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  • Desarrollemos el corazón para temer a Jehová
    La Atalaya 2001 | 1 de diciembre
    • Desarrollemos el corazón para temer a Jehová

      “¡Si tan solo desarrollaran este corazón suyo para temerme y guardar todos mis mandamientos siempre [...]!” (DEUTERONOMIO 5:29.)

      1. ¿Por qué estamos seguros de que un día viviremos libres del temor?

      EL HOMBRE lleva siglos dominado por el miedo. A millones de seres les inquieta la posibilidad de caer víctimas del hambre, la enfermedad, el delito o la guerra. Por esta razón, el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos expresa la aspiración de que todos gocemos de libertad del temor.a Felizmente, Dios nos garantiza que dicho anhelo se hará realidad, aunque no gracias a las gestiones humanas. Jehová nos promete, por boca del profeta Miqueas, que en su nuevo mundo reinará la justicia y ‘nadie hará temblar a su pueblo’ (Miqueas 4:4).

      2. a) ¿Qué exhortaciones a temer a Dios hallamos en las Escrituras? b) ¿Qué preguntas pudieran surgir al examinar nuestra obligación de temer a Dios?

      2 Por otro lado, hay temores constructivos. Así, las Escrituras instan vez tras vez a los siervos de Dios a que le teman. Por ejemplo, Moisés dijo a los israelitas: “A Jehová tu Dios debes temer, y a él debes servir” (Deuteronomio 6:13). Siglos después, Salomón escribió: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre” (Eclesiastés 12:13). Y en la predicación, que supervisan los ángeles, nosotros también hacemos esta exhortación a todo el mundo: “Teman a Dios y denle gloria” (Revelación [Apocalipsis] 14:6, 7). Pero, además de temer a Jehová, los cristianos tienen que amarlo con todo su corazón (Mateo 22:37, 38). Pues bien, ¿cómo es posible tenerle cariño y temor al mismo tiempo? ¿Por qué hay que temerle si es un Dios de amor? ¿Qué beneficios obtenemos al cultivar tal actitud? Para contestar debidamente estas preguntas, hemos de comprender primero qué implica este sentimiento y cómo constituye una parte fundamental de nuestra relación con Jehová.

      Admiración, reverencia y temor

      3. ¿Qué significa el temor de Dios?

      3 Los cristianos deben manifestar temor de Dios, es decir, gran admiración y profunda reverencia al Creador, y sano miedo a desagradarle. Por consiguiente, esta virtud incide en dos aspectos clave de nuestra vida: la actitud ante nuestro Hacedor y la actitud ante la conducta que él odia. Es obvio que ambos factores son fundamentales y merecen un análisis detallado. Como indica el Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo, de Vine, este respeto reverencial constituye un “motivo controlador de la vida [del cristiano], en asuntos espirituales y morales”.

      4. ¿Cómo podemos cultivar admiración y reverencia al Creador?

      4 ¿Cómo podemos cultivar admiración y reverencia al Creador? Nos maravilla ver un hermoso paisaje, una impresionante cascada o una espectacular puesta de sol. Es un sentimiento que crece al percibir, con los ojos de la fe, que tras dichas obras se halla la mano del Todopoderoso. Además, al igual que el rey David, nos percatamos de nuestra propia insignificancia ante la imponente creación de Jehová. “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente [...]?” (Salmo 8:3, 4.) La profunda admiración nos llena de reverencia, lo cual nos mueve a darle gracias y alabarlo por todo lo que hace a favor de nosotros. David también escribió: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma” (Salmo 139:14).

      5. ¿Por qué debemos temer a Jehová, y quiénes dan un buen ejemplo al respecto?

      5 La admiración y reverencia generan un miedo sano y respetuoso ante el poder de Dios como Creador y su autoridad como legítimo Soberano del universo. En una visión del apóstol Juan, “los que salen victoriosos de la bestia salvaje y de su imagen” —los seguidores ungidos de Cristo en su posición celestial— proclaman: “Grandes y maravillosas son tus obras, Jehová Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de la eternidad. ¿Quién no te temerá verdaderamente, Jehová, y glorificará tu nombre [...]?” (Revelación 15:2-4). El temor de Dios, que nace de una profunda reverencia ante su majestad, impulsa a quienes reinan con Cristo en el cielo a honrar a Jehová, la autoridad suprema. Cuando reflexionamos en todos sus logros y en la justicia con que él rige el universo, ¿no tenemos sobradas razones para temerle? (Salmo 2:11; Jeremías 10:7.)

      6. ¿Por qué debemos tener sano miedo a desagradar a Jehová?

      6 Además de admiración y reverencia, el temor piadoso incluye un sano miedo a desagradar a Jehová o desobedecerle. ¿Por qué? Pues bien, aunque él es “tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa”, no olvidemos que “de ninguna manera dará exención de castigo” (Éxodo 34:6, 7). Es amoroso y misericordioso, pero no tolera la injusticia ni el pecado intencional (Salmo 5:4, 5; Habacuc 1:13). No dejará impunes a quienes se oponen a él y practican de forma deliberada e impenitente lo que es malo a Sus ojos. Como dijo el apóstol Pablo, “es cosa horrenda caer en las manos del Dios vivo”. En definitiva, el sano miedo a hallarnos en esta situación constituye una protección para nosotros (Hebreos 10:31).

      “A él deben adherirse”

      7. ¿Qué razones tenemos para confiar en el poder salvador de Jehová?

      7 El temor reverencial de Dios y la clara conciencia de su imponente poder preceden a la confianza en Él. Tal como un niño se encuentra protegido cerca de su padre, nosotros nos sentimos amparados y seguros, pues nos guía la mano divina. Observemos cómo reaccionaron los israelitas cuando él los sacó de Egipto: “Israel también alcanzó a ver la gran mano que Jehová puso en acción contra los egipcios; y el pueblo empezó a temer a Jehová y a poner fe en Jehová” (Éxodo 14:31). Así mismo, la experiencia de Eliseo da fe de que “el ángel de Jehová está acampando todo en derredor de los que le temen, y los libra” (Salmo 34:7; 2 Reyes 6:15-17). La historia moderna de Su pueblo, y probablemente la nuestra propia, confirman que él ciertamente ejerce su poder a favor de quienes le sirven (2 Crónicas 16:9). De este modo constatamos que “en el temor de Jehová hay fuerte confianza” (Proverbios 14:26).

      8. a) ¿Por qué nos impulsa el temor de Dios a andar en sus sendas? b) Explique cómo nos ‘adherimos’ a Jehová.

      8 Este sano temor no solo genera confianza en Dios, sino que también nos impulsa a andar en sus sendas. Cuando Salomón inauguró el templo, oró a Jehová: “Que te teman [los israelitas], andando en tus caminos todos los días en que estén vivos sobre la superficie del suelo que diste a nuestros antepasados” (2 Crónicas 6:31). Años antes, Moisés les había dirigido esta exhortación: “Tras Jehová su Dios deben andar, y a él deben temer, y sus mandamientos deben guardar, y a su voz deben prestar atención, y a él deben servir, y a él deben adherirse” (Deuteronomio 13:4). Como evidencian estos versículos, de la confianza en Jehová nace el deseo de andar en sus sendas y “adherirse” a él. En efecto, el temor piadoso nos induce a obedecerle, servirle y adherirnos a él, tal como un niño se aferra literalmente a su padre, con total confianza (Salmo 63:8; Isaías 41:13).

      Amar a Dios es temerle

      9. ¿Qué relación hay entre amar a Dios y temerle?

      9 Según las Escrituras, temer a Dios no excluye en absoluto amarlo. Por el contrario, a los israelitas se les pidió que ‘temieran a Jehová, para que anduviesen en todos sus caminos, y lo amasen’ (Deuteronomio 10:12). Por consiguiente, el temor piadoso y el amor de Dios son afines. El temor nos incita a andar en Sus caminos, lo que a su vez demuestra nuestro amor por él (1 Juan 5:3). Es lógico, dado que cuando queremos a alguien, nos da miedo lastimarlo. Los israelitas hirieron a Jehová al comportarse con rebeldía en el desierto. No hay duda de que nosotros no deseamos hacer nada que entristezca tanto a nuestro Padre celestial (Salmo 78:40, 41). Por otro lado, como “Jehová está complaciéndose en los que le temen”, regocijamos su corazón si somos fieles y obedientes (Salmo 147:11; Proverbios 27:11). El amor nos mueve a agradarle, y el temor nos disuade de herirlo. Son dos cualidades complementarias, que no se contradicen.

      10. ¿Cómo demostró Jesús que se deleitaba en temer a Jehová?

      10 La vida de Cristo ejemplifica que es posible amar a Dios y temerle al mismo tiempo. El profeta Isaías escribió estas palabras tocante al Mesías: “Reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y su deleite estará en el temor de Jehová” (Isaías 11:2, 3, Reina-Valera, 1977). De acuerdo con esta predicción, el espíritu santo impulsó a Jesús a temer a su Padre celestial. Además, observamos que, en vez de ser restrictivo, dicho sentimiento era una fuente de satisfacción. El Hijo se deleitaba en hacer la voluntad de su Padre y complacerle aun en las circunstancias más difíciles. Cuando afrontaba su inminente ejecución en el madero de tormento, le dijo: “No como yo quiero, sino como tú quieres” (Mateo 26:39). En vista de su temor piadoso, Jehová escuchó con favor sus ruegos, lo fortaleció y lo rescató de la muerte (Hebreos 5:7).

      Aprendemos a temer a Jehová

      11, 12. a) ¿Por qué es necesario aprender el temor de Dios? b) ¿Cómo nos enseña Jesús a temer a Jehová?

      11 A diferencia del sobrecogimiento instintivo que nos produce el poder y majestad de la naturaleza, el temor piadoso no surge de modo automático. Por ello, el David Mayor, Jesucristo, nos hace esta invitación profética: “Vengan, hijos, escúchenme; el temor de Jehová es lo que les enseñaré” (Salmo 34:11). ¿Cómo nos ayuda él a temer al Creador?

      12 Mediante Cristo llegamos a conocer la maravillosa personalidad de nuestro Padre celestial y, por tanto, a temerle (Juan 1:18). Además, como él refleja a la perfección la personalidad divina, revela con su ejemplo la manera de pensar de Jehová y su forma de tratar a las personas (Juan 14:9, 10). Lo que es más, gracias a su sacrificio podemos acceder a Dios cuando le pedimos que nos perdone los pecados. Esta magnífica expresión de la misericordia de Jehová es otra poderosa razón para temerle. Como escribió el salmista, “hay el verdadero perdón contigo, a fin de que se te tema” (Salmo 130:4).

      13. ¿Qué pasos señalados en Proverbios nos ayudan a temer a Jehová?

      13 El libro de Proverbios señala una serie de pasos que nos permiten cultivar el temor piadoso. “Hijo mío, si recibes mis dichos y atesoras contigo mis propios mandamientos, de modo que con tu oído prestes atención a la sabiduría, para que inclines tu corazón al discernimiento; si, además, clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por el discernimiento mismo, [...] en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios.” (Proverbios 2:1-5.) Así pues, para temer a Dios debemos estudiar su Palabra, poner todo empeño en comprender sus instrucciones y luego seguir con cuidado sus consejos.

      14. ¿Cómo podemos seguir el consejo que recibieron los reyes de Israel?

      14 Todo rey de Israel tenía la obligación de hacer una copia de la Ley y “leer en ella todos los días de su vida, a fin de que aprend[ier]a a temer a Jehová su Dios para guardar todas [sus] palabras” (Deuteronomio 17:18, 19). En nuestro caso, la lectura y el estudio de las Escrituras son igual de importantes para aprender a temerle. Al poner en práctica los principios bíblicos, vamos adquiriendo la sabiduría y el conocimiento divinos. Llegamos a ‘entender el temor de Jehová’, pues vemos los beneficios que produce en nuestra vida y valoramos mucho la relación que tenemos con Dios. Además, seamos jóvenes o ancianos, al congregarnos asiduamente con los hermanos en la fe, escuchamos lo que Jehová nos enseña, aprendemos a temerle y andamos en sus caminos (Deuteronomio 31:12).

      Feliz todo el que teme a Jehová

      15. ¿En qué sentidos está relacionado el temor a Dios con la adoración que le rendimos?

      15 Por lo que hemos visto, el temor de Dios es una virtud que debemos cultivar, pues forma parte esencial de nuestra adoración. Nos lleva a confiar plenamente en Jehová, andar en sus sendas y aferrarnos a él. Al igual que en el caso de Jesucristo, también nos impele a cumplir nuestro voto de dedicación ahora y por toda la eternidad.

      16. ¿Por qué nos exhorta Jehová a temerle?

      16 El temor piadoso nunca es morboso ni paralizante. La Biblia nos lo garantiza: “Feliz es todo el que teme a Jehová, que anda en sus caminos” (Salmo 128:1). Él nos exhorta a cultivar esta virtud, pues sabe que nos protegerá. Observamos su amorosa preocupación en las palabras que dirigió a Moisés: “¡Si tan solo desarrollaran [los israelitas] este corazón suyo para temerme y guardar todos mis mandamientos siempre, a fin de que les vaya bien a ellos y a sus hijos hasta tiempo indefinido!” (Deuteronomio 5:29).

      17. a) ¿Qué beneficios encierra el temor de Dios? b) ¿Qué aspectos del temor piadoso analizaremos en el próximo artículo?

      17 Igualmente, si nosotros desarrollamos el corazón para temer a Dios, nos irá bien. ¿En qué sentidos? Primero, tal actitud complacerá al Creador y nos acercará a él. David sabía por experiencia propia que Él “ejecutará el deseo de los que le temen, y oirá su clamor por ayuda, y los salvará” (Salmo 145:19). Segundo, nos beneficiará, pues influirá en nuestra actitud ante lo malo (Proverbios 3:7). En el siguiente artículo examinaremos cómo nos protege esta virtud de los peligros espirituales y repasaremos algunos ejemplos bíblicos de hombres que temieron a Jehová y se apartaron del mal.

      [Nota]

      a La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó esta declaración el 10 de diciembre de 1948.

  • Temamos a Jehová y guardemos sus mandamientos
    La Atalaya 2001 | 1 de diciembre
    • Temamos a Jehová y guardemos sus mandamientos

      “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre.” (ECLESIASTÉS 12:13.)

      1, 2. a) ¿Cómo protege el miedo nuestra integridad física? b) ¿Por qué es prudente inculcar a los hijos un sano miedo?

      “COMO el arrojo pone en peligro la vida, el miedo la protege”, señaló Leonardo da Vinci. En efecto, la temeridad del hombre lo ciega al peligro, pero el miedo le recuerda que tenga cuidado. Por ejemplo, si nos acercamos a un precipicio, la mayoría de nosotros retrocedemos por instinto, recelosos de caer, al percatarnos de la altura. De igual modo, el temor sano no solo propicia la buena relación con Dios, como vimos en el artículo anterior, sino que nos resguarda de sufrir daño.

      2 No obstante, el temor a muchos peligros actuales tiene que aprenderse. Dado que los niños pequeños ignoran los daños que pueden ocasionar la electricidad o el tránsito urbano, se exponen a sufrir accidentes graves.a Por ello, los padres prudentes les advierten de los riesgos que corren a fin de inculcarles un sano miedo, conscientes de que este sentimiento muy bien pudiera salvarles la vida.

      3. ¿Cómo y por qué nos previene Jehová de los escollos espirituales?

      3 De igual manera, Jehová se preocupa por nuestro bienestar. Es un Padre amoroso que mediante su Palabra y su organización nos enseña para que nos beneficiemos (Isaías 48:17). El programa de educación divina nos advierte “vez tras vez” de los escollos que afronta nuestra espiritualidad a fin de que les tengamos un miedo saludable (2 Crónicas 36:15; 2 Pedro 3:1). En el transcurso de la historia, ¡cuántas catástrofes espirituales y cuántos sufrimientos se habrían evitado ‘si tan solo las personas hubieran desarrollado su corazón para temer a Dios y guardar sus mandamientos’! (Deuteronomio 5:29.) Hoy, en medio de “tiempos críticos, difíciles de manejar”, ¿cómo desarrollamos el corazón para temer a Jehová y eludir las amenazas a nuestra espiritualidad? (2 Timoteo 3:1.)

      Apartémonos del mal

      4. a) ¿Qué odio deben cultivar los cristianos? b) ¿Cómo considera Jehová la conducta pecaminosa? (Véase la nota.)

      4 Las Escrituras indican que “el temor de Jehová significa odiar lo malo” (Proverbios 8:13). Un léxico bíblico define tal odio como la “actitud ante objetos y personas a los que uno se opone, detesta y desprecia, y con los que evita todo tipo de contacto o relación”. Por consiguiente, el temor de Dios implica sentir aversión o repugnancia hacia lo que es malo a sus ojos (Salmo 97:10).b Nos mueve a rehuir la maldad, tal como el miedo instintivo nos lleva a retirarnos de un precipicio. “En el temor de Jehová uno se aparta de lo malo”, dice la Biblia (Proverbios 16:6).

      5. a) ¿Cómo fortalecemos el temor piadoso y el odio al mal? b) ¿Qué nos enseña al respecto la historia de la nación de Israel?

      5 Si meditamos en los daños que acarrea el pecado, reforzaremos nuestro temor saludable y odio al mal. La Biblia nos asegura que segaremos lo que sembremos, según lo hagamos con miras a la carne, o al espíritu (Gálatas 6:7, 8). Por ello, Jehová enumeró con toda claridad las consecuencias inevitables de desoír sus mandamientos y abandonar la adoración verdadera. Sin la protección divina, la pequeña y vulnerable nación de Israel quedaría a merced de vecinos poderosos y crueles (Deuteronomio 28:15, 45-48). Las Escrituras refieren con detalle los trágicos frutos de su desobediencia “para amonestación de nosotros”, es decir, para que aprendamos la lección y cultivemos temor piadoso (1 Corintios 10:11).

      6. ¿Qué ejemplos bíblicos podemos examinar para aprender el temor piadoso? (Véase la nota.)

      6 Además de relatar qué le ocurrió a Israel como nación, la Biblia narra las vivencias de seres humanos que se dejaron arrastrar por los celos, la inmoralidad, la codicia o la soberbia.c Algunos sirvieron por años a Jehová, pero llegaron a un momento crucial en el que su temor piadoso no tuvo la fuerza precisa, de modo que cosecharon amargos frutos. Al meditar en tales casos, se fortalecerá nuestra resolución de no caer en los mismos errores. ¡Qué triste sería esperar a que nos ocurriera alguna tragedia para tomar a pecho los consejos divinos! A diferencia de lo que suele creerse, aprender por experiencia propia —sobre todo la que se obtiene al ceder al desenfreno— no es la mejor forma de aprender (Salmo 19:7).

      7. ¿A quién invita Jehová a su tienda simbólica?

      7 Otra poderosa razón para cultivar el temor de Dios es el deseo de proteger nuestra relación con él. Tememos desagradarle porque valoramos muchísimo su amistad. Ahora bien, ¿a quién considera Jehová su amigo y por ello lo invita a su tienda simbólica? Solo al “que está andando exento de falta y practicando la justicia” (Salmo 15:1, 2). Si apreciamos el privilegio de tener tal relación, haremos todo lo posible por andar exentos de falta a sus ojos.

      8. ¿Cómo daban por sentada la amistad con Dios algunos contemporáneos de Malaquías?

      8 Lamentablemente, algunos contemporáneos de Malaquías daban por sentada la amistad con Jehová. En vez de temerle y honrarlo, le ofrecían en el altar animales enfermos y cojos. También demostraban falta de temor con su actitud hacia el matrimonio. Repudiaban a la esposa de su juventud por insignificancias, para casarse con una mujer de menos edad. Malaquías les dijo que Dios odiaba tal “divorciarse” y que su espíritu traicionero los había apartado de él. ¿Cómo iba a complacerse en sus sacrificios si, por así decirlo, las lágrimas de dolor de las esposas abandonadas cubrían el altar? Ante tan descarada falta de respeto a Sus normas, Jehová preguntó: “¿Dónde está el temor [que me deben] a mí?” (Malaquías 1:6-8; 2:13-16).

      9, 10. ¿Cómo demostramos aprecio por la amistad con Jehová?

      9 Jehová ve hoy con igual tristeza el sufrimiento de multitud de cónyuges e hijos inocentes desolados por el egoísmo y la inmoralidad del marido o padre (o de la esposa o madre). Los amigos de Dios adoptan Sus criterios y luchan por fortalecer el matrimonio, rechazar las ideas mundanas que restan importancia a la unión marital y ‘huir de la fornicación’ (1 Corintios 6:18).

      10 En el matrimonio, como en tantos campos de la vida, obtendremos la aprobación y el favor de Jehová siempre que odiemos lo que es malo a sus ojos y apreciemos de corazón su amistad. El apóstol Pedro dijo con firmeza: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hechos 10:34, 35). Disponemos de muchos ejemplos bíblicos de personas que, impelidas por el temor piadoso, hicieron lo correcto en circunstancias difíciles.

      Tres varones temerosos de Dios

      11. ¿En qué circunstancias se dijo que Abrahán era “temeroso de Dios”?

      11 La Biblia habla de un hombre a quien Jehová llamó su amigo: el patriarca Abrahán (Isaías 41:8). Su temor piadoso se puso a prueba cuando Dios le mandó sacrificar a su único hijo, Isaac, mediante el cual iba a cumplir Su promesa de que la descendencia de Abrahán se convertiría en una gran nación (Génesis 12:2, 3; 17:19). ¿Pasaría la dolorosa prueba el “amigo de Jehová”? (Santiago 2:23.) En el mismo instante en que Abrahán alzó el cuchillo para matar a Isaac, el ángel de Jehová le dijo: “No extiendas tu mano contra el muchacho y no le hagas nada, porque ahora sé de veras que eres temeroso de Dios, puesto que no has retenido de mí a tu hijo, tu único” (Génesis 22:10-12).

      12. ¿Qué motivaba el temor piadoso de Abrahán, y cómo podemos demostrar un espíritu semejante?

      12 Aunque Abrahán ya había demostrado temor de Jehová, en aquella ocasión lo manifestó de forma excepcional. Su disposición a sacrificar a Isaac era mucho más que un despliegue de obediencia respetuosa. Lo motivaba la confianza absoluta en que su Padre celestial cumpliría su promesa, de ser necesario, resucitando a Isaac. Como escribió Pablo, Abrahán estaba “plenamente convencido de que lo que [Dios] había prometido también lo podía hacer” (Romanos 4:16-21). ¿Estamos dispuestos a hacer la voluntad divina aunque exija grandes sacrificios? ¿Confiamos sin reservas en que tal obediencia nos beneficiará a largo plazo, dado que Jehová es “remunerador de los que le buscan solícitamente”? (Hebreos 11:6.) En eso consiste el auténtico temor piadoso (Salmo 115:11).

      13. ¿Por qué podía decir José, con todo merecimiento, que “tem[ía] al Dios verdadero”?

      13 Veamos el ejemplo de otra persona que actuó con temor de Jehová: José. Cuando era esclavo en la casa de Potifar, sufrió el acoso diario de la esposa de su amo, que lo incitaba a la fornicación. Al parecer no tenía forma de evitar a esa mujer y sus continuas proposiciones deshonestas. Cierto día “se agarró de él”, y José “echó a huir y salió afuera”. ¿Qué lo incitó a apartarse del mal en el acto? Sin duda, el factor primordial fue el temor piadoso, el deseo de no incurrir en aquella “gran maldad y realmente pecar contra Dios” (Génesis 39:7-12). Con todo merecimiento podía decir de sí mismo que “tem[ía] al Dios verdadero” (Génesis 42:18).

      14. ¿Cómo reflejó verdadero temor de Dios la misericordia de José?

      14 Años después, José se vio cara a cara con sus hermanos, quienes sin piedad alguna lo habían vendido como esclavo. Pudo haber aprovechado la gran necesidad de alimento que tenían para vengarse de lo que le habían hecho. Pero el trato tiránico no refleja temor de Dios (Levítico 25:43). Por consiguiente, cuando obtuvo suficientes pruebas de que habían cambiado de actitud, fue misericordioso y los perdonó. Como en el caso de José, el temor piadoso nos impulsará a vencer el mal con el bien y nos impedirá ceder a la tentación (Génesis 45:1-11; Salmo 130:3, 4; Romanos 12:17-21).

      15. ¿Por qué había alegrado Job con su conducta el corazón de Jehová?

      15 Otro gran ejemplo de temor piadoso fue Job. Jehová le dijo al Diablo: “¿Has fijado tu corazón en mi siervo Job, que no hay ninguno como él en la tierra, un hombre sin culpa y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8). Job, con su conducta intachable, había alegrado por años el corazón de su Padre celestial. Le temía porque sabía que era lo correcto y que constituía el mejor modo de vivir. “¡Mira! —exclamó—. El temor de Jehová... eso es sabiduría, y apartarse del mal es entendimiento.” (Job 28:28.) Como estaba casado, no prestaba indebida atención a las jóvenes ni maquinaba adulterios. No confiaba en las riquezas, aunque era acaudalado, y evitaba todo tipo de idolatría (Job 31:1, 9-11, 24-28).

      16. a) ¿De qué maneras demostró Job bondad amorosa? b) ¿Cómo sabemos que Job no negó el perdón a sus ofensores?

      16 Sin embargo, el temor piadoso implica no solo evitar el mal, sino obrar el bien; de ahí que Job tratara compasivamente a los ciegos, los cojos y los pobres (Levítico 19:14; Job 29:15, 16). Comprendía que la persona “que retiene de su propio prójimo la bondad amorosa, también dejará hasta el temor del Todopoderoso” (Job 6:14). Una forma de retener del semejante tal bondad sería no perdonarlo o guardarle rencor. Cuando Dios así se lo indicó, Job oró por sus tres compañeros, que tantos disgustos le habían dado (Job 42:7-10). En nuestro caso, ¿podríamos imitar su espíritu indulgente con algún hermano en la fe que nos haya lastimado? Algo que contribuirá mucho a superar el enojo es orar con sinceridad a favor de quien nos ha ofendido. Las bendiciones de que disfrutó Job por su temor piadoso nos dan una idea de ‘la abundante bondad que Jehová ha guardado cual tesoro para los que le temen’ (Salmo 31:19; Santiago 5:11).

      El temor de Dios frente al miedo al hombre

      17. ¿Qué podría hacernos el miedo al hombre, y por qué demuestra ese temor cortedad de miras?

      17 Mientras que el temor piadoso nos impulsa a obrar el bien, el miedo al hombre socava la fe. Por esta razón, cuando Jesús animó a los apóstoles a predicar con fervor las buenas nuevas, les dijo: “No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; sino, más bien, teman al que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena” (Mateo 10:28). Como explicó Cristo, el miedo al hombre demuestra cortedad de miras, pues ningún ser humano puede quitarnos nuestra recompensa de vida futura. Además, tememos a Dios porque reconocemos su imponente poder, ante el cual resulta insignificante el poderío de las naciones (Isaías 40:15). Como Abrahán, tenemos plena confianza en la capacidad de Jehová para resucitar a sus siervos fieles (Revelación 2:10). Por ello afirmamos con toda seguridad: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Romanos 8:31).

      18. ¿Cómo recompensa Jehová a quienes le temen?

      18 Sea que recibamos la oposición de un familiar o de un bravucón de la escuela, podremos constatar que “en el temor de Jehová hay fuerte confianza” (Proverbios 14:26). Pidámosle fuerzas a Dios, seguros de que nos escuchará (Salmo 145:19). Él nunca olvida a quienes le temen. Por boca del profeta Malaquías nos asegura: “En aquel tiempo los que estaban en temor de Jehová hablaron unos con otros, cada uno con su compañero, y Jehová siguió prestando atención y escuchando. Y un libro de recuerdo empezó a ser escrito delante de él para los que estaban en temor de Jehová y para los que pensaban en su nombre” (Malaquías 3:16).

      19. ¿Qué tipos de temor desaparecerán, y cuál permanecerá para siempre?

      19 Se acerca el día en que todos los que vivan en la Tierra adorarán a Jehová y nadie tendrá miedo al hombre, ni tampoco al hambre, la enfermedad, el delito o la guerra (Isaías 11:9). Pero el temor de Dios permanecerá por siempre, pues sus siervos fieles, tanto en el cielo como en la Tierra, seguirán tributándole el respeto, obediencia y honra que merece (Revelación 15:4). Entretanto, tomemos todos muy en serio el consejo divinamente inspirado de Salomón: “No envidie tu corazón a los pecadores; antes bien, esté en el temor de Jehová todo el día. Porque en tal caso existirá un futuro, y tu propia esperanza no será cortada” (Proverbios 23:17, 18).

      [Notas]

      a Hay adultos que se vuelven insensibles al peligro al realizar con frecuencia labores arriesgadas. Cuando le preguntaron a un carpintero de experiencia por qué les faltaba un dedo a muchos de sus colegas, respondió llanamente: “Pierden el miedo a las electrosierras de alta velocidad”.

      b A Jehová mismo le repugna el mal. Por ejemplo, Efesios 4:29 se refiere al lenguaje sucio como ‘dichos corrompidos’. El término griego para “corrompido” se aplicaba en sentido literal a fruta, pescado o carne en descomposición. Este adjetivo muestra vívidamente la repulsión que deben producirnos las expresiones soeces o insultantes. Así mismo, en las Escrituras suele calificarse a los ídolos de “estercolizos” (Deuteronomio 29:17; Ezequiel 6:9). Dado que el excremento nos da asco de modo espontáneo, entendemos cuánto le desagrada a Dios todo tipo de idolatría.

      c Entre otros, Caín (Génesis 4:3-12), David (2 Samuel 11:2–12:14), Guehazí (2 Reyes 5:20-27) y Uzías (2 Crónicas 26:16-21).

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