Los jóvenes preguntan...
¿Son peligrosos los juegos de simulación?
“Es soltar las riendas de la imaginación. A veces eres un mago, otras, un guerrero. Puedes asumir cuanto personaje se te antoje, no existen límites.”—Christophe.
“SÉ TODO lo que no puedas ser.” Cierta revista citaba este lema en su reseña de un popular juego de fantasía. A millones de jóvenes les resulta sumamente atrayente poder escaparse al mundo fantástico de los juegos de simulación (también conocidos como juegos de rol). Pero, ¿qué son exactamente estos juegos?
Según el libro Jeux de rôle (Juegos de simulación), “cada jugador encarna a un personaje legendario en una misión o búsqueda, y se prepara para vivir una aventura en un mundo imaginario”. El propósito del juego es desarrollar este personaje adquiriendo la experiencia, el dinero, las armas o los poderes mágicos que sean necesarios a fin de cumplir la misión.
Los juegos de rol se popularizaron en la década de los setenta gracias al juego Dungeons and Dragons (Dragones y mazmorras).a Desde entonces, han evolucionado hasta convertirse en una industria multimillonaria que abarca juegos de mesa, naipes coleccionables, libros interactivos, videojuegos y hasta juegos en vivo en los que se escenifican las aventuras. Parece que hay más de seis millones de aficionados en Estados Unidos y cientos de miles en Europa. Muchas escuelas de enseñanza secundaria de Francia cuentan con clubes de juegos de simulación, y en Japón, los videojuegos basados en ellos son los más populares.
Quienes defienden dichos juegos alegan que estimulan la imaginación, desarrollan la habilidad de resolver problemas y promueven las relaciones de grupo. Pero sus detractores los relacionan con suicidios, asesinatos, violaciones, profanaciones de tumbas y el satanismo. En Madrid (España) se arrestó a dos jóvenes sospechosos de haber dado muerte a un hombre de 52 años en el curso de un juego de rol en vivo. En Japón, un adolescente mató a sus padres y se cortó las venas como final de un juego parecido. Si bien es cierto que estas son excepciones, pues la mayoría de los jugadores son inteligentes y sociables, los jóvenes cristianos hacen bien en preguntarse: “¿Me conviene participar en juegos de rol? ¿Debo tener cautela?”.
La violencia y el ocultismo
Los juegos de simulación varían enormemente, tanto en forma como en contenido. Con todo, la violencia está presente en muchos de ellos, si no en la mayoría. De hecho, en los universos imaginarios creados por esos pasatiempos, la violencia suele ser esencial para avanzar o para sobrevivir. Entonces, ¿cómo armonizaría la participación en dichos juegos con las normas bíblicas? Proverbios 3:31 dice: “No envidies al hombre violento ni imites su conducta” (Biblia de América). La Biblia también nos exhorta a ‘buscar la paz y seguir tras ella’, no tras la violencia (1 Pedro 3:11).
Otra inquietud es que la magia suele ocupar un lugar prominente en estos juegos. Con frecuencia, los participantes se convierten en hechiceros u otros personajes que emplean poderes mágicos para eliminar los obstáculos o a los enemigos. Se informa que en cierto juego popular “los jugadores pueden asumir el papel de ángeles o demonios al servicio de arcángeles o príncipes demoníacos [...]. El trasfondo sacrílego lo mantiene divertido”. Un juego de computadora hasta permite al jugador transformarse en un ser todopoderoso simplemente escribiendo la palabra Satanás.
Algunos jóvenes cristianos han razonado que los juegos de simulación no tienen nada de malo siempre y cuando no se les dedique demasiado tiempo. “Es solo un juego”, dijo un joven. Tal vez, pero Dios les dijo a los israelitas que no practicaran el ocultismo. La Ley dada a Moisés declara que ‘todo el que emplee adivinación, practique magia o busque agüeros o sea hechicero, o que ate a otros con maleficio o consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos [...] es algo detestable a Jehová’ (Deuteronomio 18:10-12).
Por lo tanto, ¿sería prudente participar en un juego que fomente el ocultismo? ¿No equivaldría el representar papeles de personajes con poderes mágicos a ahondar en “las ‘cosas profundas de Satanás’”? (Revelación [Apocalipsis] 2:24.) Un joven admite: “Después de pasarme todo el día inmerso en un juego de rol, tenía miedo de salir de casa. Creía que me iban a atacar”. ¿Puede ser saludable algo que genere tal temor paralizador?
Otros factores
“El tiempo que queda está reducido”, dice 1 Corintios 7:29. Así que otra preocupación fundamental con relación a los juegos de simulación es la cantidad de tiempo que con frecuencia exigen. Algunos juegos consumen horas, días o hasta semanas. Es más, el personaje puede ser tan absorbente, incluso adictivo, que todo lo demás pase a un segundo plano. “Después de pasar cada etapa —reconoce un joven—, quería mayores desafíos y más realismo. De veras me hice adicto.” ¿Cómo afectaría tal adicción a tus tareas escolares y las actividades espirituales? (Efesios 5:15-17.)
Un joven japonés recuerda: “Siempre estaba pensando en el siguiente movimiento que haría, aunque no estuviera jugando. En la escuela y durante las reuniones tenía la mente en el juego. Llegué al punto en que no podía pensar en nada más. Mi espiritualidad estaba por los suelos”. Christophe, mencionado al principio, dice que él estaba “desconectado del mundo real”. Es cierto que hay ‘tiempo de reír y tiempo de dar saltos’, pero ¿debería permitirse que el esparcimiento desplazara las actividades espirituales? (Eclesiastés 3:4.)
Piensa, además, en la clase de espíritu que fomentan estos juegos. Una revista francesa promociona un juego de simulación con las siguientes palabras: “Te encontrarás con una gama de experiencias decadentes, malsanas y perversas, organizadas y calculadas para helarte la sangre y cambiar para siempre tu concepto del mundo”. ¿Armoniza dicho espíritu con el consejo bíblico de ser “pequeñuelos en cuanto a la maldad”? (1 Corintios 14:20.) Con el tiempo, Christophe llegó a la conclusión de que los juegos en los que participaba no eran “compatibles con la moral cristiana”. Y agregó: “No concebía la idea de participar en la predicación, asistir a las reuniones y aprender cosas buenas como el amor cristiano, y por otro lado personificar un papel que no tenía nada que ver con el cristianismo. No lo veía lógico”.
¿Ilusión o realidad?
A muchos jóvenes les gustan esos juegos porque les sirven para huir de la realidad. Pero, ¿es saludable sumergirse en un mundo de fantasía? El sociólogo francés Laurent Trémel explica: “El universo real, dominado por la incertidumbre en cuanto al futuro, [...] contrasta drásticamente con esos universos virtuales, aunque muy realistas, en los que uno finalmente domina las reglas y puede moldear a un personaje para que refleje lo que uno es o lo que a uno le gustaría ser”. Del mismo modo, la experta en salud mental Etty Buzyn señala: “En el juego, los jóvenes se imaginan que llevan una vida llena de peligros y que están rehaciendo el mundo, pero en realidad no se enfrentan a ningún peligro verdadero. Escapan de la sociedad y de sus límites”.
A la larga, dicho escapismo lleva irremediablemente a la frustración, pues las realidades de la vida están esperando cuando concluye el juego, y con el tiempo hay que hacerles frente. La verdad es que ningún éxito o aventura que se tenga con un personaje imaginario compensará jamás el fracaso o la mediocridad en la vida real. Lo más inteligente es afrontar directamente las realidades de la vida. Agudiza tus facultades perceptivas encarando situaciones verídicas (Hebreos 5:14). Cultiva las cualidades espirituales que te permitan enfrentar con éxito los problemas (Gálatas 5:22, 23). Eso es mucho más satisfactorio y remunerador que participar en cualquier juego.
Esto no quiere decir que todos los juegos en los que se representan papeles son perjudiciales. Aun en tiempos bíblicos, los niños participaban en juegos que se basaban hasta cierto grado en la fantasía y en los que se interpretaban personajes, como hasta Jesús mismo observó (Lucas 7:32). Además, él no condenó las actividades recreativas inocentes. Sin embargo, los jóvenes cristianos, al igual que sus padres, deben seguir “asegurándose de lo que es acepto al Señor” (Efesios 5:10). Al pensar en un juego, pregúntate: “¿Refleja ‘las obras de la carne’? ¿Estorbará mi relación con Dios?” (Gálatas 5:19-21). Si tienes en cuenta esos factores, podrás tomar una decisión prudente con respecto a los juegos de simulación.
[Nota]
[Ilustraciones de la página 13]
¿Qué clase de espíritu fomentan algunos juegos de simulación?