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Veamos la pureza moral como Dios la veLa Atalaya 2000 | 1 de noviembre
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Veamos la pureza moral como Dios la ve
“Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar.” (ISAÍAS 48:17.)
1, 2. a) ¿Cuál es la opinión predominante sobre la moralidad sexual? b) ¿Desde qué óptica ven los cristianos la moralidad sexual?
LA CONDUCTA moral se considera hoy día, en numerosas partes del mundo, un asunto privado. Muchas personas opinan que las relaciones sexuales son una expresión natural de afecto que pueden permitirse cuando quieran, sin tener que limitarlas al matrimonio. Creen que mientras nadie salga herido, no hay nada malo en que cada uno decida cómo actuar. Les parece que no se debería juzgar a la gente por su moralidad, sobre todo en materia sexual.
2 Quienes ya conocen a Jehová ven el asunto desde una óptica muy distinta. El amor que sienten por él y su deseo de agradarle los impulsa a obedecer de buena gana las pautas bíblicas. Reconocen que Jehová los ama y que sus instrucciones solo pretenden su bien, dado que contribuyen sin ninguna duda a que se beneficien y sean felices (Isaías 48:17). Puesto que Dios es la Fuente de la vida, es lógico que acudan a él para que les indique cómo deben usar su cuerpo, en especial en un ámbito tan estrechamente vinculado a la transmisión de la vida.
El regalo de un Creador amoroso
3. ¿Qué enseñanza se ha difundido con frecuencia en la cristiandad en cuanto a las relaciones sexuales, y cómo difiere de lo que dice la Biblia?
3 En contraste con las tendencias populares en el mundo secularizado de hoy, algunos miembros de la cristiandad han difundido la enseñanza de que las relaciones íntimas son vergonzosas y pecaminosas, y que el “pecado original” perpetrado en el jardín de Edén consistió en que Eva sedujo sexualmente a Adán. Tal punto de vista es contrario a lo que enseñan las Escrituras inspiradas. El relato bíblico llama a la primera pareja humana “el hombre y su esposa” (Génesis 2:25). Estas fueron las palabras con las que Dios les mandó que tuvieran hijos: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra” (Génesis 1:28). No tendría sentido que Dios ordenara a Adán y Eva procrear, y luego los castigara por haberle obedecido (Salmo 19:8).
4. ¿Por qué dotó Jehová a los seres humanos de facultades sexuales?
4 Aquel mandato, dirigido a nuestros primeros padres y repetido más tarde a Noé y sus hijos, pone de relieve el propósito primordial de las relaciones sexuales: tener hijos (Génesis 9:1). Sin embargo, Dios muestra en su Palabra que sus siervos casados no están obligados a hacer de la procreación el único objetivo de las relaciones íntimas. Estas pueden satisfacer de forma apropiada ciertas necesidades emocionales y físicas, así como constituir una fuente de placer para ambos cónyuges y un medio para demostrarse profundo cariño (Génesis 26:8, 9; Proverbios 5:18, 19; 1 Corintios 7:3-5).
Restricciones divinas
5. ¿Qué prohibiciones ha impuesto Dios en materia sexual?
5 Aunque la sexualidad es un don de Dios, no debe expresarse sin restricción alguna. Tal principio es aplicable incluso dentro del matrimonio (Efesios 5:28-30; 1 Pedro 3:1, 7). Fuera de este, las relaciones sexuales están prohibidas. La Biblia es muy explícita al respecto. La Ley que Dios entregó a la nación de Israel estipulaba: “No debes cometer adulterio” (Éxodo 20:14). Jesús señaló posteriormente que entre los “razonamientos perjudiciales” que se originan en el corazón y contaminan al ser humano, figuran “fornicaciones” y “adulterios” (Marcos 7:21, 22). El apóstol Pablo dirigió esta exhortación inspirada a los cristianos de Corinto: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Y en su carta a los Hebreos escribió: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4).
6. ¿Qué abarca en la Biblia el término fornicación?
6 ¿Qué significa el término fornicación? Esta palabra traduce la voz griega por·néi·a, que a veces hace referencia a las relaciones sexuales entre personas no casadas (1 Corintios 6:9). En otros lugares, como en Mateo 5:32 y 19:9, tiene un significado más amplio, de modo que también abarca el adulterio, el incesto y el bestialismo. Otras prácticas entre individuos no casados, como el coito oral o anal y la manipulación sexual de los genitales de otra persona, constituyen asimismo por·néi·a. Todos estos actos se condenan —sea explícita o implícitamente— en la Palabra de Dios (Levítico 20:10, 13, 15, 16; Romanos 1:24, 26, 27, 32).a
Las leyes morales de Dios nos benefician
7. ¿Qué beneficios obtenemos al mantenernos puros en sentido moral?
7 La obediencia a las instrucciones de Jehová que regulan la sexualidad puede suponer un desafío para los seres humanos imperfectos. Maimónides, célebre filósofo judío del siglo XII, escribió: “Ninguna prohibición de la Torá [o Ley mosaica] es tan difícil de acatar como la de las uniones prohibidas y las relaciones sexuales ilícitas”. Sin embargo, la observancia de tales directrices divinas nos reporta grandes beneficios (Isaías 48:18). Por ejemplo, nos protege de las enfermedades de transmisión sexual, algunas de las cuales son incurables o hasta mortales,b así como de los embarazos extramatrimoniales. Cuando ponemos en práctica la sabiduría divina, esta nos permite disfrutar de una conciencia limpia. Eleva la autoestima y nos gana el respeto de los demás: los parientes, el cónyuge, los hijos, los hermanos cristianos y otras personas. De igual modo, nos infunde una actitud saludable y positiva en cuanto al sexo, actitud que, a su vez, contribuirá a que tengamos un matrimonio feliz. Una cristiana escribió: “La verdad de la Palabra de Dios es la mejor protección. Esperaré hasta que me case, y cuando lo haga, me sentiré orgullosa de decirle al cristiano que sea mi esposo que me he mantenido casta”.
8. ¿De qué modos puede nuestra castidad promover la adoración pura?
8 La castidad también es un medio muy eficaz para corregir algunos conceptos erróneos sobre la religión verdadera y atraer a la gente al Dios que adoramos. El apóstol Pedro lo expresó así: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que, en la cosa de que hablan contra ustedes como de malhechores, ellos, como resultado de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios en el día para la inspección por él” (1 Pedro 2:12). Ahora bien, incluso si las personas que no sirven a Jehová no comprenden ni alaban nuestra conducta casta, de algo podemos estar seguros: nuestro Padre celestial no solo la ve y la aprueba, sino que se regocija por el empeño con que procuramos seguir su dirección (Proverbios 27:11; Hebreos 4:13).
9. ¿Por qué debemos confiar en la dirección divina aun cuando no entendamos plenamente sus razones? Dé un ejemplo.
9 La fe en Dios implica confiar en que él sabe lo que más nos conviene, aun cuando no entendamos plenamente los motivos de sus mandatos. Veamos un ejemplo extraído de la Ley mosaica. Una norma relativa a los campamentos militares requería enterrar el excremento fuera de estos (Deuteronomio 23:13, 14). Es posible que los israelitas se preguntaran la razón, y que algunos lo vieran innecesario. Sin embargo, la ciencia médica llegó a comprender más tarde que aquella ley les permitía preservar la pureza de sus fuentes de agua y los protegía de muchas enfermedades que transmiten los insectos. De igual modo, existen razones espirituales, sociales, emocionales, físicas y psicológicas por las que Dios ha limitado las relaciones íntimas al lecho conyugal. Analicemos algunos ejemplos bíblicos de personajes cuya moralidad fue intachable.
Se bendice a José por su conducta moral
10. ¿Quién intentó seducir a José, y cuál fue su respuesta?
10 Es probable que usted esté familiarizado con el ejemplo bíblico de José, el hijo de Jacob. A los 17 años de edad se vio convertido en esclavo de Potifar, el jefe de la guardia de corps del Faraón egipcio. Jehová bendijo a José, de modo que su amo llegó a otorgarle autoridad sobre toda su casa. A los 20 años era “de hermosa figura y de hermosa apariencia”. Cuando la esposa de Potifar se fijó en él y trató de seducirlo, José dejó bien clara su postura y le explicó que si la complacía, no solo traicionaría a su dueño, sino que también ‘pecaría contra Dios’. ¿Por qué razonó así? (Génesis 39:1-9.)
11, 12. ¿Por qué debió de razonar José como lo hizo aunque Dios no había promulgado todavía una ley escrita que prohibiera la fornicación y el adulterio?
11 Es patente que la decisión de José no se debió al temor a que lo descubrieran. Su familia vivía lejos, y su padre lo daba por muerto. Si cometía algún acto de inmoralidad sexual, sus parientes jamás se enterarían. Es probable que también pudiera ocultar de Potifar y los hombres de la servidumbre un pecado como aquel, pues había ocasiones en las que no se hallaban en la casa (Génesis 39:11). Sin embargo, era consciente de que no podría esconderlo de Dios.
12 José debió de razonar basándose en lo que conocía de Jehová. Sin duda sabía que en el jardín de Edén había declarado: “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne” (Génesis 2:24). Además, probablemente estaba al tanto de lo que Jehová le había dicho al rey filisteo que pensó en seducir a Sara, la bisabuela de José: “Mira que puedes darte por muerto a causa de la mujer que has tomado, puesto que es poseída por otro dueño como esposa. [...] Yo [...] también estaba deteniéndote de pecar contra mí. Por eso no te permití tocarla” (Génesis 20:3, 6). De modo que, si bien Jehová no había promulgado todavía una ley escrita, su parecer en cuanto al matrimonio estaba claro. El sentido moral de José y su deseo de agradar a Dios lo impulsaron a rechazar la inmoralidad.
13. ¿Por qué, probablemente, no pudo José eludir a la esposa de Potifar?
13 Pero la esposa de Potifar siguió insistiendo, y “día tras día” imploraba a José que se acostara con ella. ¿Por qué no se limitó este a evitar su compañía? Pues bien, en su condición de esclavo tenía deberes que cumplir, y poco podría hacer para cambiar la situación. Los hallazgos arqueológicos indican que el diseño de las viviendas egipcias exigía atravesar las salas principales para llegar a los almacenes. Por consiguiente, puede que le resultara imposible eludir a aquella mujer (Génesis 39:10).
14. a) ¿Qué le sucedió a José después de huir de la esposa de Potifar? b) ¿Cómo bendijo Jehová la fidelidad de José?
14 Llegó el día en que se hallaron solos en la casa. La esposa de Potifar se aferró a José y exclamó: “¡Acuéstate conmigo!”. Él huyó, y ella, por despecho, lo acusó de intentar violarla. ¿Qué consecuencias tuvo aquello? ¿Recompensó Jehová inmediatamente aquel proceder íntegro? No. José acabó en prisión y sujeto con grilletes (Génesis 39:12-20; Salmo 105:18). Jehová observó aquella injusticia, y con el tiempo lo ensalzó sacándolo de la cárcel para ponerlo en un palacio. José llegó a ser la segunda persona más poderosa de Egipto, y fue bendecido con una esposa y con hijos (Génesis 41:14, 15, 39-45, 50-52). Además, el relato de su integridad se puso por escrito hace tres mil quinientos años, para beneficio de los siervos de Dios que han vivido desde entonces. Su obediencia a las justas leyes divinas se vio recompensada con magníficas bendiciones. Hoy, de igual manera, no siempre veremos los beneficios inmediatos de un proceder de integridad moral, pero podemos estar seguros de que Jehová lo ve y nos bendecirá al debido tiempo (2 Crónicas 16:9).
Job hizo ‘un pacto con sus ojos’
15. ¿En qué consistía ‘el pacto con sus ojos’ que había hecho Job?
15 Otro personaje que se mantuvo íntegro fue Job. En medio de las pruebas que le impuso el Diablo, repasó su vida y se declaró dispuesto a sufrir un castigo severo si había violado los principios de Jehová, entre ellos los relativos a la moralidad sexual. Dijo: “Un pacto he celebrado con mis ojos. Por eso, ¿cómo pudiera mostrarme atento a una virgen?” (Job 31:1). Con estas palabras manifestó que se había resuelto a permanecer íntegro y a ni siquiera mirar con lascivia a las mujeres. Claro está que las vería en su vida cotidiana y las ayudaría cuando fuera preciso. Pero consideraba inadmisible dedicarles atenciones con fines románticos. Antes de que comenzaran sus pruebas, él había sido sumamente rico, “el más grande de todos los orientales” (Job 1:3). Sin embargo, fue fiel a su esposa y no utilizó su riqueza para realizar conquistas amorosas. Es evidente que nunca acarició la idea de tener relaciones sexuales ilícitas con mujeres más jóvenes.
16. a) ¿Por qué constituye Job un magnífico ejemplo para los cristianos casados? b) ¿En qué sentido fue el proceder de los varones contemporáneos de Malaquías muy distinto del de Job, y qué puede decirse de hoy día?
16 De modo que Job fue moralmente íntegro, lo mismo en la dicha que en la adversidad. Jehová observó su conducta y lo colmó de bendiciones (Job 1:10; 42:12). Sin duda, Job constituye un magnífico ejemplo para los cristianos casados, hombres y mujeres. No sorprende que Jehová lo amara tanto. En cambio, el proceder que hoy siguen muchas personas nos recuerda lo que sucedió en tiempos del profeta Malaquías, quien censuró la forma en que muchos hombres abandonaban a sus cónyuges, a menudo con el propósito de casarse con mujeres más jóvenes. El altar de Jehová se cubrió con las lágrimas de las esposas abandonadas, y Dios condenó a quienes las habían “tratado traidoramente” (Malaquías 2:13-16).
Una joven casta
17. ¿En qué sentido fue la sulamita como “un jardín cerrado con barras”?
17 Un tercer personaje que se mantuvo íntegro fue una sulamita soltera. De esta hermosa muchacha no solo se enamoró un joven pastor, sino el propio Salomón, el opulento rey de Israel. El Cantar de los Cantares cuenta la historia de esta sulamita que conservó su virtud y se ganó así el respeto de cuantos la rodeaban. Aunque ella rechazó al rey, este puso por escrito el relato inspirado. El pastor al que ella amaba también respetó su castidad. En cierta ocasión la comparó a “un jardín cerrado con barras” (El Cantar de los Cantares 4:12). En el antiguo Israel había bellos huertos y jardines —con una agradable variedad de plantas, flores de exquisita fragancia y árboles majestuosos— que se solían cercar con un seto o un muro cuya única entrada era una puerta con cerradura (Isaías 5:5). A los ojos del pastor, la pureza moral y el encanto de la sulamita la hacían parecerse a un jardín de singular belleza. Era totalmente casta. Solo él, cuando fuera su esposo, disfrutaría de sus más tiernas muestras de cariño.
18. ¿Qué nos recuerdan los relatos de José, Job y la sulamita?
18 La sulamita es un magnífico ejemplo de integridad moral para las cristianas de la actualidad. Jehová vio con aprecio la virtud de aquella joven, y la bendijo tal como había hecho con José y Job. Su historia de integridad se puso por escrito en la Palabra de Dios para que nos sirviera de guía. Aunque el empeño que nosotros ponemos en permanecer íntegros no figure en la Biblia, Jehová guarda “un libro de recuerdo”, en el que inscribe a quienes procuran hacer Su voluntad. Nunca olvidemos que él está “prestando atención” y se regocija cuando ve que luchamos lealmente por mantenernos limpios en sentido moral (Malaquías 3:16).
19. a) ¿Cómo debemos considerar la pureza moral? b) ¿Qué analizará el siguiente artículo?
19 Aunque las personas sin fe se burlen, a nosotros nos llena de alegría obedecer a nuestro Creador amoroso. Tenemos una moralidad más elevada, una moralidad piadosa que debe llenarnos de orgullo y aprecio. Si permanecemos sin tacha en este sentido, disfrutaremos de la bendición divina en la actualidad y mantendremos viva la esperanza de recibir inagotables bendiciones en el futuro. Ahora bien, ¿qué medidas prácticas podemos tomar para preservar nuestra pureza moral? El siguiente artículo analizará esta importante cuestión.
[Notas]
b Por desgracia, en ocasiones un cristiano inocente contrae una enfermedad de transmisión sexual a través de un cónyuge no creyente que no ha acatado las normas divinas.
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Podemos preservar nuestra pureza moralLa Atalaya 2000 | 1 de noviembre
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Podemos preservar nuestra pureza moral
“Pues esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos.” (1 JUAN 5:3.)
1. ¿Qué contraste se observa hoy en materia de conducta?
HACE mucho tiempo, el profeta Malaquías predijo por inspiración que llegaría el momento en que el pueblo de Jehová se diferenciaría con toda claridad por su conducta de quienes no sirvieran a Dios. Escribió: “Ustedes ciertamente verán de nuevo la distinción entre uno justo y uno inicuo, entre uno que sirve a Dios y uno que no le ha servido” (Malaquías 3:18). Esta profecía se cumple en la actualidad. La obediencia a los mandatos divinos, entre ellos los que requieren pureza moral, es el proceder sabio y correcto. Sin embargo, no siempre es fácil. Con razón exhortó Jesús a los cristianos a esforzarse vigorosamente a fin de salvarse (Lucas 13:23, 24).
2. ¿Qué presiones externas dificultan mantener la castidad?
2 ¿Por qué es difícil mantenerse casto? Una razón son las presiones externas. El mundo del espectáculo presenta la conducta sexual ilícita como algo sensual, placentero y propio de adultos, a la vez que casi nunca refleja sus malas consecuencias (Efesios 4:17-19). La mayoría de las relaciones íntimas que se representan tienen como protagonistas a parejas no casadas. En el cine y la televisión suele enmarcarse el sexo en el contexto de una relación informal, libre de compromisos. Por lo general, el cariño y el respeto mutuo quedan fuera del cuadro. Mucha gente ha estado expuesta a tales mensajes desde la niñez. Además, quienes no se amoldan a la permisividad moral imperante sufren una fuerte presión de grupo que incluye burlas y hasta insultos (1 Pedro 4:4).
3. Mencione algunas razones por las que muchas personas de este mundo se entregan a la inmoralidad.
3 Las presiones internas también dificultan conservar la castidad. Jehová creó a los seres humanos de modo que tuvieran deseos sexuales, y estos pueden ser intensos. El deseo tiene mucho que ver con lo que pensamos, y la inmoralidad está muy ligada a pensamientos que no armonizan con los de Dios (Santiago 1:14, 15). Por ejemplo, según un reciente sondeo (publicado en la revista British Medical Journal), lo que indujo a muchos encuestados a tener su primera experiencia sexual fue la simple curiosidad. Otros creían que la mayoría de las personas de su edad llevaban una vida sexual activa, así que deseaban dejar de ser vírgenes. Y hubo quienes dijeron que se habían dejado arrastrar por sus sentimientos o que habían tomado “una copa de más”. No podemos pensar así si queremos agradar a Dios. ¿Qué actitud nos ayudará a permanecer puros en sentido moral?
Fortalezcamos nuestras convicciones
4. ¿Qué se requiere de nosotros para permanecer castos?
4 Para preservar la castidad, debemos comprender que tal forma de vivir merece la pena. Esta idea concuerda con lo que escribió el apóstol Pablo a los cristianos de Roma: “Prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:2). No solo es cuestión de saber que la inmoralidad se condena en la Palabra de Dios. Debemos entender las razones para ello y los beneficios de evitarla. Algunas de dichas razones se trataron en el artículo anterior.
5. ¿Cuál es el motivo más poderoso que tienen los cristianos para desear mantenerse castos?
5 Sin embargo, los motivos más poderosos que impulsan al cristiano a rechazar la inmoralidad sexual se derivan, en realidad, de su relación con Dios. Hemos aprendido que él sabe lo que más nos conviene, y el amor que le tenemos nos ayuda a odiar lo que es malo (Salmo 97:10). Dios es la Fuente de “toda dádiva buena y todo don perfecto” (Santiago 1:17). Nos ama. Al obedecerlo demostramos que lo amamos y le agradecemos cuanto ha hecho por nosotros (1 Juan 5:3). Jamás desearíamos decepcionarlo y hacerlo sufrir violando sus justos mandatos (Salmo 78:41). No quisiéramos que nuestra conducta fuera motivo para que se hablara injuriosamente de su adoración santa y recta (Tito 2:5; 2 Pedro 2:2). Si permanecemos castos, el Ser Supremo se regocijará (Proverbios 27:11).
6. ¿Cómo nos ayuda comunicar a los demás nuestras normas morales?
6 Una vez resueltos a mantenernos castos, estaremos más protegidos si se lo comunicamos a los demás. Digámosle a todo el mundo que somos siervos de Jehová y que estamos decididos a regirnos por sus elevadas normas. Se trata de nuestra vida, nuestro cuerpo, nuestra elección. ¿Qué está en juego? La preciosa relación que nos une a nuestro Padre celestial. Por consiguiente, dejemos claro que nuestra integridad moral no admite concesiones. Sintámonos orgullosos de representar a Dios sosteniendo sus principios (Salmo 64:10). Que jamás nos dé vergüenza hablar de nuestras convicciones morales, pues defenderlas nos fortalece y protege, a la vez que estimula al prójimo a seguir nuestro ejemplo (1 Timoteo 4:12).
7. ¿Cómo podemos atenernos a nuestra decisión de permanecer castos?
7 Tras haber decidido regirnos por elevadas normas morales y haber hecho pública nuestra postura, debemos tomar medidas para atenernos a esa resolución. Una de ellas consiste en escoger con cuidado nuestras amistades. “El que está andando con personas sabias se hará sabio”, señala la Biblia. Busquemos la compañía de los que comparten nuestros valores morales, pues ellos nos fortalecerán. El versículo también dice: “Pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal” (Proverbios 13:20). En lo posible, evitemos a quienes puedan minar nuestra resolución (1 Corintios 15:33).
8. a) ¿Por qué debemos hacer que nuestros pensamientos giren en torno a cosas sanas? b) ¿Qué debemos evitar?
8 Es preciso además que nuestros pensamientos giren en torno a asuntos verdaderos, serios, justos, castos, amables, de buena reputación, virtuosos y dignos de alabanza (Filipenses 4:8). Para ello debemos seleccionar lo que vemos y leemos, así como la música que escuchamos. Decir que las publicaciones inmorales no ejercen una influencia corruptora es como afirmar que leer literatura que enseña valores morales no tiene consecuencias positivas. No olvidemos que los seres humanos imperfectos podemos caer fácilmente en la trampa de la inmoralidad. Los libros, las revistas, las películas y la música que avivan los impulsos sexuales provocan deseos impropios, deseos que pueden conducirnos al pecado. Para preservar la pureza moral tenemos que llenar la mente con la sabiduría piadosa (Santiago 3:17).
Pasos que conducen a la inmoralidad
9-11. En el relato de Salomón, ¿qué pasos condujeron a cierto joven a un proceder de inmoralidad?
9 Con frecuencia pueden identificarse varios pasos que conducen a la inmoralidad, y cada uno de ellos hace que sea más difícil volver atrás. Observemos la descripción que se halla en Proverbios 7:6-23. Salomón repara en “un joven falto de corazón” —falto de buenos motivos—, que va “pasando por la calle cerca de la esquina de [una prostituta]; y en el camino a la casa de ella marcha él, en el crepúsculo, al atardecer del día”. He ahí su primer error. Mientras cae la noche, su “corazón” lo dirige, no a una calle cualquiera, sino a donde él sabe que suele hallarse una prostituta.
10 A continuación leemos: “¡Mira!, allí estaba una mujer que salía a su encuentro, con la prenda de vestir de una prostituta, y astuta de corazón”. ¡Ya la ha visto! Podría darse la vuelta y marcharse a casa, pero ahora es más difícil que antes, sobre todo en vista de su debilidad moral. Ella lo agarra y le da un beso. El joven lo acepta y escucha sus palabras seductoras, persuasivas: “Tenía que ofrecer sacrificios de comunión —le dice—. Hoy he pagado mis votos”. Aquellos sacrificios consistían en ofrendas de carne, harina, aceite y vino (Levítico 19:5, 6; 22:21; Números 15:8-10). Tal vez los mencione para insinuar que no le falta espiritualidad y, al mismo tiempo, que en su casa hay en abundancia buena comida y bebida. “De veras ven —le ruega—, saciémonos bebiendo del amor hasta la mañana; sí, gocemos el uno del otro con expresiones de amor.”
11 El final de la historia no es difícil de predecir. “Por la suavidad de sus labios lo seduce.” Él la sigue hasta su casa “como toro que viene aun al degüello” y “tal como un pájaro se mete apresurado en la trampa”. Salomón concluye con unas palabras que nos dan en qué pensar: “No ha sabido que en ello está envuelta su misma alma”. Su alma, su vida, está implicada, pues “Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4). Se trata, sin duda, de una impactante lección para hombres y mujeres por igual. No debemos dar ni siquiera los primeros pasos en una senda que nos lleve a incurrir en la desaprobación divina.
12. a) ¿Qué significa la expresión “falto de corazón”? b) ¿Cómo podemos robustecer nuestra fortaleza moral?
12 Observemos que el joven del relato era “falto de corazón”. Esta expresión indica que sus pensamientos, deseos, afectos, emociones y objetivos en la vida no estaban en consonancia con lo que Dios aprueba. Su debilidad moral le acarreó trágicas consecuencias. En estos críticos “últimos días” se requiere esfuerzo para robustecer la fortaleza moral (2 Timoteo 3:1). Dios nos ayuda a lograrlo. Mediante las reuniones de la congregación cristiana nos estimula a seguir andando en la senda recta y nos relaciona con personas que tienen la misma meta que nosotros (Hebreos 10:24, 25). Los ancianos de la congregación nos pastorean y nos enseñan los caminos de la justicia (Efesios 4:11, 12). La Palabra de Dios, la Biblia, nos dirige y nos guía (2 Timoteo 3:16). Y en todo momento podemos pedirle a Jehová la ayuda de su espíritu (Mateo 26:41).
Aprendamos de los pecados de David
13, 14. ¿Cómo llegó David a cometer un pecado grave?
13 Por desgracia, hasta siervos destacados de Dios han sucumbido a la inmoralidad sexual. Uno de ellos fue el rey David, que había servido con lealtad a Jehová durante décadas. No hay duda de que amaba a Dios profundamente, pero aun así se sumió en un proceder pecaminoso. Al igual que el joven del relato de Salomón, David dio pasos que no solo lo condujeron al pecado, sino que luego lo agravaron.
14 David era para entonces un hombre de mediana edad, quizás de poco más de cincuenta años. Desde su azotea vio a la hermosa Bat-seba bañándose, y averiguó quién era. Al enterarse de que su esposo, Urías, participaba en el asedio a la ciudad ammonita de Rabá, hizo que la llevaran al palacio y se acostó con ella. La situación se complicó cuando Bat-seba supo que estaba embarazada de David. Este mandó llamar de la guerra a Urías, con la intención de que pasara la noche con su esposa y así hacer que pareciera que era el padre del hijo de Bat-seba. Pero Urías no fue a su casa. El rey, desesperado por encubrir su error, lo envió de vuelta a Rabá con una carta dirigida al jefe del ejército, en la cual ordenaba que pusieran a Urías en un lugar propicio para que lo mataran. De modo que este perdió la vida, y David se casó con la viuda antes de que se hiciera público que estaba encinta (2 Samuel 11:1-27).
15. a) ¿Cómo se puso al descubierto el pecado de David? b) ¿Cómo reaccionó David a la hábil reprensión de Natán?
15 Todo indicaba que el ardid de David para ocultar su culpa había funcionado. Pasaron los meses y nació el bebé, un varón. Si el rey tenía presentes estos sucesos cuando compuso el Salmo 32, está claro que su conciencia lo atormentaba (Salmo 32:3-5). No obstante, el mal no quedó escondido de la vista de Dios. Dice la Biblia: “La cosa que David había hecho pareció mala a los ojos de Jehová” (2 Samuel 11:27). Jehová envió al profeta Natán, quien hábilmente encaró a David con sus pecados. Este los confesó de inmediato y suplicó el perdón de Jehová. Gracias a su arrepentimiento sincero, pudo reconciliarse con Dios (2 Samuel 12:1-13). En vez de irritarse por la reprensión, David manifestó la actitud que refleja el Salmo 141:5: “Si me golpeara el justo, sería una bondad amorosa; y si me censurara, sería aceite sobre la cabeza, que mi cabeza no querría rehusar”.
16. ¿Qué advertencia y consejo dio Salomón en cuanto a las transgresiones?
16 Es posible que Salomón, el segundo hijo de David y Bat-seba, reflexionara en este triste episodio de la vida de su padre, pues pasado el tiempo escribió: “El que encubre sus transgresiones no tendrá éxito, pero al que las confiesa y las deja se le mostrará misericordia” (Proverbios 28:13). Si cometemos un pecado grave, debemos actuar según esta máxima inspirada, que a la vez es una advertencia y un consejo. Tenemos que confesar el mal a Jehová y pedir ayuda a los ancianos de la congregación, sobre cuyos hombros pesa la importante responsabilidad de asistir a quienes han caído en el pecado (Santiago 5:14, 15).
El pecado tiene consecuencias
17. Aunque Jehová perdona los pecados, ¿de qué no nos exime?
17 Jehová perdonó a David. ¿Por qué? Porque era un hombre íntegro y misericordioso, y porque estaba sinceramente arrepentido. Sin embargo, no lo libró de las terribles consecuencias de su pecado (2 Samuel 12:9-14). Sucede lo mismo hoy día. Aunque Jehová perdona a quienes se arrepienten, no los exime de los efectos naturales de sus malos actos (Gálatas 6:7). La inmoralidad provoca, entre otras cosas, divorcios, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y la pérdida de la confianza y el respeto.
18. a) ¿Qué instrucciones dio Pablo a los cristianos corintios respecto a un caso grave de mala conducta sexual? b) ¿Cómo manifiesta Jehová amor y misericordia a los pecadores?
18 Si hemos caído en un pecado grave, es fácil que nos descorazonemos al sufrir las consecuencias. Aun así, no permitamos que nada nos impida arrepentirnos y reconciliarnos con Dios. En el siglo primero, Pablo indicó a los corintios que expulsaran de la congregación a un hombre que mantenía una relación incestuosa (1 Corintios 5:1, 13). Pero una vez que el transgresor se arrepintió de corazón, el apóstol les dijo: “Deben perdonarlo bondadosamente y consolarlo [...;] los exhorto a que confirmen su amor para con él” (2 Corintios 2:5-8). En este consejo inspirado vemos el amor y la misericordia que Jehová manifiesta a los pecadores que se arrepienten. En el cielo, los ángeles se regocijan por cada uno de ellos (Lucas 15:10).
19. ¿Cómo puede ayudarnos el que sintamos el debido abatimiento por un mal proceder?
19 Aunque estemos abatidos por un mal proceder, el arrepentimiento nos ayudará a ‘mantenernos alerta para que no nos dirijamos a lo que es perjudicial’ (Job 36:21). En realidad, las amargas consecuencias del pecado deberían disuadirnos de volver a cometerlo. Lo que es más, David se valió de su triste experiencia para aconsejar a sus semejantes, pues dijo: “Enseñaré a los transgresores tus caminos, para que los pecadores mismos se vuelvan directamente a ti” (Salmo 51:13).
La felicidad que proviene de servir a Jehová
20. ¿Cómo nos beneficiamos al obedecer los justos mandatos divinos?
20 “¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!”, declaró Jesús (Lucas 11:28). La obediencia a los justos mandatos divinos nos hará felices ahora y por toda la eternidad. Si hemos permanecido puros en sentido moral, sigamos en la misma senda aprovechándonos de todo lo que Jehová nos proporciona para ayudarnos. Si hemos caído en la inmoralidad, animémonos al saber que Jehová está dispuesto a perdonar a quienes se arrepienten sinceramente, y resolvámonos a no reincidir jamás (Isaías 55:7).
21. ¿Qué exhortación del apóstol Pedro nos ayudará a preservar nuestra pureza moral?
21 Este sistema desaparecerá pronto, y junto con él, todas sus actitudes y prácticas inmorales. Si nos mantenemos castos, obtendremos recompensas inmediatas y eternas. El apóstol Pedro escribió: “Amados, ya que están esperando estas cosas, hagan lo sumo posible para que finalmente él los halle inmaculados y sin tacha y en paz. [...] Teniendo este conocimiento de antemano, guárdense para que no vayan a ser llevados con ellos por el error de gente desafiadora de ley y caigan de su propia constancia” (2 Pedro 3:14, 17).
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