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¿Hay alguien detrás de toda la maldad?La Atalaya 2011 | 1 de septiembre
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¿Hay alguien detrás de toda la maldad?
AL RECORDAR el genocidio que tuvo lugar en Ruanda en 1994 y el fracaso de las fuerzas de la ONU a la hora de detenerlo, el comandante en jefe de las tropas de ese organismo en dicho país dijo que fue como si le hubiera estrechado la mano al Diablo. Otro testigo de aquella masacre hizo un comentario similar: “Nadie que haya visto una fosa común en Ruanda se atrevería a negar la existencia de Satán”. Pues bien, ¿es el Diablo responsable de barbaries como esa?
La mayoría de la gente no cree que estos casos de extrema violencia y crueldad sean obra de un espíritu maligno. Muchos piensan que la verdadera causa hay que buscarla en nuestra propia naturaleza, en nuestros instintos más oscuros. Otros le echan la culpa a un grupo exclusivo de ricos y poderosos que supuestamente llevan décadas conspirando en las sombras para dominar el mundo. Y también están los que achacan toda la injusticia y sufrimiento a los distintos gobiernos y dirigentes.
Y usted, ¿qué piensa? ¿Por qué abundan tanto la maldad, la crueldad, el salvajismo y el sufrimiento a pesar de los esfuerzos por eliminarlos? ¿Por qué parece que los seres humanos, haciendo oídos sordos a las advertencias, siguen avanzando hacia su propio exterminio? ¿Hay algún responsable detrás? ¿Quién domina realmente el mundo? Es posible que la respuesta le sorprenda.
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¿Quién domina el mundo?La Atalaya 2011 | 1 de septiembre
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¿Quién domina el mundo?
ES PROBABLE que usted nunca haya conocido en persona al jefe de una organización criminal. Pero eso no significa que esa clase de delincuentes no existan, ¿verdad? Por lo general, suelen ser expertos en ocultar su identidad; algunos incluso son capaces de dirigir sus turbios negocios desde una celda. Sin embargo, los titulares de los periódicos nos recuerdan constantemente las nefastas consecuencias de sus actividades, como enfrentamientos entre narcotraficantes, redes de prostitución y tráfico de seres humanos. Tal vez no los veamos, pero el rastro que dejan en la sociedad los pone al descubierto.
De igual modo, aunque no veamos al Diablo, la Palabra de Dios lo presenta como un ser real. Es alguien que, al igual que el poderoso jefe de una banda criminal, recurre a toda clase de engaños y mentiras para lograr sus objetivos. Según la Biblia, “sigue transformándose en ángel de luz” (2 Tesalonicenses 2:9, 10; 2 Corintios 11:14). Así y todo, su rastro lo delata. Entonces, ¿por qué a la mayoría de la gente le cuesta creer que exista alguien como el Diablo? Debido a una serie de creencias erróneas muy difundidas. Analicemos algunas antes de examinar lo que dice la Biblia sobre este malvado ser invisible.
◼ “El Diablo no puede existir porque un Dios de amor no crearía a alguien así” Si Dios es bueno y perfecto como enseña la Biblia, parecería contradictorio que creara a alguien tan cruel y malvado. Pero la Biblia no dice en ningún lado que él creara a semejante ser. Al contrario, describe a Jehová en estos términos: “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él” (Deuteronomio 32:4; Salmo 5:4).
Entonces, ¿cuál es el origen del Diablo? Para saberlo, primero hay que averiguar si un ser creado perfecto puede hacer cosas que no estén bien. Dios no creó robots, sino criaturas con libre albedrío, es decir, con la capacidad de tomar decisiones por su cuenta. Así pues, un ser inteligente y perfecto puede elegir entre hacer lo bueno o hacer lo malo. Y claro, las buenas acciones solo tienen mérito cuando quien las hace —sea un ser humano o un ser espiritual— tiene la libertad para decidir cómo actuar.
Dios no puede conceder libre albedrío a sus criaturas y al mismo tiempo impedirles hacer lo que está mal si lo desean. Por tanto, un ser perfecto puede elegir hacer lo malo, como ocurrió con Satanás, el Diablo, de quien Jesús dijo que “no permaneció firme en la verdad” (Juan 8:44). Estas palabras indican que el ser que se convirtió en el Diablo era al principio un espíritu perfecto, que en un tiempo “permaneció firme en la verdad”.a Ahora bien, ¿por qué Jehová les dio a sus criaturas libertad de decisión? Porque las ama y confía en ellas (véase el recuadro “¿Puede un ser perfecto dejar de serlo?”, en la página 6).
◼ “El Diablo trabaja para Dios” Hay quienes llegan a esta conclusión tras leer el libro bíblico de Job. Según cierto experto, la declaración de que el Diablo venía “de discurrir por la tierra” alude a lo que hacían los espías de la antigua Persia, que viajaban por todo el territorio para mantener informado a su rey (Job 1:7). Pero si el Diablo fuera un espía de Dios, ¿habría sido necesario que le explicara que venía “de discurrir por la tierra”? Además, en el relato de Job no se presenta al Diablo como un aliado de Dios, sino todo lo contrario, como su principal enemigo. ¿Cómo lo sabemos? Porque en este relato se le da el nombre de Satanás, que significa “Resistidor” (Job 1:6). Entonces, ¿de dónde salió la idea de que el Diablo trabaja para Dios?
Esta idea ya aparecía en algunos libros apócrifos del siglo primero, como el Libro de los jubileos y la Regla de la comunidad de los hombres de Qumrán, donde se representaba al Diablo negociando con Dios pero al mismo tiempo sometiéndose a Su voluntad. Y esa idea perduró durante siglos. En su libro El Príncipe de las Tinieblas, el historiador Jeffrey B. Russell explica que el reformador protestante Martín Lutero consideraba al Diablo “una herramienta de Dios, como una tijera de podar o un rastrillo que Dios utilizara para cultivar su jardín”. Russell añade que “el rastrillo goza destruyendo las hierbas”, pero al estar en manos del Dios todopoderoso, cumple la voluntad divina. Esta enseñanza —posteriormente adoptada por el teólogo francés Juan Calvino— ofendió el sentido de la justicia de muchos creyentes. Si ya les costaba entender que un Dios de amor permitiera la maldad, mucho más les costaba aceptar que también la causara (Santiago 1:13). Hoy día esta doctrina, sumada a los horrores vividos en el siglo XX, hace que muchas personas no crean ni en Dios ni en el Diablo.
◼ “El Diablo es solo un símbolo del mal” Si así fuera, sería casi imposible entender algunos pasajes bíblicos. Analicemos por ejemplo Job 2:3-6. ¿Con quién hablaba Dios? ¿Con la maldad que había en Job, o tal vez consigo mismo? Y si Dios acababa de expresar su confianza en las virtudes de Job, ¿por qué acto seguido le enviaría desgracias para probarlo? Atribuirle a Dios esos motivos equivale a decir que es un ser malvado, en vez de aquel “en quien no hay injusticia” (Salmo 92:15). En realidad, Dios se negó a “alargar la mano” contra Job. Es obvio que el Diablo no puede ser una representación abstracta, o símbolo, del mal ni un supuesto lado oscuro de la personalidad de Dios. Más bien, es un espíritu que se convirtió en el principal enemigo de Dios.
¿Quién domina realmente el mundo?
En la actualidad son muchas las personas que piensan que creer en el Diablo es anticuado. Sin embargo, solo la existencia del Diablo explica la crueldad que vemos en el mundo. Y los intentos de negar su existencia han llevado a muchos a rechazar a Dios y todas sus normas morales.
En palabras de un personaje de Charles-Pierre Baudelaire, poeta del siglo XIX, “la mayor astucia del diablo consiste en persuadirnos de que no existe”. Al ocultar su identidad, el Diablo ha hecho surgir dudas acerca de la propia existencia de Dios. Además, si Satanás no existiera, eso convertiría a Dios en el responsable de toda la maldad. ¡Justo lo que el Diablo quiere que la gente crea!
Al igual que el jefe de una banda criminal, el Diablo oculta su identidad con un objetivo. ¿Cuál? La misma Biblia nos da la respuesta: “El dios de este sistema de cosas ha cegado las mentes de los incrédulos, para que no pase a ellos la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).
Ahora bien, todo esto plantea una pregunta más: ¿Hará Dios algo para frenar a este malvado criminal que en la sombra causa tanta maldad y sufrimiento? Veamos la respuesta en el siguiente artículo.
[Nota]
a Para saber por qué Dios no acabó con la rebelión del Diablo de inmediato, véase el capítulo 11 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.
[Comentario de la página 5]
¿Es el Diablo un servidor de Dios, o su enemigo?
[Ilustración y recuadro de la página 6]
¿Puede un ser perfecto dejar de serlo?
Aunque Dios creó perfectos a todos los seres inteligentes, estos no tenían libertad absoluta. Adán era perfecto. Aun así, tenía que respetar los límites físicos impuestos por el Creador. Por ejemplo, no podía comer tierra ni piedras ni madera sin sufrir las consecuencias. Tampoco podía ignorar la ley de la gravedad y tirarse desde un precipicio sin acabar gravemente herido o incluso muerto.
De igual modo, ningún ser perfecto —humano o espiritual— puede ir más allá de los límites morales fijados por Dios sin sufrir las consecuencias. Así pues, cualquier criatura inteligente puede hacer mal uso de su libertad de decisión y, por tanto, equivocarse y pecar (Génesis 1:29; Mateo 4:4).
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Se desenmascara al gobernante secreto del mundoLa Atalaya 2011 | 1 de septiembre
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Se desenmascara al gobernante secreto del mundo
JESÚS dijo en cierta ocasión: “El gobernante de este mundo será echado fuera”. Algún tiempo después indicó que dicho gobernante “no tiene dominio sobre [él]” y que “ha sido juzgado” (Juan 12:31; 14:30; 16:11). ¿De quién hablaba?
Estas palabras de Jesús demuestran que “el gobernante de este mundo” no podía ser su Padre, Jehová Dios. ¿A quién se refería entonces? ¿De qué modo sería “echado fuera”? ¿Y cómo “ha sido juzgado”?
“El gobernante de este mundo” se da a conocer
Por lo general, a los criminales les gusta presumir de sus logros, y eso mismo hizo el Diablo cuando tentó a Jesús, el Hijo de Dios. Primero le mostró “todos los reinos de la tierra”, y luego le hizo la siguiente oferta: “Te daré toda esta autoridad y la gloria de ellos, porque a mí me ha sido entregada, y a quien yo quiera se la doy. Por eso, si tú haces un acto de adoración delante de mí, todo será tuyo” (Lucas 4:5-7).
Si el Diablo fuera solo un símbolo del mal como algunos piensan, ¿cómo podría explicarse este episodio? ¿Estaba Jesús siendo tentado por un mal pensamiento o por una serie de dudas internas tras su reciente bautismo? Y si así hubiera sido, ¿podría haberse afirmado: “No hay pecado en él”? (1 Juan 3:5.) Jesús no negó que el Diablo tuviera semejante poder sobre la humanidad. Por el contrario, lo confirmó al llamarlo “el gobernante del mundo” y describirlo como “un asesino y un gran mentiroso” (Juan 14:30; 8:44, Traducción en lenguaje actual).
Casi setenta años después de aquel episodio, el apóstol Juan les recordó a los cristianos lo poderoso que era el Diablo cuando dijo que “el mundo entero yace en el poder del inicuo”. Además, declaró que ese ser “está extraviando a toda la tierra habitada” (1 Juan 5:19; Revelación [Apocalipsis] 12:9). De modo que la Biblia muestra que “el gobernante del mundo” es un espíritu invisible. Veamos cuánto poder tiene sobre los seres humanos.
El gobernante del mundo y sus cómplices
Al hablar de la pelea que tienen los cristianos a causa de su fe, el apóstol Pablo puso al descubierto a nuestros peores enemigos. “Tenemos una lucha —admitió con franqueza—, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales.” (Efesios 6:12.) No luchamos “contra sangre y carne”, es decir, contra simples humanos, sino “contra las fuerzas espirituales inicuas”.
La mayoría de las traducciones modernas de la Biblia concuerdan en que dichas “fuerzas espirituales inicuas” no aluden a la maldad en sentido abstracto, sino a poderosos y malvados seres espirituales. Esta expresión se ha traducido también como “ejércitos espirituales malignos en las regiones celestiales” (Carta a los Efesios. Comentario para exégesis y traducción) o “huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales” (La Biblia de las Américas). ¿Qué nos indica esto? Que el Diablo no ha ejercido en solitario su control sobre la humanidad. Cuenta con la ayuda de otros ángeles rebeldes que abandonaron “su propio y debido lugar” en los cielos (Judas 6).
El libro profético de Daniel nos permite entender cómo se han organizado estos “gobernantes mundiales” desde la antigüedad para controlar el mundo. En el año 537 antes de nuestra era, un grupo de judíos regresaron a Jerusalén de su exilio en Babilonia. Preocupado por sus compatriotas, el profeta Daniel estuvo orando por ellos durante tres semanas. Dios envió un ángel a tranquilizarlo, pero este tardó en llegar adonde el profeta. ¿Por qué? “El príncipe de la región real de Persia —le explicó el ángel a Daniel— estuvo plantado en oposición a mí por veintiún días.” (Daniel 10:2, 13.)
¿Quién era ese “príncipe de la región real de Persia”? No podía ser Ciro, el rey de Persia, pues había dado muchas muestras de favor hacia Daniel y su pueblo. Además, ¿qué rey de carne y hueso puede impedir el paso a un ángel durante tres semanas? Recordemos que uno solo de estos ángeles mató a 185.000 poderosos soldados en una noche (Isaías 37:36). Aquel “príncipe” solo podía ser un cómplice del Diablo: era el demonio a cargo del territorio ocupado por el Imperio persa. El ángel de Dios también le explicó a Daniel que en el trayecto de vuelta tendría que volver a enfrentarse a este demonio y a otro más, “el príncipe de Grecia” (Daniel 10:20).
¿Qué aprendemos de este relato? Que esos “gobernantes mundiales” son demonios invisibles y se reparten el control del mundo siguiendo las órdenes de su jefe, Satanás. Pero ¿cuál ha sido su objetivo hasta ahora?
El gobernante de este mundo muestra su verdadero rostro
En el último libro de la Biblia, el apóstol Juan menciona una batalla en la que Miguel —Jesús en su posición como arcángel— derrota al Diablo y sus demonios y los expulsa del cielo. Y claro, esto tiene desastrosas consecuencias para nosotros. “¡Ay de la tierra y del mar! —dice Juan—, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo.” (Revelación 12:9, 12.)
¿Cómo ha demostrado el Diablo su cólera? Reaccionando igual que el criminal que piensa: “Si no es para mí, no es para nadie”. Conscientes de que les queda poco tiempo, él y sus demonios se desquitan tratando de arruinar la Tierra y al ser humano. Por ejemplo, el Diablo recurre a una eficaz herramienta de la sociedad bajo su control —el mundo de los negocios— para promover un consumismo frenético. Como resultado, se agotan los recursos naturales y se destruye el medio ambiente, con lo que el ser humano pone en peligro su propia supervivencia (Revelación 11:18; 18:11-17).
La sed de poder del Diablo se puede percibir en la política y la religión desde el mismo principio de la historia humana. El libro de Revelación representa a las potencias políticas como bestias salvajes a las que el Diablo ha dado “gran autoridad”. También habla de la vergonzosa alianza entre los políticos y la religión y la compara a un adulterio espiritual (Revelación 13:2; 17:1, 2). Reflexionemos en los casos de opresión, esclavitud, guerras y conflictos étnicos que se han producido a lo largo de los siglos y en los millones de vidas que se han perdido. ¿Serán esos horribles sucesos que llenan las páginas de la historia simple fruto de la naturaleza humana? ¿O serán producto de la manipulación de un ejército de malvados seres invisibles?
La Biblia desenmascara al que ha estado manejando a los líderes y las potencias mundiales. Conscientemente o no, la sociedad humana refleja la personalidad de su gobernante, así como su retorcida actitud de que “si no es para mí, no es para nadie”. ¿Cuánto tiempo más tendrá que soportar la humanidad al Diablo?
El último suspiro del Diablo
El ministerio de Cristo en la Tierra firmó la sentencia de muerte del Diablo y sus demonios. Cuando los discípulos de Jesús le contaron cómo habían expulsado demonios, él respondió: “Contemplaba yo a Satanás ya caído como un relámpago del cielo” (Lucas 10:18). Con esas palabras, Jesús expresó la alegría que sentiría cuando, ya de vuelta en el cielo como Miguel el arcángel, venciera de una vez por todas al gobernante de este mundo (Revelación 12:7-9). Un análisis cuidadoso de las profecías bíblicas revela que esa victoria tuvo lugar en los cielos en 1914 o poco después.a
Desde entonces, el Diablo sabe que su destrucción está muy próxima. Y pese a que “el mundo entero yace en [su] poder”, millones de personas hoy día no se han dejado engañar por sus desesperados intentos de controlarlos. La Biblia les ha abierto los ojos y les ha revelado quién es en realidad y cuáles son sus verdaderas intenciones (2 Corintios 2:11). Las siguientes palabras del apóstol Pablo a sus hermanos cristianos los llenan de esperanza: “El Dios que da paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes en breve” (Romanos 16:20).b
Pronto, el Diablo dejará escapar su último suspiro. Bajo el gobierno amoroso de Cristo, los seres humanos justos convertirán la Tierra en un paraíso. La violencia, el odio y la codicia habrán desaparecido para siempre. “Las cosas anteriores no serán recordadas”, promete la Biblia (Isaías 65:17). ¡Qué alivio será quedar por fin libres del dominio del gobernante secreto de este mundo!
[Notas]
a Para saber más detalles sobre esta fecha, véanse las páginas 215 a 218 del apéndice del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.
b Estas palabras de Pablo nos recuerdan la primera profecía bíblica, registrada en Génesis 3:15, donde se predecía la destrucción del Diablo. Para describir este acontecimiento, el apóstol usó un término griego que significa “quebrar, hacer añicos, romper en pedazos por aplastamiento” (Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo, de W. E. Vine).
[Comentario de la página 9]
Bajo el gobierno amoroso de Cristo, los seres humanos justos convertirán la Tierra en un paraíso
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