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  • ¿Produce fanáticos el cristianismo verdadero?

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  • ¿Produce fanáticos el cristianismo verdadero?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
w87 15/7 págs. 28-31

¿Produce fanáticos el cristianismo verdadero?

LA CRISTIANDAD ha tenido sus fanáticos: desde personas que se han incendiado a sí mismas como expresión de protesta política hasta individuos que han manifestado intolerancia para con los que han diferido de ellos en materia de religión. Por ejemplo, la primera cruzada fue inspirada por la Iglesia Católica para libertar a Jerusalén del dominio de personas a quienes consideraba infieles. Empezó con tres chusmas indisciplinadas cuyos violentos excesos incluyeron el asesinato de judíos en la Renania. Cuando las fuerzas militares de aquella cruzada lograron apoderarse de Jerusalén, los soldados llamados cristianos hicieron que por las calles corrieran ríos de sangre.

En su libro The Outline of History (El esquema de la historia), H. G. Wells dijo de la primera cruzada: “El degüello fue terrible; la sangre de los vencidos fluyó por las calles hasta salpicar sobre los jinetes al paso de sus monturas. Al anochecer, ‘llorando de gozo’, los cruzados llegaron al Sepulcro tras haber pisado el lagar, y juntaron en oración sus manos manchadas de sangre”.

En una cruzada posterior, incitada por el papa Inocencio III, los pacíficos albigenses y valdenses —opositores de las doctrinas de Roma y los excesos del clero— fueron masacrados. Wells escribió lo siguiente sobre el fanatismo que se expresó contra ellos: “Aquello le bastó al lateranense, y se dio el espectáculo de que Inocencio III predicara una cruzada contra estos desafortunados sectarios, y permitiera el alistamiento de todo truhán errante [...] y todo ultraje concebible contra los súbditos más pacíficos del rey de Francia. Los relatos de las crueldades y abominaciones de esta cruzada son lectura mucho más terrible que la de cualquier relato del martirio de cristianos por los paganos”.

La historia de la cristiandad está llena de relatos sobre fanáticos que por lo general produjeron los frutos de la violencia. Por eso podemos concluir que el fanatismo no produce buen fruto. El Diccionario de uso del español, de María Moliner, define “fanático” así: “Partidario exaltado e intolerante de una creencia”. Otro diccionario ilustra así lo que es el fanatismo: “Ningún período de la historia exhibe mayor cantidad de crueldad, libertinaje y fanatismo que el de las cruzadas”.

También es interesante lo que dice sobre la palabra “fanático” la Gran Enciclopedia Larousse. Dice: “Que defiende con apasionamiento y celo desmedidos una creencia, una causa, un partido, etc.”, y añade: “Entusiasmado ciegamente por una cosa”. Sobre el origen de la palabra señala que viene de la antigüedad romana y se aplicó, entre otros, a “los iluminados que frecuentaban las inmediaciones de los templos y se daban a manifestaciones de delirio sagrado”. Teniendo presente estos pensamientos, ¿puede llamarse fanáticos a los cristianos verdaderos?

Identificados por los frutos

Tal como el fruto de un árbol lo identifica, así los resultados de las acciones humanas identifican a la clase de personas que las producen. Jesucristo, el Fundador del cristianismo, señaló esto. Dijo: “Un árbol bueno no puede dar fruto inservible, ni puede un árbol podrido producir fruto excelente. Realmente, pues, por sus frutos reconocerán a aquellos hombres”. (Mateo 7:18, 20.)

Jesús fundó el cristianismo verdadero como árbol bueno. Por lo tanto, aquel buen árbol no podía producir los malos frutos del fanatismo. En ningún tiempo instó Jesús a sus seguidores a causarse daño físico a sí mismos o causarlo a otros. Más bien, citando uno de los dos grandes mandamientos, dijo: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. (Mateo 22:39.) Sus seguidores habían de mostrar bondad aun a sus enemigos. Dijo Jesús: “Continúen amando a sus enemigos, haciendo bien a los que los odian, bendiciendo a los que los maldicen, orando por los que los insultan”. (Lucas 6:27, 28.)

Los verdaderos seguidores de Jesús no salieron a efectuar su obra entre personas de muchas diferentes naciones armados con fuego y espada, sino con la Palabra escrita de Dios y persuasiva pacífica. Ningún ejército militar los acompañó a otros países para degollar, torturar ni violar a las personas que rechazaban el bautismo cristiano. En vez de eso, los discípulos de Jesús siguieron su ejemplo pacífico de predicar las buenas nuevas del Reino de Dios a todos, estimulándolos a razonar sobre la información bíblica que se les presentaba. Los frutos de su obra incluían el fruto del espíritu de Dios: “amor, gozo, paz, gran paciencia, lo bueno, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. (Gálatas 5:22, 23.)

La situación no es diferente hoy. El cristianismo verdadero todavía produce buen fruto. El árbol —la organización cristiana— que Jesús plantó hace más de 1900 años era bueno, y todavía lo es. Por eso, no puede producir los frutos malos —de intolerancia y violencia— del fanatismo. Entonces, ¿por qué ha sido tan común en la cristiandad el fanatismo?

El apóstol Pablo indicó que vendría el tiempo en que aparecerían cristianos de imitación. Llevarían el nombre de cristianos, pero no vivirían en armonía con ese nombre ni producirían sus buenos frutos. Dijo a ancianos de Éfeso: “Yo sé que después de mi partida entrarán entre ustedes lobos opresivos y no tratarán al rebaño con ternura, y de entre ustedes mismos se levantarán varones y hablarán cosas aviesas para arrastrar a los discípulos tras de sí”. (Hechos 20:29, 30.) De estos apóstatas surgió la cristiandad con sus centenares de organizaciones religiosas en conflicto, enseñando cosas que meramente se representan como cristianas. En realidad, son “cosas aviesas”, ideas de hombres y no la verdad de la Palabra de Dios. Es entre estos cristianos falsos donde se ha manifestado el mal fruto del fanatismo.

¿Es fanatismo el celo cristiano?

Es verdad que el fanatismo es una forma de celo. Pero es un celo “exaltado e intolerante”, un celo ‘desmedido’ y ‘ciego’, irrazonable. Esto no se puede decir del cristianismo verdadero.

Vez tras vez la Biblia aconseja a los cristianos que sean razonables. Por ejemplo, Filipenses 4:5 dice: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes”. Y a los cristianos se les aconseja “que no hablen perjudicialmente de nadie, que no sean belicosos, que sean razonables, y desplieguen toda apacibilidad para con todos los hombres”. (Tito 3:2.)

Porque los testigos de Jehová visitan a las personas en sus hogares para hablarles de las buenas nuevas del Reino de Dios, difieren de la mayoría de los que alegan que son cristianos. Este celo en el ministerio cristiano no es base para considerarlos fanáticos. Es un celo razonable por una obra que Jesús efectuó y mandó que sus seguidores hicieran. (Mateo 24:14; 28:19, 20.) No es fanática la persona que abandona muchas actividades personales que consumen tiempo con el fin de dedicar todo el tiempo posible a predicar el Reino. Más bien, esa persona muestra que comprende que es urgente ayudar a otros a aprender las verdades vivificantes de la Palabra de Dios en el poco tiempo que queda para esta obra. Esto es razonable y beneficioso.

En vez de ser una obra fanática que cause daño a otros, esta actividad edifica fe en Dios y en su Palabra. Suministra esperanza a los que no la tienen, quita de las personas las cadenas de las supersticiones religiosas y la ignorancia, y transforma a muchísimas personas inmorales y violentas en cristianos moralmente limpios y apacibles. Estos frutos buenos son indicio de una organización buena.

En más de 200 países los testigos de Jehová mantienen su lealtad al Reino de Dios, aunque se hallan bajo proscripción oficial en muchos lugares. Su lealtad a Dios, el Soberano Supremo, difícilmente puede clasificarse como fanatismo. Él es la más elevada Autoridad, y cuando hay conflicto entre sus leyes y las de un gobierno humano, el cristiano verdadero está obligado a obedecer a Dios. Bajo los gobiernos humanos las leyes locales a veces son anuladas porque están en conflicto con las leyes federales. De manera similar, para los cristianos verdaderos las leyes humanas son anuladas cuando están en conflicto con las del Soberano Universal, Jehová Dios. Puesto que el cristiano verdadero no puede obedecer a dos leyes en conflicto, hace lo que hicieron los apóstoles. Ellos dijeron: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. (Hechos 5:29.) Eso es razonable.

Los testigos de Jehová muestran la misma actitud razonable respecto a celebraciones nacionales y religiosas que están en conflicto con la Palabra de Dios. No es fanatismo negarse a participar en lo que la mayoría de la gente de un país observa. El ser diferentes debido a su conciencia religiosa pone a los Testigos en la misma categoría de los cristianos primitivos, quienes no participaban en las celebraciones populares de su tiempo. Y los testigos de Jehová se alegran de explicar bíblicamente por qué no participan en esas actividades. (1 Pedro 3:15.)

Puede que algunas personas digan que los Testigos son fanáticos porque rehúsan aceptar transfusiones de sangre, un procedimiento que es popular entre la mayoría de los médicos. Este asunto también es uno de obedecer la ley de Dios. A los seguidores verdaderos de Jesucristo se les manda que “sigan absteniéndose [...] de sangre”. (Hechos 15:28, 29.)

¿Es fanática la persona que por razones de conciencia rechaza un procedimiento médico que actualmente es popular? Personas que no son testigos de Jehová rechazan las transfusiones de sangre porque temen contraer el SIDA u otras enfermedades. Por eso, ¿es irrazonable que los Testigos soliciten tratamiento médico que no viole su conciencia?

Entonces, ¿a qué conclusión debemos llegar por lo que hemos considerado? A esta: Los testigos de Jehová no son fanáticos porque difieran de la mayoría e insistan en obedecer a Dios. Aunque tienen celo por Dios, no tienen un celo “exaltado e intolerante” como si estuvieran poseídos de un demonio; tampoco dan la apariencia de ser presa de un “delirio sagrado”. Su celo religioso en ningún momento los lleva a causar daño, con violencia, ni a otras personas ni a sí mismos. Más bien, en armonía con lo que la Biblia dice acerca de los cristianos verdaderos, son “pacíficos con todos los hombres”. (Romanos 12:18.)

Hoy, pues, la organización cristiana que Jesucristo empezó en el primer siglo como árbol bueno continúa produciendo únicamente buen fruto. Por lo tanto, es imposible que el cristianismo verdadero produzca fanáticos.

[Comentario en la página 30]

No hay razón alguna para considerar fanáticos a los testigos de Jehová por el celo que demuestran en el ministerio cristiano

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