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  • Conozcamos “la mente de Cristo”
    La Atalaya 2000 | 15 de febrero
    • Conozcamos “la mente de Cristo”

      “‘¿Quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, para que le instruya?’ Pero nosotros sí tenemos la mente de Cristo.” (1 CORINTIOS 2:16.)

      1, 2. ¿Qué tuvo a bien revelar Jehová en su Palabra sobre su Hijo?

      ¿QUÉ aspecto tenía Jesús? ¿De qué color tenía el cabello, la piel, los ojos? ¿Cuánto medía? ¿Cuánto pesaba? En el transcurso de los siglos, las representaciones artísticas de Jesús han variado desde lo verosímil hasta lo exagerado. En algunas, su imagen es varonil y radiante; en otras, delicada y pálida.

      2 Sin embargo, la Biblia no centra su atención en la apariencia de Jesús. Jehová tuvo a bien revelar algo mucho más importante: la clase de persona que Jesús fue. Los Evangelios no solo hablan de lo que dijo e hizo, sino que también revelan la intensidad de sus sentimientos y el modelo de pensamiento que alentaba sus palabras y acciones. Estos cuatro relatos inspirados nos permiten escudriñar lo que el apóstol Pablo llamó “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16). Es importante que nos familiaricemos con los pensamientos, sentimientos y personalidad de Jesús. ¿Por qué? Al menos por dos razones.

      3. ¿Qué alcanzaremos a comprender si nos familiarizamos con “la mente de Cristo”?

      3 En primer lugar, la mente de Cristo nos permite comprender la mente de Jehová Dios. Jesús estaba tan íntimamente familiarizado con su Padre que pudo decir: “Nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y nadie conoce quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo esté dispuesto a revelarlo” (Lucas 10:22). Era como decir: “Si quieren saber cómo es Jehová, véanme a mí” (Juan 14:9). De modo que cuando estudiamos lo que los Evangelios revelan en cuanto al modo de pensar y sentir de Jesús, aprendemos, de hecho, lo que Jehová piensa y siente. Tal conocimiento nos permite acercarnos más a nuestro Dios (Santiago 4:8).

      4. Si verdaderamente queremos actuar como Cristo, ¿qué tenemos que aprender primero, y por qué?

      4 En segundo lugar, conocer la mente de Cristo nos ayuda a seguir “sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Pedro 2:21). Seguir a Jesús no es sencillamente cuestión de repetir sus palabras e imitar sus hechos. Puesto que los pensamientos y los sentimientos influyen en el habla y las acciones, seguir a Cristo implica que cultivemos su misma “actitud mental” (Filipenses 2:5). En otras palabras, si verdaderamente queremos actuar como Cristo, primero debemos aprender a pensar y sentir como él al grado que nos permita la imperfección humana. Así, pues, con la ayuda de los Evangelios, escudriñemos la mente de Cristo. Primero, analicemos los factores que influyeron en su modo de pensar y sentir.

      Existencia prehumana

      5, 6. a) ¿Qué influencia pueden ejercer en nosotros las compañías? b) ¿Qué compañía tuvo el Hijo primogénito de Dios en el cielo antes de venir a la Tierra, y qué efecto tuvo en él?

      5 Nuestros compañeros íntimos ejercen influencia en nosotros, en nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, tanto para bien como para mala (Proverbios 13:20). Pensemos en la compañía que Jesús tuvo en los cielos antes de su venida a la Tierra. El Evangelio de Juan hace referencia a la existencia prehumana de Jesús y llama a este “la Palabra”, o Vocero, de Dios. Juan dice: “En el principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios. Este estaba en el principio con Dios” (Juan 1:1, 2). Ya que Jehová no tuvo principio, el que la Palabra estuviera con él desde “el principio” debe referirse al comienzo de las obras creativas de Dios (Salmo 90:2). Jesús es “el primogénito de toda la creación”. Por lo tanto, existió antes de la formación de otros espíritus y del universo físico (Colosenses 1:15; Revelación [Apocalipsis] 3:14).

      6 Según cálculos científicos, el universo tiene como mínimo una edad de 12.000 millones de años. Si estos cálculos se acercan a la realidad, el Hijo primogénito de Dios disfrutó de una íntima relación con su Padre por muchísimo tiempo antes de la creación de Adán (compárese con Miqueas 5:2). Entre ambos se desarrolló una relación tierna y profunda. A este Hijo primogénito se le representa en su existencia prehumana como la sabiduría personificada, quien dijo: “Llegué a ser aquella con quien [Jehová] estuvo especialmente encariñado día a día, y estuve alegre delante de él todo el tiempo” (Proverbios 8:30). No cabe duda de que todo el tiempo que pasó en la compañía íntima de la Fuente del amor tuvo un profundo efecto en él (1 Juan 4:8). El Hijo de Dios llegó a conocer y reflejar los pensamientos, sentimientos y caminos de su Padre como nadie más podía hacerlo (Mateo 11:27).

      Vida e influencias en la Tierra

      7. ¿Por qué razón, entre otras, tenía que venir el Hijo primogénito de Dios a la Tierra?

      7 El Hijo de Dios debía aprender más, pues Jehová tenía el propósito de prepararlo para que fuera un Sumo Sacerdote compasivo, que pudiera “condolerse de nuestras debilidades” (Hebreos 4:15). Una razón por la que el Hijo vino a la Tierra como ser humano fue satisfacer los requisitos para desempeñar ese papel. Como hombre de carne y hueso, tuvo que enfrentarse a circunstancias e influencias que antes solo había observado desde el cielo. En la Tierra podía experimentar personalmente los sentimientos y las emociones humanas. En ocasiones sintió fatiga, sed y hambre (Mateo 4:2; Juan 4:6, 7). Es más, aguantó todo tipo de dificultades y sufrimientos. De este modo “aprendió la obediencia” y llegó a estar completamente preparado para desempeñar el papel de Sumo Sacerdote (Hebreos 5:8-10).

      8. ¿Qué sabemos sobre los primeros años de la vida de Jesús en la Tierra?

      8 ¿Qué puede decirse de las experiencias de Jesús durante sus primeros años de vida en la Tierra? El relato bíblico de su niñez es muy breve. De hecho, solo Mateo y Lucas narraron lo que sucedió al tiempo de su nacimiento. Los evangelistas sabían que Jesús había vivido en el cielo antes de venir a la Tierra. Fue su existencia prehumana, más que cualquier otra cosa, lo que determinó la clase de hombre que fue. Sin embargo, Jesús era totalmente humano. Aunque era perfecto, tuvo que crecer y pasar por las etapas de la niñez y la adolescencia hasta llegar a la edad adulta, aprendiendo en cada una de ellas (Lucas 2:51, 52). La Biblia revela ciertos detalles de los primeros años de la vida de Jesús que, sin duda, influyeron de algún modo en él.

      9. a) ¿Qué indica que Jesús nació en el seno de una familia pobre? b) ¿En qué circunstancias probablemente se crió Jesús?

      9 Jesús nació en el seno de una familia pobre, a juzgar por la ofrenda que aportaron al templo José y María unos cuarenta días después de su nacimiento. En vez de llevar un carnero joven como ofrenda quemada y una paloma o tórtola joven como ofrenda por el pecado, presentaron “un par de tórtolas o dos pichones” (Lucas 2:24). Según la Ley mosaica, dicha ofrenda era una provisión para los pobres (Levítico 12:6-8). Con el tiempo, esta humilde familia aumentó. José y María tuvieron al menos otros seis hijos por medios naturales después del nacimiento milagroso de Jesús (Mateo 13:55, 56). De modo que Jesús se crió en una familia grande, probablemente en circunstancias modestas.

      10. ¿Qué muestra que José y María eran personas temerosas de Dios?

      10 Jesús tuvo unos padres temerosos de Dios que lo criaron y cuidaron. Su madre, María, fue una mujer sobresaliente. Recordemos que cuando el ángel Gabriel la saludó, le dijo: “Buenos días, altamente favorecida, Jehová está contigo” (Lucas 1:28). José también era un hombre devoto. Todos los años viajaba fielmente 150 kilómetros para asistir a la Pascua en Jerusalén. María lo acompañaba, aunque esta fiesta solo era obligatoria para los varones (Éxodo 23:17; Lucas 2:41). En una de esas ocasiones, tras una búsqueda cuidadosa, José y María encontraron a Jesús en el templo entre los maestros. Este, que entonces contaba 12 años de edad, dijo a sus preocupados padres: “¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” (Lucas 2:49). La palabra “Padre” debía tener una connotación afectuosa y positiva para el joven Jesús, pues seguramente se le había informado de que Jehová era su verdadero Padre. Además, José fue, sin duda, un buen padre adoptivo para él, pues Jehová no habría seleccionado a un hombre duro y cruel para criar a Su querido Hijo.

      11. ¿Qué oficio aprendió Jesús, y qué requería este en tiempos bíblicos?

      11 Durante los años que pasó en Nazaret, Jesús aprendió el oficio de la carpintería, probablemente trabajando con su padre adoptivo, José. Tan bien aprendió la profesión que a él mismo se le llamó “el carpintero” (Marcos 6:3). En tiempos bíblicos, los carpinteros trabajaban en la construcción de casas y muebles (como mesas, taburetes y bancos), y en la fabricación de instrumentos de labranza. En su Diálogo con Trifón, Justino Mártir, del siglo segundo de la era común, escribió sobre Jesús: “Fue considerado él mismo como un carpintero (y fue así que obras de este oficio —arados y yugos— fabricó mientras estaba entre los hombres [...])”. El trabajo no era fácil, pues probablemente los carpinteros de tiempos antiguos no podían comprar la madera, sino que tenían que seleccionar un árbol, cortarlo y llevar la madera a casa. De modo que Jesús posiblemente conoció por experiencia propia la dificultad de ganarse la vida, tratar con clientes y administrar económicamente la casa.

      12. ¿Qué indica que José debió morir antes que Jesús, y qué supuso esto para Jesús?

      12 Como hijo mayor, Jesús probablemente ayudó a mantener a la familia, pues, al parecer, José murió antes que él.b La revista Zion’s Watch Tower del 1 de enero de 1900 dijo: “Según la tradición, José murió mientras Jesús aún era joven, y este asumió entonces la responsabilidad de ganar el sustento para la familia mediante el oficio de la carpintería. Esta idea se apoya en parte en el testimonio de las Escrituras, que dicen que a Jesús se le llamó carpintero, y que mencionan a su madre y hermanos, pero no a José (Marcos 6:3). [...] Es muy posible, pues, que el largo período de dieciocho años de la vida de nuestro Señor, desde el incidente [recogido en Lucas 2:41-49] hasta el tiempo de su bautismo, lo dedicara a los quehaceres cotidianos de la vida”. Es probable que María y sus hijos, entre ellos Jesús, conocieran el dolor que ocasiona la muerte de un esposo y padre querido.

      13. ¿Por qué empezó Jesús su ministerio con un conocimiento, una perspicacia y una intensidad de sentimiento que ningún otro hombre podía tener?

      13 Está claro que Jesús no nació para disfrutar de una vida cómoda. Por el contrario, experimentó personalmente las vicisitudes de la gente común. Luego, en el año 29 E.C., llegó el tiempo para que Jesús llevara a cabo la comisión divina que le esperaba. En el otoño de aquel año se bautizó en agua y fue engendrado como Hijo espiritual de Dios. ‘Los cielos se le abrieron’, lo que probablemente indica que a partir de aquel momento pudo recordar su vida prehumana en el cielo, con los pensamientos y sentimientos que esta comportaba (Lucas 3:21, 22). De modo que Jesús empezó su ministerio con un conocimiento, una perspicacia y una intensidad de sentimiento que ningún otro hombre podía tener. Con razón, los evangelistas dedicaron la mayor parte de sus escritos a los acontecimientos del ministerio de Jesús. Aun así, no pudieron consignar todo lo que él dijo e hizo (Juan 21:25). Pero lo que escribieron por inspiración nos permite conocer la mente del hombre más grande de todos los tiempos.

      Qué clase de persona fue Jesús

      14. ¿Cómo muestran los Evangelios que Jesús era un hombre tierno, afectuoso y de intensos sentimientos?

      14 La personalidad de Jesús que se trasluce en los Evangelios es la de un hombre tierno, afectuoso y de intensos sentimientos. Exteriorizó una amplia gama de emociones: ternura por un leproso (Marcos 1:40, 41), lástima por la gente que no respondía (Lucas 19:41, 42) y justa indignación ante los cambistas codiciosos (Juan 2:13-17). Como se ponía en el lugar de los demás, en ocasiones derramó lágrimas y nunca escondió sus emociones. Cuando su querido amigo Lázaro murió, a Jesús le conmovió ver llorar a María, la hermana de aquel, y él mismo cedió a las lágrimas en presencia de otras personas (Juan 11:32-36).

      15. ¿Cómo se evidenciaron los tiernos sentimientos de Jesús en su modo de ver y tratar a los demás?

      15 Los tiernos sentimientos de Jesús se hicieron patentes en especial por su manera de ver y tratar a otras personas. Se acercó a los pobres y oprimidos, y los ayudó a ‘hallar refrigerio para sus almas’ (Mateo 11:4, 5, 28-30). No estaba demasiado ocupado para satisfacer las necesidades de los afligidos, ya fuera la mujer que sufría una hemorragia y que tocó su prenda de vestir sin atraer la atención, o el mendigo ciego al que no se le pudo hacer callar (Mateo 9:20-22; Marcos 10:46-52). Jesús buscaba lo bueno que había en las personas y las encomiaba, aunque también las censuró cuando fue necesario (Mateo 16:23; Juan 1:47; 8:44). En una época en la que las mujeres tenían pocos derechos, Jesús las trató con dignidad y respeto (Juan 4:9, 27). Es comprensible, por tanto, que un grupo de mujeres le ministraran voluntariamente de sus propios bienes (Lucas 8:3).

      16. ¿Qué demuestra que Jesús tenía un punto de vista equilibrado sobre la vida y los bienes materiales?

      16 Jesús tenía un punto de vista equilibrado sobre la vida. Los bienes materiales no eran prioritarios para él. Parece ser que poseía muy poco en sentido material, pues dijo que no tenía “dónde recostar la cabeza” (Mateo 8:20). Aun así, contribuyó al gozo de los demás. Cuando fue a un banquete de bodas, celebración alegre en la que solía haber música y canto, está claro que no lo hizo para empañar la ocasión. Es más, realizó allí su primer milagro. Cuando se terminó el vino, convirtió agua en vino de gran calidad, bebida que “regocija el corazón del hombre mortal” (Salmo 104:15; Juan 2:1-11). Así la fiesta pudo continuar, y los novios se libraron de una situación embarazosa. Ahora bien, Jesús fue equilibrado, pues se mencionan muchas más ocasiones en las que trabajó en su ministerio arduamente y hasta tarde (Juan 4:34).

      17. ¿Por qué no sorprende que Jesús fuera un Gran Maestro, y qué reflejaba su enseñanza?

      17 Jesús fue un Gran Maestro. Buena parte de su enseñanza reflejaba la realidad de las actividades cotidianas, con las que estaba bien familiarizado (Mateo 13:33; Lucas 15:8). Su modo de enseñar no tenía igual por su claridad, sencillez y utilidad. Más importante aún era el contenido de su enseñanza, que evidenciaba su sincero deseo de familiarizar a sus oyentes con los pensamientos, sentimientos y caminos de Jehová (Juan 17:6-8).

      18, 19. a) ¿Mediante qué ilustraciones gráficas representó Jesús a su Padre? b) ¿Qué analizaremos en el artículo siguiente?

      18 Jesús dio a conocer a su Padre mediante muchas ilustraciones gráficas que no se olvidaban fácilmente. Una cosa es hablar en términos generales sobre la misericordia de Dios, y otra muy distinta comparar a Jehová con un padre perdonador que se conmueve tanto al ver regresar a su hijo, que ‘corre y se le echa sobre el cuello y lo besa tiernamente’ (Lucas 15:11-24). Jesús rechazó la rígida cultura de los líderes religiosos que menospreciaban a la gente común y explicó que su Padre era un Dios accesible que prefería las súplicas de un humilde recaudador de impuestos a la ostentosa oración de un jactancioso fariseo (Lucas 18:9-14). Jesús representó a Jehová como un Dios sensible que sabe cuándo cae a tierra un pequeño gorrión. “No tengan temor —aseguró a sus discípulos—: ustedes valen más que muchos gorriones.” (Mateo 10:29, 31.) Se comprende que la gente quedara atónita por su “modo de enseñar” y se sintiera atraída a él (Mateo 7:28, 29). En una ocasión, incluso “una muchedumbre grande” permaneció con él tres días hasta quedarse sin comida (Marcos 8:1, 2).

      19 Podemos estar agradecidos de que Jehová haya revelado en su Palabra la mente de Cristo. Ahora bien, ¿cómo podemos cultivar y manifestar la mente de Cristo al tratar con otras personas? Lo veremos en el artículo siguiente.

      [Notas]

      a El hecho de que los espíritus puedan verse afectados por sus compañías se indica en Revelación 12:3, 4. En este pasaje se representa a Satanás como “un dragón” que influyó en otras “estrellas” (hijos espirituales) para que se unieran a él en su rebelión (compárese con Job 38:7).

      b A José se le menciona directamente por última vez cuando encontró a Jesús en el templo. En aquella ocasión, Jesús contaba 12 años de edad. No se dice que José estuviera presente en el banquete de bodas de Caná, al comienzo del ministerio de Jesús (Juan 2:1-3). En el año 33 E.C., Jesús confió desde el madero de tormento el cuidado de María a su amado apóstol Juan. Probablemente no lo habría hecho si José aún hubiera estado vivo (Juan 19:26, 27).

  • ¿Tenemos “la mente de Cristo”?
    La Atalaya 2000 | 15 de febrero
    • ¿Tenemos “la mente de Cristo”?

      “Que el Dios que suministra aguante y consuelo les conceda tener [...] la misma actitud mental que tuvo Cristo Jesús.” (ROMANOS 15:5.)

      1. ¿De qué manera se pinta a Jesús en muchos de los cuadros de la cristiandad, y por qué no es esta una representación justa?

      “NUNCA se le vio reír.” Eso dice de Jesús un documento falso supuestamente escrito por un oficial romano. Se dice que este documento, cuya forma presente data aproximadamente del siglo XI, ha influido en muchos artistas, cuyos cuadros pintan a Jesús como una persona de apariencia solemne que raramente sonríe, si es que lo hace en algún caso.a Pero esta no es una representación justa de Jesús, a quien los Evangelios presentan como un hombre afectuoso, amable y de intensos sentimientos.

      2. ¿Cómo podemos cultivar “la misma actitud mental que tuvo Cristo Jesús”, y a qué nos ayudará?

      2 Está claro que para conocer realmente a Jesús, tenemos que llenar la mente y el corazón de un entendimiento exacto de la clase de persona que fue cuando estuvo en la Tierra. Analicemos, por tanto, algunos relatos del Evangelio que nos permiten conocer “la mente de Cristo”, es decir, sus sentimientos, percepciones, pensamientos y razonamientos (1 Corintios 2:16). Al hacerlo, veamos cómo podemos cultivar “la misma actitud mental que tuvo Cristo Jesús” (Romanos 15:5). De esta manera estaremos mejor preparados para seguir en nuestra vida y en nuestras relaciones interpersonales el modelo que él nos puso (Juan 13:15).

      Fue accesible

      3, 4. a) ¿Cuál es el escenario del relato de Marcos 10:13-16? b) ¿Cómo reaccionó Jesús cuando sus discípulos intentaron impedir que los niños se acercaran a él?

      3 Jesús atraía a la gente. En varias ocasiones se le acercaron con libertad personas de diferentes edades y antecedentes. Analicemos el incidente que se recoge en Marcos 10:13-16. Tuvo lugar en la parte final de su ministerio, cuando se dirigía a Jerusalén por última vez para enfrentarse a una muerte angustiosa (Marcos 10:32-34).

      4 Imaginémonos la escena. La gente lleva sus hijos, entre ellos bebés, a Jesús para que los bendiga.b Los discípulos, sin embargo, intentan impedir que los niños se acerquen a él. Quizá piensan que no quiere que le molesten los niños en estas críticas semanas. Pero se equivocan. Cuando Jesús se da cuenta de lo que hacen los discípulos, no le agrada en absoluto. Llama a los niños y dice: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos” (Marcos 10:14). Luego hace algo que revela verdadero amor y ternura. El relato continúa: “Tomó a los niños en los brazos y empezó a bendecirlos” (Marcos 10:16). Los niños obviamente se sienten cómodos cuando Jesús los toma cariñosamente en brazos.

      5. ¿Qué nos dice el relato de Marcos 10:13-16 sobre la clase de persona que fue Jesús?

      5 Este breve relato nos dice mucho sobre la clase de persona que fue Jesús. Se ve que era accesible. Aunque había ocupado una elevada posición en los cielos, no intimidaba ni menospreciaba a los seres humanos imperfectos (Juan 17:5). ¿No es también significativo que hasta los niños se sintieran cómodos con él? Seguramente no les hubiera atraído un hombre frío, adusto, que nunca sonriera ni se riera. A Jesús se acercaban personas de todas las edades porque percibían que era afectuoso y bondadoso, y sabían que no se las rechazaría.

      6. ¿Cómo pueden hacerse más accesibles los ancianos?

      6 Al reflexionar sobre este relato, podemos preguntarnos: “¿Tengo la mente de Cristo? ¿Soy accesible?”. En estos tiempos críticos, las ovejas de Dios necesitan pastores accesibles, hombres que sean como “escondite contra el viento” (Isaías 32:1, 2; 2 Timoteo 3:1). Ancianos, si se preocupan sinceramente por sus hermanos y están dispuestos a dar de sí mismos en su favor, estos se darán cuenta de su interés. Lo verán en su expresión facial, lo percibirán en el tono de su voz y lo observarán en la amabilidad de sus gestos. Este afecto e interés genuinos pueden crear un ambiente de confianza que haga más fácil a los demás, incluso a los niños, acercarse a ustedes. Una cristiana explica por qué pudo sincerarse con cierto anciano: “Fue sensible y compasivo al hablar conmigo. De otro modo, probablemente no le hubiera dicho una palabra. Me hizo sentir segura”.

      Fue considerado

      7. a) ¿Cómo demostró Jesús consideración por los demás? b) ¿Por qué es posible que Jesús devolviera la vista a un ciego gradualmente?

      7 Jesús era considerado con los demás. Era sensible a los sentimientos ajenos. Le conmovía tanto ver a los afligidos que deseaba aliviar su sufrimiento (Mateo 14:14). También era considerado con las limitaciones y necesidades ajenas (Juan 16:12). En una ocasión, la gente le llevó un hombre ciego y le pidió que lo curara. Jesús le devolvió la vista, pero lo hizo gradualmente. Al principio, el hombre vio a la gente solo en contornos nebulosos, “lo que parece árboles, pero están andando”. Luego, Jesús le devolvió la visión completamente. ¿Por qué curó a ese hombre de manera gradual? Puede que lo hiciera para que se adaptara al impacto que suponía ver de repente un mundo iluminado y complejo, acostumbrado como estaba a la oscuridad (Marcos 8:22-26).

      8, 9. a) ¿Qué pasó cuando Jesús y sus discípulos entraron en la región de la Decápolis? b) Explique cómo curó Jesús a un sordo.

      8 Pensemos también en el incidente que tuvo lugar después de la Pascua del año 32. Jesús y sus discípulos habían entrado en la región de la Decápolis, al este del mar de Galilea. Allí lo encontraron enseguida grandes muchedumbres de personas, que le llevaron muchos enfermos y discapacitados, y él los curó a todos (Mateo 15:29, 30). Es digno de mención que Jesús se fijó en un hombre en particular y le demostró una consideración especial. El evangelista Marcos, el único que recoge este incidente, nos cuenta lo que sucedió (Marcos 7:31-35).

      9 El hombre era sordo y casi no podía hablar. Es posible que Jesús se fijara en el nerviosismo o la vergüenza particulares de ese hombre, e hizo algo poco usual. Se lo llevó a un lugar privado, lejos de la muchedumbre. Allí le comunicó por gestos lo que iba a hacer. “Puso sus dedos en los oídos del hombre y, después de escupir, le tocó la lengua.” (Marcos 7:33.) Luego, Jesús miró al cielo y suspiró profundamente. Estas acciones dieron a entender al hombre que lo que se iba a hacer por él se debía al poder de Dios. Finalmente, Jesús dijo: “Sé abierto” (Marcos 7:34). En ese momento, el hombre recuperó el oído y pudo hablar con normalidad.

      10, 11. ¿Cómo podemos demostrar consideración por los sentimientos ajenos en la congregación y en la familia?

      10 Jesús fue muy considerado con los demás. Era sensible a los sentimientos ajenos, lo cual lo motivó a actuar de manera acorde con esos sentimientos. Como cristianos, hacemos bien en cultivar y demostrar la mente de Cristo a este respecto. La Biblia nos exhorta: “Todos ustedes sean de un mismo ánimo y parecer, compartiendo sentimientos como compañeros, teniendo cariño fraternal, siendo tiernamente compasivos, de mente humilde” (1 Pedro 3:8). Esto realmente requiere que hablemos y actuemos de tal modo que se tengan en cuenta los sentimientos ajenos.

      11 En la congregación podemos demostrar consideración por los sentimientos de los demás tratándolos con dignidad y como nos gustaría que se nos tratara a nosotros (Mateo 7:12). Eso supone tener cuidado con lo que decimos y cómo lo decimos (Colosenses 4:6). Recordemos que ‘las palabras irreflexivas pueden ser como estocadas de una espada’ (Proverbios 12:18). ¿Y qué decir de la familia? El esposo y la esposa que verdaderamente se aman son sensibles a los sentimientos de su pareja (Efesios 5:33). Evitan las palabras duras, la crítica constante y el sarcasmo mordaz, pues no es fácil curar sentimientos heridos. Los hijos también tienen sentimientos, y los padres amorosos los tienen en cuenta. Cuando se necesita corrección, tales padres la dan respetando la dignidad de sus hijos y no haciéndoles pasar vergüenza innecesariac (Colosenses 3:21). Cuando demostramos consideración por los demás, evidenciamos que tenemos la mente de Cristo.

      Confió en los demás

      12. ¿Qué opinión equilibrada y realista tenía Jesús sobre sus discípulos?

      12 Jesús tenía una opinión equilibrada y realista sobre sus discípulos. Sabía bien que no eran perfectos, pues incluso podía leer el corazón humano (Juan 2:24, 25). Aun así, no se fijó en sus imperfecciones, sino en sus buenas cualidades. También vio el potencial que tenían esos hombres a quienes Jehová había atraído (Juan 6:44). La opinión positiva de Jesús sobre sus discípulos se evidenció en su modo de tratarlos. Para empezar, estuvo dispuesto a confiar en ellos.

      13. ¿Cómo demostró Jesús que confiaba en sus discípulos?

      13 ¿Cómo demostró Jesús esa confianza? Cuando dejó la Tierra, delegó una gran responsabilidad en sus discípulos ungidos. Colocó en sus manos la tarea de atender los intereses del Reino por todo el mundo (Mateo 25:14, 15; Lucas 12:42-44). Durante su ministerio demostró su confianza en ellos de manera indirecta y en detalles pequeños. Cuando multiplicó milagrosamente el alimento para las muchedumbres, delegó en sus discípulos la responsabilidad de distribuirlo (Mateo 14:15-21; 15:32-37).

      14. ¿Cómo resumiríamos el relato de Marcos 4:35-41?

      14 Recordemos también el relato de Marcos 4:35-41. En aquella ocasión, Jesús y sus discípulos subieron a una barca y se dirigieron hacia el este, al otro lado del mar de Galilea. Poco después de zarpar, Jesús se recostó en la popa y se durmió profundamente. Sin embargo, pronto “estalló una grande y violenta tempestad”. Tales tormentas no eran raras en el mar de Galilea. Debido a su poca altitud (unos 200 metros bajo el nivel del mar), el aire es mucho más caliente allí que en las zonas circundantes, lo cual crea perturbaciones atmosféricas. Además, por la cuenca del Jordán bajan vientos fuertes procedentes del monte Hermón, situado al norte. A un momento de calma bien puede seguirle una violenta tormenta. Pensemos en esto: Jesús sabía, sin duda, que las tempestades eran comunes, puesto que se había criado en Galilea. De todos modos, se durmió tranquilamente, confiando en la pericia de sus discípulos, algunos de los cuales eran pescadores (Mateo 4:18, 19).

      15. ¿Cómo podemos imitar la disposición de Jesús de confiar en sus discípulos?

      15 ¿Podemos imitar la disposición de Jesús de confiar en sus discípulos? Quizá haya personas a quienes se les haga difícil delegar responsabilidades. Siempre quieren estar al mando, por decirlo así. Es posible que piensen: “Si quiero que algo salga bien, tengo que hacerlo yo mismo”. Pero si tenemos que hacerlo todo nosotros mismos, corremos el peligro de agotarnos y privar innecesariamente a nuestra familia de tiempo que podemos dedicarle. Además, si no delegamos tareas y responsabilidades apropiadas en otros, quizá les privemos de la preparación y la experiencia necesarias. Es conveniente aprender a confiar en los demás y delegarles algunos cometidos. Hacemos bien en preguntarnos sinceramente: “¿Tengo la mente de Cristo en este asunto? ¿Delego voluntariamente algunas tareas, confiando en que se hará todo lo posible por cumplir con ellas?”.

      Creyó en sus discípulos

      16, 17. ¿Qué tranquilizadoras palabras dirigió Jesús a sus apóstoles la última noche de su vida en la Tierra, aunque sabía que lo iban a abandonar?

      16 Jesús demostró de otra manera importante su opinión positiva sobre sus discípulos. Les dijo directamente que confiaba en ellos, como se ve en las tranquilizadoras palabras que dirigió a sus apóstoles la última noche de su vida terrestre. Recordemos lo que sucedió.

      17 Fue una noche muy ocupada para Jesús. Había dado a sus apóstoles una emotiva lección de humildad lavándoles los pies. Después, instituyó la cena que serviría de conmemoración de su muerte. Luego, los apóstoles volvieron a discutir acaloradamente sobre quién parecía ser el mayor. Jesús demostró una vez más su paciencia y no los reprendió, sino que razonó con ellos. Les refirió lo que debían esperar: “A todos ustedes se les hará tropezar respecto a mí esta noche, porque está escrito: ‘Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán esparcidas’” (Mateo 26:31; Zacarías 13:7). Sabía que sus compañeros más íntimos lo abandonarían en ese momento de necesidad. Aun así, no los condenó. Al contrario, les dijo: “Pero después que yo haya sido levantado iré delante de ustedes a Galilea” (Mateo 26:32). Sí, les aseguró que aunque ellos lo abandonaran, él no los abandonaría a ellos. Después de pasar esa terrible experiencia, se encontraría de nuevo con ellos.

      18. ¿Qué importante misión encomendó Jesús a sus discípulos en Galilea, y cómo cumplieron con ella los apóstoles?

      18 Jesús cumplió su palabra. Más tarde, ya resucitado, se apareció en Galilea a los once apóstoles fieles, que al parecer se habían reunido con muchas otras personas (Mateo 28:16, 17; 1 Corintios 15:6). Allí les confió una importante misión: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20). El libro de Hechos nos da una prueba clara de que los apóstoles cumplieron su misión, pues abanderaron fielmente la obra de predicar las buenas nuevas durante el siglo primero (Hechos 2:41, 42; 4:33; 5:27-32).

      19. ¿Qué nos enseña sobre la mente de Cristo lo que este hizo después de su resurrección?

      19 ¿Qué nos enseña este revelador relato sobre la mente de Cristo? Jesús había visto lo peor de sus apóstoles; no obstante, “los amó hasta el fin” (Juan 13:1). A pesar de sus debilidades, les hizo saber que creía en ellos, y no se equivocó. La confianza y la fe que había expresado en aquellos hombres, sin duda, los fortaleció para determinarse en su corazón a cumplir con la obra que les mandó realizar.

      20, 21. ¿Cómo podemos ver de manera positiva a nuestros hermanos en la fe?

      20 ¿Podemos demostrar que tenemos la mente de Cristo a este respecto? No veamos con pesimismo a nuestros hermanos en la fe. Si pensamos lo peor, nuestras palabras y acciones probablemente lo pondrán de manifiesto (Lucas 6:45). Sin embargo, la Biblia nos dice que el amor ‘cree todas las cosas’ (1 Corintios 13:7). El amor es positivo, no negativo. Edifica, no derriba. La gente responde mejor al amor y al ánimo que a la intimidación. Podemos edificar y animar a los demás confiando en ellos (1 Tesalonicenses 5:11). Si vemos a nuestros hermanos de manera positiva, como Cristo lo hizo, los trataremos de modos que los edifiquen y saquen de ellos lo mejor que tienen.

      21 Cultivar y demostrar la mente de Cristo implica más que solo imitar ciertas acciones de Jesús. Como se indica en el artículo precedente, para actuar como Jesús, primero tenemos que aprender a ver las cosas como él las vio. Los Evangelios nos permiten conocer otro aspecto de su personalidad, así como de sus pensamientos y sentimientos acerca de la obra que se le encomendó, como veremos en el próximo artículo.

      [Notas]

      a El autor inventa en el documento la supuesta apariencia de Jesús, como el color del pelo, la barba y los ojos. El traductor de la Biblia Edgar J. Goodspeed explica que esta falsificación “se concibió para dar validez a lo que decían los manuales de los pintores sobre la apariencia personal de Jesús”.

      b Parece ser que había niños de diferentes edades. La palabra que se traduce por “niñitos” también se usa con referencia a la hija de Jairo, que contaba 12 años de edad (Marcos 5:39, 42; 10:13). Sin embargo, en el relato paralelo, Lucas emplea un término que también significa “bebé” (Lucas 1:41; 2:12; 18:15).

      c Véase el artículo “¿Respetamos su dignidad?”, de La Atalaya del 1 de abril de 1998.

  • ¿Nos sentimos impulsados a actuar como Jesús?
    La Atalaya 2000 | 15 de febrero
    • ¿Nos sentimos impulsados a actuar como Jesús?

      “Él vio una muchedumbre grande, y se enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles.” (MARCOS 6:34.)

      1. ¿Por qué es comprensible que las personas posean cualidades admirables?

      MUCHAS personas han manifestado cualidades admirables a lo largo de la historia, y puede entenderse por qué. Jehová Dios posee y manifiesta amor, bondad, generosidad y otras cualidades deseables. Como el ser humano fue creado a la imagen de Dios, es comprensible que refleje en cierta medida amor, bondad, compasión y otras cualidades divinas, y que la mayoría de las personas demuestren tener una conciencia (Génesis 1:26; Romanos 2:14, 15). Sin embargo, posiblemente nos demos cuenta de que a algunas de ellas les resulta más fácil que a otras evidenciar tales cualidades.

      2. ¿Qué buenas obras hace la gente, quizá pensando que imita a Cristo?

      2 Es probable que sepamos de hombres y mujeres que visitan o ayudan a los enfermos, se compadecen de los discapacitados o dan generosamente a los pobres. Pensemos también en aquellos que, por compasión, dedican la vida a trabajar en colonias de leprosos u orfanatos, los que se ofrecen como voluntarios en hospitales o residencias de enfermos terminales, o la gente que asiste a los sin techo o a los refugiados. Probablemente, algunas de estas personas piensen que así imitan a Jesús, el modelo de todos los cristianos. En los Evangelios leemos que Cristo curó a los enfermos y alimentó a los hambrientos (Marcos 1:34; 8:1-9; Lucas 4:40). El amor, la ternura y la compasión de Jesús fueron reflejos de “la mente de Cristo”, quien, a su vez, imitó a su Padre celestial (1 Corintios 2:16).

      3. ¿Qué podemos analizar para conseguir un punto de vista equilibrado sobre las buenas obras que Jesús efectuó?

      3 Ahora bien, ¿hemos observado que hoy día muchas personas a quienes impresionan el amor y la compasión de Jesús pasan por alto un aspecto principal de la mente de Cristo? Un análisis cuidadoso del capítulo 6 de Marcos nos ayudará a entender mejor esta idea. Allí leemos que la gente llevaba enfermos a Jesús para que los curara. El contexto indica también que cuando vio que los miles de personas que habían acudido a escucharle tenían hambre, los alimentó milagrosamente (Marcos 6:35-44, 54-56). Curar a los enfermos y alimentar a los hambrientos fueron manifestaciones sobresalientes de compasión amorosa, pero ¿fue esta su manera principal de ayudar al prójimo? Y ¿cómo podemos imitar mejor su ejemplo perfecto de amor, bondad y compasión, tal como él imitó a Jehová?

      Se sintió impulsado a satisfacer las necesidades espirituales

      4. ¿Cuál es el escenario del relato de Marcos 6:30-34?

      4 Jesús se compadeció de sus contemporáneos, especialmente por causa de sus necesidades espirituales. Aquellas necesidades eran de fundamental importancia, más que las de naturaleza física. Repasemos el relato de Marcos 6:30-34. El incidente que allí se recoge tuvo lugar a orillas del mar de Galilea, cerca de la Pascua del año 32. Los apóstoles estaban emocionados, y no sin razón. Habían concluido una extensa gira y se reencontraban con Jesús, sin duda ansiosos de contarle sus experiencias. Sin embargo, se reunió en torno a este mucha gente, tanta que ni él ni sus apóstoles podían comer ni descansar. Por ello, Jesús dijo a los apóstoles: “Vengan, ustedes mismos, en privado, a un lugar solitario, y descansen un poco” (Marcos 6:31). Probablemente cerca de Capernaum subieron a una barca y zarparon rumbo a un lugar tranquilo al otro lado del mar de Galilea. Pero la muchedumbre corrió por la orilla y llegó antes que la barca. ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Se disgustó porque no le dejaban descansar? ¡De ningún modo!

      5. ¿Qué sentía Jesús por las muchedumbres que acudían a él, y qué hizo por ellas?

      5 A Jesús le conmovió ver a esta multitud de miles de personas, algunas de ellas enfermas, que lo esperaban con impaciencia (Mateo 14:14; Marcos 6:44). Centrándose en lo que suscitó la compasión de Jesús y su reacción, Marcos escribió: “Él vio una muchedumbre grande, y se enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:34). Jesús no solo vio a una muchedumbre de personas. Vio a individuos con necesidades espirituales. Eran como ovejas descarriadas y desamparadas, que no tenían ningún pastor que las guiara a verdes pastos ni las protegiera. Sabía que los insensibles guías religiosos, que debían ser pastores amorosos, en realidad menospreciaban a la gente común y descuidaban sus necesidades espirituales (Ezequiel 34:2-4; Juan 7:47-49). Él iba a tratarlas de manera diferente, haciéndoles el mayor bien posible. Así que empezó a enseñarles acerca del Reino de Dios.

      6, 7. a) Según los Evangelios, ¿qué fue prioritario para Jesús cuando satisfizo las necesidades de la gente? b) ¿Qué impulsaba a Jesús a predicar y enseñar?

      6 Observemos la secuencia en un relato paralelo y qué da a entender sobre lo que es prioritario. Lo escribió Lucas, un médico que se interesaba sinceramente por el bienestar físico de la gente. “Las muchedumbres [...] lo siguieron [a Jesús]. Y él los recibió amablemente y se puso a hablarles del reino de Dios, y sanó a los que tenían necesidad de curación.” (Lucas 9:11; Colosenses 4:14.) Aunque no sucede lo mismo en todas las narraciones de milagros, en este caso, ¿qué pone en primer lugar el relato inspirado de Lucas? El hecho de que Jesús enseñó a la gente.

      7 Esto concuerda con lo que destaca Marcos 6:34. Este versículo muestra con claridad de qué manera en particular se sintió impulsado Jesús a expresar su compasión: enseñando a la gente y satisfaciendo sus necesidades espirituales. Jesús había dicho con anterioridad en su ministerio: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43). Sin embargo, nos equivocaríamos si pensáramos que Jesús proclamó el mensaje del Reino por un mero sentido del deber, de manera mecánica. No, lo que lo impulsó principalmente a predicar las buenas nuevas fue su compasión amorosa por la gente. El mayor bien que Jesús podía hacer, incluso a los enfermos, los endemoniados, los pobres y los hambrientos, era ayudarlos a conocer, aceptar y amar la verdad del Reino de Dios. Esta era una verdad de fundamental importancia por causa del papel del Reino en la vindicación de la soberanía de Jehová y la bendición permanente de la humanidad.

      8. ¿Qué pensaba Jesús de su predicación y enseñanza?

      8 La predicación del Reino que Jesús llevó a cabo era parte importante de la razón por la que vino a la Tierra. Cerca del fin de su ministerio terrestre, dijo: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz” (Juan 18:37). Hemos visto en los dos artículos anteriores que Jesús fue un hombre que sentía compasión: era bondadoso, accesible, considerado, confiable y, sobre todo, amoroso. Debemos valorar estos aspectos de su personalidad si queremos entender de verdad la mente de Cristo. Es igualmente importante que nos demos cuenta de que la mente de Cristo implica también la prioridad que él dio a la obra de predicar y enseñar.

      Exhortó a dar testimonio

      9. ¿Para quiénes debían ser prioritarias la predicación y enseñanza?

      9 Jesús no era el único que debía dar prioridad a la predicación y a la enseñanza, como expresión de amor y compasión, sino que exhortó a sus seguidores a imitar sus motivos, prioridades y acciones. Por ejemplo, cuando Jesús seleccionó a sus doce apóstoles, ¿qué les dijo que hicieran? Marcos 3:14, 15 nos explica: “Formó un grupo de doce, a quienes también dio el nombre de ‘apóstoles’, para que continuaran con él y para enviarlos a predicar y a tener autoridad para expulsar los demonios”. ¿Percibimos qué es lo que debía ser prioritario para los apóstoles?

      10, 11. a) ¿Qué les dijo Jesús a los apóstoles que hicieran cuando los envió a predicar? b) ¿En qué se centró Jesús cuando mandó a los apóstoles?

      10 Con el tiempo, Jesús también facultó a los doce para curar y expulsar demonios (Mateo 10:1; Lucas 9:1). Luego los envió a “las ovejas perdidas de la casa de Israel”. ¿Para qué? Jesús les mandó: “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’. Curen enfermos, levanten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios” (Mateo 10:5-8; Lucas 9:2). ¿Qué hicieron estos en realidad? “De modo que ellos salieron y [1] predicaron para que la gente se arrepintiera; y [2] expulsaban muchos demonios y untaban con aceite a muchos enfermizos y los curaban.” (Marcos 6:12, 13.)

      11 Ya que no siempre se menciona la enseñanza en primer lugar, ¿estamos atribuyendo demasiada importancia a la relación entre la secuencia supracitada y las prioridades o los motivos implicados? (Lucas 10:1-9.) Pues bien, no deberíamos descartar la frecuencia con la que se menciona la enseñanza antes que la curación. Observemos el contexto en este caso. Justo antes de enviar a los doce apóstoles, Jesús se había compadecido de las muchedumbres debido a la condición en la que se hallaban. Leemos: “Jesús emprendió un recorrido de todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas y predicando las buenas nuevas del reino y curando toda suerte de dolencia y toda suerte de mal. Al ver las muchedumbres, se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: ‘Sí; la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por lo tanto, rueguen al Amo de la mies que envíe obreros a su siega’” (Mateo 9:35-38).

      12. ¿Qué otro propósito pudieron tener las obras milagrosas de Jesús y los apóstoles?

      12 Estando con él, los apóstoles podrían absorber algo de la mente de Cristo. Podrían entender que amar y compadecerse verdaderamente de la gente suponía predicar y enseñar el Reino, lo que debía constituir un aspecto principal de sus buenas obras. Siguiendo esta línea, los buenos hechos de naturaleza física, como la curación de los enfermos, lograron más que solo ayudar a los necesitados. Como podemos imaginarnos, la alimentación y las curaciones milagrosas atraerían a algunas personas (Mateo 4:24, 25; 8:16; 9:32, 33; 14:35, 36; Juan 6:26). Sin embargo, además de ser de ayuda física, aquellas obras lograron que los observadores reconocieran que Jesús era el Hijo de Dios y “el profeta” que Moisés había predicho (Juan 6:14; Deuteronomio 18:15).

      13. ¿Qué papel destaca la profecía de Deuteronomio 18:18 que desempeñaría “el profeta” que tenía que venir?

      13 ¿Por qué era importante que Jesús fuera “el profeta”? Pues bien, ¿cuál era el papel clave que se predijo que este desempeñaría? ¿Iba a ser famoso por ejecutar curaciones milagrosas o alimentar a los hambrientos? Deuteronomio 18:18 predijo: “Les levantaré un profeta de en medio de sus hermanos, semejante a ti [Moisés]; y verdaderamente pondré mis palabras en su boca, y él ciertamente les hablará todo lo que yo le mande”. De modo que a la vez que los apóstoles aprendían a sentir y expresar compasión, podían concluir que la mente de Cristo debía evidenciarse también en su obra de predicar y enseñar, la mejor manera que tenían de ayudar a la gente. Por ese medio, a los enfermos y a los pobres les sería posible conseguir beneficios permanentes, no solo limitados a la corta vida humana o a un par de comidas (Juan 6:26-30).

      Cultivemos hoy la mente de Cristo

      14. ¿Cómo podemos tener la mente de Cristo en la predicación?

      14 Ninguno de nosotros pensaría que la mente de Cristo fue privativa del siglo primero, es decir, de Jesús y los primeros discípulos, sobre los que el apóstol Pablo escribió: “Nosotros sí tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16). Sabemos, además, que tenemos la obligación de predicar las buenas nuevas y hacer discípulos (Mateo 24:14; 28:19, 20). Sin embargo, es provechoso que reflexionemos sobre nuestros motivos al realizar esta obra. No deberíamos hacerlo por un mero sentido del deber. El amor a Dios es la razón principal por la que participamos en el ministerio, y para ser de verdad como Jesús, debemos predicar y enseñar motivados por la compasión (Mateo 22:37-39).

      15. ¿Por qué es la compasión parte apropiada de nuestro ministerio público?

      15 Es cierto que no siempre es fácil sentir compasión por quienes no comparten nuestras creencias, especialmente cuando nos enfrentamos a su apatía, rechazo u oposición. No obstante, si perdiéramos el amor y la compasión por la gente, podríamos quedarnos sin un motivo fundamental por el que participar en el ministerio cristiano. ¿Cómo, entonces, cultivar la compasión? Intentando ver a las personas como Jesús las vio: “desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor” (Mateo 9:36). ¿No es esa la situación de muchas personas hoy en día? Los falsos pastores religiosos las han desatendido y cegado en sentido espiritual. Por ello, no conocen la sólida guía que se halla en la Biblia ni las condiciones paradisíacas que el Reino de Dios pronto traerá a la Tierra. Se enfrentan a los problemas de la vida cotidiana, entre ellos, la pobreza, la discordia familiar, la enfermedad y la muerte, sin tener la esperanza del Reino. Nosotros tenemos lo que necesitan: las vivificantes buenas nuevas del Reino de Dios ya establecido en el cielo.

      16. ¿Qué debería impulsarnos a comunicar las buenas nuevas al prójimo?

      16 Cuando pensamos en las necesidades espirituales de las personas que nos rodean, ¿no nos impulsa el corazón a hacer todo lo posible por comunicarles el amoroso propósito de Dios? Sí, la nuestra es una obra motivada por la compasión. Si nos ponemos en el lugar de la gente, como lo hizo Jesús, se notará en el tono de nuestra voz, nuestra expresión facial y nuestra manera de enseñar. Todo ello hará el mensaje más atractivo para aquellos que estén “correctamente dispuestos para vida eterna” (Hechos 13:48).

      17. a) ¿De qué maneras podemos demostrar nuestro amor y compasión por los demás? b) ¿Por qué no es cuestión de escoger entre hacer buenas obras o participar en el ministerio público?

      17 Por supuesto, la compasión debe manifestarse en todo lo que hacemos en la vida. Esto incluye ser bondadosos con los desfavorecidos, los enfermos y los pobres, haciendo todo lo que buenamente podamos por aliviar su sufrimiento. Implica que procuremos, de palabra y mediante hechos, mitigar el dolor de aquellos que han perdido a seres queridos (Lucas 7:11-15; Juan 11:33-35). No obstante, tales manifestaciones de amor, bondad y compasión no deben constituir todas nuestras buenas obras, como sucede en el caso de las personas humanitarias. De importancia mucho más duradera es el esfuerzo que hacemos, motivado por cualidades divinas similares, al participar en la obra cristiana de predicar y enseñar. Recordemos lo que Jesús dijo acerca de los guías religiosos judíos: “Dan el décimo de la hierbabuena y del eneldo y del comino, pero han desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber: la justicia y la misericordia y la fidelidad. Era obligatorio hacer estas cosas, y sin embargo no desatender las otras cosas” (Mateo 23:23). En el caso de Jesús, no era asunto de escoger entre una cosa o la otra, ya fuera ayudar a las personas que tuvieran dificultades físicas o impartirles la vivificante enseñanza espiritual. Jesús hizo ambas cosas. De todos modos, está claro que la más importante era la enseñanza, pues el bien que con ella podía conseguirse era eterno (Juan 20:16).

      18. ¿A qué debe impulsarnos este estudio de la mente de Cristo?

      18 Debemos estar muy agradecidos de que Jehová nos haya revelado la mente de Cristo. Mediante los Evangelios podemos conocer mejor los pensamientos, sentimientos, cualidades, actividades y prioridades del hombre más grande de todos los tiempos. Queda de nuestra parte la responsabilidad de leer lo que la Biblia revela acerca de Jesús, meditar sobre ello y ponerlo en práctica. Recordemos que para actuar como lo hizo Jesús, tenemos que aprender primero a pensar, sentir y evaluar los asuntos como él lo hizo, al grado que la imperfección humana nos lo permita. Por lo tanto, resolvámonos a cultivar y demostrar la mente de Cristo. No hay ninguna manera mejor de vivir, ninguna manera mejor de tratar a las personas y ninguna manera mejor, para nosotros y para los demás, de acercarnos a Aquel a quien él reflejó perfectamente, nuestro compasivo Dios, Jehová (2 Corintios 1:3; Hebreos 1:3).

  • ¿Nos sentimos impulsados a actuar como Jesús?
    La Atalaya 2000 | 15 de febrero
    • [Ilustración a toda plana de la página 23]

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