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  • La visita del Papa vuelve a abrir viejas heridas
    ¡Despertad! 1987 | 22 de noviembre
    • La visita del Papa vuelve a abrir viejas heridas

      DURANTE su visita a Alemania el pasado mes de mayo, el Papa hizo referencia a “las dificultades a que se encaró la Iglesia en la época nazi”. Después de citar estas palabras del Papa, el periódico Kölner Stadt-Anzeiger añadió: “No mencionó que a algunos clérigos católicos prominentes les faltó el valor; estuvieron predicando sermones en apoyo de escuelas religiosas, pero no en contra de la persecución de los judíos”.

      Los ritos de beatificación de Edith Stein —una mujer judía convertida al catolicismo— también se convirtieron en un foco de controversia. Los judíos desaprobaron que se la representase como una mártir católica. El periódico Nürnberger Nachrichten dijo: “Edith Stein fue beatificada como mártir de la fe cristiana, lo cual no es estrictamente verdad. En 1942 fue enviada a Auschwitz para morir en la cámara de gas como judía, no como monja católica”. Un grupo católico afirmó que la beatificación fue un intento de encubrir el “vergonzoso silencio de la iglesia católica después que los nazis asumieron el poder”. Otro grupo católico dijo que la beatificación “no debería cegarnos al hecho de que los obispos católicos casi no opusieron resistencia, sino que, más bien, cooperaron abiertamente con el sistema nacionalsocialista”.

      Algunos críticos pidieron un reconocimiento de culpabilidad por el silencio de la iglesia católica durante el Holocausto, pero no hubo tal reconocimiento. “Durante la reunión que celebró con los obispos la noche anterior —decía el informe publicado en el Süddeutsche Zeitung—, el Papa ejerció la máxima cautela al tocar esta espina clavada en la conciencia de la Iglesia. Durante la dictadura nazi, la sede apostólica intentó por medio del concordato ‘evitar lo peor’, pero ‘no pudo detener el calamitoso desenlace’. El Papa dijo que no veía ninguna razón para culpar a los obispos alemanes debido a su silencio.”

  • ¿Quiénes sufrieron la agonía del Holocausto?
    ¡Despertad! 1987 | 22 de noviembre
    • ¿Quiénes sufrieron la agonía del Holocausto?

      EL PASADO mes de junio el Congreso Judío Americano envió una carta abierta al papa Juan Pablo II. Se publicó en The New York Times del 26 de junio. En ella se protestaba contra la audiencia que el Papa había concedido a Kurt Waldheim, el presidente de Austria, acusado de estar implicado en la matanza nazi de judíos durante la II Guerra Mundial. Se citó a Waldheim como el símbolo “de los esfuerzos actuales por minimizar, desvirtuar y olvidar el Holocausto”.

      Después de reconocer que la agonía del Holocausto no se puede remediar, la carta decía: “Pero, sin duda, el deber más sagrado de nuestra generación es el recuerdo: no olvidar cómo el silencio se tornó en indiferencia, la indiferencia se tornó en complicidad y, finalmente, se convirtió en una pesadilla de muerte para millones y millones de personas”. Waldheim, decía la carta, “desea infligir a las víctimas del Holocausto el último ultraje, el ultraje del olvido”. A continuación se reprobó que el Papa “pusiera a un lado los principios morales” y recibiera a Waldheim en el Vaticano. La carta seguía diciendo:

      “¿Es posible, Su Santidad, que en el olvido [del Holocausto] por parte de Waldheim exista también un eco, aunque sea lejano, del olvido de la Iglesia? ¿Ha tratado Su Santidad la indiferencia que mostraron las iglesias católicas de Europa por la suerte de los judíos durante la II Guerra Mundial? No se ha pronunciado ni una sola palabra sobre el tema en ninguna de sus visitas papales a los diversos países europeos y a los campos de exterminio. A pesar del extraordinario heroísmo de tantos católicos individuales, ¿no es verdad que, como tantos otros del resto del mundo, la mayoría de las iglesias oficiales guardaron silencio y abandonaron a los judíos en su agonía? Y si la Iglesia, a la que millones de personas acuden en busca de guía moral, todavía no puede aceptar su pasado, si no puede responder a las exigencias del sagrado recuerdo, ¿qué esperanza hay para otros?”

      Por supuesto, no se puede negar que el genocidio de millones de judíos demanda ser recordado. Pero reflexionemos un momento. Cuando la carta menciona el Holocausto, ¿no se presenta este exclusivamente como un holocausto de judíos? ¿No era únicamente “por la suerte de los judíos” por lo que se acusó de indiferencia a las iglesias católicas? Y, según esta carta, ¿no eran ‘otros del resto del mundo y la mayoría de las iglesias’ los que “abandonaron a los judíos en su agonía”? ¿Únicamente a los judíos? ¿No sufrieron también esa agonía otros, además de los judíos?

      El libro The Forgotten Holocaust (El holocausto olvidado) indica que hubo tres millones de polacos no judíos que sufrieron ese Holocausto. El libro A History of the Modern World (Historia del mundo moderno) hace referencia a millones de otras personas que padecieron la misma suerte. Incluso de los testigos de Jehová alemanes fuentes externas han informado que “unos diez mil fueron puestos en prisión” y “más de dos mil perecieron en los campos de concentración”.

      Por consiguiente, no se debe considerar el Holocausto como un ataque dirigido únicamente contra los judíos. Hitler estaba determinado a exterminar a cualquier grupo de personas que no se sometiese a su doctrina de superioridad aria. Los testigos de Jehová también sufrieron la agonía del Holocausto, porque creían y aplicaban el principio bíblico registrado en Hechos 17:26, 27.

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