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  • Jehová cambia tiempos y sazones en Rumania
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
  • Subtítulos
  • Una historia larga
  • Persisten las dificultades
  • Se reanuda la predicación pública
  • Logros grandes en lugares pequeños
  • Precursores especiales preparan el terreno
  • Magníficas perspectivas
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
w93 15/6 págs. 23-27

Jehová cambia tiempos y sazones en Rumania

EN 1989 los vientos de cambio soplaron en Europa oriental. En cuestión de meses cayeron como fichas de dominó gobiernos que parecían fortalezas inexpugnables. La transformación política trajo consigo cambios sociales, económicos y religiosos, estos últimos de mayor trascendencia para los testigos de Jehová. En un país tras otro se daba reconocimiento legal a los testigos de Jehová y se les restituía la libertad religiosa.

Sin embargo, parecía que en Rumania la historia sería diferente. El gobierno controlaba tanto a la gente que parecía que los vientos de cambio tendrían poco efecto. Al enterarse de lo que sucedía en otros países de Europa oriental, los testigos de Jehová de Rumania se preguntaban: ‘¿Disfrutaremos de libertad de adoración antes de Armagedón?’. Anhelaban de corazón que llegara el día en que pudieran congregarse en reuniones cristianas con sus hermanos espirituales, predicar las buenas nuevas públicamente y estudiar las publicaciones bíblicas con total libertad, sin tener que esconderlas a cada momento. Parecía solo un sueño.

De pronto el sueño se hizo realidad. En diciembre de 1989, para sorpresa de todo el mundo, el régimen de Ceauşescu se desplomó de la noche a la mañana. De buenas a primeras los cristianos tenían libertad. El 9 de abril de 1990 se reconoció legalmente la organización religiosa de los testigos de Jehová de Rumania. Jehová había cambiado tiempos y sazones para los 17.000 Testigos activos de este país. (Compárese con Daniel 2:21.)

Una historia larga

Después de aprender la verdad bíblica y dedicar su vida a hacer la voluntad de Jehová, Carol Szabo y Josif Kiss se trasladaron de Estados Unidos a Rumania en 1911; deseaban llevar las buenas nuevas a las personas de su país. En cuanto llegaron comenzaron a predicar. Cuando estalló la I Guerra Mundial, se les arrestó por su actividad. A pesar de todo, las semillas de la verdad del Reino que habían plantado empezaron a producir fruto. En 1920, cuando se reorganizó la obra, había unos mil ochocientos publicadores del Reino en Rumania.

En aquel entonces, el espíritu revolucionario que inflamó los Balcanes comenzó a avivarse en Rumania y los disturbios se generalizaron. Pese a todas esas dificultades, los hermanos continuaron la obra. En 1924 la Sociedad Watch Tower abrió una sucursal en el número 26 de la calle Regina Maria, de Cluj-Napoca, para supervisar la obra en Rumania, Hungría, Bulgaria, Yugoslavia y Albania.

La situación política se tornó muy tensa, pues además de los problemas con las autoridades, surgieron dificultades dentro de la organización. El 1930 Year Book (Anuario para 1930) informó: “La infidelidad de un enviado de la Sociedad dispersó a los hermanos y debilitó muchísimo su confianza. La Sociedad espera el momento oportuno para reavivar la obra en este país, pero las autoridades obstruyen todos los planes, así que debemos esperar a que el Señor abra una mejor vía”. En 1930 se nombró a un nuevo superintendente de sucursal, Martin Magyarosi, un Testigo rumano bautizado en 1922; después se trasladó la sucursal a Bucarest, a la calle Crişana, número 33. Al fin de una larga lucha, se registró la Sociedad en 1933 como una corporación legal de Rumania.

Persisten las dificultades

Los Testigos de Rumania continuaron pasando por pruebas severas. El 1936 Year Book informó: “No hay duda de que la hermandad no ha tenido en ningún lugar del mundo más dificultades que en Rumania”. Los informes de servicio de 1937 indican que, pese a toda la adversidad, había 75 congregaciones y 856 publicadores en el país. A la Conmemoración asistieron 2.608 personas.

La II Guerra Mundial afectó también a Rumania. En septiembre de 1940, el general Ion Antonescu consiguió tomar el poder, y comenzó un gobierno semejante al de Hitler. Los actos de violencia estaban a la orden del día. Cientos de hermanos fueron arrestados, golpeados y torturados. Al hermano Magyarosi lo detuvieron en septiembre de 1942, pero aun desde la prisión se las arregló para coordinar la obra en Transilvania.

La persecución prosiguió después que las tropas de Hitler ocuparon todo el país, en 1944. Un informe de Bucarest describió de este modo la situación bajo el régimen nazi: “Los testigos de Jehová del país fuimos perseguidos cruelmente. Se nos apresó junto con los comunistas, y el clero hitleriano nos acusó de ser peores que aquellos, por lo que a muchos se nos sentenció a veinticinco años de prisión, a cadena perpetua o a muerte”.

Por fin terminó la guerra, y el 1 de junio de 1945 la sucursal de Bucarest reanudó sus actividades normales. Aunque era difícil conseguir papel, voluntarios leales imprimieron más de ochocientos sesenta mil folletos y por encima de las ochenta y cinco mil revistas La Atalaya en rumano y húngaro. Jehová bendijo muchísimo su labor, pues para 1946 se habían bautizado 1.630 nuevos discípulos. Un acontecimiento notable de ese año fue la asamblea nacional que se celebró en Bucarest el 28 y 29 de septiembre. El clero hizo todo lo posible por impedir que se celebrara la asamblea, pero sin conseguirlo, y unas quince mil personas asistieron al discurso público. Era la primera vez que los hermanos rumanos celebraban una asamblea.

La Sociedad envió a Rumania al hermano Alfred Rütimann, de la sucursal suiza. En agosto de 1947 consiguió hablar a más de cuatro mil quinientos hermanos en dieciséis lugares, preparándolos para lo que había de venir. Pronto se sometería a los Testigos a más presiones, en esta ocasión de parte del régimen comunista. En febrero de 1948 las autoridades nos prohibieron imprimir y predicar. Más tarde, en agosto de 1949, se hizo una redada en la sucursal de la calle Alion, número 38, y como resultado se arrestó a varios hermanos, entre ellos al hermano Magyarosi. Acusados esta vez de ser imperialistas, se les sentenció a campos de trabajos forzados. Durante los cuarenta años que siguieron, la obra estuvo proscrita y los testigos de Jehová sufrieron mucho. Las dificultades que los enemigos hicieron surgir dentro de la organización aumentaron su angustia. Por fin, al desplomarse el régimen de Ceauşescu en 1989, los hermanos recibieron libertad. ¿Qué harían ahora con su libertad?

Se reanuda la predicación pública

Los Testigos no perdieron el tiempo. Comenzaron de inmediato a predicar de casa en casa. Esta faceta del servicio no fue nada fácil para los que habían predicado con denuedo de manera informal en la clandestinidad durante años. Ahora que podían predicar públicamente, se ponían nerviosos. La mayoría nunca lo había hecho, y en el caso de otros, la última vez había sido a fines de los años cuarenta. ¿Cuáles han sido los resultados? Veamos.

Empecemos por la capital, Bucarest, que cuenta con 2.500.000 habitantes. Hace dos años había únicamente cuatro congregaciones; hoy hay diez, y tuvieron una asistencia de 2.100 personas a la Conmemoración de 1992. Es posible que pronto se formen nuevas congregaciones, pues se están dirigiendo muchos estudios bíblicos progresivos.

Craiova es una ciudad de 300.000 habitantes situada en el suroeste del país. En 1990 había allí unos ochenta Testigos. Pero se imbuyeron del espíritu de precursor y la obra cobró auge. Tan solo en 1992 se bautizaron 74 personas y se iniciaron más de ciento cincuenta estudios bíblicos. En la actualidad hay más de doscientos publicadores, que buscan con afán un lugar adecuado para un Salón del Reino.

En Tirgu-Mures, una Testigo se hizo acompañar de dos hermanos para solicitar al sacerdote de la Iglesia Ortodoxa que borrara su nombre de la lista de feligreses. Cuando este se enteró del motivo de la visita, los invitó a pasar y tuvieron una amena conversación. Les dijo: “Los envidio en el buen sentido de la palabra; nosotros deberíamos estar haciendo la obra que ustedes hacen. Es lamentable, pero la Iglesia Ortodoxa se ha convertido en un gigante durmiente”. Aceptó el folleto ¿Debería creer usted en la Trinidad? y la revista La Atalaya. La hermana está feliz de no seguir formando parte del “gigante durmiente”. (Revelación 18:4.)

Es significativo que la mayoría de los que aceptan la verdad hoy son jóvenes. ¿Por qué? Al parecer, esperaban mucho del cambio de gobierno, pero sufrieron una desilusión. Ahora comprenden con satisfacción que solo el Reino de Jehová traerá la solución permanente a los problemas. (Salmo 146:3-5.)

Logros grandes en lugares pequeños

Ocoliş es un pueblo pequeño del norte de Rumania. En 1920 un hombre llamado Pintea Moise regresó del frente ruso, donde se le había capturado como prisionero de guerra. Antes había sido católico, pero regresó siendo bautista. Tres semanas más tarde, los Estudiantes de la Biblia, como se conocía entonces a los testigos de Jehová, hablaron con él. Después de la visita dijo: “¡Por fin he hallado la verdad acerca de Dios!”. En 1924 el grupo de Ocoliş constaba de 35 personas.

Hoy día, de los 473 habitantes de este lugar, 170 son publicadores del Reino. A cada publicador se le asignan dos casas como territorio, y también predican en los pueblos vecinos. No obstante, los hermanos son optimistas. Acaban de construir un hermoso Salón del Reino para 400 personas. Ellos mismos hicieron todo el trabajo.

El pueblo al que los hermanos Szabo y Kiss llegaron en 1914 es Valea Largă. En 1991 contaba con 3.700 habitantes, y tenía ocho congregaciones con un total de 582 publicadores. En 1992 asistieron a la Conmemoración 1.082 personas, casi uno de cada tres habitantes del valle.

Precursores especiales preparan el terreno

Los precursores especiales desempeñan un papel importante en la proclamación de las buenas nuevas en lugares distantes. En cuanto se concedió libertad para predicar, Ionel Alban empezó a efectuar su predicación en dos ciudades: dos días en Orşova y cinco en Turnu-Severin.

Cuando Ionel llegó a Orşova, no había Testigos. La primera semana inició un estudio con un joven de 14 años. El muchacho cambió tanto en dos meses, que un amigo y un vecino también empezaron a estudiar. El vecino, Roland, que era católico, progresó de modo sorprendente. Después de solo mes y medio acompañó a Ionel en la predicación, y a los cinco meses se bautizó. Emprendió de inmediato el servicio de tiempo completo. Su madre también comenzó a estudiar, y se bautizó en 1992, en la Asamblea de Distrito “Portadores de Luz”. Al presente hay diez publicadores en Orşova, que dirigen un total de 30 estudios bíblicos.

El primero que aceptó la verdad en Turnu-Severin fue el recepcionista del hotel donde se hospedaba Ionel. Dos meses más tarde llegó a ser publicador no bautizado, y a los tres meses se bautizó. Ahora es uno de los 32 publicadores, que, en conjunto, dirigen 84 estudios bíblicos.

Otra precursora especial, Gabriela Geica, sirvió de precursora regular incluso cuando la obra estaba proscrita. Deseaba trabajar donde hubiera más necesidad de ayuda. Se le asignó a un territorio muy extenso. A veces viajaba entre 100 y 160 kilómetros para visitar a las personas interesadas. Predicó en la ciudad de Motru, donde solo había cuatro Testigos. “Los sacerdotes y otros grupos religiosos se opusieron a nosotros cuando aumentamos la predicación en Motru —relata—. Influyeron en el alcalde y la policía, quienes, a su vez, presionaban a las familias que me alojaban para que me echaran, por lo que cada dos meses tenía que buscar un nuevo alojamiento.”

Gabriela comenzó a estudiar con una mujer atea de Orşova que decía que no estaba interesada ni en la religión ni en la Biblia. Pero después de solo cuatro meses de estudio empezó a defender la Biblia. Mantuvo su integridad a pesar de que su esposo la dejaba fuera de la casa por las noches y la amenazaba con divorciarse de ella o darle muerte. Antes de bautizarse ya dirigía diez estudios bíblicos.

Magníficas perspectivas

En agosto de 1992 Rumania alcanzó un nuevo máximo de 24.752 publicadores, distribuidos en 286 congregaciones. A la Conmemoración asistieron más de sesenta y seis mil personas. Los diecisiete trabajadores de la pequeña sucursal de Bucarest hacen todo lo posible por satisfacer las necesidades espirituales de los hermanos. Esperan iniciar dentro de poco la construcción de una sucursal más grande.

Los testigos de Jehová de Rumania están maravillados por los cambios drásticos de los últimos años. Agradecen a Jehová Dios formar parte de la congregación internacional que lleva su nombre y que brinda a la gente el conocimiento exacto acerca de él y de su propósito inmutable. Después de tantos años de adversidad y persecución, cuánto agradecen que Jehová haya cambiado realmente tiempos y sazones en Rumania.

[Fotografías en las páginas 24, 25]

1. Unos setecientos Testigos reunidos en un bosque en 1947

2. Invitación a un discurso público de 1946

3. Asamblea reciente en Rumania

4. Predicación actual en Cluj-Napoca

5. Salón del Reino cercano a Turda

6. Familia de Betel de Bucarest

[Mapas en la página 23]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

RUMANIA

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