús en cierto modo estaba diciéndoles: “Aprovechen bien el tiempo, porque el mensaje que llevan es urgente”.b
13. ¿Cómo demostramos que nos tomamos en serio las instrucciones que Jesús les dio a sus discípulos del siglo primero?
13 Nosotros también nos tomamos muy en serio las instrucciones que Jesús les dio a sus discípulos del siglo primero. Confiamos totalmente en Jehová al realizar nuestro ministerio (Proverbios 3:5, 6). Sabemos que, si seguimos “buscando primero el Reino”, nunca nos faltará lo indispensable para la vida (Mateo 6:33). Los evangelizadores del Reino que sirven a tiempo completo por todo el mundo saben por experiencia propia que la mano de Jehová nunca se queda corta, ni siquiera en los momentos más difíciles (Salmo 37:25). Reconocemos también la necesidad de evitar las distracciones. Y es que, si nos descuidamos, este mundo puede desviarnos fácilmente de nuestro objetivo (Lucas 21:34-36). Ahora no es momento para distraernos: el mensaje que llevamos es urgente porque hay vidas en juego (Romanos 10:13-15). Si mantenemos el sentido de urgencia vivo en nuestro corazón, impediremos que las distracciones de este mundo nos roben el tiempo y las energías que sería mejor que usáramos en el ministerio. No olvidemos que el tiempo es corto y la cosecha es mucha (Mateo 9:37, 38).
Una comisión en la que todos debemos participar
14. ¿Qué indica que las palabras de Mateo 28:18-20 son aplicables a todos los seguidores de Cristo? (Vea también la nota).
14 Jesús ya resucitado dejó en manos de sus seguidores una gran responsabilidad cuando les dijo “vayan y hagan discípulos”. Pero él no estaba pensando solamente en los discípulos que se habían reunido en la montaña de Galilea aquel día de primavera.c La comisión que dio fue la de predicar a “gente de todas las naciones”, y esto tendría que seguir haciéndose “hasta la conclusión del sistema”. Así que es obvio que todos sus seguidores, incluidos nosotros, debemos participar en ella. Analicemos con más detalle las palabras de Jesús en Mateo 28:18-20.
15. ¿Por qué hacemos bien en obedecer el mandato de Jesús de hacer discípulos?
15 Antes de dar la comisión de hacer discípulos, Jesús dijo: “Se me ha dado toda la autoridad en el cielo y en la tierra” (versículo 18). ¿Tiene Jesús realmente tanta autoridad? ¡Claro que sí! Como es el arcángel, está al mando de miríadas y miríadas de ángeles (1 Tesalonicenses 4:16; Apocalipsis 12:7). Y, como es “cabeza de la congregación”, tiene autoridad sobre sus discípulos en la Tierra (Efesios 5:23). Además, gobierna desde 1914 como Rey mesiánico en el cielo (Apocalipsis 11:15). Jesús incluso tiene autoridad sobre la sepultura, pues tiene el poder de resucitar a los muertos (Juan 5:26-28). Al empezar diciéndoles toda la autoridad que tiene, él indicó que lo que iba decir a continuación no era una sugerencia, sino un mandato. Y lo mejor que podemos hacer es obedecer a Jesús, porque la autoridad que tiene no la recibe de sí mismo; es Jehová quien se la da (1 Corintios 15:27).
16. ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo “vayan”, y cómo seguimos esta instrucción?
16 La comisión que Jesús les dio a sus discípulos empezaba con una sola palabra: “Vayan” (versículo 19). Como vemos, él quiere que seamos nosotros quienes vayamos y llevemos a otros el mensaje del Reino. Hay muchas maneras en que lo hacemos. Por ejemplo, predicamos de casa en casa, que es una de las formas más eficaces de tener contacto personal con la gente (Hechos 20:20). También buscamos cualquier oportunidad para anunciar las buenas noticias de manera informal. De hecho, siempre que sea apropiado, iniciamos conversaciones con las personas con quienes tratamos en nuestro día a día. Los métodos pueden variar según las necesidades y circunstancias de cada lugar. Pero hay algo que no cambia: todos vamos y buscamos hasta encontrar a alguien que merezca el mensaje (Mateo 10:11).
17. ¿Cómo hacemos discípulos?
17 A continuación, Jesús explicó cuál es el objetivo de nuestra comisión cuando dice “hagan discípulos de gente de todas las naciones” (versículo 19). ¿Y cómo se hace esto? Pues bien, un discípulo es alguien a quien se le enseña o se le prepara para algo. Pero hacer un discípulo implica algo más que llenar su mente de conocimiento. Cuando ayudamos a alguien a estudiar la Biblia, queremos que se convierta en un seguidor de Cristo. Por eso, siempre que podemos, destacamos el ejemplo de Jesús, para que el estudiante aprenda a verlo como su Maestro y su modelo a seguir, y que así viva como él vivió y haga la misma obra que él hizo (Juan 13:15).
18. ¿Por qué es el bautismo el paso más importante en la vida de un discípulo de Cristo?
18 Una parte fundamental de esta comisión se expresa con la frase “bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu santo” (versículo 19). El bautismo es el paso más importante que da un discípulo en su vida, pues es una demostración clara de que se ha dedicado por completo a Dios. Por eso es algo esencial para la salvación (1 Pedro 3:21). A los discípulos bautizados que se siguen esforzando al máximo en el servicio a Jehová les esperan bendiciones para toda la vida en el nuevo mundo. ¿Ha ayudado usted a alguien a hacerse discípulo de Cristo y bautizarse? No hay nada que cause más alegría en el ministerio cristiano (3 Juan 4).
19. ¿Qué les enseñamos a los nuevos discípulos, y por qué podría continuar su capacitación después del bautismo?
19 Jesús resumió la siguiente parte de la comisión al decir “enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (versículo 20). Los cristianos les enseñamos a los nuevos a obedecer los mandatos de Jesús, entre ellos, amar a Dios y al prójimo y hacer discípulos (Mateo 22:37-39). Les enseñamos gradualmente a explicar las verdades bíblicas y a defender todo lo que van aprendiendo. Cuando reúnen los requisitos para predicar con la congregación, los acompañamos y les mostramos con nuestras palabras y ejemplo cómo hacerlo de manera eficaz. Ahora bien, si un estudiante se bautiza, eso no significa que ya no necesite capacitación. Es posible que necesite ayuda para hacer frente a las dificultades que se presentan al seguir a Cristo (Lucas 9:23, 24).
“Estaré con ustedes todos los días”
20, 21. a) ¿Por qué no tenemos razones para sentir temor al cumplir con la comisión que Jesús nos dio? b) ¿Por qué no es este el momento de aflojar el paso, y a qué debemos estar decididos?
20 Las palabras finales de la comisión de Jesús son muy animadoras: “Recuerden, estaré con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mateo 28:20). Jesús sabe lo importante que es nuestra labor, y también sabe que habrá gente que nos odiará (Lucas 21:12). Pero no hay por qué temer, pues nuestro Líder no espera que hagamos nuestra tarea solos, sin ningún tipo de ayuda. ¿No nos consuela saber que contamos con el apoyo del que tiene “toda la autoridad en el cielo y en la tierra”?
21 Jesús prometió que acompañaría a sus discípulos en su ministerio a lo largo de los siglos, hasta “la conclusión del sistema”. Tenemos que seguir cumpliendo con la comisión que Jesús nos encargó hasta que llegue el fin. Este no es el momento de aflojar el paso. Ahora mismo se está recogiendo una abundante cosecha espiritual; son muchos los que abrazan las buenas noticias. Como seguidores de Cristo, estemos decididos a cumplir con la importante misión que se nos ha encargado. Pongámonos el objetivo de emplear nuestro tiempo, energías y recursos para cumplir el mandato de Cristo: “Vayan y hagan discípulos”.
a Jesús se refería a un cinturón que tenía un espacio para llevar dinero. Y la bolsa de provisiones que mencionó era una bolsa grande, generalmente de cuero, que se colgaba del hombro y donde la gente solía llevar comida u otras provisiones.
b El profeta Eliseo le dio una instrucción parecida a su sirviente Guehazí. Cuando lo envió a la casa de una mujer que había perdido a su hijo en la muerte, le dijo: “Si te encuentras con alguien no lo saludes” (2 Reyes 4:29). Se trataba de una misión urgente, y no había tiempo que perder.
c La mayoría de los seguidores de Jesús estaban en Galilea. Por eso, puede que la ocasión en la que él, ya resucitado, se les apareció “a más de 500 hermanos” fuera la misma que se narra en Mateo 28:16-20 (1 Corintios 15:6). Así que es posible que hubiera cientos de personas cuando Jesús dio la comisión de hacer discípulos.
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“Está escrito”“Ven y sé mi seguidor”
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CAPÍTULO DIEZ
“Está escrito”
“Hoy se cumple este pasaje de las Escrituras”.
1-3. ¿A qué importantísima conclusión quería Jesús que llegara la gente de Nazaret, y qué hizo para que llegaran a esa conclusión?
JESÚS está empezando su ministerio. Acaba de regresar a su pueblo, Nazaret, y quiere que la gente llegue a una importantísima conclusión: que él es el Mesías predicho desde hace mucho. ¿Qué pruebas presenta para demostrarlo?
2 Seguro que muchos esperan que haga algún milagro, ya que se han enterado de las cosas asombrosas que ha hecho. Pero él no les hace ningún milagro. Más bien, va como de costumbre a la sinagoga. Allí se pone de pie para leer y le pasan un rollo bastante largo, el libro de Isaías. Jesús lo va desenrollando con cuidado de un lado al otro hasta que da con el pasaje que busca: lo que hoy conocemos como Isaías 61:1-3. Entonces se pone a leerlo en voz alta (Lucas 4:16-19).
3 Todos los presentes de seguro conocen bien ese pasaje. Es una profecía sobre el Mesías. Todo el mundo está mirando a Jesús y nadie dice nada. Entonces rompe el silencio y empieza a explicarles, quizás con detalle, esta profecía. Dice: “Hoy se cumple este pasaje de las Escrituras que acaban de oír”. Los presentes se asombran de sus palabras tan fascinantes, pero al parecer muchos siguen esperando que haga algún milagro espectacular. Jesús, sin embargo, se vale de un ejemplo de las Escrituras para demostrarles con valentía su falta de fe. En menos de lo que canta un gallo, tiene a la gente de Nazaret tratando de matarlo (Lucas 4:20-30).
4. ¿Qué pauta siguió Jesús durante todo su ministerio, y qué vamos a ver en este capítulo?
4 Jesús estableció en esa ocasión la pauta que seguiría durante todo su ministerio: basarse siempre en la Palabra que Dios inspiró. Es cierto que sus milagros fueron importantes demostraciones de que contaba con el apoyo del espíritu santo. Sin embargo, para él, nada tenía más peso que las Sagradas Escrituras. Examinemos el ejemplo que nos dejó nuestro Maestro en este asunto. Veamos la manera en que citó, defendió y explicó la Palabra de Dios.
Citó de la Palabra de Dios
5. ¿Qué quería Jesús que entendiera la gente, y cómo demostró que sus afirmaciones eran ciertas?
5 Jesús quería que la gente entendiera cuál era el origen de su mensaje. Por eso dijo: “Lo que yo enseño no es mío, sino del que me envió” (Juan 7:16). En otra ocasión, explicó: “No hago nada por mi cuenta, sino que digo lo que el Padre me enseñó” (Juan 8:28). Y también dijo: “Las cosas que yo les digo no son ideas mías, sino que el Padre, que se mantiene en unión conmigo, está haciendo sus obras” (Juan 14:10). Una manera como demostró que esas afirmaciones eran ciertas fue citando vez tras vez de la Palabra escrita de Dios.
6, 7. a) ¿Con qué frecuencia citó Jesús de las Escrituras Hebreas, y por qué es destacable eso? b) ¿Qué diferencia había entre la forma de enseñar de Jesús y la de los escribas?
6 Al analizar las palabras de Jesús que aparecen en la Biblia, vemos que citó directa o indirectamente de más de la mitad de los libros de las Escrituras Hebreas. A primera vista, tal vez no parezca un dato destacable, e incluso habrá quien pregunte por qué no citó de todos los libros inspirados disponibles en su día si pasó tres años y medio enseñando y predicando públicamente. En realidad, es muy posible que sí lo hiciera. Recordemos que solo se puso por escrito una pequeña parte de lo que hizo y dijo (Juan 21:25). De hecho, basta con unas pocas horas para leer en voz alta todas las palabras de Jesús registradas en la Biblia. Imagínese que usted tuviera que hablar de Dios y su Reino en unas pocas horas y citar de más de la mitad de los libros de las Escrituras Hebreas. ¡Eso sería impresionante! Además, en la mayoría de las ocasiones, Jesús no tenía a la mano los rollos. En su famoso Sermón del Monte, hizo referencia a las Escrituras Hebreas o citó textualmente de ellas en decenas de ocasiones, siempre de memoria.
7 Al citar de la Palabra de Dios, Jesús demostró su respeto profundo por ella. La gente quedaba “impactada con su manera de enseñar, porque les enseñaba como alguien con autoridad, y no como los escribas” (Marcos 1:22). Y es que a los escribas les encantaba hacer referencias a lo que conocían como la ley oral, citando las palabras de los instruidos rabinos de la antigüedad. Pero Jesús nunca se basó en la ley oral ni en las ideas de algún rabino. Más bien, veía la Palabra de Dios como la máxima autoridad. Vez tras vez nos lo encontramos diciendo: “Está escrito”. Usó esa expresión y otras similares tanto al enseñar a sus discípulos como al corregir ideas erróneas.
8, 9. a) ¿Cómo se valió Jesús de la autoridad de la Palabra de Dios al echar del templo a los comerciantes? b) ¿Por qué podemos decir que los líderes religiosos mostraron gran falta de respeto por la Palabra de Dios en el templo?
8 Cuando Jesús echó del templo de Jerusalén a los comerciantes, dijo: “Está escrito ‘Mi casa será llamada casa de oración’, pero ustedes la están convirtiendo en una cueva de ladrones” (Mateo 21:12, 13; Isaías 56:7; Jeremías 7:11). El día anterior había realizado muchos milagros allí. Los niños que los vieron quedaron tan impresionados que se pusieron a alabarlo. Sin embargo, los líderes religiosos le preguntaron con indignación si estaba escuchando lo que los niños decían. Les respondió: “Sí, lo oigo. ¿Es que ustedes nunca leyeron esto: ‘Has hecho que de la boca de los pequeños y de los niños de pecho salga alabanza’?” (Mateo 21:16; Salmo 8:2). Jesús quería que ellos supieran que la Palabra de Dios aprobaba lo que los niños estaban haciendo.
9 Más tarde, los guías religiosos se reunieron en el templo para confrontar a Jesús y preguntarle: “¿Con qué autoridad haces tú estas cosas?” (Mateo 21:23). Él dejó muy claro quién le daba esa autoridad. No estaba enseñando ideas nuevas. Solo estaba explicando lo que decía la Palabra inspirada de Dios. En realidad, eran los sacerdotes y los escribas quienes estaban mostrando gran falta de respeto por Jehová y su Palabra. Tenían bien merecido que Jesús los censurara al sacar a la luz sus malas intenciones (Mateo 21:23-46).
10. ¿Cómo podemos imitar a Jesús al utilizar la Palabra de Dios, y con qué ayudas que no existían en su época contamos nosotros?
10 Al igual que Jesús, los verdaderos cristianos nos apoyamos en la Palabra de Dios en nuestro ministerio. En todo el mundo a los testigos de Jehová se nos conoce por el empeño con el que difundimos el mensaje bíblico. Nuestras publicaciones citan muchas veces de la Biblia. Y nosotros tratamos de hacer lo mismo siempre que predicamos (2 Timoteo 3:16). ¡Qué alegría nos da cuando nos dejan leer algunos versículos y mostrar el valor y el significado que tiene la Palabra de Dios! Aunque no tenemos la memoria perfecta de Jesús, contamos con muchas ayudas que no existían en su época. Además de la Biblia entera —que se edita cada vez en más idiomas—, tenemos muchas herramientas que nos hacen más fácil encontrar el pasaje que buscamos. Pongámonos el objetivo de seguir citando de la Biblia y de leerle de ella a la gente siempre que sea posible.
Defendió la Palabra de Dios
11. ¿Por qué Jesús tuvo que defender constantemente la Palabra de Dios?
11 En una oración a su Padre, Jesús le dijo: “Tu palabra es la verdad” (Juan 17:17). Jesús sabía que los enemigos de la Palabra de Dios la atacaban constantemente, pero eso seguramente no le sorprendía. Sabía de sobra que Satanás, “el gobernante del mundo”, es “un mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8:44; 14:30). Cuando rechazó las tentaciones del Diablo, Jesús citó tres veces de las Escrituras. Satanás le citó un versículo de los Salmos, aplicándolo mal a propósito, pero Jesús defendió la Palabra de Dios al demostrar claramente que Satanás la había manipulado (Mateo 4:6, 7).
12-14. a) ¿Cómo mostraron los líderes religiosos falta de respeto por la Ley mosaica? b) ¿Cómo defendió Jesús la Palabra de Dios?
12 Como había gente que malinterpretaba y manipulaba las Santas Escrituras, Jesús las defendía constantemente. Los guías religiosos de su época ofrecían una imagen desequilibrada de la Palabra de Dios. Daban muchísima importancia a los más mínimos detalles de la Ley mosaica, pero muy poca a los principios en que se basaban sus mandamientos. De ese modo, fomentaban una adoración superficial en la que importaban más las apariencias que los asuntos de verdadero peso, como la justicia, la misericordia y la fidelidad (Mateo 23:23). ¿Cómo defendió Jesús la Ley de Dios?
13 En el Sermón del Monte, Jesús usó varias veces la expresión “ustedes oyeron que se dijo” para introducir algún mandato de la Ley mosaica. Luego empleaba la frase “pero yo les digo” antes de explicar algún principio en el que se basaba la Ley. ¿Estaba cuestionando la Ley? No; la estaba defendiendo. Por ejemplo, los israelitas conocían muy bien el mandamiento “No asesines”. Pero Jesús les indicó que odiar a una persona estaba en contra del principio en el que se basaba ese mandamiento. Igualmente, si una persona alimentaba una pasión por alguien que no era su cónyuge, violaba el principio en que se basaba la ley de Dios contra el adulterio (Mateo 5:17, 18, 21, 22, 27-39).
14 Por último, Jesús dijo: “Ustedes oyeron que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. Pero yo les digo que amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen” (Mateo 5:43, 44). ¿Se basaba en la Palabra de Dios la orden “Odia a tu enemigo”? No; la habían impuesto por su cuenta los líderes religiosos. Con sus opiniones personales, le restaban importancia a la Ley perfecta de Dios. Pero Jesús defendió con valentía la Palabra de Dios contra las tradiciones humanas que la atacaban (Marcos 7:9-13).
15. ¿Cómo defendió Jesús la Ley de Dios cuando los guías religiosos intentaron presentarla como excesivamente estricta?
15 Los guías religiosos también atacaban la Ley de Dios al hacerla parecer excesivamente estricta o incluso dura. Por ejemplo, cuando los discípulos de Jesús arrancaron algunas espigas de trigo al pasar por un campo, unos fariseos dijeron que estaban violando el descanso sabático. Pero Jesús se valió de un ejemplo de las Escrituras para defender la Palabra de Dios contra esa afirmación tan exagerada. Citó del único pasaje bíblico que hablaba del uso del pan de la presencia fuera del santuario: la ocasión en la que David y sus hambrientos hombres comieron de él. De esta manera, Jesús mostró que aquellos fariseos habían perdido de vista la misericordia y la compasión de Jehová (Marcos 2:23-27).
16. ¿Qué habían hecho los dirigentes religiosos con lo que decía la Ley de Moisés sobre el divorcio, y cómo reaccionó Jesús?
16 Los dirigentes religiosos le restaban fuerza a la Ley de Dios ideando maneras de manipularla para evadir lo que mandaba. Tomemos como ejemplo lo que decía la Ley respecto al divorcio: el esposo podía divorciarse de su esposa si encontraba “algo vergonzoso” en ella, obviamente una falta grave que avergonzaba a la familia (Deuteronomio 24:1). Pero las autoridades religiosas del tiempo de Jesús se aprovechaban de esa concesión para justificar que el hombre se divorciara por cualquier motivo, ¡hasta porque a su esposa se le hubiera quemado la comida!a Por eso Jesús indicó que ellos habían distorsionado gravemente las palabras inspiradas de Moisés. Luego dejó claro cuál era la norma original de Jehová sobre el matrimonio, a saber, la monogamia, y explicó que la inmoralidad sexual era la única razón válida para divorciarse (Mateo 19:3-12).
17. Igual que Jesús, ¿cómo defendemos la Palabra de Dios?
17 En la actualidad, los seguidores de Cristo también nos sentimos en la obligación de defender la Palabra de Dios contra los ataques que recibe. Hay líderes religiosos que dan a entender que las normas morales de la Biblia están anticuadas, pero así en realidad la están atacando. Y pasa lo mismo cuando las religiones promueven doctrinas falsas como si fueran enseñanzas bíblicas. Para nosotros es un privilegio defender la Palabra de Dios —que es pura y verdadera—, demostrando, por ejemplo, que Dios no es una trinidad (Deuteronomio 4:39). Claro, esa defensa la hacemos con tacto, es decir, con apacibilidad y profundo respeto (1 Pedro 3:15).
Explicó la Palabra de Dios
18, 19. ¿Qué ejemplos demuestran que Jesús tenía una habilidad maravillosa para explicar la Palabra de Dios?
18 Durante el tiempo en que se redactaron las Escrituras Hebreas, Jesús vivía en el cielo. Por eso, ¡qué contento tuvo que sentirse al tener la oportunidad de venir a la Tierra y poder explicar la Palabra de Dios! Pensemos en el día memorable en que, después de su resurrección, se encontró con dos de sus discípulos en el camino a Emaús. Antes de que ellos lo reconocieran, le contaron lo tristes y confundidos que estaban por la muerte de su amado Maestro. ¿Cómo reaccionó él? “Empezando por Moisés y todos los Profetas, les explicó cosas que se decían de él en todas las Escrituras”. ¿Qué efecto tuvieron estas explicaciones en ellos? Pues bien, más tarde comentaron entre sí: “¿Acaso no nos ardía dentro el corazón cuando él venía hablándonos por el camino, cuando nos explicaba claramente las Escrituras?” (Lucas 24:15-32).
19 Ese mismo día, Jesús se reunió más tarde con sus apóstoles y otras personas. ¿Qué hizo? “Les abrió la mente por completo para que captaran el significado de las Escrituras” (Lucas 24:45). De seguro, aquel momento tan feliz les recordó las innumerables ocasiones en las que él había hecho algo parecido por ellos y por todos los que lo escuchaban. Muchas veces, tomaba algún pasaje bíblico bien conocido y lo explicaba de tal modo que dejaba maravillados a sus oyentes por las cosas nuevas que aprendían y porque podían entender mejor la Palabra de Dios.
20, 21. ¿Cómo explicó Jesús lo que Jehová le dijo a Moisés?
20 En una de esas ocasiones, Jesús estuvo hablando con un grupo de saduceos, una secta del judaísmo que tenía mucha relación con los sacerdotes y que no creía en la resurrección. Les dijo: “Sobre la resurrección de los muertos, ¿no leyeron que Dios a ustedes les dijo ‘Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Él no es el Dios de los muertos, sino el de los vivos” (Mateo 22:31, 32). Sin duda, era un pasaje que los saduceos conocían muy bien, y lo había escrito un hombre al que respetaban mucho: Moisés. Ahora bien, ¿comprendemos realmente por qué era tan poderoso el argumento de Jesús?
21 Jesús estaba refiriéndose a la conversación que Moisés tuvo con Jehová junto a la zarza ardiente, alrededor del año 1514 antes de nuestra era (Éxodo 3:2, 6). Para entonces, Abrahán llevaba muerto 329 años, Isaac 224 y Jacob 197. No obstante, Jehová dijo: “Yo soy” su Dios. Aquellos saduceos sabían que Jehová no es como ningún dios de los muertos, como los dioses que —según algunas religiones— gobiernan en el supuesto mundo de ultratumba. No, él es el Dios “de los vivos”, como bien señaló Jesús. Entonces, ¿cuál era la conclusión lógica? Jesús mismo lo dijo: “Para él todos ellos están vivos” (Lucas 20:38). Los amados siervos de Jehová que han muerto están en la infinita y perfecta memoria de Dios. La promesa de Jehová de resucitarlos es tan segura que él habla de ellos como si estuvieran vivos (Romanos 4:16, 17). ¿Verdad que es una maravillosa explicación de la Palabra de Dios? Como era de esperar, “las multitudes quedaron impactadas” (Mateo 22:33).
22, 23. a) Al explicar la Palabra de Dios, ¿cómo podemos imitar a Jesús? b) ¿Qué veremos en el próximo capítulo?
22 Los cristianos tenemos el privilegio de imitar a Jesús en su forma de explicar la Palabra de Dios. Es cierto que no tenemos una mente perfecta como la suya. Aun así, muchas veces podemos comentar con las personas algún pasaje que ya conocen y aclararles aspectos en los que quizá nunca hayan pensado. Por ejemplo, tal vez lleven toda la vida repitiendo las palabras “Santificado sea tu nombre” y “Venga a nosotros tu reino” sin saber ni cómo se llama Dios ni qué es su Reino (Mateo 6:9, 10, Sagrada Biblia, de Serafín de Ausejo). ¡Qué gusto da cuando nos dan la oportunidad de explicar con sencillez y claridad verdades bíblicas como esas!
23 Si queremos imitar la forma en que Jesús enseñó la verdad, es esencial que citemos, defendamos y expliquemos la Palabra de Dios. A continuación veremos algunos de los métodos tan eficaces que empleó Jesús para llegar al corazón de sus oyentes con las verdades bíblicas.
a Años después, Josefo —historiador judío del siglo primero que era fariseo y estaba divorciado— dijo que el divorcio se permitía “por cualquier causa, y entre hombres hay muchas causas” de esas.
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“¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”“Ven y sé mi seguidor”
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CAPÍTULO ONCE
“¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”
1, 2. a) ¿Por qué regresaron con las manos vacías los guardias que debían detener a Jesús? b) ¿Por qué era Jesús un maestro tan bueno?
LOS fariseos están muy enojados. Jesús está en el templo, enseñando la verdad acerca de su Padre ante un público dividido: muchos ponen su fe en Jesús, pero hay quienes quieren que lo arresten. Los líderes religiosos están tan furiosos que envían a un grupo de guardias para que lo detengan. Sin embargo, estos regresan con las manos vacías. Los sacerdotes principales y los fariseos exigen una explicación. Les preguntan: “¿Por qué no lo trajeron?”. Los guardias responden: “¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”. Y es que su forma de enseñar les impresionó tanto que no se atrevieron a arrestarlo (Juan 7:45, 46).a
2 Pero aquellos guardias no eran los únicos a quienes les asombraba la manera como enseñaba Jesús. Multitudes de personas se reunían tan solo para oírlo (Marcos 3:7, 9; 4:1; Lucas 5:1-3). ¿Por qué era tan buen maestro? Como vimos en el capítulo 8, él amaba las verdades que transmitía y a las personas a las que les enseñaba. Además, sus métodos de enseñanza eran los mejores. Examinemos tres de estos métodos y veamos cómo podemos imitarlo al ponerlos en práctica.
Sencillez al enseñar
3, 4. a) ¿Por qué enseñaba Jesús con un lenguaje sencillo? b) ¿Cómo muestra el Sermón del Monte la sencillez con que enseñaba Jesús?
3 ¿Verdad que Jesús pudo haber usado un vocabulario muy amplio? Sin embargo, a la hora de enseñar, siempre tenía en cuenta el nivel de sus oyentes, que en su mayoría eran personas “comunes y con poca educación” (Hechos 4:13). Estaba consciente de sus limitaciones y nunca los abrumaba con demasiada información (Juan 16:12). Aunque usaba palabras sencillas, transmitía verdades muy profundas.
4 Pensemos, por ejemplo, en el Sermón del Monte, que aparece en Mateo 5:3 a 7:27. En este discurso, Jesús habló sobre temas muy profundos y llegó a la raíz de los asuntos. Sin embargo, no utilizó frases o argumentos complicados. Usó palabras sencillas que todo el mundo podía entender, ¡hasta los niños pequeños! Por eso, no nos extraña que las multitudes —entre quienes seguramente había muchos campesinos, pastores y pescadores— se quedaran “impactadas con su manera de enseñar” cuando él terminó de hablar (Mateo 7:28).
5. Dé algunos ejemplos de frases sencillas y llenas de significado que dijo Jesús.
5 Cuando enseñaba, Jesús utilizaba por lo general frases sencillas y breves pero llenas de significado. De este modo, mucho antes de la llegada de la imprenta, logró que su mensaje quedara grabado de forma imborrable en la mente y el corazón de quienes lo escucharon. Tan solo pensemos en los siguientes ejemplos. “Dejen de juzgar, para que no sean juzgados”. “Los que están sanos no necesitan un médico, pero los enfermos sí”. “El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. “Páguenle a César lo que es de César, pero a Dios lo que es de Dios”. “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Mateo 7:1; 9:12; 26:41; Marcos 12:17; Hechos 20:35).b Casi 2.000 años después, estas frases se siguen recordando.
6, 7. a) ¿Por qué es importante que usemos un lenguaje que sea fácil de entender? b) ¿Qué podemos hacer para no sobrecargar a los estudiantes con demasiada información?
6 Y nosotros, ¿cómo podemos enseñar con sencillez? Algo esencial es usar un lenguaje que resulte fácil de entender para la mayoría de la gente. Recordemos que las verdades fundamentales de la Palabra de Dios no son complicadas. De hecho, es a las personas de corazón sincero y humilde a quienes Jehová les ha revelado sus propósitos (1 Corintios 1:26-28). Por lo tanto, usemos palabras comunes y corrientes pero bien elegidas, y así podremos transmitir con eficacia las verdades de la Palabra de Dios.
Hay que enseñar con sencillez.
7 Por otra parte, para enseñar con sencillez, hay que tener mucho cuidado de no sobrecargar a los estudiantes de la Biblia con demasiada información. Por eso, cuando les demos clases bíblicas, no es necesario que expliquemos todos los detalles. Tampoco debemos ir a toda prisa, como si lo más importante fuera abarcar todo el contenido posible. Lo mejor es adaptar el ritmo del curso a las necesidades y la capacidad de cada persona. La meta es ayudar al estudiante a seguir a Cristo y adorar a Jehová. Para eso tenemos que tomarnos todo el tiempo que haga falta hasta que comprenda a un grado razonable lo que se esté analizando. Solo así lograremos que la verdad bíblica le llegue al corazón y lo motive a poner en práctica las cosas que ha aprendido (Romanos 12:2).
Preguntas adecuadas
8, 9. a) ¿Con qué propósito hacía preguntas Jesús? b) ¿Cómo ayudaron las preguntas de Jesús a que Pedro sacara la conclusión correcta sobre el pago del impuesto del templo?
8 Jesús utilizó las preguntas de manera admirable. A veces habría tardado menos si hubiera explicado directamente el punto. Pero entonces, ¿para qué hacía preguntas? Algunas veces les hacía preguntas a sus enemigos para sacar a la luz lo que había en su corazón y así los dejaba callados (Mateo 21:23-27; 22:41-46). Sin embargo, en otros casos las utilizaba para lograr que sus discípulos le expresaran lo que pensaban o para estimular y desarrollar su capacidad de razonar. Por eso, empleaba fórmulas como “¿Qué opinan?” o “¿Crees tú esto?” (Mateo 18:12; Juan 11:26). Con estas preguntas, lograba llegarles al corazón. Veamos un ejemplo.
9 En cierta ocasión, unos cobradores de impuestos le preguntaron a Pedro si Jesús pagaba el impuesto del templo.c Sin pensarlo dos veces, Pedro respondió: “Sí, lo paga”. Más tarde, Jesús le ayudó a razonar. Le preguntó: “¿Tú qué dirías, Simón? ¿A quiénes les cobran los reyes de la tierra impuestos y tributos? ¿A sus hijos, o a los extraños?”. Pedro le contestó: “A los extraños”. Y Jesús dijo: “Eso quiere decir que los hijos están libres de pagar impuestos” (Mateo 17:24-27). Pedro sabía muy bien la respuesta a esas preguntas. Sabía que los hijos de los reyes no tenían que pagar impuestos. Por eso, al ser el Hijo unigénito del Rey celestial al que se adoraba en el templo, Jesús no estaba obligado a pagar el impuesto. Así que, en vez de decirle directamente a Pedro la respuesta correcta, Jesús le hizo preguntas con delicadeza. De esta forma, le ayudó a sacar la conclusión correcta y quizás a darse cuenta de que en el futuro era mejor que pensara un poco más antes de responder.
Adaptemos las preguntas a las circunstancias de quienes nos escuchan.
10. ¿Cómo podemos usar las preguntas con habilidad al predicar de casa en casa?
10 ¿Cómo podemos ser hábiles al usar las preguntas en el ministerio? Cuando predicamos de casa en casa, usémoslas para despertar el interés de la gente y así empezar conversaciones que nos permitan hablar de las buenas noticias. Por ejemplo, si sale a la puerta una persona mayor, pudiéramos preguntarle con respeto: “¿Qué cambios en el mundo ha visto usted a lo largo de su vida?”. Permitamos que la persona responda; luego quizás podríamos añadir: “En su opinión, ¿qué haría falta para que el mundo fuera mejor?” (Mateo 6:9, 10). Pero, si nos atiende una madre de familia con niños pequeños, quizás podríamos decirle: “¿Se ha preguntado cómo será el mundo cuando sus hijos sean grandes?” (Salmo 37:10, 11). Por otra parte, si somos observadores, podremos ver detalles en las viviendas que nos permitan pensar en preguntas que capten la atención de las personas.
11. ¿Qué podemos hacer para usar eficazmente las preguntas al dirigir cursos bíblicos?
11 ¿Cómo podríamos usar eficazmente las preguntas al dirigir cursos bíblicos? Podemos plantear preguntas bien pensadas para saber lo que la persona tiene en su corazón (Proverbios 20:5). Imaginémonos que estamos estudiando la lección 43 del libro Disfrute de la vida.d Esa lección, titulada “Los cristianos y las bebidas alcohólicas”, habla de cómo ve Jehová la borrachera y los excesos con la bebida. Las respuestas del estudiante tal vez indiquen que entiende lo que enseña la Biblia, pero ¿lo acepta de verdad? Para averiguarlo, quizás convenga preguntarle: “¿Le parece razonable lo que piensa Dios sobre estos temas?”. O también: “¿Cómo podría poner en práctica usted esta información en su vida?”. Claro, no debemos olvidar que hay que tener tacto y respetar la dignidad del estudiante. Por eso no haríamos preguntas que lo incomodaran (Proverbios 12:18).
Lógica aplastante
12-14. a) ¿En qué dos situaciones demostró Jesús que era muy hábil para hacer razonar a los demás de forma lógica? b) ¿Qué argumentos lógicos empleó Jesús cuando los fariseos lo acusaron de usar poderes satánicos?
12 Con su mente perfecta, Jesús era capaz de razonar magistralmente con las personas en situaciones distintas. Por un lado, usaba argumentos muy lógicos para demostrar que sus enemigos estaban equivocados. Y, por otro lado, usaba razonamientos muy convincentes para enseñarles a sus discípulos lecciones útiles. Veamos algunos ejemplos de estas dos situaciones.
13 Cuando Jesús curó a un endemoniado que estaba ciego y mudo, los fariseos protestaron: “Este expulsa a los demonios por medio de Belcebú, el gobernante de los demonios”. Ellos entendían que, para expulsar demonios, era necesario tener algún poder sobrehumano. Pero decían que a Jesús se lo había dado Belcebú, es decir, Satanás. Aquella acusación no solo era falsa, sino absurda. Para demostrar lo equivocados que estaban, Jesús respondió: “Todo reino dividido internamente va a la ruina y ninguna ciudad o familia dividida internamente se mantendrá en pie. De la misma manera, si Satanás expulsa a Satanás, está dividido internamente. En ese caso, ¿cómo podrá su reino mantenerse en pie?” (Mateo 12:22-26). En otras palabras, Jesús les estaba diciendo: “Si yo fuera un agente de Satanás y estuviera deshaciendo lo que él ha hecho, entonces Satanás estaría yendo en contra de sus propios intereses y no tardaría en caer”. ¿Quién iba a contradecir un razonamiento tan lógico?
14 Pero Jesús aún no había terminado. Sabiendo que algunos discípulos de los fariseos habían expulsado demonios, les hizo una pregunta sencilla pero muy impactante: “Si yo expulso a los demonios por medio de Belcebú, ¿por medio de quién los expulsan los hijos de ustedes?” (Mateo 12:27). El razonamiento de Jesús se podría resumir así: “Si yo expulso demonios por el poder de Satanás, los discípulos de ustedes tienen que estar recurriendo al mismo poder que yo”. ¡Ese argumento los dejó sin palabras! ¿Cómo iban a decir los fariseos que sus discípulos usaban poderes satánicos? Con su pregunta, Jesús los forzó a llegar a una conclusión que les incomodaba muchísimo y que demostraba que estaban muy equivocados. ¿No es apasionante leer cómo razonaba Jesús con ellos? Pues imagínese cómo se sintió la gente que escuchó directamente sus palabras, ya que sin duda cobraban más fuerza con su presencia y su tono de voz.
15-17. Mencione algún caso en el que Jesús usó la expresión “con mucha más razón” para llegar al corazón de sus oyentes.
15 Jesús también empleó razonamientos lógicos y convincentes para ayudar a sus oyentes a acercarse a su Padre. A veces, presentaba un hecho que ellos conocían bien y luego usaba la frase “con mucha más razón” para ayudarlos a convencerse de la verdad que les estaba enseñando.e Esta forma de argumentación, basada en el contraste, tiene el poder de llegar al corazón. Veamos dos ejemplos.
16 En cierta ocasión, los discípulos de Jesús le pidieron que les enseñara a orar. Como parte de su respuesta, Jesús explicó que a los padres humanos, aunque son imperfectos, les gusta “darles buenos regalos a sus hijos”. Entonces, con eso presente, dijo: “Si ustedes, aunque son malos, saben darles buenos regalos a sus hijos, ¡con mucha más razón el Padre en el cielo les dará espíritu santo a quienes se lo piden!” (Lucas 11:1-13). La lógica se basaba en el contraste: si los padres humanos —siendo pecadores— atienden las necesidades de sus hijos, con mucha más razón lo hará nuestro Padre celestial, que es perfecto y justo. ¡Cómo no les va a dar espíritu santo a sus siervos leales que le oran humildemente!
17 Jesús usó un argumento parecido al enseñar cómo afrontar las inquietudes. Dijo: “Los cuervos [...] no siembran ni cosechan, no tienen ni granero ni almacén, pero Dios los alimenta. ¿Y acaso no valen ustedes mucho más que las aves?”. Luego añadió: “Fíjense en cómo crecen los lirios. No trabajan duro ni hilan [...]. Entonces, si Dios viste así a la vegetación del campo, que hoy está aquí y mañana se echa en el horno, ¡con mucha más razón los vestirá a ustedes, gente de poca fe!” (Lucas 12:24, 27, 28). Si Jehová cuida a las aves y las flores, ¡con mucha más razón cuidará de los seres humanos que lo aman y adoran! Con razonamientos así, Jesús logró sin duda llegar al corazón de sus oyentes.
18, 19. ¿Cómo razonaríamos con alguien que dice que no cree en Dios porque nunca lo ha visto?
18 En nuestro caso, cuando predicamos usamos argumentos lógicos para demostrar que ciertas creencias son falsas. Y también usamos razonamientos convincentes para enseñar verdades sobre Dios (Hechos 19:8; 28:23, 24). Pero ¿quiere decir esto que debemos dar explicaciones muy complejas? Claro que no. Jesús nos enseñó que los argumentos más eficaces son los que se presentan con sencillez.
19 Por ejemplo, ¿cómo responderíamos si alguien dice que no cree en Dios porque nunca lo ha visto? Podríamos tomar como base la ley natural de causa y efecto. Cada vez que observamos un efecto, comprendemos que tiene que haber una causa. Así que podríamos decir esto: “Si fuéramos a una región apartada y viéramos una casa bien construida y equipada con un suministro de alimentos (el efecto), ¿no es cierto que uno pensaría que hubo alguien (la causa) que se encargó de todo? Pues lo mismo pasa si observamos nuestro asombroso planeta y la naturaleza; saltan a la vista su maravilloso diseño y su abundante suministro de alimento (el efecto). ¿Verdad que es lógico deducir que alguien (la causa) se encargó de todo? La Biblia lo explica así: ‘Toda casa es construida por alguien, pero el que ha construido todas las cosas es Dios’” (Hebreos 3:4). Claro, recordemos que, por muy lógica que sea nuestra explicación, no le convencerá a todo el mundo (2 Tesalonicenses 3:2).
Usemos razonamientos que lleguen al corazón.
20, 21. a) ¿Cómo podemos presentar argumentos a base de contrastes para destacar las cualidades y la manera de actuar de Jehová? b) ¿Qué veremos en el siguiente capítulo?
20 Cuando enseñemos, sea en el ministerio o en la congregación, nosotros también podemos usar argumentos a base de contrastes para destacar las cualidades y la manera de actuar de Jehová. Por ejemplo, si queremos demostrar que la doctrina del infierno —una tortura eterna con fuego— es en realidad un insulto contra Dios, podríamos decir: “¿Verdad que a un buen padre le horrorizaría la idea de castigar a su hijo metiéndole la mano en el fuego? ¡Con mucha más razón a Jehová! Él es un Padre bueno y cariñoso al que solo la idea de castigar a la gente con fuego le da asco” (Jeremías 7:31). Y, si un hermano en la fe está deprimido, podemos confirmarle que Jehová lo ama diciéndole algo así: “Si un gorrioncito es tan valioso para Jehová, ¿no le parece que debe querer mucho más a cada uno de quienes le sirven en la Tierra, incluido usted?” (Mateo 10:29-31). Razonando así, seguramente llegaremos a su corazón.
21 Solo hemos examinado tres de los métodos que Jesús usó para enseñar, pero ya entendemos perfectamente por qué los guardias que fueron a arrestarlo no estaban exagerando cuando dijeron: “¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”. En el siguiente capítulo veremos el método de enseñanza por el que probablemente es más famoso Jesús: el uso de ejemplos y comparaciones.
a Los guardias probablemente trabajaban para el Sanedrín y estaban bajo las órdenes de los sacerdotes principales.
b El apóstol Pablo es el único que cita esta frase, que se encuentra en Hechos 20:35. Quizás se la dijo alguien que escuchó a Jesús. También puede ser que el propio Jesús se la dijera a Pablo después de resucitar. O tal vez Jehová se la reveló.
c Los judíos pagaban como impuesto anual del templo dos dracmas, el salario habitual de dos días. Una obra especializada señala: “Este impuesto se empleaba principalmente en sufragar el costo de los holocaustos cotidianos [las ofrendas quemadas diarias] y de todos los sacrificios en general que se hacían en nombre del pueblo”.
d Editado por los testigos de Jehová.
e A esto a veces se le llama argumentos a fortiori. Esta expresión en latín significa “por un motivo más fuerte; con mayor razón o seguridad”.
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“Nunca les hablaba sin utilizar alguna comparación”“Ven y sé mi seguidor”
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CAPÍTULO DOCE
“Nunca les hablaba sin utilizar alguna comparación”
1-3. a) ¿De qué privilegio único disfrutaban los discípulos que acompañaban a Jesús, y cómo les facilitó él la tarea de recordar sus enseñanzas? b) ¿Por qué son fáciles de recordar las buenas comparaciones?
LOS discípulos que acompañan a Jesús en su ministerio disfrutan de un privilegio único: el de aprender directamente del Gran Maestro. Escuchan su voz mientras les revela el sentido de la Palabra de Dios y les explica verdades emocionantes. Todavía no ha llegado el momento de poner por escrito sus valiosas palabras, así que deben guardarlas en la mente y el corazón.a Jesús, sin embargo, les facilita la tarea de recordarlas. ¿De qué manera? Mediante sus métodos de enseñanza, sobre todo por su magistral uso de ejemplos y comparaciones.
2 Es un hecho que las buenas comparaciones no se olvidan fácilmente. Cierto escritor dijo que tienen la capacidad de “transformar los oídos en ojos y permitir que los oyentes piensen utilizando imágenes mentales”. Como normalmente pensamos mejor cuando nos formamos imágenes en la mente, los ejemplos y comparaciones nos ayudan a entender con más facilidad incluso las ideas abstractas. Además, hacen que las palabras cobren vida y nos enseñan lecciones que se quedan grabadas en la memoria.
3 No ha habido en la Tierra ningún maestro que usara ejemplos con tanta destreza como Jesucristo. Todavía hoy los recordamos fácilmente. ¿Por qué utilizaba este método de enseñanza con tanta frecuencia? ¿Por qué eran tan buenos sus ejemplos? Y nosotros, ¿cómo podemos aprender a usar este método?
Por qué enseñaba con comparaciones
4, 5. ¿Por qué usaba Jesús ejemplos y comparaciones?
4 La Biblia da dos razones importantes por las que Jesús enseñaba utilizando ejemplos. Por un lado, eso cumplió una profecía. En Mateo 13:34, 35 leemos: “Jesús les dijo todas estas cosas a las multitudes usando comparaciones. De hecho, nunca les hablaba sin utilizar alguna comparación. Así se cumplió lo que se había anunciado por medio del profeta, que dijo: ‘Abriré mi boca usando comparaciones’”. El profeta aquí mencionado es el escritor de Salmo 78:2. Inspirado por el espíritu santo, compuso este salmo siglos antes de que Jesús naciera. Pensemos en lo que esto significa: con cientos de años de anticipación, Jehová determinó que el Mesías enseñaría con ejemplos. Así que nuestro Dios debe valorar muchísimo este método de enseñanza.
5 Por otro lado, Jesús se valió de los ejemplos para distinguir a los que tenían un corazón que se había “hecho insensible” (Mateo 13:10-15; Isaías 6:9, 10). ¿Cómo lograba sacar a la luz los motivos de la gente? A veces, Jesús usaba comparaciones con la intención de que sus oyentes le hicieran preguntas para poder entender mejor lo que había explicado. Claro está, los humildes estaban dispuestos a preguntar, pero los orgullosos o indiferentes no (Mateo 13:36; Marcos 4:34). Así que los ejemplos de Jesús les revelaban la verdad a los humildes, y al mismo tiempo se la ocultaban a los orgullosos.
6. ¿Para qué otras cosas sirvieron los ejemplos de Jesús?
6 Los ejemplos de Jesús también sirvieron para muchas otras cosas. Captaban la atención de la gente, creaban imágenes mentales fáciles de comprender y, como se mencionó al principio de este capítulo, ayudaban a los oyentes a recordar lo que habían escuchado. El Sermón del Monte, según aparece en Mateo 5:3 a 7:27, es un claro ejemplo de que Jesús usaba muchas imágenes mentales en su enseñanza. Se calcula que este sermón contiene más de 50 figuras retóricas. Si lo leemos en voz alta, tardamos unos 20 minutos. Eso implicaría leer, como promedio, una figura retórica cada 20 segundos aproximadamente. No hay duda de que Jesús reconocía lo valioso que era pintar imágenes con palabras.
7. ¿Por qué hacemos bien en imitar a Jesús en el uso de ejemplos?
7 Como seguidores de Cristo, hacemos bien en imitar su modo de enseñar, lo que incluye el uso de ejemplos. Así como los condimentos hacen más sabrosas las comidas, los ejemplos bien pensados hacen más atractiva la enseñanza. Además, facilitan la comprensión de verdades importantes. Para saber cómo podemos poner en práctica este valioso método de enseñanza, primero analizaremos más de cerca algunos de los factores que contribuyeron a que los ejemplos de Jesús fueran tan efectivos.
Comparaciones sencillas
¿Cómo utilizó Jesús las aves y las flores para explicar que Dios cuida de nosotros?
8, 9. ¿Cómo usaba Jesús las comparaciones, y por qué eran tan efectivas?
8 Cuando Jesús enseñaba, se valía de comparaciones sencillas. Y, aunque eran breves, lograban pintar imágenes mentales impactantes y enseñar con claridad verdades espirituales muy valiosas. Por ejemplo, cuando animó a sus discípulos a no preocuparse por las necesidades diarias, puso como ejemplo a “las aves del cielo” y “los lirios del campo”. Las aves no siembran ni cosechan y los lirios no hilan ni tejen. Aun así, Dios los cuida. La lección es clara: si Dios cuida de las aves y las flores, ¡cómo no va a cuidar de los seres humanos que siguen “buscando primero el Reino”! (Mateo 6:26, 28-33).
9 Además, Jesús usó muchas veces un recurso aún más impactante: las metáforas. En ellas, se comparan dos cosas, hablando de una de esas cosas como si fuera la otra. Las metáforas de Jesús eran muy sencillas. Una vez les dijo a sus discípulos: “Ustedes son la luz del mundo”. El significado de esta imagen era muy claro: con sus palabras y obras ellos podían hacer resplandecer la luz de la verdad espiritual y ayudar a otros a glorificar a Dios (Mateo 5:14-16). Veamos otros dos casos: “Ustedes son la sal de la tierra”, y “Yo soy la vid y ustedes son las ramas” (Mateo 5:13; Juan 15:5). Sin duda, estas figuras retóricas son sencillas pero muy poderosas.
10. Dé algún ejemplo de cómo podríamos usar las comparaciones al enseñar.
10 ¿Cómo podría usted usar comparaciones al enseñar? No hace falta crear historias largas y complicadas. Piense, más bien, en situaciones sencillas. Supongamos que está hablando de la resurrección y quiere explicar que para Jehová no es difícil levantar a los muertos. ¿Qué ejemplo le vendría a la cabeza? La Biblia compara la muerte con quedarse dormido. Usted podría decir: “Dios puede resucitar a los muertos con la misma facilidad con que nosotros podemos despertar a alguien que está dormido” (Juan 11:11-14). O supongamos que quiere destacar que los hijos necesitan amor y cariño para desarrollarse bien. ¿Qué comparación podría utilizar? La Biblia dice que los hijos son “como retoños de un olivo” (Salmo 128:3). Usted podría decir: “Los hijos necesitan amor y cariño tal como las plantas necesitan sol y agua”. Cuanto más sencilla sea la comparación, más fácil de entender será.
Extraídas de la vida diaria
11. ¿Cómo reflejaban los ejemplos de Jesús algunas de las actividades cotidianas que probablemente vio cuando era niño?
11 Jesús fue un maestro en el uso de comparaciones relacionadas con la vida diaria. Muchos de sus ejemplos reflejaban costumbres que seguramente él observó mientras crecía en Galilea. Pensemos por un momento en su vida cuando era niño. ¿Cuántas veces habrá visto a su madre añadir levadura a la masa, moler granos para obtener harina, encender una lámpara o barrer la casa? (Mateo 13:33; 24:41; Lucas 15:8). ¿Cuántas veces habrá visto a los pescadores echar las redes en el mar de Galilea? (Mateo 13:47). ¿Cuántas veces habrá observado a los niños jugando en la plaza de mercado? (Mateo 11:16). Jesús sin duda se fijó en otras cosas comunes que incluyó en sus muchos ejemplos, como la siembra de semillas, los alegres banquetes de bodas o los campos de cereales que maduraban al sol (Mateo 13:3-8; 25:1-12; Marcos 4:26-29).
12, 13. ¿Por qué es significativo que Jesús situara la parábola del buen samaritano en el camino que iba “de Jerusalén a Jericó”?
12 En sus ejemplos, Jesús usaba detalles con los que la gente estaba muy familiarizada. Por ejemplo, en su parábola del buen samaritano empezó diciendo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que le quitaron hasta la ropa y lo golpearon, y se fueron dejándolo medio muerto” (Lucas 10:30). Es significativo que Jesús situara esta historia en el camino que iba “de Jerusalén a Jericó”. Él la contó cuando estaba en Judea, no muy lejos de Jerusalén. Así que sus oyentes conocían muy bien aquella ruta. Sabían lo peligrosa que era, en especial para alguien que viajaba solo, pues tenía que atravesar terrenos solitarios en los que había muchos lugares donde los asaltantes podían esconderse.
13 Jesús incluyó otros detalles conocidos sobre este camino. Según la parábola, primero pasó por allí un sacerdote y luego un levita, pero ninguno se detuvo a ayudar a la víctima (Lucas 10:31, 32). Los sacerdotes servían en el templo de Jerusalén, y los levitas eran sus ayudantes. Cuando no trabajaban en el templo, muchos de ellos se quedaban en Jericó, a solo unos 21 kilómetros (13 millas) de Jerusalén. Por eso, no era raro verlos viajar por ese camino. Observemos, además, que Jesús dijo que aquel hombre “bajaba” —no que subía— “de Jerusalén”, lo cual tenía sentido para sus oyentes. Jerusalén estaba en un lugar más alto que Jericó. Así que alguien que viniera “de Jerusalén” en realidad siempre “bajaba”.b Detalles como este indican que el Hijo de Dios tenía en cuenta lo que sabía la gente que lo escuchaba.
14. ¿Cómo podemos tomar en consideración a nuestros oyentes cuando usemos ejemplos?
14 Del mismo modo, nosotros debemos tomar en consideración a nuestros oyentes al elegir ejemplos. ¿Qué factores podríamos tomar en cuenta? Quizás su edad, su origen, sus antecedentes familiares o su trabajo. Por ejemplo, una comparación que gire en torno a las labores agrícolas se entenderá mejor en una zona rural que en una gran ciudad. Y, si pensamos en la vida diaria de las personas que nos escuchan —en asuntos como sus hijos, su casa, sus pasatiempos, lo que suelen comer—, sacaremos ejemplos que les lleguen al corazón.
Extraídas de la creación
15. ¿Por qué Jesús sabía tanto sobre la creación?
15 Muchas de las comparaciones de Jesús demuestran que sabía mucho del mundo natural: de las plantas, los animales y las fuerzas de la naturaleza (Mateo 16:2, 3; Lucas 12:24, 27). ¿Dónde aprendió todo eso? Seguro que tuvo muchas oportunidades de observar la creación durante su infancia y juventud en Galilea. Pero, sobre todo, debemos recordar que él es “el primogénito de toda la creación” y que Jehová lo utilizó como “un obrero experto” para crear todo lo que hay (Colosenses 1:15, 16; Proverbios 8:30, 31). ¡Con razón sabía tanto sobre la creación! Veamos cómo aplicó hábilmente estos conocimientos.
16, 17. a) ¿Qué indica que Jesús conocía muy bien el comportamiento de las ovejas? b) ¿Qué ejemplo muestra que las ovejas realmente conocen la voz de su pastor?
16 Por ejemplo, Jesús dijo que él era “el pastor excelente” y sus seguidores “las ovejas”. Las palabras de Jesús indican que conocía muy bien el comportamiento de este animal. Sabía que entre el pastor y sus ovejas existe un vínculo único. Había visto que las ovejas no son desconfiadas, que se dejan dirigir y que siguen fielmente a su pastor. ¿Y por qué lo siguen? Jesús mismo dijo: “Porque conocen su voz” (Juan 10:2-4, 11). ¿De veras conocen las ovejas la voz de su pastor?
17 En su libro Geografía histórica de la Tierra Santa, George Adam Smith relató lo que él mismo había visto. Dijo: “Algunas veces disfrutamos nuestro descanso de mediodía junto a uno de aquellos pozos judeos, a los que bajan tres o cuatro pastores con sus rebaños. Los rebaños se mezclan entre sí, y nos preguntábamos cómo cada pastor iba a reunir de nuevo al suyo”. ¿Y qué pasaba entonces cuando las ovejas terminaban de beber y juguetear? El autor explicó: “Los pastores uno a uno se iban a diferentes sitios del valle, y cada uno llamaba con su peculiar llamada, y las ovejas de cada uno salían de la multitud y se iban con su propio pastor, y los rebaños se iban con tanto orden como habían venido”. Así que Jesús usó el ejemplo perfecto para destacar lo que quería enseñar: que “el pastor excelente” nos cuidará si reconocemos sus enseñanzas, si las obedecemos y si seguimos su guía.
18. ¿Dónde podemos encontrar información sobre la creación de Jehová?
18 ¿Cómo podemos aprender a usar ejemplos extraídos de la creación? Las características de los animales pueden servirnos de inspiración para hacer comparaciones sencillas pero efectivas. ¿Dónde encontramos detalles sobre la creación de Jehová? La Biblia incluye mucha información sobre una gran variedad de animales, y a veces se vale de sus características para enseñarnos algo. Por ejemplo, habla de personas rápidas como las gacelas y veloces como los leopardos. Además, habla de ser cautelosos como las serpientes e inocentes como las palomas (1 Crónicas 12:8; Habacuc 1:8; Mateo 10:16).c También pueden ser muy útiles las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, así como los artículos y videos de la serie “¿Lo diseñó alguien?”, de jw.org. Si reflexionamos en lo que nos enseñan estos recursos sobre las maravillas de la creación de Jehová, podremos extraer comparaciones y ejemplos sencillos.
Extraídas de situaciones conocidas
19, 20. a) ¿Cómo utilizó Jesús un suceso reciente para desenmascarar una creencia falsa? b) ¿Cómo podemos usar nosotros situaciones y experiencias de la vida real al enseñar?
19 También podemos sacar buenas comparaciones de situaciones de la vida real. En cierta ocasión, Jesús se valió de un suceso reciente para demostrar que las tragedias no son un castigo que recibe la gente mala. Dijo: “Los 18 que murieron cuando la torre de Siloam les cayó encima, ¿creen que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén?” (Lucas 13:4). Esas 18 personas no murieron porque Dios las hubiera castigado por cometer algún pecado. Más bien, murieron trágicamente por culpa de un “mal momento” y un “suceso imprevisto” (Eclesiastés 9:11). Así, Jesús desenmascaró una enseñanza falsa hablando de un incidente que sus oyentes conocían bien.
20 ¿Y cómo podemos usar situaciones y experiencias de la vida real al enseñar? Supongamos que estamos hablando del cumplimiento de la profecía de Jesús sobre la señal de su presencia (Mateo 24:3-14). Podríamos citar noticias recientes sobre guerras, hambrunas o terremotos para demostrar el cumplimiento de rasgos concretos de la señal. O imaginémonos que estamos hablando de los cambios necesarios para ponerse la nueva personalidad y que, para explicarlo, queremos utilizar una experiencia (Efesios 4:20-24). ¿Dónde podríamos encontrar una? Podríamos usar el ejemplo de algún hermano de la congregación o basarnos en algún relato que haya aparecido en alguna publicación de los testigos de Jehová. También podríamos buscar en la sección “La Biblia les cambió la vida”, de jw.org.
21. ¿Qué recompensas recibimos por ser maestros eficaces de la Palabra de Dios?
21 No hay duda de que Jesús fue el Gran Maestro. Como hemos visto en esta sección, el centro de su vida era enseñar y predicar las buenas noticias (Mateo 4:23). Para nosotros, esa labor también es el centro de nuestra vida. Cuando nos esforzamos por ser maestros eficaces, recibimos grandes recompensas. Cuando enseñamos, damos de nosotros mismos, y por eso sentimos una gran felicidad (Hechos 20:35). Y sentimos esta felicidad porque sabemos que lo que les estamos enseñando a los demás es la verdad acerca de Jehová y que esto les beneficiará para siempre. Además, nos sentimos felices al saber que estamos siguiendo el ejemplo de Jesús, el mejor Maestro que ha pisado la Tierra.
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