El práctico Furoshiki
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN JAPÓN
El furoshiki es una tela japonesa que se utiliza para envolver, pero una tela un tanto diferente. Su aspecto es hermoso, y su tacto, agradable. Se ata de forma atractiva. Elegir y atar un furoshiki se ha convertido en un arte, transmitido de generación en generación durante más de mil años.
NO SIRVE cualquier tela. Se deben tener en cuenta el color, el diseño y el material. La ocasión también dicta qué furoshiki se utilizará. Por ejemplo, un regalo se puede entregar envuelto en un furoshiki de seda estampado con motivos tradicionales, como capullos de cerezo o ciruelo. A veces, la persona que hace el regalo insiste en que la que lo recibe acepte la envoltura como parte del mismo.
Desde luego, hay telas para envolver de distintos tamaños y apropiadas para diversos usos. En ellas pueden envolverse desde sandías redondas hasta botellas alargadas de vino de arroz. Algunos furoshiki son tan grandes que se pueden envolver con ellos tres o cuatro almohadones. Estas coberturas suelen estar confeccionadas de algodón, y ejercen una fascinación especial en los niños pequeños, que lo pasan muy bien jugando a disfrazarse con ellas. Por otro lado, algunos niños utilizan telas muy pequeñas. De hecho, una mirada a las bolsas del almuerzo de los niños revela que las toallitas de aseo y los pañuelos sirven también de mini furoshiki. Cuando los desdoblan para comer el almuerzo, los usan como servilletas. Sin embargo, la mayoría tienen el tamaño aproximado de un pañuelo de cabeza cuadrado.
La forma común de utilizar un furoshiki en Japón es colocando en diagonal en medio de la tela el objeto que se va a envolver. Si el paquete tiene forma oblonga, la tela que sobra a los lados se dobla con esmero alrededor del paquete, primero a un lado y luego al otro para que cada lado quede doblado en una dirección diferente. Así quedan dos esquinas de la tela asomando por los lados. Ahora llega la parte difícil: se juntan ambas esquinas delicadamente sobre el paquete y se atan con un nudo doble. Lo ideal es que este pequeño nudo se parezca al final a una elegante mariposa. Sin embargo, dependiendo del tamaño del paquete, las “alas” de la mariposa podrán parecerse más a un par de orejas de conejo. No todo está perdido; en unos segundos se pueden convertir en un bonito lazo.
En caso de un paquete cuadrado, las esquinas opuestas del furoshiki se atan sobre su parte superior, con un nudo sobre el otro de modo que solo se vea uno de ellos. Los japoneses saben cómo tensar toda la tela y disponerla en recogidos atractivos sobre la parte de arriba. La forma bien delineada es elegante. Aunque el paquete puede llevarse por el nudo, cuando se trata de un regalo, por lo general se sujeta por abajo para que no pierda la forma.
El significado literal de la palabra furoshiki es “tela de baño”, nombre que se popularizó durante el siglo XVII. En aquella época, los ciudadanos, muy afectados por el miedo a los incendios, procuraban no encender fuegos en sus casas para calentar el agua de los baños. Como resultado, no les quedaban muchas más opciones que la de acudir a los baños públicos. Allí extendían su tela cuadrada, se desvestían y envolvían su ropa en ella mientras se bañaban. Los baños públicos han desaparecido casi por completo, pero el nombre furoshiki, “tela de baño”, se conserva.
En una época en que las tradiciones están desapareciendo muy deprisa, el furoshiki sobrevive. La mayoría de las familias dicen tener unos ocho, lo que parece confirmarse echando una mirada a las rejillas portaequipaje de los trenes bala de Japón. Los pasajeros vestidos con ropas occidentales mezclan a conveniencia lo viejo con lo nuevo, lo tradicional con lo moderno.
Las ventas disminuyeron durante un tiempo cuando las tiendas empezaron a dar a sus clientes bolsas grandes de plástico y de papel. Sin embargo, han vuelto a cambiar las tendencias. Las marcas famosas y los diseños modernos convierten a los furoshiki en algo irresistible para las jóvenes japonesas que quieren ir a la moda. Un furoshiki complementa con un kimono muchísimo mejor que un bolso de piel. Por eso, cuando se utiliza el kimono en ocasiones especiales, también se emplea el furoshiki para los paquetes grandes.
De hecho, se podría decir mucho más de las telas para envolver. Los furoshiki confeccionados con fibras naturales no dañan el medioambiente. Se pueden utilizar una y otra vez. Son pequeños, ligeros y resultan muy fáciles de llevar. Se pueden transformar en bolsas de cualquier forma o tamaño en un instante. En manos de los turistas extranjeros que los admiran, pero que no saben para que sirven, se convierten en hermosos chales y en centros de mesa. Y últimamente los japoneses han empezado a copiar a los extranjeros y a utilizar los furoshiki de la misma forma: de salvamanteles, mantas de colores, delantales, colgaduras de pared y cualquier otra cosa imaginable. De hecho, la gente está descubriendo lo práctico que puede resultar un furoshiki.