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  • Los jesuitas: ‘¿Se tornaron a todos en todas las cosas?’
    ¡Despertad! 1992 | 8 de noviembre
    • Se frena el avance del protestantismo

      La enseñanza y el confesionario fueron las principales armas de los jesuitas para combatir el creciente poder protestante. Descubrieron casi por accidente que en sus nuevos colegios de enseñanza cualitativa podían inculcar el catolicismo en reyes y nobles con mucha más eficacia que mediante campañas de predicación. No se debe olvidar que en el siglo XVI la nobleza tenía en sus manos el poder de determinar la religión de sus dominios.c

      El propio Ignacio de Loyola dijo que ‘el bien que la orden lograra en la promoción de la causa católica romana dependería más de la enseñanza que se ofreciera en sus colegios que de la predicación’. En los colegios jesuitas de elite se educaron y adoctrinaron muchos de los futuros gobernantes europeos, quienes, una vez alcanzado el poder, tendían a reprimir el protestantismo. El éxito de esta estrategia tuvo el apoyo de una novedosa concepción de la confesión. El historiador Paul Johnson dice a este respecto: “En el confesionario se establecía entre el jesuita y el poderoso penitente una relación de abogado-cliente”. No sorprende que este nuevo enfoque fuera más popular. En poco tiempo muchos monarcas europeos tuvieron confesores jesuitas privados, que extremaron la premisa de hacerse todo a todos los hombres influyentes a los que aconsejaron.

      Fueron confesores indulgentes en cuestiones de moralidad, pero implacables con los “herejes”. Un confesor jesuita del rey francés Luis XV le recomendó que “en bien de la decencia” instalara una escalera secreta entre su alcoba y la de su amante. En cambio, el confesor jesuita de Luis XIV, bisabuelo del anterior, le persuadió a derogar el Edicto de Nantes, por el que se otorgaba a los protestantes franceses (hugonotes) una libertad de culto limitada. Esta acción desató una campaña de terror contra los hugonotes, muchos de los cuales fueron aniquilados.

  • Los jesuitas: ‘¿Se tornaron a todos en todas las cosas?’
    ¡Despertad! 1992 | 8 de noviembre
    • Adaptabilidad jesuítica

      Ateniéndose a la norma aplicada en Europa, los jesuitas también procuraron convertir a los gobernantes del Lejano Oriente y, por medio de ellos, a sus súbditos. Con ese fin llevaron al límite la orden de Ignacio de Loyola de hacerse todo a todos. El jesuita Roberto de Nobili, misionero en la India durante el siglo XVII, vivió como un sacerdote brahmán con el objeto de predicar a la clase dirigente. Para no ofender a otros brahmanes, ofrecía la eucaristía a personas de la casta inferior de los intocables con una varita.

      Matteo Ricci llegó a ser un miembro influyente de la corte china debido en particular a su talento en las matemáticas y la astronomía. Reservó para sí sus convicciones religiosas. Su sucesor en la corte Ming, Johann Adam Schall von Bell, hasta puso una fundición de cañones y adiestró al ejército chino en el manejo de las piezas de artillería (que llevaban nombres de “santos” católicos). Con el fin de ganar conversos, los jesuitas permitieron que los católicos chinos practicaran el culto a los antepasados, una decisión controvertida que finalmente el Papa rechazó. No obstante, a pesar de tanto acomodo por parte de los jesuitas, ni en la India ni en China se hicieron conversos los gobernantes.

      En Sudamérica los jesuitas ensayaron un programa de fundación de colonias o misiones. Levantaban poblados autónomos en territorios vírgenes del interior, y a cambio de la ocupación —que para los indios guaraníes suponía quedar prácticamente bajo su gobierno⁠—, enseñaban a los indígenas agricultura, música y religión. Estos poblados, que en su momento de máximo apogeo llegaron a albergar a unos cien mil nativos, terminaron por desaparecer cuando chocaron de frente con los intereses comerciales de España y Portugal. Aunque los jesuitas prepararon un ejército de treinta mil nativos, que libraron por lo menos una encarnizada batalla contra los portugueses, los asentamientos quedaron destruidos en 1776 y los jesuitas fueron deportados.

      A lo largo del tiempo hubo muchos jesuitas que hicieron sacrificios heroicos para llevar el mensaje católico a lugares distantes. Hubo quienes sufrieron horrible martirio a cambio de sus esfuerzos, particularmente en Japón, donde la labor misional se había realizado con éxito antes de que el shogunato la proscribiese.d

      Si bien es cierto que tenían gran celo y abnegación, sus intentos de convertir el mundo fracasaron principalmente debido a sus maquinaciones.

      Un evangelio político

      A pesar de los problemas del pasado, los jesuitas de hoy parecen renuentes a dejar la política para los políticos. Sin embargo, ha habido un giro notable en su estrategia. Después de haber apoyado por siglos a gobiernos conservadores, derechistas, el jesuita moderno tiende a respaldar movimientos revolucionarios, sobre todo si vive en países en vías de desarrollo. Nicaragua es un ejemplo.

      Cuando los sandinistas llegaron al poder en Nicaragua, contaron con el apoyo de Fernando Cardenal y Álvaro Argüello, dos destacados jesuitas que aceptaron puestos en el gobierno. Argüello justificó su decisión aduciendo que ‘si había alguien en Nicaragua que no quería participar en la revolución, seguramente no era cristiano. Para ser hoy cristiano, es necesario ser también revolucionario’. No es de extrañar que ese evangelio político escandalice a muchas personas sinceras.

      Allá en los años treinta, Miguel de Unamuno, un renombrado filósofo español, criticó la intromisión de los jesuitas en la política por ser ajena a las enseñanzas de Cristo. Escribió: “Los jesuitas [...] nos vienen con la cantinela esa del reinado social de Jesucristo, y con ese criterio político quieren tratar los problemas políticos y los economicosociales. [...] El Cristo nada tiene que ver ni con el socialismo ni con la propiedad privada. [...] [Él] dijo que su reino no era de este mundo”.

  • Los jesuitas: ‘¿Se tornaron a todos en todas las cosas?’
    ¡Despertad! 1992 | 8 de noviembre
    • d Ante la amenaza española de hacer que los conquistadores continuaran la labor iniciada por los misioneros, el shogun Hideyoshi mandó ejecutar a un buen número de jesuitas y franciscanos a fin de evitar tal posibilidad. La trama jesuita de conquistar China con la ayuda de voluntarios filipinos y japoneses seguramente hizo sospechar de las verdaderas intenciones de la orden en Japón. La proscripción oficial, decretada en 1614, mencionó específicamente el temor de que el objetivo católico fuera “cambiar el gobierno del país y apropiarse de su territorio”.

  • Los jesuitas: ‘¿Se tornaron a todos en todas las cosas?’
    ¡Despertad! 1992 | 8 de noviembre
    • [Ilustración en la página 13]

      En 1767 se expulsó a los jesuitas de España debido a sus intrigas políticas

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