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Dios... ¿es en realidad una Persona?La Atalaya 1987 | 1 de abril
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Dios... ¿es en realidad una Persona?
“TIENE que haber un Dios”, declaró el número del 14 de agosto de 1981 del periódico Daily Express. Esto era parte de un informe de lo que aparentemente era la conversión de dos científicos prominentes a una creencia en Dios. Acababan de llegar a aquella convicción como resultado de descubrir las enormes probabilidades matemáticas en contra de que la vida hubiera surgido espontáneamente. Sin embargo, ¿qué querían decir estos dos nuevos creyentes cuando hablaban de “Dios”? El Daily Express informa: “Sugieren que Dios ES el universo”.
Si usted cree en Dios, ¿cómo lo concibe? ¿Lo ve también como una inteligencia indefinible, una fuerza abstracta omnipresente, un gran “Algo”, o lo ve como una Persona definible, inteligente?
A algunos se les hace difícil pensar que Dios sea una Persona. Quizás hasta piensen que el verlo así lo reduce simplemente a un ser parecido a un humano... como en la imagen infantil de un ancianito de largas barbas blancas vestido con sotana y capucha y sentado en una nube. O como Miguel Ángel pintó a Dios en su famoso fresco del techo de la capilla Sixtina, un anciano musculoso y dinámico que flota en el aire.
Es verdad que cuando oímos la palabra “persona” puede que automáticamente pensemos en un ser humano. El Diccionario de la lengua española, por ejemplo, define “persona” como: “individuo de la especie humana”, pero también dice que es: “supuesto inteligente”. La Gran Enciclopedia Larousse también dice que “persona” es un apelativo “que se aplica a quien es de buen trato y tiene cualidades morales”. Por lo tanto, se puede pensar que Dios es una Persona sin que se le pinte como humano.
Pero algunos pudieran presentar esta objeción: ‘¿Qué importa el que se vea a Dios como una fuerza abstracta o se le vea como una Persona?’ Pues bien, si Dios es simplemente una fuerza, un “Algo”, ¿no significa eso que la vida humana es también puramente mecánica? Resultaría que el hombre llegaría a ser solo un objeto, un tornillo en una gran máquina. Pero si Dios es una Persona inteligente, ¿no daría eso mayor significado a la vida? Ciertamente presentaría la posibilidad de entrar en una relación con Dios... no una relación entre dos objetos, sino entre dos personas.
Obviamente una relación personal con Dios sería muy deseable. Pero, para empezar, ¿cómo sabemos si Dios es una Persona o no? Y, si lo es, ¿cómo podemos tener con él tal relación? Veamos lo que la Biblia dice sobre este asunto.
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Cómo podemos conocer a DiosLa Atalaya 1987 | 1 de abril
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Cómo podemos conocer a Dios
HAY quien cree que Dios está en todas partes, presente en las estrellas y en los planetas, en el arco iris, en el ala de un ave, en una hoja. Sin embargo, la Biblia enseña que Dios como Persona se encuentra en un lugar específico. El sabio rey Salomón dijo en una oración a Dios: “Tienes que oír desde los cielos, el lugar establecido de tu morada”. Y en el libro bíblico de Isaías, Dios mismo dice estas palabras: “Los cielos son mi trono”. (1 Reyes 8:49; Isaías 66:1.)
Aunque Dios mismo no está presente en su creación, las características de su personalidad se reflejan en ella. Dijo el apóstol Pablo en Romanos 1:20: “Las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta el poder sempiterno y la Divinidad de él”. En términos similares, el salmista David escribió: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando. Un día tras otro día hace salir burbujeando el habla, y una noche tras otra noche manifiesta conocimiento”. (Salmo 19:1, 2.)
Sí, ¡levante la vista en una noche de cielos estrellados y medite por un momento en la enorme sabiduría y el poder que tienen que haberse necesitado para crear y sostener el universo! (Compárese con Isaías 40:26.) Ciertamente la creación es una fuente inagotable de información acerca de la personalidad de Dios. Y jamás puede el hombre percibir totalmente el enorme testimonio que la creación da acerca de las cualidades y atributos de Dios. El libro de Job nos recuerda lo siguiente: “¡Miren! Éstos son los bordes de sus caminos, ¡y qué susurro de un asunto se ha oído acerca de él!”. (Job 26:14.) Un antiguo dicho sueco asegura: ‘El amo es mayor que sus obras’. Por consiguiente, si la creación es grande, ¡Dios debe ser mayor que ella!; si la creación evidencia sabiduría, ¡Dios debe ser más sabio!; si la creación demuestra poder, ¡Dios debe ser más poderoso todavía!
La Biblia: el libro de Dios
La creación, pues, da mucha información acerca de Dios. Sin embargo, ¿pudiera usted saber el nombre de Dios como resultado de su estudio de la creación? ¿Le revelará ese estudio el propósito que hay tras la creación, o por qué él permite la maldad? La respuesta a esas preguntas exige más que solamente un estudio de las obras materiales de Dios. Podemos agradecer el hecho de que Dios se ha encargado de que en la Biblia se dé esta información acerca de él.
En ella nunca se presenta a Dios como un intelecto abstracto e indefinible, o como una fuerza o poder omnipresente. En Hechos 3:19 leemos acerca de “la persona de Jehová”. Cuando su Hijo, Jesucristo, fue levantado de entre los muertos, la Biblia dice que entró en el cielo mismo para comparecer delante de “la persona [literalmente: “rostro”] de Dios”. (Hebreos 9:24, Kingdom Interlinear.) Ciertamente Jesús nunca llamó a Dios una Gran Fuerza, un Intelecto Infinito, ni le aplicó otro término abstracto cuando habló acerca de él y le oró. Al contrario, muchas veces lo llamó Padre celestial, un término que revelaba su profunda intimidad con Dios. (Mateo 5:48; 6:14, 26, 32.)
Como vemos, Dios no es un “Algo” sin nombre, sino una Persona que tiene nombre. Salmo 83:18 dice: “Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra”. Es verdad que la Biblia también usa títulos o términos descriptivos para Dios: “Todopoderoso”, “Rey de la eternidad”, “salvador”, “Pastor”, “Anciano de Días”, “superintendente”, “Magnífico Instructor”, “Magnífico Hacedor”, “Roca”. (Rut 1:20; 1 Timoteo 1:17; Isaías 43:11; Salmo 23:1; Daniel 7:9, 13, 22; 1 Pedro 2:25; Isaías 30:20; 54:5; Deuteronomio 32:4.) Sin embargo, esos términos revelan otros aspectos de la personalidad de Dios, como su omnipotencia, su interés amoroso en su pueblo y su sabiduría infinita.
Porque Dios es una Persona, también tiene gustos y disgustos... hasta sentimientos. La Biblia nos dice que ama a su pueblo (1 Reyes 10:9), se regocija por sus obras (Salmo 104:31), odia la idolatría (Deuteronomio 16:22) y se siente herido por la maldad o iniquidad (Génesis 6:6). En 1 Timoteo 1:11 hasta se llama a Dios “el Dios feliz”.
Cómo conocer a Dios íntimamente
Es verdad que no hay mente humana lo suficientemente amplia como para absorber una revelación plena de la personalidad de Dios. “¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos! Porque ‘¿quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, o quién se ha hecho su consejero?’” (Romanos 11:33, 34.) No obstante, para el que tiene fe Dios puede ser tan real como cualquier otra persona. La Biblia nos dice que Noé “andaba con el Dios verdadero”, como si Jehová estuviera justamente a su lado. (Génesis 6:9.) Dios también era tan real para Moisés que él se comportaba como si “viera a Aquel que es invisible”. (Hebreos 11:27.) Y de Abrahán se decía que era “amigo de Jehová”. (Santiago 2:23.)
Por supuesto, Dios se reveló, de persona a persona, a Noé, Abrahán y Moisés. ‘Pues, si Dios se me revelara a mí de manera tan personal —pudieran decir algunos— sería real para mí también.’ Pero recuerde que Noé, Abrahán y Moisés no tenían la Biblia. No sabían nada acerca de Jesucristo ni de las docenas de profecías que él cumplió. Por eso, todo lo que Jesucristo reveló acerca de Dios les era desconocido. En aquellas circunstancias, era necesario y propio que Dios diera las revelaciones directas que de sí mismo dio.
Sin embargo, hoy tenemos tanto la Biblia como la perspectiva de siglos de cumplimiento de profecías bíblicas. Tenemos el registro evangélico de la vida, obras y palabras de Jesucristo. Y Pablo dice: “En él [Cristo] mora corporalmente toda la plenitud de la cualidad divina”. (Colosenses 2:9.) Sí; nosotros podemos conocer a Dios con una intimidad que no era posible en los días de los patriarcas. ¿No compensa esto en gran manera por el hecho de que no se nos ha revelado directamente?
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