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La infame ramera... su destrucciónLa Atalaya 1989 | 15 de abril
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El papa Pío XI dijo a los enviados alemanes que se alegraba mucho de que “el gobierno alemán ahora estuviera bajo la dirección de un hombre que se opone inflexiblemente al comunismo”, y el 20 de julio de 1933, en una ceremonia elaborada en el Vaticano, el cardenal Pacelli (quien pronto llegaría a ser el papa Pío XII) firmó el concordatoa.
3. a) ¿Qué escribió un historiador acerca del Concordato entre el Estado nazi y el Vaticano? b) Durante las celebraciones en el Vaticano, ¿qué honor se le confirió a Franz von Papen? c) ¿Cómo ayudó Franz von Papen a los nazis a dominar en Austria?
3 Un historiador escribe: “El Concordato [con el Vaticano] fue una gran victoria para Hitler. Le dio el primer apoyo moral que había recibido del mundo exterior, y esto, de la fuente más ensalzada”. Durante las celebraciones en el Vaticano, Pacelli confirió a Von Papen la elevada decoración papal de la Gran Cruz de la Gran Orden de Píob. Winston Churchill, en su libro The Gathering Storm (La tempestad se forma), publicado en 1948, dice que Von Papen también usó “su reputación de buen católico” para obtener apoyo eclesiástico para los nazis cuando estos se apoderaron de Austria. En 1938, en honor del cumpleaños de Hitler, el cardenal Innitzer ordenó que todas las iglesias de Austria enarbolaran la esvástica, tocaran las campanas y oraran por el dictador nazi.
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[Recuadro en la página 11]
EL SILENCIO DEL PAPA
En su libro Franz von Papen—His Life and Times (Franz von Papen... su vida y sus tiempos), publicado en 1939, H. W. Blood-Ryan da detalles de las intrigas mediante las cuales aquel caballero papal puso en el poder a Hitler y negoció el concordato del Vaticano con los nazis. Respecto a los terribles pogromos, en los que se incluyó a los judíos, los testigos de Jehová y otros grupos, el autor declara: “¿Por qué guardó silencio Pacelli [el papa Pío XII]? Porque en el plan de Von Papen para un Sacro Imperio Romano de los alemanes occidentales vio en el futuro una Iglesia Católica más vigorosa, y al Vaticano de nuevo ejerciendo poder temporal [...] Ese mismo Pacelli ejerce ahora el poder de una dictadura espiritual sobre millones de almas, aunque casi nada dijo contra la agresión y la persecución hitlerianas. [...] Mientras escribo estas líneas, tres días de degüello han pasado y del Vaticano no ha salido ni una oración por las almas de los combatientes, aproximadamente la mitad de los cuales son católicos. El ajuste de cuentas será terrible cuando estos hombres, desprovistos de todas sus influencias terrestres, estén delante de su Dios, Quien pedirá que le rindan cuentas. ¿Qué excusa pudieran tener? ¡Ninguna!”.
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