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    ¡Despertad! 1990 | 22 de junio
    • En junio de 1988 tuvo lugar el primer cisma o división de la Iglesia católica romana en más de un siglo. Se excomulgó al arzobispo tradicionalista Lefebvre. Un año después de la separación, el prelado rebelde afirmaba que se había producido un aumento de entre un 10 y un 20% en la cantidad de adherentes a su ideología.

      Mientras tanto, centenares de teólogos católicos firmaron una declaración en la que protestaban contra el abuso del poder por parte del Papa, según ellos, en el nombramiento de nuevos obispos y en cuestiones doctrinales, como el control de la natalidad.

      Los católicos están muy divididos en lo que se refiere a cuestiones políticas. Algunos son ultraconservadores, mientras que otros abogan por las reformas sociales y hasta por la revolución armada. Así que no sería de extrañar que todas estas divisiones desconcertasen al católico medio.

  • Un nuevo cisma
    ¡Despertad! 1990 | 22 de junio
    • Un nuevo cisma

      Por el corresponsal de ¡Despertad! en Francia

      EL 30 DE JUNIO de 1988 constará como una fecha señalada en los anales de la Iglesia católica romana. Ese día el arzobispo francés Marcel Lefebvre desafió al Vaticano al consagrar a cuatro obispos en su seminario católico tradicionalista ubicado en Suiza. Este acto condujo a la excomunión de Lefebvre y de los cuatro nuevos obispos. Constituyó el primer cisma de la Iglesia católica desde 1870, año en que los llamados “Católicos de antes” se separaron de la madre Iglesia por la cuestión de la infalibilidad pontificia.

      Las raíces de la separación

      La grieta entre el Vaticano y el movimiento conservador católico derechista del arzobispo Lefebvre llevaba ya algún tiempo agrandándose. Las raíces del cisma se remontan al Concilio Vaticano II, celebrado de 1962 a 1965. El papa Juan XXIII, quien convocó el concilio, fijó dos objetivos para esa reunión. Uno fue llamado aggiornamento (puesta al día), y el otro objetivo era el de conseguir la unión de todas las iglesias llamadas cristianas.

      Aunque el arzobispo Lefebvre, como prelado católico, participó en el Vaticano II, no estuvo de acuerdo con ninguno de estos objetivos. Como tradicionalista acérrimo, él opina que la Iglesia católica no tiene necesidad de ponerse al día. Lefebvre concuerda completamente con el punto de vista católico tradicional de que “fuera de la Iglesia no hay salvación” y está convencido de que la única manera posible de volver a unir a los “cristianos” será por medio de conseguir que todos los que no son católicos abrazaran la fe católica romana.

      Contra la libertad religiosa

      Un año después de su excomunión y mientras hablaba en favor de los católicos conservadores que apoyan su movimiento, el arzobispo Lefebvre declaró: “Estamos categóricamente en contra de la idea de la libertad religiosa y sus consecuencias, en especial el ecumenismo, al que considero inaceptable”.

      Aquello no era ninguna innovación suya, sino que seguía fielmente la tradición católica. El 15 de agosto de 1832, el papa Gregorio XVI publicó la encíclica Mirari vos, en la que condenó la libertad de conciencia como un “punto de vista equivocado, o más bien una locura”. Treinta y dos años después, el papa Pío IX publicó su Syllabus de errores donde condenó la idea de que “todo hombre es libre de abrazar y profesar la religión que a la luz de la razón él crea verdadera”.

      Al rechazar el ecumenismo, el arzobispo Lefebvre tan solo manifestaba su apego a lo que el dogma católico llama la “unicidad de la Iglesia”, es decir, que solo hay una Iglesia que sea “Una, Santa, Católica y Apostólica”.

      Irritado por la misa “protestante”

      Las reformas que introdujo el Vaticano II en la liturgia tradicional católica constituyen un tema particularmente espinoso para el arzobispo Lefebvre y sus seguidores. El prelado rebelde opina que tales reformas han conferido un carácter protestante a la misa. No se trata solo de la cuestión de utilizar las lenguas vernáculas en lugar del latín, sino que Lefebvre cree que se han modificado demasiadas cosas con miras a atraer a los protestantes y que incluso en latín es “herética” la liturgia aprobada por el papa Pablo VI.

      Para garantizar la continuidad de la tradicional misa en latín, en 1970 el arzobispo Lefebvre estableció un seminario en Ecône (Suiza). Lo administraba la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, fundada por Lefebvre aquel mismo año. Cuando su movimiento fue cobrando impulso, estableció en Europa y las Américas otros seminarios católicos conservadores donde centenares de hombres jóvenes reciben formación ultraconservadora para ingresar en el sacerdocio.

      El prelado rebelde ordenó a más de doscientos sacerdotes tradicionalistas, a pesar de que el papa Pablo VI se lo había prohibido en 1976. Estos celebran la misa en latín en prioratos y en iglesias católicas que ocupan ilegalmente.a El Vaticano admite que Lefebvre tiene alrededor de cien mil seguidores tradicionalistas militantes por todo el mundo, pero otras autoridades de la Iglesia admiten que la cifra se acerca más al medio millón. El propio Lefebvre afirma que hay millones de católicos que comparten sus puntos de vista.

      Se necesita un sucesor

      En la Iglesia católica, un obispo puede ordenar a sacerdotes, pero solo el Papa puede aprobar la ordenación de un obispo. El anciano Lefebvre se dio cuenta de que su Fraternidad Sacerdotal corría el peligro de desaparecer a su muerte por falta de un obispo que ordenase nuevos sacerdotes. Al parecer, esto es lo que el Vaticano esperaba que sucediese, por lo que entró en prolongadas negociaciones con él, y finalmente le dio un ultimátum: o aceptaba la ordenación de un obispo que gozase de la aprobación del Vaticano, o, si ordenaba por su cuenta un obispo, sería excomulgado.

      El 30 de junio de 1988 el prelado rebelde consagró a cuatro obispos tradicionalistas en una ceremonia a la que asistieron miles de sus seguidores. El diario parisino International Herald Tribune informó: “La consagración de cuatro obispos por parte del arzobispo Lefebvre dejó relegado a un segundo plano un consistorio del Vaticano en el que el Papa elevó a 24 obispos al colegio cardenalicio. El Vaticano canceló un concierto especial a fin de reflejar su ‘profundo pesar’ por la acción del arzobispo Lefebvre. ‘Es un día de duelo’, dijo el cardenal [francés] Decourtray”.

      Este cisma en el seno de la Iglesia católica no solo ha causado pesar en el Vaticano, sino que ha dejado perplejos y confusos a millones de católicos sinceros por todo el mundo.

      [Nota a pie de página]

      a Véase el artículo “El arzobispo rebelde”, publicado en ¡Despertad! del 22 de diciembre de 1987.

  • Siglos de cismas
    ¡Despertad! 1990 | 22 de junio
    • Siglos de cismas

      LA PALABRA “cisma” se define como “acción de separarse del resto una parte de los individuos que profesan una doctrina, por una disidencia en esta”.

      330 E.C. “El cisma entre la cristiandad griega y la latina. [...] La fundación de Constantinopla, la ‘nueva Roma’ (330), que reemplazó a la ‘vieja Roma’ como capital imperial, sembró las semillas de una futura rivalidad eclesiástica entre el oriente griego y el occidente latino.” (The Encyclopedia of Religion.)

      330-867 E.C. “Desde los comienzos de la sede de Constantinopla hasta el gran cisma del año 867, la lista de estas brechas temporales de comunión es enorme. [...] De estos 544 años (323-867), como mínimo 203 los pasó Constantinopla en una condición de cisma [con Roma por disputas teológicas relacionadas con la Trinidad y por la cuestión de la adoración de imágenes].” (The Catholic Encyclopedia.)

      867 E.C. “La Iglesia de Constantinopla mantuvo su posición contra Roma durante el llamado cisma de Focio. Cuando el papa Nicolás I no aceptó que Focio hubiese sido elevado a la silla patriarcal, [...] el patriarca bizantino rehusó claudicar. [...] Nicolás [...] excomulgó a Focio; como respuesta, en un concilio de Constantinopla (867) se excomulgó a Nicolás. Los problemas inmediatos entre las dos sedes eran cuestiones de supremacía eclesiástica, la liturgia y la disciplina clerical.” (The New Encyclopædia Britannica.)

      1054 E.C. “EL CISMA ORIENTE-OCCIDENTE, suceso que precipitó la separación definitiva entre las iglesias cristianas orientales [ortodoxas] [...] y la Iglesia de occidente [católica romana].” (The New Encyclopædia Britannica.)

      1378-1417 E.C. “EL [GRAN] CISMA DE OCCIDENTE—El período [...] en que la cristiandad de occidente se dividió en dos, y después tres, obediencias papales [con papas rivales en Roma, Aviñón (Francia) y Pisa (Italia)].” (New Catholic Encyclopedia.)

      Siglo XVI E.C. “Respecto a la Reforma protestante, [...] la Iglesia católica utiliza principalmente el término herejía en lugar de cisma.” (Théo—Nouvelle encyclopédie catholique.)

      1870 E.C. “El Concilio Vaticano I, que abogó por la ‘infalibilidad’ del Papa, ocasionó el cisma de los ‘Católicos de antes’.” (La Croix [diario católico de París].)

      1988: Cisma del arzobispo Lefebvre, quien “inició un cisma en la Iglesia católica al contradecir al Papa y también el espíritu del Concilio Vaticano II [...], quien considera que los protestantes son herejes, ve el ecumenismo como la obra del diablo y además está dispuesto a morir excomulgado antes de reconciliarse con una Iglesia ‘modernista’”. (Catholic Herald.)

  • ¿Por qué sienten esa “profunda ansiedad”?
    ¡Despertad! 1990 | 22 de junio
    • ¿Por qué sienten esa “profunda ansiedad”?

      EL PAPA JUAN PABLO II expresó “desaliento” por el cisma del movimiento tradicionalista católico del arzobispo Lefebvre. Dijo que la Iglesia reaccionó con “gran angustia”.

      El sacerdote católico Joaquín Ortega, vicepresidente de información de la Conferencia Episcopal española, lamentó la situación diciendo: “Hemos caído en un ‘catolicismo de supermercado’. La gente está seleccionando y eligiendo lo que les agrada como si nuestras doctrinas fuesen latas de verduras”.

      El arzobispo Lefebvre sostiene que el Concilio Vaticano II traicionó a la Iglesia católica tradicional y que la dejó abierta a cambios. Por eso piensa que el concilio debilitó la creencia de los católicos de que pertenecen a la única Iglesia verdadera.

      Resumiendo los argumentos de Lefebvre y sus seguidores, el periódico International Herald Tribune dijo: “Los tradicionalistas razonan que o bien la Iglesia estaba equivocada antes del concilio, o lo está ahora, pero no puede estar en lo cierto antes y ahora. Si erró antes del concilio, dicen ellos, entonces puede que haya estado equivocada sobre otras doctrinas. El arzobispo mencionó: ‘Estamos aquí para manifestar nuestro apego a la Iglesia de siempre’”.

      Sin embargo, muchos católicos sinceros se preguntan si lo que la Iglesia de antes del Vaticano II enseñaba y practicaba era la verdad, o estaba equivocado.

      Los católicos liberales están preocupados

      A muchos católicos de mentalidad liberal les preocupa que la cuestión de Lefebvre provoque el sabotaje de lo que para ellos son medidas progresistas adoptadas en el Vaticano II. Les asustan las recientes declaraciones oficiales del Vaticano, como las del cardenal Ratzinger, celoso defensor de la ortodoxia católica y prefecto de la agencia del Vaticano a la que se conoció durante cuatro siglos como la Congregación del Santo Oficio.

      El cardenal Ratzinger, prefecto de lo que hoy se llama la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, ubicada en Roma, dijo: “Los cismas solo se producen cuando la gente ha dejado de vivir y amar ciertas verdades y valores de la fe cristiana”. Los católicos progresistas temen que el cardenal estuviese pensando en “verdades y valores” que caracterizaban a la Iglesia católica romana anterior al Vaticano II.

      Un artículo titulado “El precio de un cisma”, que se publicó en el periódico francés Le Monde, expresó tales temores al comentar: “¿Quién sabe si el Vaticano no está —sin saberlo o sin admitirlo— comenzando a practicar el ‘tradicionalismo sin Lefebvre’? [...] ¿No estará tratando ahora [el Vaticano] de recuperar al clero y los legos de inclinaciones tradicionalistas, y sobre todo de reafirmar la autoridad y los valores católicos donde más abiertamente se les desafía, en particular en Europa occidental y Norteamérica?”.

      Teólogos disidentes

      En enero de 1989, 163 teólogos católicos de Alemania occidental, los Países Bajos, Austria y Suiza promulgaron una declaración conocida ahora como la Declaración de Colonia. En las semanas siguientes se les unieron centenares de teólogos católicos de otros países, incluida Italia. La ola de disidencia la provocó el nombramiento arbitrario que hizo el Vaticano de un prelado conservador como arzobispo católico de Colonia (Alemania) en contra de los deseos de la jerarquía local. No obstante, la protesta fue más allá del nombramiento de obispos del ala derecha. Incluyó las medidas disciplinarias del Vaticano para silenciar a los teólogos que reflejaban “el pensar teológico que el Concilio Vaticano II había enfatizado”. Los teólogos también cuestionaron el derecho del Papa a imponer sus puntos de vista “en el ámbito de la enseñanza doctrinal”, particularmente respecto al control de la natalidad.

      En respuesta a esta declaración, el cardenal Ratzinger afirmó sin rodeos que los que rechazan la postura del Vaticano en lo que se refiere al control de la natalidad y el divorcio interpretan mal lo que es la “conciencia” y la “libertad” y violan la enseñanza tradicional de la Iglesia. Recientemente recordó a unos prelados estadounidenses que no deberían dejar que el “concierto discordante” de los teólogos influyese en su enseñanza.

      Muchos teólogos están perplejos

      Un teólogo católico francés comentó lo siguiente en una entrevista con Le Monde: “Sería un error afirmar [...] que esta crisis afecta solo a los teólogos. Ellos tan solo expresan la profunda ansiedad de muchísimos católicos”.

      Muchos católicos sinceros se preguntan si no es posible que el arzobispo rebelde Lefebvre, a pesar de haber sido excomulgado, haya ‘perdido una batalla, pero ganado la guerra’. De hecho, a los seguidores de Lefebvre se les están haciendo concesiones para tratar de atraerlos de nuevo al rebaño. En muchas iglesias católicas se vuelve a decir la misa en latín y se nombran obispos conservadores. Es interesante que los católicos tradicionalistas pregunten: “¿Por qué fue excomulgado el monseñor Lefebvre cuando hay sacerdotes católicos en Holanda que bendicen ‘matrimonios’ de homosexuales y hay sacerdotes sudamericanos que abogan por la revolucionaria teología de liberación y no obstante siguen siendo parte de la Iglesia?”.

      Todo esto deja confundidos a muchos católicos. Un católico francés escribió lo siguiente al diario católico La Croix: “Los cristianos sencillos como yo sufrimos, porque los implicados [en las disensiones de la Iglesia] no discuten los asuntos ni llegan a un acuerdo. Algunas personas dejan silenciosamente de practicar la religión, y a veces incluso la Iglesia”.

      Sin duda, tales personas no pueden comprender por qué está tan dividida lo que para ellas es la única Iglesia verdadera. Hasta el sacerdote católico René Laurentin preguntó: “¿Por qué existen estas divisiones entre los cristianos?”.

  • ¿Por qué hay divisiones?
    ¡Despertad! 1990 | 22 de junio
    • ¿Por qué hay divisiones?

      CIERTA enciclopedia de religión resume la causa fundamental de las divisiones religiosas o cismas en tres partes: la doctrina, la organización y la política. Veamos si este análisis encaja con la situación en la Iglesia católica.

      ¿Teología, o verdad bíblica?

      En su análisis de cuál es la razón de las divisiones actuales en la Iglesia católica, el sacerdote René Laurentin escribió: “La causa determinante me parece clara. Consiste en las diferentes ideologías”. Él habla de la ideología progresista, la que se opone a la tradición, es decir, al conservadurismo personificado por el arzobispo Lefebvre. El prior dominico Jean-Pierre Lintanf dice: “La fe es una, las teologías son diversas”.

      Las diferentes ideologías son responsables de las divisiones que hay en el seno de la Iglesia, y se podrían evitar si la Iglesia se adhiriese a la Biblia como la fuente de sus enseñanzas. En realidad, el Concilio Vaticano II decretó: “Las Sagradas Escrituras son [...] instrumentos preciosos en la mano poderosa de Dios para lograr aquella unidad que el Salvador presenta a todos los hombres”. Sin embargo, socavando el valor unificador de la Biblia, ese mismo Concilio Vaticano declaró: “La Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas [la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura] con un mismo espíritu de piedad”. Y añadió: “La sagrada teología se apoya, como en cimiento perpetuo, en la palabra escrita de Dios al mismo tiempo que en la sagrada Tradición”.

      Las palabras que Jesús dirigió a los fariseos podrían muy bien aplicarse al magisterio de la Iglesia católica: “Habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición”. (Mateo 15:6, Biblia de Jerusalén.) Una católica sincera escribió lo siguiente a un periódico católico en Francia: “Si el clero ya no se siente motivado a predicar la Biblia, ¿es de extrañar que cada vez haya menos fieles o que estos busquen en otras partes? (En cuanto a los testigos de Jehová y los tradicionalistas, su fe los hace diferentes.)”.

      Una jerarquía dividida

      Consideremos ahora la organización como causa de las divisiones en el seno de la Iglesia. El cisma que ocasionó el arzobispo Lefebvre estaba relacionado de forma directa con los dogmas católicos de la “Sucesión apostólica” y la primacía del Papa. Lefebvre afirma que el “poder de enseñar, gobernar y santificar que Cristo confirió a Sus Apóstoles está [...] perpetuado en el Colegio Episcopal de la Iglesia”. Por otro lado, se afirma que el obispo de Roma, el Papa, es el “primero de todos los obispos, no solo en rango o dignidad, sino en autoridad pastoral”. (New Catholic Encyclopedia.)

      Pero, ¿se basan estos dogmas en la Biblia? Esta misma enciclopedia católica admite que “en el Nuevo Testamento no se encuentra ninguna afirmación de Cristo que indique cómo tenía que transmitirse el mandato apostólico”. También confiesa que la “primacía papal” no estaba “entendida claramente ni declarada explícitamente” en la “Iglesia de occidente [latina]” hasta el siglo V E.C.

      Hoy día se está desafiando todo el sistema jerárquico de la Iglesia católica. Este sistema es un factor que contribuye a la división interna, debido a que obispos, teólogos, sacerdotes y laicos expresan abiertamente su desacuerdo con el Papa en cuestiones de fe, moralidad y gobierno de la Iglesia. La “Declaración de Colonia” afirma: “Si el Papa hace lo que no corresponde a su puesto, no puede exigir obediencia en el nombre del catolicismo”.

      Dividida por la política

      La revista británica Economist dijo: “Los seguidores de Lefebvre opinan que su Iglesia ha caído víctima de una conspiración que la ha entregado en las manos de marxistas, modernistas y protestantes. El monseñor Lefebvre cree que la Revolución francesa introdujo en el mundo un lamentable modernismo y liberalismo, y que el Vaticano II introdujo la Revolución francesa [...] en la Iglesia”. Muchos católicos derechistas comparten este punto de vista. En cambio, los católicos izquierdistas son partidarios de las reformas sociales, y algunos incluso llegan al grado de aceptar el principio de la revolución armada. De este hecho se desprende que la política es otro factor divisivo entre los católicos.

      Al concluir su artículo “¿Por qué existen estas divisiones entre los cristianos?”, el sacerdote Laurentin dijo que la credibilidad de la Iglesia católica dependería de que se conformase a las palabras de Jesús: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros”. (Juan 13:35, BJ.)

      Utilizando esa piedra de toque, muchos católicos sinceros por todo el mundo han llegado a la conclusión de que la afirmación de la Iglesia católica de ser la única Iglesia verdadera no es verosímil. Y al darse cuenta de que, como también dijo Jesús, “toda [...] casa dividida contra sí misma no podrá subsistir”, muchos han “dejado silenciosamente” la Iglesia. (Mateo 12:25, BJ.)

      Son bastantes los católicos que ahora buscan una “casa” compuesta de cristianos verdaderos que estén unidos en un auténtico amor fraternal, y no divididos por dogmas que no son bíblicos, por una jerarquía desunida o por opiniones políticas contrarias. Miles de personas han encontrado lo que buscaban al empezar a asociarse con los testigos de Jehová.

      [Ilustración en la página 9]

      Jesús condenó a los fariseos por poner sus tradiciones por encima de la Palabra de Dios

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