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¿Está en la reencarnación la clave de los misterios de la vida?¡Despertad! 1994 | 8 de junio
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¿Está en la reencarnación la clave de los misterios de la vida?
¿Ha vivido usted antes?
¿Volverá a vivir otra vez en algún tipo de vida después de morir?
Estas preguntas quizás le hagan pensar en la doctrina de la reencarnación.
El Diccionario del cristianismo, de O. de La Brosse, define el término “reencarnación” como el “fenómeno [...] según el cual el alma, después de la muerte, pasaría a otro cuerpo humano, o a un animal o vegetal”.
La reencarnación desempeña un papel importante en las religiones orientales, particularmente en las que se originaron en la India, como el budismo, el hinduismo, el jainismo y el sijismo. Los hindúes de la India creen, por ejemplo, que la vida es un ciclo continuo de morir y renacer.
Sin embargo, en los últimos tiempos, la idea de la reencarnación ha llegado a atraer a muchos occidentales, incluido un buen número de jóvenes. Gran parte de este interés se debe, según un columnista del periódico canadiense Sunday Star, “al impacto de las ideas religiosas orientales en la sociedad occidental, que comenzó a dejarse sentir en la década de los sesenta”.
Otra razón del interés que suscita la reencarnación es que ciertas celebridades han expresado en público su seria convicción de que han vivido una o más vidas pasadas. Además, la radio y la televisión, ciertas revistas y otros medios de información, al igual que diversos profesionales, como médicos y profesores, se han interesado en la reencarnación.
Todo esto ha despertado mucha curiosidad. De ahí que, según algunos sondeos, aproximadamente una cuarta parte de la población de Canadá y Estados Unidos confiese que acepta hasta cierto grado la idea de la reencarnación.
Afirmaciones sobre experiencias de vidas anteriores
En una entrevista con Phyllis Battelle publicada en la revista Ladies’ Home Journal, la actriz Shirley MacLaine afirmó haber hecho varios “viajes” remontándose en la corriente del tiempo. “Recuerdo muchas de mis vidas pasadas: unas veces fui hombre y, otras, mujer”, dijo.
En el libro Regresiones, el Dr. Raymond Moody narró algunos de los experimentos que realizó con sus estudiantes y otras personas. Comentó que mediante la hipnosis los hizo regresar a una época anterior a su nacimiento, y afirmaron tener recuerdos de vidas anteriores. Una persona dijo que había pertenecido a una tribu esquimal. Otra aseguró haber vivido milenios atrás en la “Edad de Piedra”.
El propio Dr. Moody afirma haber vivido otras nueve vidas, que van desde una vida en lo alto de los árboles como una “versión prehistórica del hombre” hasta una vida en los días del Imperio romano, cuando, según él, fue atacado y devorado por un león en la arena.
El empleo de la hipnosis para hacer retroceder a personas inquisitivas a un supuesto tiempo anterior a su nacimiento también se ha calificado de beneficioso. Algunos médicos han utilizado la hipnosis para tratar trastornos emocionales. Se asegura que se han podido aliviar algunas fobias inexplicables rastreando el problema hasta algún suceso ocurrido en una vida pasada. ¿Cuánto fundamento tiene esta idea?
Relatos de experiencias cercanas a la muerte
Las experiencias cercanas a la muerte relatadas por algunas personas han servido para popularizar la idea de la reencarnación. En el libro Vida después de la vida, el Dr. Moody narra sus hallazgos al estudiar las experiencias cercanas a la muerte de unas cincuenta personas.
Aunque dichas experiencias varían, Moody cree que constituyen un modelo. Estas personas tuvieron la sensación de viajar a través de un túnel largo y oscuro. Sintieron como si estuvieran separadas de su cuerpo, flotando libremente. Les parecía que subían con rapidez por el túnel hacia una luz muy brillante y, al final de este, vieron a parientes que habían muerto hacía mucho tiempo. Finalmente se despertaron en su propio cuerpo. Sin embargo, ninguna de ellas experimentó todos y cada uno de estos estadios.
Se afirma que tales experiencias han tenido un efecto positivo en los que las han vivido. De ser así, tendrían que haberles ayudado a perder su temor a la muerte y haberles dado la confianza de que la vida tiene significado. Pero no siempre han reaccionado así. Muchos continúan temiendo la muerte y no están convencidos de que la vida tenga verdadero significado.
Los que creen en la reencarnación dicen que tales experiencias respaldan la idea de que el alma humana renace en diferentes formas de vida. Pero ¿puede otorgarse alguna credibilidad a esta doctrina? ¿Es cierto que la reencarnación proporciona la clave de los misterios de la vida? ¿Podemos hallar siquiera alguna respuesta a las preguntas: ¿Ha vivido usted antes? ¿Volverá a vivir otra vez? ¿Poseen los seres humanos un alma que abandona el cuerpo al producirse la muerte? En los siguientes artículos se analizarán estas preguntas.
[Fotografía en la página 4]
La rueda hindú de la vida
La reencarnación es una creencia fundamental de las religiones orientales
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Explicación de los fenómenos atribuidos a la reencarnación¡Despertad! 1994 | 8 de junio
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Explicación de los fenómenos atribuidos a la reencarnación
UNA de las objeciones que se ponen a la teoría de la reencarnación es que la inmensa mayoría de las personas que hay en la Tierra no guardan ningún recuerdo de haber vivido antes. Además, ni siquiera creen que pudieran haber vivido otras vidas.
Es cierto que a veces experimentamos la extraña sensación de haber conocido antes a una persona que acaban de presentarnos. Una casa, una ciudad o un paisaje pudieran parecernos familiares, aunque sabemos que es la primera vez que estamos allí. Sin embargo, estas sensaciones pueden explicarse sin necesidad de recurrir a la teoría de la reencarnación.
Por ejemplo, como consecuencia de cierto parecido entre lugares distantes, puede que al visitar un lugar nuevo nos dé la impresión de que ya hemos estado en él antes, aunque no sea así. Además, muchas casas, oficinas, tiendas, ciudades y paisajes de algunas partes del mundo guardan cierto parecido con las de otros lugares. El hecho de que se asemejen a lo que hemos visto antes no es prueba de que hayamos estado en esos sitios en una vida anterior. Simplemente se parecen a lugares que conocemos.
Lo mismo sucede con las personas. Algunas se parecen mucho a otras, y hasta tienen lo que se llama un doble. Puede que una persona tenga peculiaridades que nos recuerden a otra que todavía vive o a una que quizás ya haya fallecido. Pero a esas personas las hemos conocido en esta vida, no en una existencia anterior. Sus similitudes en apariencia o en personalidad no implican que las hayamos conocido en una vida anterior. Probablemente todos hemos confundido alguna vez a una persona con otra. Pero ambas pertenecen a nuestra época, no las conocimos en una vida anterior. Estos casos no tienen nada que ver con la reencarnación.
La hipnosis
Hasta las experiencias que algunas personas tienen una vez hipnotizadas pueden explicarse sin recurrir a la teoría de la reencarnación. Nuestro subconsciente constituye un depósito de información mucho mayor de lo que podemos imaginar. La información llega a este depósito a través de los libros, las revistas, la televisión, la radio y otras experiencias y observaciones.
Mucha de esta información se acumula en algún lugar recóndito del subconsciente porque no tenemos un uso directo o inmediato que darle. Nuestro subconsciente es en cierto modo como los libros de una biblioteca que se guardan en un anaquel retirado porque por el momento no tienen mucha demanda.
Sin embargo, con la hipnosis se invierte la consciencia de la persona para que afloren a la superficie recuerdos olvidados. Hay quienes interpretan que estos recuerdos pertenecen a una vida pasada, pero no son más que experiencias de esta misma vida que temporalmente habíamos olvidado.
Hay, sin embargo, algunos casos a los que no se les puede dar fácilmente una explicación natural. Un ejemplo de esto lo hallamos cuando una persona hipnotizada empieza a hablar otro “idioma”. A veces el idioma es comprensible, pero con frecuencia no lo es. Los que creen en la reencarnación tal vez digan que se trata de un idioma que la persona hablaba en una vida anterior.
No obstante, es bien sabido que algunas personas también hablan supuestamente en lenguas cuando se encuentran en un estado de éxtasis esotérico o religioso. Los que viven tales experiencias están convencidos de que no tienen nada que ver con una vida pasada, sino que se deben a la influencia de algún poder invisible en su vida actual.
Hay diversas opiniones tocante a la identidad de este poder. En una declaración conjunta de Fountain Trust y el Concilio Evangélico de la Iglesia Anglicana se dijo lo siguiente con respecto a hablar en lenguas: “También somos conscientes de que puede producirse un fenómeno parecido bajo la influencia ocultista o demoníaca”. Por consiguiente, suponer que tales fenómenos prueban que hemos vivido otra vida es una conclusión precipitada y errónea.
Experiencias cercanas a la muerte
¿Qué puede decirse, entonces, de las experiencias cercanas a la muerte que algunas personas dicen haber tenido? Hay quienes las han interpretado como prueba de que el ser humano tiene un alma que sigue viviendo después de la muerte del cuerpo. No obstante, tales experiencias se explican mucho mejor con razones naturales.
La revista científica francesa Science & Vie de marzo de 1991 dice que los diferentes estadios de las experiencias cercanas a la muerte son “un prototipo universal de alucinación” que se ha conocido por mucho tiempo. Ese tipo de experiencias no son exclusivas de los que se encuentran al borde de la muerte. También pueden producirse en casos de “fatiga, fiebre, ataques epilépticos y drogadicción”.
Wilder Penfield, pionero en el campo de la neurocirugía que operó a epilépticos con anestesia local, realizó un curioso hallazgo. Descubrió que estimulando diferentes partes del cerebro con un electrodo, podía hacer que el paciente tuviese la sensación de estar fuera de su cuerpo, viajar a través de un túnel y encontrarse con parientes difuntos.
Un detalle interesante al respecto es que los niños que han tenido experiencias cercanas a la muerte no dicen haberse encontrado con sus parientes difuntos, sino con compañeros de escuela o maestros que todavía viven. Este hecho indica que tales experiencias tienen cierta vinculación con la cultura. Lo que se experimenta guarda relación con la vida actual, no con algo que exista más allá de la muerte.
El Dr. Richard Blacher escribe lo siguiente en la revista The Journal of the American Medical Association: “Morir, o estar en peligro de perder la vida, es un proceso; la muerte es un estado”. El Dr. Blacher lo ejemplifica con una persona que vuela por primera vez de Estados Unidos a Europa. “Realizar el vuelo no es lo mismo que estar en Europa —escribe—. El turista que parte hacia Europa pero cuyo avión da la vuelta y regresa a los pocos minutos de despegar, no puede contar más acerca de Europa de lo que es capaz de explicar sobre la muerte una persona que se recupera de un estado de coma.”
En otras palabras: los que han estado cerca de la muerte no han estado realmente muertos. Experimentaron algo cuando todavía estaban vivos. Y se está vivo incluso segundos antes de morir. De modo que ciertamente esas personas estuvieron próximas a la muerte, pero todavía no estaban muertas.
Ni siquiera los que han sufrido un breve paro cardíaco y han sido reanimados pueden recordar algo del tiempo que pasaron inconscientes, cuando se les podía haber calificado de “muertos”. Lo que recuerdan, si es que se acuerdan de algo, es lo que sucedió en los instantes previos a esa breve interrupción, no durante ella.
Las experiencias cercanas a la muerte que se publican casi siempre se describen como positivas, aunque se sabe que también las hay negativas. La psicoanalista francesa Catherine Lemaire explica esta circunstancia de esta manera: “Los que no han tenido experiencias [cercanas a la muerte] que encajan con el modelo impuesto por la IANDS [siglas en inglés para Asociación Internacional de Estudios sobre Experiencias Cercanas a la Muerte] no tienen ningún interés en narrar su historia”.
No queda recuerdo
El hecho es que no conocemos ninguna vida que no sea esta, ni una vida anterior ni una posterior a la muerte. Por consiguiente, lo único que recordamos son las experiencias que realmente hemos vivido.
Los que creen en la reencarnación dicen que la razón por la que se renace es para tener otra oportunidad de mejorar nuestra situación. Pero sería una gran desventaja haber vivido otras vidas y no recordarlas, pues solo podemos aprender de nuestros errores pasados si los recordamos.
Además, los que defienden la llamada terapia de la reencarnación piensan que se pueden afrontar mejor los problemas actuales si, mediante la hipnosis, podemos recordar las vidas pasadas. Dicha teoría afirma que volvemos a nacer para mejorar algo, pero que hemos olvidado lo que ese algo es.
En la vida cotidiana se ve la pérdida de memoria como un inconveniente. La falta de recuerdos debería considerarse igual en este caso. En estos tiempos modernos, en los que la maldad domina el mundo como nunca antes, el argumento de que no importa que no quede recuerdo, pues solo las personas buenas vuelven a nacer como seres humanos, no tiene peso. Si solo son los buenos los que vuelven a nacer como seres humanos, ¿de dónde vinieron todos los malos? ¿No tendría que haber cada vez menos malos? La verdad es que nadie, ni bueno ni malo, se ha reencarnado jamás para empezar otra vida, ni como ser humano ni como nada más.
Ahora bien, puede que usted diga: “¿No es la reencarnación una enseñanza bíblica?”. Analicemos esta pregunta en el siguiente artículo.
[Comentario en la página 7]
“La muerte es un estado”, no un proceso.—Dr. Richard Blacher en The Journal of the American Medical Association
[Ilustración en la página 6]
El subconsciente es como un caudal de información que se ha puesto a un lado, pero que luego puede traerse a la memoria
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¿Enseña la Palabra de Dios la reencarnación?¡Despertad! 1994 | 8 de junio
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¿Enseña la Palabra de Dios la reencarnación?
CUALQUIERA que examine la Biblia con la esperanza de hallar apoyo para la doctrina de la reencarnación quedará decepcionado. En ninguna parte encontrará que los seres humanos han vivido otras vidas. Tampoco hallará en ella expresiones como “reencarnación”, “transmigración del alma” o “alma inmortal”.
Sin embargo, algunos de los que creen en la reencarnación tratan de explicar esta falta de apoyo bíblico diciendo que la idea de la reencarnación estaba tan extendida en la antigüedad que hubiera resultado superfluo explicarla. Es cierto que la doctrina de la reencarnación es muy antigua, pero prescindiendo de lo antigua que sea o de lo extendida que estuviera o dejara de estar, hay una pregunta que sigue en pie: ¿la enseña la Biblia?
En 2 Timoteo 3:16, 17, el apóstol Pablo escribió: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra”. En efecto, la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, su vía de comunicación con la familia humana. Y, como escribió Pablo, ayuda al inquiridor honrado a ser ‘enteramente competente y estar completamente equipado’ para responder a todas las preguntas importantes acerca de la vida, incluso las relacionadas con el pasado, el presente y el futuro.
Pablo también dijo: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios”. (1 Tesalonicenses 2:13.) En vista de que la Biblia contiene los pensamientos de Dios, y no los del hombre imperfecto, no debería extrañarnos que muchas veces discrepe de los conceptos humanos, aunque estos hayan sido populares por años. Pero quizás usted diga: “¿No hay algunos pasajes bíblicos en los que por lo menos se insinúa la idea de la reencarnación?”.
Textos mal entendidos
Los que creen en la reencarnación dicen que la Biblia toca un poco el tema en Mateo 17:11-13, donde Jesús relaciona a Juan el Bautizante con el antiguo profeta Elías. El texto lee así: “‘Elías, en realidad, viene, y restaurará todas las cosas. Sin embargo, les digo que Elías ya ha venido [...]’. Entonces los discípulos percibieron que les hablaba de Juan el Bautista”.
¿Quería decir Jesús con estas palabras que Juan el Bautizante era una reencarnación del profeta Elías? El propio Juan sabía que no lo era. En cierta ocasión, cuando se le preguntó: “¿Eres Elías?”, él respondió claramente: “No lo soy”. (Juan 1:21.) Sin embargo, se había predicho que Juan precedería al Mesías “con el espíritu y poder de Elías”. (Lucas 1:17; Malaquías 4:5, 6.) Es decir, Juan el Bautizante era “Elías” en el sentido de que llevó a cabo una obra comparable a la de Elías.
En Juan 9:1, 2 leemos: “Entonces, al ir pasando [Jesús], vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: ‘Rabí, ¿quién pecó: este hombre, o sus padres, para que naciera ciego?’”. Algunos creyentes en la reencarnación dicen que como este hombre nació ciego, tuvo que haber cometido su pecado en una vida pasada.
Pero cualquiera que fuese la razón por la que los discípulos hicieron la pregunta, el factor decisivo tiene que ser la respuesta que Jesús dio. Dijo: “Ni este hombre pecó, ni sus padres”. (Juan 9:3.) Esto contradice la idea de la reencarnación, según la cual las incapacidades físicas de una persona obedecen a pecados cometidos en otra vida. Al escribir respecto a Esaú y Jacob, que “todavía no habían nacido ni practicado cosa buena ni vil”, Pablo también indicó que nadie puede pecar antes de nacer. (Romanos 9:11.)
Resurrección, no reencarnación
Aunque la Biblia no apoye la doctrina de la reencarnación, nadie debe sentirse decepcionado, pues esta ofrece algo mucho más alentador que la idea de renacer en un mundo lleno de enfermedad, tristeza, dolor y muerte. Y no solo es alentador, sino que es la verdad, la propia Palabra de Dios.
Pablo expresó esta animadora doctrina diciendo: “Tengo esperanza en cuanto a Dios [...] de que va a haber resurrección así de justos como de injustos”. La palabra “resurrección” o alguna de sus variantes aparecen más de cincuenta veces en las Escrituras Griegas Cristianas, y Pablo se refiere a ella como una de las doctrinas primarias de la fe cristiana. (Hechos 24:15; Hebreos 6:1, 2.)
La resurrección de los muertos implica, obviamente, que la muerte existe. En ninguna parte de la Biblia encontrará la menor indicación de que el hombre tiene un alma inmortal. Si el hombre tuviera un alma inmortal que se separara del cuerpo al sobrevenir la muerte y fuese a un destino eterno en el cielo o en el infierno, o que se reencarnara, entonces no habría ninguna necesidad de una resurrección. Por otro lado, hay alrededor de un centenar de textos bíblicos que indican que el alma humana no es inmortal, sino mortal y destructible. La Biblia habla siempre de la muerte como lo contrario de la vida, es decir, la inexistencia en contraste con la existencia.
La muerte, o inexistencia, fue el castigo impuesto a Adán y Eva por pecar contra Dios. Se trató de un castigo, no de la entrada a una vida inmortal en algún otro lugar. Dios dijo con toda claridad que volverían al lugar de donde procedían, al polvo del suelo: “De él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás”. (Génesis 3:19.) Antes de ser creados por Dios y colocados en la Tierra, en el jardín de Edén, no tenían ningún alma inmortal, y siguieron sin tenerla después de morir.
A la resurrección de la muerte se la compara con el acto de despertar del sueño o del descanso. Por ejemplo, Jesús dijo lo siguiente acerca de Lázaro, a quien iba a resucitar: “Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño”. (Juan 11:11.) Respecto al profeta Daniel, leemos: “Descansarás, pero te pondrás de pie para tu porción al fin de los días”. (Daniel 12:13.)
Vida eterna en la Tierra
¿Qué les espera a los que resuciten? La Biblia habla de dos clases de resurrección: una celestial y otra terrenal. A la inmensa mayoría de los que han vivido y muerto les espera la resurrección terrenal. Muy pocos tendrán la resurrección celestial, para reinar con Cristo en el Reino celestial de Dios. (Revelación 14:1-3; 20:4.) ¿Cuándo comenzará la resurrección terrenal? Después de que Dios haya destruido este sistema de cosas actual y se haya formado una nueva sociedad humana justa, “una nueva tierra”. (2 Pedro 3:13; Proverbios 2:21, 22; Daniel 2:44.)
En la “nueva tierra” ya no habrá más enfermedades ni sufrimiento. Hasta la muerte dejará de existir, y la humanidad tendrá ante sí la perspectiva de vivir eternamente. “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación 21:4.) El salmista también predijo: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. (Salmo 37:29.) Y Jesús dijo algo similar: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra”. (Mateo 5:5.)
Compare estas magníficas promesas de Dios con la doctrina de la reencarnación. Según dicha doctrina, la persona regresa vez tras vez para vivir en este mismo sistema de cosas viejo y corrupto. Eso significaría que seguiría rodeada de maldad, sufrimiento, enfermedad y muerte en un ciclo casi interminable. ¡Qué desesperanzadora perspectiva!
Sin embargo, a las preguntas ¿ha vivido usted antes?, ¿volverá a vivir otra vez?, la Biblia responde: no, usted no ha vivido ninguna otra vida más que la actual. Pero puede hacer que su vida sea duradera, hasta eterna. En estos “últimos días” del sistema actual, puede tener la esperanza de sobrevivir al fin de este mundo y entrar, sin morir, en el nuevo mundo de Dios. (2 Timoteo 3:1-5; Revelación 7:9-15.) Y si muriera antes de que llegue el nuevo mundo de Dios, puede tener la esperanza de resucitar para vivir por siempre en la Tierra convertida en un paraíso. (Lucas 23:43.)
Si ejerce fe en Jesús, pase lo que pase, lo que él le dijo a Marta cuando murió su hermano, Lázaro, será también aplicable en su caso: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir; y todo el que vive y ejerce fe en mí no morirá jamás”. (Juan 11:25, 26.)
[Comentario en la página 8]
Adán no tenía un alma inmortal. Cuando murió, regresó al polvo
[Ilustración en la página 9]
La Palabra de Dios enseña la resurrección, no la reencarnación
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