¿Vale la pena orar?
EL VIERNES 31 de mayo de 1985 una serie de tornados azotó el sur de Ontario, Canadá. Sin que pudiera hacer nada, un clérigo de la aldehuela de Grand Valley vio que el viento enfurecido arrancó y se llevó el techo de su apartamento. Como informó la prensa, “vio suceder milagros y tragedias lado a lado cuando la naturaleza descargó despiadadamente su furia”.
Ciertamente los tornados fueron una terrible tragedia para los seres amados y amigos de las dos personas que murieron como resultado de ellos. Lo mismo fueron para las más de mil personas que quedaron sin hogar. Por otra parte, muchos de los que por un pelo escaparon de la muerte o de daño grave dicen que su supervivencia fue “un milagro”. Entre estos estuvieron Ron y su compañero de trabajo. Con solo cuatro segundos de advertencia, hallaron refugio en la parte más fuerte del edificio de oficinas donde estaban. Ron, después de describir cómo —casi inexplicablemente— habían escapado de la muerte, dijo: “Sí, yo creía en Dios antes, y de seguro creo en él ahora”.
Se ha dicho que al ocurrir alguna calamidad súbita e inesperada ‘hay pocos ateos, si acaso algunos’. Y si hay suficiente tiempo, se hacen muchas oraciones fervorosas pidiendo protección y salir con vida.
El domingo 21 de julio de 1985, más de cien hombres, mujeres y niños se reunieron para adorar en su Salón del Reino en Sydney, Australia. Tras un cántico de alabanza a Dios, se oró en representación de los congregados. Después que un ministro había presentado 15 minutos de su discurso bíblico aquella mañana, de repente la explosión de una bomba desbarató la paz que allí reinaba, dejó gravemente herido al ministro, mató a un hombre que estaba sentado en la primera fila y resultó en que más de 40 personas fueran hospitalizadas.
[Fotografía/Recuadro en la página 3]
¿Logra algo la oración?
Estos dos sucesos que acabamos de relatar —uno descrito como ‘la furia despiadada de la naturaleza’ y el otro como un acto criminal— hacen surgir preguntas sobre lo práctico de la oración. ¿Cuán práctica es la oración? ¿Realmente surte efecto? ¿Vale la pena orar?