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  • ¿Quiénes heredarán la Tierra?
    ¡Despertad! 1989 | 22 de enero
    • ¿Quiénes heredarán la Tierra?

      JESÚS respondió a esta pregunta en su Sermón del Monte: ‘Los mansos heredarán la tierra’. Siglos antes, el salmista David había dicho: ‘Los mansos poseerán la tierra’. Y con referencia a Jehová Dios, se registra: “La tierra la ha dado a los hijos de los hombres”. (Mateo 5:5; Salmo 37:11; 115:16.)

      Cuando Jehová creó al hombre, lo puso al cargo de la Tierra. Lo comisionó para que ‘la cultivara y la cuidara’. (Génesis 2:15.) Pero en lugar de cumplir con esta comisión, el hombre la contamina y la destruye. En Revelación 11:18 ya se había predicho que así sería y que solo Dios podría detener dicho proceso. Dios causará “la ruina de los que están arruinando la tierra”. Cuando la belleza de la Tierra clama en señal de protesta, el hombre cierra sus oídos; pero cuando el dinero emite el más leve susurro, es todo oídos. (1 Timoteo 6:10.)

      Sin embargo, a la larga, el dinero también es una víctima. En un editorial de la revista U.S.News & World Report se formula una pregunta pertinente:

      “¿Quiénes son los realistas ahora? Por años, a los ciudadanos que se preocupaban por lo que estamos haciendo a nuestro planeta se les tachaba de idealistas, alarmistas y bienhechores entremetidos. De repente se ha visto que durante todo este tiempo aquellos aprensivos ‘poco prácticos’ han tenido razón en lo tocante a la lluvia ácida, la degradación de la capa de ozono que protege la Tierra y los cambios climáticos que hay en todo el mundo debido a que hemos contaminado la atmósfera con anhídrido carbónico, el llamado efecto de invernadero.

      ”En los tres casos, nosotros y nuestros hijos pagaremos caras las ilusiones de los hombres supuestamente prácticos. Su ‘realismo’ frustró los esfuerzos por controlar la contaminación, esfuerzos que en su día hubiesen costado millones; sin embargo, ese mismo ‘realismo’ ahora origina gastos de incalculables miles de millones para hacer frente a las consecuencias irreversibles que incluso podrían producir una catástrofe global.”

      Los que podrían haber hecho algo al respecto dieron largas al asunto y se llenaron los bolsillos mientras la gente enfermaba y moría. Y todavía siguen haciéndolo. Seis mil años de historia humana han demostrado que la Biblia tiene razón cuando dice: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23.)

      Dios da al hombre la dirección que necesita: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda”. (Salmo 119:105.) El seguirla resulta en felicidad: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar. ¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar”. (Isaías 48:17, 18.)

      Pero la mayoría de las personas no poseen la mansedumbre necesaria para aceptar la dirección de Dios y derivar así sus beneficios. Insisten en mantener su independencia, se empeñan en tomar la vereda que lleva a la ruina. Solo los mansos hallan “el camino que conduce a la vida”. (Mateo 7:13, 14.)

      El hombre no ha sabido adaptarse a su entorno. Primero se contamina a sí mismo en sentido moral, y luego contamina literalmente la Tierra. Es esa contaminación moral la que hace que a los ojos de Dios no merezca heredar la Tierra. El siguiente artículo ofrece dos ejemplos de cómo la inmoralidad de las personas causó tanta contaminación a su tierra, que finalmente tuvieron que ser expulsadas de ella. Ambos casos se remontan a la antigüedad.

  • Por qué expulsó Jehová tanto a los cananeos como a los israelitas
    ¡Despertad! 1989 | 22 de enero
    • Por qué expulsó Jehová tanto a los cananeos como a los israelitas

      UN HOMBRE dijo: “Me encanta criticar a otros. Hace que me sienta tan bien”. Con semejante actitud, ¡qué superiores deben sentirse los que gustan de criticar a Jehová Dios! La alta crítica bíblica frecuentemente acusa a Jehová de ser un dios tribual de los judíos sediento de sangre. Un clérigo lo acusó de ser un vil pendenciero. Para justificar este insulto, los presuntuosos críticos se remontan a cuando Jehová expulsó a los cananeos de su tierra a fin de dársela a los judíos.

      Semejante acusación refleja crasa ignorancia. Moisés, en su calidad de portavoz de Jehová, dejó clara ante los judíos la razón por la que Dios hacía aquello: “No es por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón por lo que vas a entrar para tomar posesión de su tierra; de hecho, es por la iniquidad de estas naciones por lo que Jehová tu Dios las va a expulsar de delante de ti”. (Deuteronomio 9:5.)

      Fue la propia iniquidad de los cananeos lo que hizo que se les echase. Después de identificar a Baal y a su esposa Astoret como sus dioses principales, la obra Compendio Manual de la Biblia dice: “Los templos de Baal y de Astoret generalmente se hallaban juntos. Las sacerdotisas eran prostitutas sagradas; y los sodomitas, prostitutos de los templos. La adoración de Baal, Astoret y otros dioses cananeos consistía en las orgías más extravagantes; sus templos eran centros de vicio”. (Página 156.)

      En las ruinas de un “lugar alto” de tiempos cananeos, los arqueólogos hallaron “gran cantidad de urnas que contenían los restos de niños que habían sido sacrificados a Baal. Todo el recinto entero resultó ser un cementerio de niños recién nacidos”. También se encontraron “cantidades de imágenes y placas de Astoret, con los órganos sexuales toscamente exagerados para excitar los sentimientos sensuales. Los cananeos, pues, adoraban cometiendo excesos inmorales en presencia de sus dioses, y luego asesinando a sus hijos primogénitos como sacrificio a estos mismos dioses”. (Página 157.)

      A continuación, la obra citada dice: “¿Nos preguntamos todavía por qué Dios mandó a Israel que exterminara a los cananeos? ¿Tenía derecho a seguir viviendo una civilización de semejante inmundicia y brutalidad? [...] Los arqueólogos que cavan en las ruinas de las ciudades cananeas se preguntan por qué Dios no las destruyó mucho antes”. (Página 157.)

      Una traducción bíblica de J. B. Rotherham, The Emphasized Bible, dice lo siguiente en su página 259: “¿Quién podría decir que el Altísimo no tiene el derecho de aniquilar a unos contaminadores de la Tierra y la humanidad como estos?”.

      Jehová explicó a los israelitas la razón por la que iba a echar a los cananeos: “No se hagan inmundos por medio de ninguna de estas cosas, porque por medio de todas estas cosas se han hecho inmundas las naciones que voy a enviar de delante de ustedes. En consecuencia la tierra está inmunda, y traeré sobre ella castigo por su error, y la tierra vomitará a sus habitantes”. Luego dio a Israel una advertencia contundente: “Y ustedes tienen que guardar todos mis estatutos y todas mis decisiones judiciales y ponerlos por obra, para que no los vomite la tierra a la cual los llevo para que moren en ella”. (Levítico 18:24-26; 20:22.)

      El mensaje era claro: los cananeos habían sido expulsados de su tierra porque la contaminaban con su escandalosa inmoralidad: su adulterio, su homosexualidad y su derramamiento de sangre inocente, la sangre de criaturas recién nacidas. Si la nación de Israel imitaba el baalismo de esta religión cananea, también sería desposeída de su tierra.

      Y eso es precisamente lo que hizo Israel. En los estratos que corresponden al tiempo en que Israel ocupó aquella tierra, los arqueólogos excavaron en las ruinas de un templo de Astoret, y “a pocos pasos de este templo de Astoret había un cementerio, en el cual había muchas urnas con restos de niños sacrificados en el templo. [...] Los sacerdotes de Baal y de Astoret eran asesinos oficiales de niños”. (Compendio Manual de la Biblia, página 185.)

      La ley que Jehová dio mediante Moisés prohibía explícitamente tales perversiones sexuales. Levítico 20:13 declara: “Y cuando un hombre se acuesta con un varón igual a como uno se acuesta con una mujer, ambos han hecho una cosa detestable. Deben ser muertos sin falta”.

      La ley mosaica también dictaba lo que se registra en Deuteronomio 23:17, 18: “Ninguna de las hijas de Israel puede hacerse prostituta de templo, ni puede hacerse prostituto de templo ninguno de los hijos de Israel. No debes introducir el alquiler de una ramera ni el precio de un perro [nota al pie de la página de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, con referencias: “Probablemente un pederasta; alguien que practica la cópula anal, especialmente con un muchacho”] en la casa de Jehová tu Dios por voto alguno, porque son cosa detestable a Jehová tu Dios, aun ambas cosas”.

      Jehová envió a los profetas para que advirtiesen a Israel: “Y Jehová les envió todos sus siervos los profetas, madrugando y enviándolos, pero ustedes no escucharon”. (Jeremías 25:4.) En lugar de escuchar, los israelitas “siguieron edificándose lugares altos y columnas sagradas y postes sagrados sobre toda colina alta y debajo de todo árbol frondoso. Y hasta el prostituto de templo [nota al pie de la página de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, con referencias: “hombres afeminados”] se hallaba en el país. Actuaron conforme a todas las cosas detestables de las naciones que Jehová había expulsado de delante de los hijos de Israel”. (1 Reyes 14:23, 24.)

      El profeta Isaías pronunció esta advertencia: “Sobre un monte alto y elevado colocabas tu lecho; allá subías a ofrecer sacrificios. Tras las jambas de la puerta colocabas tu emblema [imagen fálica]; prescindiendo de mí, te desnudabas, subías al lecho y hacías sitio; sacabas partido de tus amantes, con los que te gustaba acostarte; mirando el falo [órgano masculino], fornicabas con ellos sin cesar”. (Isaías 57:7, 8, Nueva Biblia Española.)

      Las mujeres se hacían imágenes de órganos sexuales masculinos y tenían relaciones con ellas, como leemos: “Hiciste figuras de hombres para prostituirte con ellos”. (Ezequiel 16:17, Versión Popular.) O como lo vierte la Nueva Biblia Española: “Con las que fornicabas”.

      Los israelitas mezclaban la adoración verdadera con la falsa. En el monte Sinaí adoraron al becerro de oro, cometieron inmoralidad sexual y al mismo tiempo celebraron lo que llamaron una “fiesta a Jehová”. (Éxodo 32:5, 6.) Siglos más tarde, todavía seguían mezclando lo falso con lo verdadero. El profeta Elías los denunció por ello con las siguientes palabras: “‘¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si Jehová es el Dios verdadero, vayan siguiéndolo; pero si Baal lo es, vayan siguiéndolo a él’. Y el pueblo no dijo una palabra en respuesta a él”. (1 Reyes 18:21.) Cuando Manasés rectificó su proceder, quitó los dioses extranjeros y ofreció sacrificios de comunión y de acción de gracias a Jehová. No obstante, como dice 2 Crónicas 33:17, “el pueblo todavía estaba sacrificando sobre los lugares altos; solo que era a Jehová su Dios”.

      Durante siglos, Israel contaminó la adoración verdadera de Jehová con el baalismo y de ese modo violó el principio que posteriormente el apóstol Pablo expresó en forma de pregunta: “¿Qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos?”. (2 Corintios 6:16.) Por esa razón, en el año 740 a. E.C. el reino de diez tribus de Israel fue llevado cautivo por los asirios, y en el año 607 a. E.C. le sucedió lo mismo al reino de dos tribus de Judá, esta vez a manos de los babilonios. Ambas naciones habían contaminado la tierra del mismo modo que lo habían hecho los cananeos, y a ambas naciones las vomitó la tierra como había hecho con los cananeos.

      ¿Qué puede decirse de las naciones de hoy día? ¿Están sus iglesias contaminadas de inmoralidad? ¿Están ellas contaminando la Tierra? ¿Serán también vomitadas de la Tierra?

      [Comentario en la página 6]

      “Los sacerdotes de Baal y de Astoret eran asesinos oficiales de niños”

      [Fotografía en la página 5]

      Urna sepulcral con restos de un niño

      [Reconocimiento]

      Lawrence E. Stager/Cortesía del Instituto Oriental de la universidad de Chicago

  • La cristiandad anda en la senda de Canaán
    ¡Despertad! 1989 | 22 de enero
    • La cristiandad anda en la senda de Canaán

      COMO parte de los ritos de la religión de los cananeos, se practicaba fornicación, adulterio, homosexualidad y matanza de niños. Debido a esto, la tierra los vomitó. Los israelitas copiaron aquella religión y mezclaron sus obscenidades con la adoración de Jehová, de modo que el país también los vomitó a ellos. Actualmente, hay personas y religiones que afirman ser cristianas y que, sin embargo, imitan aquellas inmoralidades sexuales de tiempos antiguos. La fornicación y el adulterio han llegado a ser algo común. La homosexualidad y el quitar la vida a criaturas que aún están en la matriz son prácticas muy difundidas. En Canaán, a los bebés no deseados se les sacrificaba por cientos; en la actualidad, se les da muerte por millones: 55 millones al año. (Compárese con Éxodo 21:22, 23.)

      A fin de evitar que se las tache de anticuadas o mojigatas, muchas religiones de la cristiandad han corrido a unirse a la filosofía del “todo está permitido”. Algunas hasta cooperan para que se practiquen pecados sexuales con “seguridad”, como fue el caso del ministro de la religión unitaria universalista que interrumpió su sermón para repartir preservativos entre los miembros de su congregación.

      Un miembro de la iglesia episcopal que es columnista de un periódico dijo: “La iglesia episcopal de la década de los ochenta es una tienda de taxidermia teológica. Se puede confiar en que diseque y coloque en el escaparate cualquier tendencia social que parezca la más actual. Algunos años es la política. Este año es el sexo”. Con estas palabras hace referencia a un nuevo programa de educación sexual que pretende mostrar que “los cristianos están atrasados al no querer tolerar las relaciones homosexuales [...] ni la dicha entre personas no casadas”. Un obispo episcopal de Nueva York cree que “las relaciones homosexuales responsables algún día serán aceptadas como voluntad de Dios”.

      Roy Howard Beck, colaborador del semanario religioso United Methodist Reporter, escribió en su libro On Thin Ice (Situación precaria): “En este tipo de actos [las inmoralidades] estaban implicados televangelistas, predicadores influyentes de suntuosas iglesias, obispos, líderes carismáticos bien conocidos, líderes laicos muy activos, reverenciados pastores de pequeñas iglesias, sacerdotes, pentecostales, liberales, conservadores... hay para todos los gustos. ¡Qué glosa sobre el papel de la Iglesia en mejorar la sociedad!”. (Página 214.)

      La iglesia anglicana

      El parlamento de la iglesia anglicana, el sínodo general, se reunió en noviembre de 1987 para considerar una moción que reafirmara que “la fornicación, el adulterio y los actos homosexuales son pecado”. El secretario general del Movimiento Cristiano de Lesbianas y Gays dijo: “Si esta moción se aceptara, hundiría a la Iglesia, y el obispo de Canterbury lo sabe. En números redondos, creemos que entre el 30 y el 40% de los clérigos de la iglesia anglicana son homosexuales”.

      La periodista Philippa Kennedy escribió lo siguiente en el periódico inglés Daily Express del 29 de octubre de 1987: “El ataque de Margaret Thatcher a los líderes de la Iglesia por no dar la adecuada dirección moral a la nación acrecentará la expectativa por lo que promete ser una de las grandes peleas clericales de esta década. Porque no es solo la primera ministra quien cree que los obispos en general, y el arzobispo de Canterbury en particular, son un montón de charlatanes insulsos”.

      El 11 de noviembre de 1987 se debatió la moción, pero resultó demasiado drástica para ser aceptada, de modo que fue sustituida por una débil enmienda aprobada por una mayoría aplastante. Así que no resultó ser “una de las grandes peleas clericales de esta década”. Se quedó en nada. Los obispos simularon luchar, eludieron el problema, maquinaron, amagaron con tomar acción y, al final, se volvieron atrás.

      La decisión del sínodo general fue: lo ideal son las relaciones sexuales dentro de una relación matrimonial permanente; la fornicación y el adulterio son pecados contra este ideal; los actos genitales homosexuales no alcanzan este ideal, y todos los cristianos deben ser ejemplares en todas las esferas de la moralidad, incluyendo la moralidad sexual. Los actos homosexuales fueron clasificados como menos graves que la fornicación y el adulterio: estos últimos son pecados contra lo ideal, mientras que la homosexualidad simplemente no alcanza lo ideal. No se despide a los fornicadores. No se expulsa a los adúlteros. Se mostró tolerancia a los sacerdotes y vicarios homosexuales.

      La trompeta del sínodo dio una llamada indistinta, y la moción original propuesta por el cura párroco Tony Higton se quedó en nada. (1 Corintios 14:8.) Sin embargo, por extraño que parezca, él votó a favor de la versión mutilada de la moción y estuvo “muy, muy complacido” con el resultado. Una reacción difícil de comprender en vista de sus previas manifestaciones. “Si la Iglesia no pone en orden su casa —amenazó—, entonces, Dios la juzgará.”

      Durante el sínodo, Higton había presentado un sorprendente informe con pruebas contra el clero homosexual. Un sacerdote fue declarado culpable de abusos deshonestos de menores, pero simplemente lo trasladaron a otra parroquia. Otro, condenado por conducta gravemente indecorosa en un excusado público, fue trasladado a otra diócesis, donde volvió a ser hallado culpable de un delito similar... y todavía no había sido depuesto. Higton informó que unos sacerdotes anglicanos de Londres que eran homosexuales se encargaban de un puesto de libros de la Iglesia en el que se “vendían publicaciones dedicadas, según informes, a fomentar la promiscuidad homosexual, las relaciones sexuales con prostitutos y diversos actos homosexuales”. Se dijo que en un libro de ese puesto aparecía “una niña de cinco años acostada en la cama con su padre y el amante de este, un hombre”.

      Ya que las pruebas de Higton fueron desechadas, ¿cómo podía sentirse “muy, muy complacido”? Indudablemente, porque los clérigos anglicanos son apacibles y fáciles de complacer. Como dijo cierta noticia: “Hay que admitir que nada de este escándalo ha hecho que los anglicanos pongan el grito en el cielo; solo ha provocado los leves susurros en los que están especializados”.

      Es comprensible, entonces, que el clero homosexual se sintiese complacido. “El sínodo ha concedido abiertamente a la comunidad gay y lesbiana un lugar en la vida de la Iglesia”, dijeron. Al fin y al cabo, el arzobispo de Canterbury, Runcie, había “argumentado que la Iglesia no debería condenar a los homosexuales disciplinados y responsables”, y había dicho: “Quiero recalcar que quien es homosexual por naturaleza es un ser humano completo”.

      “Homosexual por naturaleza”, dijo el arzobispo de Canterbury. ¿Homosexuales indefensos sentenciados a serlo debido a factores genéticos? Ese es el parecer que algunos sostienen, y dicen que la condición homosexual “es una peculiaridad psicológica básica que antecede a cualquier selección moral”. Descartaron al apóstol Pablo —quien bajo inspiración condenó la homosexualidad— como si fuese “un pedazo de mojigato”, comenta el periódico londinense The Times.

      Sir Immanuel Jakobovits, rabino principal, objetó a que “tal disposición natural hacia la homosexualidad” hubiese sido probada, y dijo: “Las predisposiciones naturales como base de argumentación son un terreno resbaladizo que puede conducir al colapso de todas las reglas morales [...]. No podemos aceptar en ninguna sociedad que una predilección natural pueda ser suficiente en sí misma para exonerar de culpa. Debemos ser amos de la naturaleza y no sus víctimas”.

      El arzobispo de Canterbury modificó las palabras de Jesús de modo que parecieran dar cabida a los homosexuales en la Iglesia de Cristo, pues dijo: “En este tabernáculo terrestre de la Iglesia de Cristo hay muchas mansiones, y todas están hechas de cristal”. (Compárese con Juan 14:2.) Es como si dijese: “No tiren piedras a nadie, ni siquiera a los homosexuales, pues también hay una mansión para ellos en la Iglesia de Cristo”.

      Michael Baughen, obispo de Chester, razonó que “el griego del Nuevo Testamento justificaba una nueva exposición de la doctrina anglicana para expresar ‘amor, tristeza, sensibilidad y comprensión’ a los homosexuales”, y que la homosexualidad era censurada en las Escrituras únicamente como “una desviación de la senda”. Pero lo que las Escrituras dicen en realidad es que los homosexuales, si no cambian, no heredarán el Reino y “son merecedores de muerte”. (Romanos 1:27, 32; 1 Corintios 6:9-11.)

      Según otra cita de The Times, el sínodo probó “la trillada acusación de que la iglesia anglicana no cree nada y lo permite todo”, y dejó fuera de toda duda “su habitual falta de criterio: tragarse, como si del Evangelio se tratara, toda nueva moda liberal”. Bajo el titular “Church Fudge” (Patrañas de la Iglesia), el Liverpool Daily Post dijo: “Los líderes de la iglesia anglicana cada vez parecen menos capaces de expresar en términos claros y fuertes lo que consideran bueno y lo que consideran malo”. Como observó irónicamente The Economist: “La iglesia anglicana está en contra de las prácticas homosexuales, pero no mucho”.

      Bajo el titular “Fury at Synod Ruling on Gays” (Furia por el fallo del sínodo sobre los homosexuales), el Daily Post citó a varios miembros conservadores del Parlamento. Uno de ellos calificó el fallo del sínodo de “vergonzoso y cobarde”. Otro dijo: “Me temo que la homosexualidad ha conseguido un firme punto de apoyo en el clero de la iglesia anglicana y en la propia iglesia anglicana”. Un tercero comentó: “Este voto, preferiría llamarlo patraña vergonzosa, en realidad pone en peligro a los niños. Muchos homosexuales que no encuentran compañeros recurren a los niños pequeños, y a esto es a lo que los jóvenes que asisten a la iglesia son tan vulnerables. [...] Hablando sin rodeos: la Iglesia no ha sido capaz de eliminar un mal muy difundido dentro de su propio seno”.

      La iglesia católica romana

      La iglesia católica es categórica a la hora de desaprobar la homosexualidad, y la califica de pecado grave. Pero en la práctica, encubre a los sacerdotes homosexuales y hasta hace posible que continúen con sus perversiones sexuales. Desde luego, el papa Juan Pablo II se expresó con palabras afectuosas hacia los homosexuales cuando declaró: “Están en el corazón de la Iglesia”.

      Con fecha del 27 de febrero de 1987, un periódico católico independiente, el National Catholic Reporter, dijo que el clero homosexual calculaba que el 50% de los sacerdotes católicos de Estados Unidos es homosexual. Esta cifra ha sido rebatida. Un psicólogo, basando su declaración en 1.500 entrevistas, dice que el 20% de los 57.000 sacerdotes católicos de Estados Unidos es homosexual, mientras que informes más recientes hacen que “otros terapeutas opinen que en la actualidad la verdadera cifra puede estar más cerca del 40%”.

      Hace tan solo poco más de un año, varios periódicos de ese país estaban llenos de noticias sobre casos de abusos deshonestos de menores por parte de sacerdotes católicos. El siguiente informe publicado el 30 de diciembre de 1987 en el Mercury News, de San José (California), es un ejemplo típico:

      “En un tiempo en que existe una mayor conciencia nacional de los problemas del abuso de menores, la iglesia católica de Estados Unidos sigue pasando por alto y hasta encubriendo casos de sacerdotes culpables de abusos deshonestos de niños, como muestran archivos judiciales, documentos internos de la Iglesia, las autoridades civiles y las propias víctimas.

      ”Las autoridades eclesiales insisten en que un caso notorio que tuvo lugar en Luisiana en 1985, un sacerdote fue culpable de abusar sexualmente de por lo menos treinta y cinco muchachos, les ha enseñado a tratar el problema con firmeza. Pero una investigación efectuada por Mercury News durante tres meses revela que en más de veinticinco diócesis del país, las autoridades eclesiales no han notificado a la policía los hechos, han trasladado a los sacerdotes a otras parroquias, han pasado por alto las quejas de los padres y han hecho caso omiso del daño que podían sufrir las víctimas de tierna edad. [...] Ya se han pagado millones de dólares por daños a las víctimas y sus familias, y un informe eclesial de 1986 calculó que durante la próxima década, la Iglesia podría verse obligada a desembolsar hasta mil millones de dólares.”

      El “caso notorio que tuvo lugar en Luisiana en 1985” mencionado en el Mercury News tenía que ver con un sacerdote llamado Gilbert Gauthe. Ha habido una “indemnización de 12 millones de dólares a sus víctimas”. Las actividades homosexuales de Gauthe eran conocidas desde hacía muchos años, pero ‘lo que hizo la diócesis fue trasladarlo de una parroquia a otra por lo menos tres veces’. En uno de los casos, “unos padres testificaron que Gauthe cometió sodomía con su hijo de siete años el primer día que este sirvió de monaguillo, y luego siguió haciéndolo durante todo un año hasta que fue trasladado”.

      En ese informe también se mencionaba el “daño que podían sufrir las víctimas de tierna edad”. A veces, ese daño es irreversible. Un muchacho de doce años que se quitó la vida dejó una nota en la que decía que “no merecía la pena vivir” después de haber sido convertido en “prácticamente un esclavo sexual de un hermano franciscano”. Otro, que sufrió abusos de un sacerdote, se colgó después de decirle a su hermano: “Ponte en contacto con el padre S. y dile que lo perdono”.

      La mayoría de los abusos sexuales se cometen con muchachos, aunque muchas muchachas también han sido víctimas de abusos. Según informó el Plain Dealer, de Cleveland, con fecha del 19 de diciembre de 1987, una joven de dieciséis años y sus padres entablaron en 1986 un pleito contra siete sacerdotes por abusos deshonestos. Ella había quedado encinta, y los sacerdotes la instaron a que abortara. Cuando se negó, lo prepararon todo para enviarla a Filipinas a fin de encubrir su embarazo. La Iglesia está en contra de la homosexualidad y el aborto, pero parece ser que no lo está tanto cuando son sus propios sacerdotes los implicados.

      Los periódicos comentan sobre un sinnúmero de casos específicos de jóvenes católicos con quienes sacerdotes católicos han cometido sodomía, sobre los millones de dólares que se han pagado para zanjar pleitos, los muchos acuerdos a los que se ha llegado sin mediación de los tribunales y acerca de compañías de seguros que “ya no cubrirán al personal diocesano contra acusaciones de abusos deshonestos”.

      Thomas Fox, editor del periódico National Catholic Reporter, dice: “Durante años ha habido un encubrimiento nacional del problema por parte de los obispos”. Eugene Kennedy, quien anteriormente fue sacerdote y en la actualidad es profesor de Psicología en la universidad de Loyola, dice: “Lo que uno ve en los tribunales es tan solo la punta del iceberg”. Thomas Doyle, sacerdote dominico y abogado canónico, declara: “El abuso deshonesto de jovencitos por parte de sacerdotes es el problema más serio al que nos hemos tenido que enfrentar en siglos”.

      ¿Qué dice la Biblia?

      Dice: “Dios los entregó a apetitos sexuales vergonzosos, porque sus hembras cambiaron el uso natural de sí mismas a uno que es contrario a la naturaleza; y así mismo hasta los varones dejaron el uso natural de la hembra y se encendieron violentamente en su lascivia unos para con otros, varones con varones, obrando lo que es obsceno y recibiendo en sí mismos la recompensa completa, que se les debía por su error. Aunque estos conocen muy bien el justo decreto de Dios, que los que practican tales cosas son merecedores de muerte, no solo siguen haciéndolas, sino que también consienten a los que las practican”. (Romanos 1:26, 27, 32.)

      Y también dice: “¡Qué! ¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, ni ladrones, ni personas dominadas por la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios”. (1 Corintios 6:9, 10.) El versículo 11 añade: “Sin embargo, eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero ustedes han sido lavados”. Cuando los pecadores se hacían cristianos, o cambiaban o eran expulsados: “Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes”. (1 Corintios 5:11-13.) No se dice que nunca se cometerán pecados carnales en las congregaciones cristianas, sino que cuando se cometan, los culpables tendrán que arrepentirse o serán removidos.

      Pero la mayoría de las religiones de la cristiandad rehúsan llevar a cabo esta labor espiritual de limpieza: la remoción de los fornicadores, adúlteros y homosexuales. Israel afirmaba servir a Jehová, pero al mismo tiempo practicaba aquellos antiguos ritos de adoración sexual. (2 Crónicas 33:17.) Las congregaciones de la cristiandad dicen ‘Señor, Señor’, aunque la inmoralidad sexual sigue floreciendo en medio de ellos. Jehová les pregunta: “¿De modo que roban, matan, cometen adulterio, juran en falso, queman incienso a Baal, siguen a dioses extranjeros y desconocidos, y después entran a presentarse ante mí en este templo que lleva mi nombre, y dicen: ‘Estamos salvados’, para seguir cometiendo tales abominaciones?”. (Jeremías 7:4, 8-10, Nueva Biblia Española.)

      De Jehová no hay que burlarse; toda persona segará lo que siembre. (Gálatas 6:7.) Las palabras que Jehová dijo por medio de Jeremías siguen siendo tan apropiadas hoy día como lo fueron cuando el profeta las pronunció delante de Israel: “¿Se avergüenzan cuando cometen abominaciones? Ni se avergüenzan ni conocen el sonrojo”. (Jeremías 6:15, NBE.)

      Jehová no es parcial. Él no hace acepción de personas. Como sucedió con Canaán e Israel, así sucederá con la cristiandad. (Hechos 10:34; compárese con Revelación 21:8.)

      [Comentario en la página 7]

      Episcopales: “Los cristianos están atrasados al no querer tolerar las relaciones homosexuales”

      [Comentario en la página 8]

      “Creemos que entre el 30 y el 40% de los clérigos de la iglesia anglicana son homosexuales”

      [Comentario en la página 9]

      Encubren a los “sacerdotes culpables de abusos deshonestos de niños”

      [Comentario en la página 10]

      “Durante la próxima década, la Iglesia podría verse obligada a desembolsar hasta mil millones de dólares”

      [Comentario en la página 10]

      Otro joven, que sufrió abusos de un sacerdote, se colgó

      [Comentario en la página 11]

      Un sacerdote la dejó encinta y la instó a que abortara

      [Comentario en la página 11]

      “Ni se avergüenzan ni conocen el sonrojo”

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