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  • La mortífera cosecha de la contaminación
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¡Despertad! 1988
g88 8/5 págs. 3-4

La mortífera cosecha de la contaminación

CUANDO en la década de los sesenta el humorista y músico Tom Lehrer cantó acerca de la contaminación y aconsejó a los que visitaban Estados Unidos que no bebiesen el agua ni respirasen el aire, con ello pretendía ser gracioso.

Hoy en día nadie se ríe, pues, en realidad, la contaminación no es cosa de risa. Nuestro aire está contaminado por las emisiones de gases nocivos que producen las calefacciones y las industrias, por los gases de escape de los vehículos motorizados y las precipitaciones radiactivas; nuestra agua, por el vertido de productos químicos y petróleo, y nuestro suelo, por la lluvia ácida y los vertederos de basuras tóxicas. Hubo un tiempo cuando pronunciar nombres como Chernobil, canal de Love, Amoco Cádiz y Bhopal solo hubiese provocado una mueca de perplejidad. Actualmente esas mismas palabras provocan miradas de preocupación. La civilización anda a la deriva, amenazando a millones de personas con la dudosa alternativa de contraer una enfermedad crónica o de sufrir muerte repentina.

Lo que particularmente aterra de la contaminación es que la mayoría de las veces no se ve. El aire puede parecer fresco y puro, y, sin embargo, ser radiactivo; el alimento y el agua pueden parecer sanos, y, sin embargo, ser portadores de venenos químicos. A decir verdad, a menudo la contaminación es un asesino invisible.

La cosecha de la contaminación

Aunque la contaminación puede ser invisible, sus mortíferos efectos no lo son. Uno puede verlos dondequiera que mire: personas que mueren de cáncer y dolencias respiratorias, edificios y monumentos deteriorados, la fauna y la flora diezmadas, ríos sin peces, así como bosques muertos y otros agonizantes.

Ahora ha hecho su aparición otro fenómeno que al parecer lleva el sello de la contaminación. Los científicos han descubierto un agujero en la capa de ozono que rodea la Tierra. Y cada vez se hace mayor. Hay quienes piensan que una de las causas es la contaminación por clorofluorocarbonos, debida al uso extendido de los espráis. ¿Aumentará la incidencia del cáncer de la piel el deterioro de esta capa de ozono, que ayuda a filtrar la radiación solar perjudicial? ¿O causará, quizás, algo todavía peor?

La contaminación ha aumentado a proporciones tan catastróficas, que si se quiere evitar una tragedia global, hay que hacer algo, y hacerlo deprisa. Una mayor concienciación sobre la seriedad del problema ha resultado en la formación de grupos ecologistas, y hasta ha ayudado a catapultar a nuevos partidos políticos hacia posiciones de poder. En la República Federal de Alemania, por ejemplo, el grupo de orientación ecologista llamado Los Verdes captó el 8,3% del voto popular en las elecciones federales de enero de 1987.

¿Podemos esperar que la inquietud humana pueda ser convertida con éxito en acciones positivas capaces de librar a nuestro planeta de la contaminación: el asesino invisible? ¿Podemos protegernos personalmente de sus mortíferos designios?

[Recuadro en la página 4]

Nuestro contaminado planeta

Brasil: “Las personas que viven [en Cubatao] lo llaman ‘el Valle de la Muerte’. [...] Los árboles y el suelo están muertos, y cada vez son más los niños que nacen muertos o mueren poco después. Lo que prospera es la contaminación”. (Latin America Daily Post.)

China: “En el aire de la mayoría de las ciudades nororientales de China [existe] una contaminación tan penetrante, que a últimas horas de la tarde solo pueden caminar por las calles sin que les ardan los pulmones o les lloren los ojos aquellos habitantes de la localidad más resistentes”. (Time.)

Dinamarca: “Lo único que podría salvar la costa danesa de una catástrofe ecológica sería una serie de veranos fríos y ventosos con frecuentes tormentas procedentes del noroeste. [...] [En cierta zona, debido a la] falta de oxígeno, no van a poder sobrevivir ni los peces ni otras especies de vida marina”. (Basler Zeitung.)

República Federal de Alemania: “Una mezcla de residuos venenosos vertidos en el Rin [procedentes de un incendio en una nave donde se almacenaban productos químicos cerca de Basilea (Suiza)] ha echado a perder quince años de rehabilitación del Rin [y toneladas de peces]. [...] El accidente de Sandoz ha causado graves daños ecológicos a una sección de 280 kilómetros del río Rin”. (Der Spiegel.)

Unión Soviética: “El desastre del reactor nuclear de Chernobil [...] fue un punto de viraje en la historia de la civilización moderna. Y fue una catástrofe que nos afectará sustancialmente durante siglos. [...] El hecho de que 570 millones de europeos estuvieron, están y seguirán estando expuestos a diversos grados de radiactividad adicional durante trescientos años tendrá unas consecuencias imprevisibles”. (Psychologie Heute.)

Estados Unidos: “Algunos científicos [...] [han] expresado nuevos temores de que la lluvia ácida, además de matar los lagos, haya impedido el crecimiento de los bosques y posiblemente haya puesto en peligro la salud humana al contaminar el agua potable”. (Maclean’s.)

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