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  • Se aproxima un mundo sin delito

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  • Se aproxima un mundo sin delito
  • ¡Despertad! 1998
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¡Despertad! 1998
g98 22/2 págs. 7-9

Se aproxima un mundo sin delito

CUANDO observamos la situación actual del mundo, es evidente que resulta muy difícil evitar que se influya en nosotros para cometer actos malos (1 Reyes 8:46; Job 14:4; Salmo 51:5). Y desde que fue echado del cielo, Satanás el Diablo se está esforzando más que nunca en crear problemas (Revelación 12:7-12).

Las consecuencias han sido terribles. Un estudio realizado en Escocia entre 4.000 niños reveló, por ejemplo, que dos terceras partes de los que tenían edades comprendidas entre los 11 y los 15 años ya habían cometido delitos. Un estudio efectuado en toda Gran Bretaña indicó que casi uno de cada tres adolescentes no tenía ningún reparo en robar en las tiendas. Y más de la mitad admitieron que si al devolverles el cambio les dieran más dinero del debido, se lo quedarían.

La obra italiana Lʹoccasione e lʹuomo ladro (La ocasión y el ladrón) ayuda a ver por qué roba la gente. Dice que los ladrones tienen “un nivel bajo de autodominio” y que son “incapaces de postergar la gratificación”. Añade que la mayor parte de los ladrones no son profesionales sino tan solo “oportunistas que únicamente buscan sacar partido de cualquier situación”.

Es digno de mención que el libro también dice por qué muchas personas “se abstienen de infringir las leyes”. Concluye que la razón no es que “teman sanciones legales, sino que tienen valores morales que les impiden hacerlo”. ¿Dónde puede aprenderse ese tipo de valores morales?

La educación que hace falta

Veamos lo que enseñan muchos de los conductos de comunicación. Por ejemplo, el mensaje que generalmente comunican el cine y la televisión es que la violencia, el adulterio y la conducta abusiva son aceptables. Por eso, no es de extrañar que la gente tenga tan poco autodominio. En cambio, el consejo prudente de la Biblia es: “El que es tardo para la cólera es mejor que un hombre poderoso; y el que controla su espíritu, que el que toma una ciudad” (Proverbios 16:32).

En vista del enfoque que adopta la propaganda de nuestros días, no sorprende que muchas personas sean “incapaces de postergar la gratificación”. La gente oye una y otra vez: “Compre ahora y pague después”, “Sea condescendiente consigo mismo”, “Usted merece lo mejor”, “Mire por sí”. La gratificación personal se presenta como algo normal y apropiado. Pero tal opinión egocéntrica es contraria a la enseñanza bíblica de “no [vigilar] con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás” (Filipenses 2:4).

¿No diría usted que la mayoría de las personas sin honradez son oportunistas? Lamentablemente, cada vez son más los que solo buscan sacar partido de cualquier situación. No se preguntan si cierta acción es moralmente correcta. Su única preocupación es si podrán salir impunes.

¿Qué hace falta? Como ya se indicó, hace falta tener valores morales. Estos valores disuaden a la gente de cometer delitos, despreciar la santidad de la vida, vulnerar el carácter sagrado del matrimonio, rebasar los límites del comportamiento debido y violar de algún otro modo los derechos de los demás. Quienes no aprenden tales valores, como dice la Biblia, han “llegado a estar más allá de todo sentido moral” (Efesios 4:19). La conducta delictiva de los impíos es lo que no permite que disfrutemos de un mundo sin delito.

Cómo tendremos un nuevo mundo

Desde luego, muchos hacen todo lo posible por ser honrados, tratar a su prójimo con respeto y consideración, y abstenerse de cometer acciones ilegales. Pero sería ingenuo pensar que toda persona del mundo procurará hacer lo mismo. Muchas no lo harán, tal como la gente que vivía en los días del justo Noé tampoco quiso obrar bien. En aquel mundo lleno de violencia, solo Noé y su familia se abstuvieron de cometer actos impíos, conducta que les ganó la aprobación de Dios. Al eliminar a los inicuos en el Diluvio universal, nuestro Creador dio existencia a un mundo que temporalmente estuvo libre de delito.

Es importante recordar que el relato bíblico del Diluvio y de la destrucción de los impíos es más que solo una historia interesante. Jesucristo dijo: “Así como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre” (Lucas 17:26; 2 Pedro 2:5; 3:5-7). Tal como Dios destruyó aquel mundo violento antes del Diluvio, también destruirá este mundo lleno de delito.

Sabemos de buena fuente, pues lo dijo Juan, el apóstol amado de Jesús, que “el mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17). El fin de este mundo abrirá el camino a uno nuevo en el que, según dice la Biblia, “[Dios] residirá con [los seres humanos], y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor” (Revelación 21:3, 4).

Al explicar cómo llegará a existir ese nuevo mundo, la Biblia añade: “En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella” (Proverbios 2:22). Como solo quedarán personas rectas en la Tierra, se cumplirá esta profecía bíblica: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz” (Salmo 37:11).

En el nuevo mundo de Dios, hasta los animales dejarán de ser violentos. La Biblia predice: “El lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. [...] No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar” (Isaías 11:6-9; 65:17; 2 Pedro 3:13).

El nuevo mundo de Dios está cerca

La buena noticia es que esas condiciones pacíficas serán pronto una realidad en toda la Tierra. ¿Por qué podemos estar tan seguros? Por lo que Jesús profetizó que ocurriría inmediatamente antes del fin del mundo. Entre otras cosas, predijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro”. Y añadió: “Por el aumento del desafuero se enfriará el amor de la mayor parte” (Mateo 24:7, 12).

Un apóstol de Jesús también predijo: “En los últimos días [de este mundo] se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, [...] sin autodominio, feroces, sin amor del bien, [...] amadores de placeres más bien que amadores de Dios” (2 Timoteo 3:1-5). No hay duda de que vivimos en “los últimos días” de este mundo, lo que significa que pronto será reemplazado por el justo nuevo mundo de Dios.

Al estudiar la Biblia, millones de personas han quedado convencidas de que es posible que haya un mundo sin delito, y aceptan la invitación de ser instruidas en los caminos de nuestro Creador, Jehová Dios (Isaías 2:3). ¿Le gustaría imitar su ejemplo? ¿Está dispuesto a hacer lo necesario para conseguir la vida en un nuevo mundo sin delito?

Jesús indicó lo primero que hay que hacer. Dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. De modo que su bienestar eterno depende de que estudie la Palabra de Dios y obre en consecuencia con lo que aprenda (Juan 17:3).

[Ilustración de las páginas 8 y 9]

La Biblia describe un nuevo mundo sin delito y nos dice lo que debemos hacer para vivir en él

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