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      CAPÍTULO 7

      “Continuó creciendo con Jehová”

      1, 2. ¿En qué circunstancias se dirige Samuel a los israelitas, y por qué es necesario que se arrepientan?

      SAMUEL está de pie frente a la muchedumbre y, atento, observa sus rostros. Este hombre fiel, que lleva décadas sirviendo como profeta y juez, ha convocado a la nación de Israel en la ciudad de Guilgal. Según el calendario moderno, sería el mes de mayo o junio. Ya ha comenzado la temporada seca, y los dorados campos de trigo están listos para la cosecha. De pronto, todo queda en silencio, y Samuel se pregunta cómo logrará llegar al corazón de su gente.

      2 El pueblo no comprende la gravedad de la situación. Se empeñan en tener un rey de carne y hueso. No entienden que esta petición supone una descarada falta de respeto a Jehová y a su profeta. En realidad, están rechazando al propio Jehová como su rey. ¿Logrará Samuel que reconozcan su error y se arrepientan?

      De la infancia de Samuel aprendemos que podemos fortalecer la fe pese a las malas influencias

      3, 4. a) ¿Por qué hizo referencia Samuel a su juventud? b) ¿Por qué puede sernos útil analizar el ejemplo de Samuel?

      3 Al dirigirse a la multitud, el profeta dice: “He envejecido y encanecido”. Su cabello blanco infunde respeto y da más peso a sus palabras. Luego añade: “He andado delante de ustedes desde mi juventud hasta este día” (1 Sam. 11:14, 15; 12:2). Aunque han pasado muchos años, sus días de juventud aún están frescos en su memoria. Gracias a las decisiones que tomó cuando era un muchacho, ha llegado a ser un hombre de fe, un fiel siervo de Dios.

      4 Samuel tuvo que fortalecer y proteger su fe constantemente, sin dejarse influir por la gente desleal y malvada que lo rodeaba. Puesto que nosotros vivimos en un mundo inmoral y apartado de Dios, también se nos hace difícil cultivar la fe (lea Lucas 18:8). Veamos cómo nos puede ayudar el ejemplo de Samuel. Comencemos por su infancia.

      “Ministrando delante de Jehová, como muchacho”

      5, 6. ¿En qué sentido fue especial la infancia de Samuel, y por qué podían estar seguros sus padres de que estaría bien atendido?

      5 Samuel tuvo una infancia fuera de lo común. Poco después de que su madre dejara de amamantarlo, como a la edad de tres años o poco más, comenzó a servir en Siló, a más de 30 kilómetros (20 millas) de Ramá, su ciudad natal. Allí colaboraría con las labores del tabernáculo (o tienda que servía de templo). Sus padres, Ana y Elqaná, lo habían dedicado a un servicio especial a Jehová: ser nazareo de por vida.a ¿Por qué lo dejaron allí, tan lejos de su hogar? ¿Acaso no lo querían?

      6 ¡No, todo lo contrario! Ellos sabían que su hijo estaría bien atendido en Siló. Elí, el sumo sacerdote, sin duda supervisó su cuidado, pues Samuel trabajaba con él. Además, contaban con la ayuda de algunas mujeres que servían allí de forma organizada (Éx. 38:8; Juec. 11:34-40).

      7, 8. a) ¿Cómo animaban a Samuel sus padres año tras año? b) ¿Qué pueden aprender de Ana y Elqaná los padres de hoy día?

      7 Lo que es más, Ana y Elqaná nunca se olvidaron de su querido hijo, el primero que les había nacido. Él fue la respuesta a una oración en la que Ana le pidió a Dios un hijo varón y le prometió entregárselo para el servicio sagrado. Todos los años, cuando lo visitaban, Ana le llevaba una vestidura sin mangas que ella misma había hecho para que la usara en las tareas del tabernáculo. De seguro, Samuel esperaba con alegría la visita de sus padres, quienes siempre le daban consejos y ánimo, y lo ayudaban a valorar el gran privilegio de servir a Jehová en aquel lugar tan especial.

      8 Vemos aquí una lección para quienes tienen hijos. Muchos padres suelen preocuparse más por las necesidades materiales de sus hijos que por las espirituales. No obstante, para Ana y Elqaná lo más importante era el bienestar espiritual de su familia, lo cual determinó en buena medida la clase de persona que Samuel llegó a ser (lea Proverbios 22:6).

      9, 10. a) ¿Cómo era el tabernáculo, y cuánto significaba ese lugar sagrado para Samuel? (Vea también la nota.) b) ¿Qué tareas cumplía Samuel, y cómo podrían los jóvenes de hoy imitar su ejemplo?

      9 Es muy probable que, al ir creciendo, el pequeño Samuel explorara las colinas que rodeaban Siló. Desde lo alto podía ver el pueblo y también el valle que se extendía más abajo. Sin duda se llenaba de orgullo y satisfacción cada vez que fijaba la vista en el tabernáculo de Jehová. Este sagrado lugar, que había sido construido unos cuatrocientos años antes bajo la dirección del propio Moisés, era el único centro de adoración a Jehová en todo el mundo.b

      10 El joven Samuel llegó a amar las tareas del tabernáculo. En el relato que posteriormente escribió dice que “estaba ministrando delante de Jehová, como muchacho, y tenía ceñido un efod de lino” (1 Sam. 2:18). El hecho de que Samuel llevara un efod —una prenda de vestir simple y sin mangas— indica que ayudaba a los sacerdotes. Aunque no pertenecía a la clase sacerdotal, estaba a cargo de ciertas tareas, como abrir las puertas del patio por las mañanas y asistir a Elí, quien ya estaba bastante mayor. Samuel disfrutaba mucho de servir en la casa de Jehová, pero había algo que estaba pasando allí que comenzó a perturbar su noble corazón. ¿De qué se trataba?

      Se mantiene puro en un ambiente inmoral

      11, 12. a) ¿Qué terrible actitud manifestaban Hofní y Finehás? b) ¿Qué actos de maldad y corrupción cometían Hofní y Finehás en el tabernáculo? (Vea también la nota.)

      11 Desde muy joven, Samuel tuvo que presenciar auténticos actos de maldad y corrupción. En el registro bíblico leemos que los dos hijos de Elí —Hofní y Finehás— “eran hombres que no servían para nada; [que] no reconocían a Jehová” (1 Sam. 2:12). En realidad, estas dos ideas van de la mano. Hofní y Finehás eran “hombres que no servían para nada” (literalmente, “hijos de la inutilidad”) porque “no reconocían”, o no respetaban, a Jehová. Despreciaban las justas normas de Dios, y esta actitud tan despectiva los llevó a cometer graves pecados.

      12 La Ley de Jehová regulaba las tareas de los sacerdotes y la manera en que debían ofrecer los sacrificios. Y con razón, pues aquellos sacrificios representaban el medio que Dios dispuso para perdonar los pecados de las personas. Gracias a esta medida, él las consideraría limpias y les daría su guía y bendición. Sin embargo, el mal ejemplo de Hofní y Finehás hizo que otros sacerdotes también trataran con gran falta de respeto las ofrendas del pueblo.c

      13, 14. a) ¿Cómo perjudicaban a la pobre gente los pecados que se cometían en el tabernáculo? b) ¿De qué manera fracasó Elí como sumo sacerdote y como padre?

      13 Imaginemos lo desconcertado que debió sentirse el joven Samuel al ver que en la casa de Jehová ocurrían tales abusos sin que nadie hiciera nada. ¡A cuántas personas habrá visto salir de allí decepcionadas y humilladas! En muchos casos se trataba de gente pobre, humilde y oprimida que había acudido en busca de consuelo y fortaleza espiritual. Y para colmo, más tarde se enteró de que Hofní y Finehás tenían relaciones con algunas de las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo. ¡Aquellos desvergonzados no sentían el más mínimo respeto por las leyes divinas sobre la moralidad sexual! (1 Sam. 2:22.) Samuel de seguro esperaba que Elí hiciera algo al respecto.

      A Samuel le debió desconcertar mucho la mala conducta de los hijos de Elí

      14 Y lo cierto es que Elí era el más indicado para detener esta lamentable situación. Como sumo sacerdote, era responsable de lo que sucedía en el tabernáculo. Y como padre, debía corregir a sus hijos. Al fin y al cabo, no solo se estaban perjudicando a sí mismos, sino también a un sinnúmero de otras personas. Pero Elí fracasó rotundamente como sumo sacerdote y como padre: ¡apenas les dio una leve reprimenda a sus hijos! (Lea 1 Samuel 2:23-25.) Ellos necesitaban una disciplina mucho más severa. ¡Sus pecados eran tan graves que merecían la muerte!

      15. ¿Qué mensaje de condena le transmitió Jehová a Elí, y qué efecto tuvo?

      15 La situación se agravó tanto que Jehová envió a “un hombre de Dios” —un profeta cuyo nombre no se menciona— para transmitir a Elí una fuerte condena. Primero, Jehová le dijo a Elí: “Sigues honrando a tus hijos más que a mí”. Luego, le informó que sus malvados hijos morirían en un mismo día y que su familia sufriría enormemente y hasta perdería su privilegiada posición en la clase sacerdotal. ¿Tuvo algún efecto en Elí y en sus hijos este claro aviso? El relato muestra que no (1 Sam. 2:27–3:1).

      16. a) ¿Qué dice el relato sobre el progreso espiritual de Samuel? b) En su opinión, ¿por qué son alentadores estos detalles sobre la juventud de Samuel?

      16 Y Samuel, ¿se dejaría corromper? De ninguna manera. En esta sombría historia nos encontramos de vez en cuando con alegres destellos de luz: comentarios positivos sobre el desarrollo de Samuel. Recordemos que en 1 Samuel 2:18 leímos que, en medio de todo esto, él siguió “ministrando delante de Jehová, como muchacho”. Desde muy pequeño se concentró en su servicio a Dios. Y el versículo 21 nos revela otro detalle alentador: “El muchacho Samuel continuó creciendo con Jehová”. En efecto, con el paso de los años, su relación con Dios se fortaleció aún más. ¡Y qué mejor protección hay contra la corrupción moral que una estrecha amistad con Jehová!

      17, 18. a) ¿Cómo pueden los jóvenes imitar a Samuel cuando otras personas les dan un mal ejemplo? b) ¿Cómo sabemos que las decisiones que tomó Samuel eran las correctas?

      17 Para Samuel habría sido muy fácil pensar: “Si hasta el sumo sacerdote y sus hijos pecan contra Jehová, yo también puedo hacer lo que se me antoje”. Pero los errores ajenos, aun los de personas con autoridad, no son una excusa para pecar. Actualmente, muchos jóvenes cristianos imitan a Samuel y continúan “creciendo con Jehová” a pesar de que haya gente a su alrededor que les dé un mal ejemplo.

      18 ¿Y cuál fue el resultado de las decisiones que tomó Samuel? La Biblia dice: “El muchacho Samuel iba creciendo y haciéndose más agradable, tanto desde el punto de vista de Jehová como del de los hombres” (1 Sam. 2:26). Así que este fiel joven se ganó una buena reputación, al menos a los ojos de quienes realmente importaba. De hecho, el propio Jehová lo valoraba mucho por serle leal. Ahora bien, aunque Samuel estaba convencido de que Dios eliminaría la maldad que había en Siló, tal vez se preguntaba cuándo lo haría. Pues bien, sus dudas se disiparían muy pronto.

      “Habla, porque tu siervo está escuchando”

      19, 20. a) ¿Qué le sucedió a Samuel cierta noche? b) ¿De qué manera trataba Samuel a Elí? c) ¿Cómo descubrió Samuel quién lo estaba llamando?

      19 Faltaba poco para que amaneciera y todavía estaba oscuro. La temblorosa luz que proyectaba el candelabro del tabernáculo seguía encendida. En el silencio, Samuel escuchó una voz que lo llamaba y pensó que Elí, quien ya era muy mayor y estaba prácticamente ciego, necesitaba su ayuda. Samuel se levantó y “fue corriendo” a donde dormía el anciano. ¿Nos imaginamos a este muchachito, corriendo descalzo y a toda prisa para ayudar a Elí? ¿No nos conmueve ver la consideración y el respeto con que Samuel lo trataba? Así es, reconocía que, a pesar de sus errores, Elí seguía siendo el sumo sacerdote de Jehová (1 Sam. 3:2-5).

      20 Samuel despertó a Elí con estas palabras: “Aquí estoy, pues me llamaste”. Elí le contestó que él no lo había llamado y lo mandó a acostarse. Esto sucedió dos veces más. Pero a la tercera, Elí se dio cuenta de lo que estaba pasando. En aquellos tiempos de tanta maldad era muy raro que Jehová se comunicara con su pueblo mediante visiones o mensajes proféticos. No obstante, Elí comprendió que Jehová deseaba hacerse oír mediante este muchachito. Por lo tanto, le ordenó que regresara a su cama y le indicó lo que debía responder. Pronto la voz se volvió a escuchar: “¡Samuel, Samuel!”. Y él, siguiendo las instrucciones de Elí, respondió: “Habla, porque tu siervo está escuchando” (1 Sam. 3:1, 5-10).

      21. ¿Cómo podemos escuchar a Jehová hoy día, y por qué vale la pena hacerlo?

      21 Por fin había alguien en Siló que prestaba atención a Dios. A partir de ese momento, Jehová le hablaba a Samuel, y este siempre lo escuchaba. ¿Lo hacemos nosotros? Para escuchar a Jehová, no tenemos que esperar a que una voz sobrenatural nos hable durante la noche. Ahora contamos con la Palabra de Dios completa y, al leer sus páginas, es como si la voz de Jehová nos hablara a diario. Cuanto más lo escuchemos y le obedezcamos, más se fortalecerá nuestra fe. Eso fue precisamente lo que le sucedió a Samuel.

      El joven Samuel dándole a Elí el mensaje de juicio de Jehová

      Armándose de valor, Samuel obedeció a Jehová y le declaró a Elí el juicio divino

      22, 23. a) ¿Cómo se cumplió el mensaje que Samuel le transmitió a Elí? b) ¿Cómo fue consolidándose la buena reputación de Samuel?

      22 Aquella noche le cambió la vida a Samuel: a partir de entonces llegó a conocer a Jehová de una manera muy especial, pues se convirtió en su profeta y vocero. Su primer mensaje consistía en declararle a Elí que muy pronto se cumpliría la profecía contra su familia. No debió ser fácil para el joven Samuel transmitirle esta sentencia final, pero se armó de valor y lo hizo. ¿Cómo reaccionó Elí? Se sometió humildemente a la voluntad divina. Y poco después se cumplió todo lo que Jehová había predicho: en un mismo día, durante una batalla entre los israelitas y los filisteos, Hofní y Finehás perdieron la vida, y el propio Elí murió tras enterarse de que el arca de Jehová había sido tomada por los enemigos (1 Sam. 3:10-18; 4:1-18).

      23 Mientras tanto, la fama de Samuel como profeta fiel fue consolidándose. La Biblia dice que “Jehová mismo resultó estar con él” y nunca dejó que sus predicciones fallaran (lea 1 Samuel 3:19).

      “Samuel clamó a Jehová”

      24. ¿Qué pidieron los israelitas con el tiempo, y por qué era tan grave que lo hicieran?

      24 ¿Siguieron los israelitas la dirección de Samuel y se hicieron fieles a Jehová? Desgraciadamente, no. Llegó el momento en que el pueblo no se conformó con que un simple profeta los dirigiera. Querían un rey, como las demás naciones. Samuel accedió a su petición después de que Dios se lo ordenara. Sin embargo, tenía que advertirles de la gravedad de aquel pecado: no lo estaban rechazando a él, un simple hombre, sino a Jehová mismo. Así que convocó al pueblo en la ciudad de Guilgal.

      Samuel, ya mayor, mirando hacia el cielo durante una tormenta; hay personas asustadas a su alrededor

      Samuel pidió con fe que Jehová enviara una tormenta, y su oración obtuvo respuesta

      25, 26. ¿Cómo ayudó Samuel al pueblo a darse cuenta de la gravedad de su pecado?

      25 Trasladémonos de nuevo a ese momento tan importante. Allí está Samuel frente a la multitud reunida. Se respira tensión en el ambiente. El profeta, ya mayor, comienza a hablarles de la fe e integridad que ha caracterizado su vida. Entonces “clam[a] a Jehová” y le pide que envíe una tormenta (1 Sam. 12:17, 18).

      26 ¿Una tormenta en plena temporada seca? ¡Eso es impensable! Pero pronto desaparece todo posible rastro de incredulidad o burla entre los presentes. De repente, el cielo se cubre de oscuros nubarrones, y un fuerte viento azota los campos de trigo. Se escuchan truenos ensordecedores y, finalmente, rompe a llover. ¿Cómo reacciona el pueblo? Siente un “gran temor de Jehová y de Samuel”. ¡Por fin se dan cuenta de la gravedad de su pecado! (1 Sam. 12:18, 19.)

      27. ¿Cómo trata Jehová a quienes imitan la fe de Samuel?

      27 Con este milagro, Jehová respondió al ruego de su fiel profeta y llegó al corazón de aquel pueblo rebelde. Y lo cierto es que siempre bendijo la fe que Samuel mostró en él, desde su infancia hasta su vejez. Jehová no ha cambiado: si imitamos la fe de Samuel, podemos estar seguros de que él nos dará su apoyo y bendición.

      a Los nazareos hacían un voto que incluía no tomar ninguna bebida alcohólica ni cortarse el cabello. Por lo general, se hacía por un tiempo limitado, pero Samuel fue nazareo de por vida, al igual que otros como Sansón y Juan el Bautista.

      b En esencia, el tabernáculo era una amplia tienda rectangular con estructura de madera. Sin embargo, estaba hecho con materiales de la más alta calidad: pieles de foca, hermosas telas bordadas y costosas maderas laminadas con oro y plata. Lo rodeaba un patio rectangular en el que también había un espléndido altar para los sacrificios. Todo parece indicar que con el tiempo se construyeron cámaras a los lados del tabernáculo para uso de los sacerdotes. Es probable que Samuel durmiera en una de esas habitaciones.

      c El relato nos proporciona dos ejemplos. Por un lado, la Ley dejaba claro cuáles eran las porciones del sacrificio que los sacerdotes podían comer (Deut. 18:3). Pero los sacerdotes corruptos establecieron una norma muy diferente: hacían que sus servidores metieran un tenedor grande en la olla hirviendo y tomaran las mejores porciones de carne que salieran. Por otro lado, cuando los israelitas llevaban sus ofrendas, los servidores —siguiendo las órdenes de los sacerdotes— los obligaban a entregarles la carne cruda incluso antes de que la grasa se ofreciera a Jehová sobre el altar (Lev. 3:3-5; 1 Sam. 2:13-17).

  • No se rindió a pesar de los golpes de la vida
    Ejemplos de fe
    • Samuel ya mayor

      CAPÍTULO 8

      No se rindió a pesar de los golpes de la vida

      1. ¿Por qué está tan afligida la gente de Siló?

      SAMUEL tiene ante sí un pueblo desgarrado por la tristeza. En una sola batalla, la guerra contra los filisteos se ha cobrado la vida de 30.000 israelitas. Y eso sin contar las 4.000 bajas del combate anterior. La gente de Siló está hecha un mar de lágrimas. Innumerables niños y mujeres lloran la pérdida de sus seres queridos: padres, esposos, hermanos e hijos que jamás volverán a casa (1 Sam. 4:1, 2, 10).

      2, 3. ¿Qué trágicos sucesos llevaron a que Siló perdiera su gloria?

      2 Esta desgracia es parte de una serie de trágicos sucesos. Todo comenzó cuando Hofní y Finehás —los malvados hijos del sumo sacerdote Elí— llevaron el arca del pacto desde el tabernáculo de Siló hasta el campo de batalla. Los israelitas pensaban que, como el Arca indicaba que Jehová estaba con su pueblo, tenerla con ellos les aseguraría la victoria. Pero aquel cofre, que solía guardarse en el lugar más sagrado del tabernáculo, no era un simple amuleto. Entonces, ¿qué sucedió? Los filisteos derrotaron a los israelitas, se apoderaron del Arca y mataron a los hijos de Elí (1 Sam. 4:3-11).

      3 Hacía siglos que el Arca había honrado con su presencia a la ciudad de Siló. Por eso, al enterarse de que estaba en manos de los filisteos, Elí —quien ya tenía 98 años de edad— se cayó de su asiento y murió. Y su nuera, que acababa de enviudar ese mismo día, falleció dando a luz. Sus últimas palabras fueron: “La gloria se ha ido de Israel al destierro”. Así es: sin el arca del pacto, los días de gloria de Siló habían llegado a su fin (1 Sam. 4:12-22).

      4. ¿Qué analizaremos en este capítulo?

      4 Todo aquello debió ser un duro golpe para Samuel. ¿Tendría la fe necesaria para afrontarlo y ayudar al pueblo a recuperar el favor y la protección de Jehová? Puesto que nosotros también estamos expuestos a sufrir desilusiones y golpes en la vida que ponen a prueba nuestra fe, veamos qué más podemos aprender del ejemplo de Samuel.

      Defendió la justicia

      5, 6. ¿En qué se centra temporalmente el relato bíblico, y qué hizo Samuel durante ese tiempo?

      5 En este punto de la historia de Samuel, el relato bíblico pasa a centrarse en el castigo que sufrieron los filisteos por tomar el Arca y cómo se vieron obligados a devolverla. Cuando el profeta reaparece en escena, ya han pasado veinte años (1 Sam. 7:2). ¿Qué hizo durante todo ese tiempo? No hay que adivinarlo.

      Samuel consolando a una mujer y a sus hijos

      ¿Cómo ayudó Samuel al pueblo a reponerse de la terrible tragedia?

      6 La Biblia dice que, en el período anterior a la guerra, “la palabra de Samuel continuó llegando a todo Israel”, lo cual indica que el profeta instruía al pueblo con constancia (1 Sam. 4:1). Y el relato revela que dos décadas después seguía haciendo lo mismo, pues leemos que acostumbraba visitar las mismas tres ciudades cada año para resolver las disputas de sus habitantes y darles instrucciones. Luego volvía a Ramá, donde tenía su hogar (1 Sam. 7:15-17). No hay duda, entonces, de que durante esos veinte años se mantuvo, como siempre, muy ocupado.

      Aunque en el relato bíblico hay un período de veinte años en que no se menciona lo que hizo Samuel, sin duda se mantuvo ocupado sirviendo a Jehová

      7, 8. a) ¿Qué les dijo Samuel a los israelitas tras dirigirlos con empeño durante veinte años? b) ¿Cómo respondió el pueblo a las palabras de Samuel?

      7 El mal ejemplo de los dos hijos de Elí —hombres corruptos e inmorales— había debilitado la fe del pueblo. Parece que, como resultado, muchos se entregaron a la idolatría. Tras veinte años de dirigir a los israelitas con dedicación y empeño, Samuel les dijo: “Si con todo su corazón están volviéndose a Jehová, quiten de en medio de ustedes los dioses extranjeros y también las imágenes de Astoret, y dirijan su corazón inalterablemente a Jehová y sírvanle solo a él, y él los librará de la mano de los filisteos” (1 Sam. 7:3).

      8 Lo cierto es que “la mano de los filisteos” estaba oprimiendo al pueblo. Como el ejército israelita había sido prácticamente devastado, sus enemigos pensaban que podían abusar de ellos sin miedo a represalias. Pero ahora Samuel les ofrecía a los israelitas la posibilidad de regresar a Jehová y volver a ser libres. ¿Le hicieron caso? Sí, pues se deshicieron de sus ídolos y “empezaron a servir solo a Jehová”. El profeta, sin duda muy complacido, los congregó a todos en Mizpá, una ciudad que quedaba en la región montañosa al norte de Jerusalén. Allí ayunaron y le demostraron a Jehová que estaban arrepentidos de su grave idolatría (lea 1 Samuel 7:4-6).

      Cuando los israelitas arrepentidos se reunieron en Mizpá, los filisteos lo vieron como una oportunidad para atacar

      9. ¿Qué decidieron hacer los filisteos, y cómo reaccionaron los israelitas ante ese peligro?

      9 Pero los filisteos se enteraron de aquella reunión y la vieron como una oportunidad para aplastar a los siervos de Jehová. Cuando estos supieron que se acercaba el ejército enemigo, se aterrorizaron y le pidieron a Samuel que clamara a Dios por ayuda. El profeta accedió y acompañó su oración de una ofrenda. Aún no había terminado de hacer el sacrificio cuando los filisteos atacaron la ciudad. Pero Jehová escuchó el ruego de Samuel y, como muestra de su inmensa indignación, hizo que el cielo “tronara con gran estruendo [...] contra los filisteos” (1 Sam. 7:7-10).

      10, 11. a) ¿Por qué debió ser fuera de lo común el trueno que Jehová hizo resonar? b) ¿En qué resultó el ataque de los filisteos en Mizpá?

      10 La confusión se apoderó de los filisteos y salieron huyendo por sus vidas. ¿Por qué se asustaron tanto? Después de todo, eran guerreros experimentados en fieras batallas; no eran como niños que con un simple trueno corren a la falda de sus madres. Pues bien, puede que se debiera a la intensidad del ruido que escucharon o a que este “gran estruendo” retumbara en las colinas. O quizá fuera porque provino de un cielo despejado. En cualquier caso, aquel acto sobrenatural convirtió a los depredadores en presas. Los israelitas salieron de Mizpá y persiguieron a los filisteos por kilómetros y kilómetros hasta llegar al suroeste de Jerusalén (1 Sam. 7:11).

      11 Aquella batalla marcó un antes y un después en la historia de Israel. Durante el resto de los días que Samuel sirvió de juez, los israelitas siguieron ganando terreno y recuperando una a una las ciudades que los filisteos habían conquistado (1 Sam. 7:13, 14).

      12. ¿Por qué se incluye a Samuel entre quienes “efectuaron justicia”, y qué lo ayudó a lograrlo?

      12 Siglos más tarde, el apóstol Pablo incluyó a Samuel entre los fieles jueces y profetas que “efectuaron justicia” (Heb. 11:32, 33). Samuel se destacó no solo por hacer él mismo lo que era justo, sino también por animar a los demás a hacerlo. Y ¿qué lo ayudó a cumplir con su labor? En primer lugar, en vez de dejarse vencer por las dificultades, siguió cumpliendo su comisión mientras esperaba con paciencia a que Jehová enderezara los asuntos. Además, demostró ser una persona agradecida. Tras la victoria en Mizpá, levantó un monumento para recordar cómo había salvado Dios a su pueblo (1 Sam. 7:12).

      13. a) ¿Qué cualidades necesitamos cultivar si queremos parecernos a Samuel? b) ¿Cuándo sería bueno empezar a cultivar las cualidades que tenía Samuel?

      13 Si queremos hacer lo que es justo a los ojos de Jehová, tenemos que ser pacientes, humildes y agradecidos, tal como lo fue Samuel (lea 1 Pedro 5:6). ¿Y quién de nosotros no necesita cultivar esas cualidades? A Samuel le fue muy útil desarrollarlas cuando todavía era un hombre joven, pues en su vejez afrontó pruebas y desilusiones mucho más graves, como veremos a continuación.

      “Tus propios hijos no han andado en tus caminos”

      14, 15. a) ¿Qué gran decepción sufrió Samuel en su vejez? b) ¿Por qué podemos decir que Samuel fue un padre muy distinto a Elí?

      14 La siguiente vez que aparece Samuel en el relato, ya ha envejecido. Por eso, decide nombrar jueces a sus dos hijos, Joel y Abías, para que lo ayuden a atender los problemas del pueblo. Pero estos hombres traicionaron la confianza de su padre. En vez de seguir su ejemplo de honestidad y rectitud, abusaban de su autoridad, cometían injusticias y aceptaban sobornos (1 Sam. 8:1-3).

      15 Un día, los ancianos de Israel le presentaron la siguiente queja a Samuel: “Tus propios hijos no han andado en tus caminos” (1 Sam. 8:4, 5). ¿Estaba al tanto Samuel de lo que hacían sus hijos? El registro no lo menciona. Pero él sabía muy bien que Elí había sido castigado por no corregir a sus hijos y por honrarlos más que a Dios, así que sin duda se esforzó por ser un padre intachable (1 Sam. 2:27-29). Y, de hecho, Jehová no halló falta alguna en la conducta del profeta.

      Los ancianos hablando con Samuel sobre la mala conducta de sus hijos

      ¿Qué le permitió a Samuel superar la decepción de ver la mala conducta de sus hijos?

      16. ¿Cómo se sienten quienes tienen hijos rebeldes, y cómo puede el ejemplo de Samuel darles consuelo y guía?

      16 El relato tampoco dice lo que sintió Samuel al enterarse del mal comportamiento de sus hijos. Pero muchos padres saben lo vergonzoso, decepcionante y doloroso que eso puede ser. Hoy es común que los hijos se rebelen contra sus padres. De hecho, la desobediencia y la falta de respeto se han convertido en una verdadera plaga (lea 2 Timoteo 3:1-5). ¿Sufre usted a causa de un hijo que no responde a sus consejos ni a sus esfuerzos por corregirlo? En tal caso, hallará consuelo y guía al analizar la actitud de Samuel. A pesar de la mala conducta de sus hijos, él se mantuvo constante en su servicio a Dios. Recuerde: las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra. Así que nunca subestime la influencia que su ejemplo de fidelidad puede tener en su hijo. Además, su Padre en los cielos, Jehová, se sentirá orgulloso de usted por serle leal como Samuel.

      “Nómbranos un rey”

      17. ¿Qué le pidieron a Samuel los ancianos de Israel, y cómo reaccionó él?

      17 Jamás se imaginaron los hijos de Samuel el efecto que su egoísmo y ambición tendría en otras personas. Tras señalar su mala conducta, los ancianos le pidieron al profeta: “Nómbranos un rey que nos juzgue, sí, como todas las naciones”. ¿Cómo se lo tomó Samuel? ¿Se sintió ofendido o rechazado? Después de todo, llevaba décadas juzgando al pueblo en representación de Jehová. Pero ahora ellos ya no querían un simple profeta como él. ¡Querían que los gobernara un rey, como las demás naciones de la región! Pues bien, ¿qué le pareció a Samuel esa petición? El relato dice: “Aquella cosa fue mala a [sus] ojos” (1 Sam. 8:5, 6).

      18. ¿Qué le aclaró Jehová a Samuel sobre la descarada petición del pueblo?

      18 Veamos lo que Jehová le contestó a Samuel cuando le expuso el problema: “Escucha la voz del pueblo en cuanto a todo lo que te digan; porque no es a ti a quien han rechazado, sino que es a mí a quien han rechazado de ser rey sobre ellos”. Jehová le hizo ver que no había razón para que se sintiera ofendido, pues era a él —el Dios todopoderoso— a quien el pueblo había insultado en realidad. ¡Qué descarada falta de respeto! Jehová entonces les advirtió por medio del profeta que tener un rey les saldría muy caro, pero ellos insistieron: “No, sino que un rey es lo que llegará a haber sobre nosotros”. En consecuencia, Dios eligió a un rey, y Samuel, tan obediente como de costumbre, fue a ungirlo (1 Sam. 8:7-19).

      19, 20. a) ¿Con qué actitud obedeció Samuel cuando Jehová le mandó ungir a Saúl como rey? b) ¿Cómo siguió ayudando Samuel a los israelitas?

      19 Pero ¿obedeció Samuel de mala gana? ¿Permitió que la desilusión envenenara su corazón? Más de uno se habría amargado en su lugar, pero Samuel no lo hizo. Reconociendo que Dios había seleccionado a Saúl para gobernar al pueblo, lo ungió y hasta le dio un beso, demostrándole así que lo recibía con agrado y que le ofrecía su lealtad. Además, les señaló a los israelitas: “¿Han visto al que Jehová ha escogido, que no hay ninguno como él entre todo el pueblo?” (1 Sam. 10:1, 24).

      20 Samuel siempre mantuvo una actitud positiva. En vez de fijarse en los puntos débiles del hombre a quien Dios había elegido, se centró en sus virtudes. Y en vez de amargarse por no contar con la aprobación de aquella gente caprichosa, se concentró en el fiel servicio que él le había ofrecido a Dios desde hacía tantos años (1 Sam. 12:1-4). Además, siguió cumpliendo con su comisión, pues advirtió a los israelitas de las cosas que podían alejarlos de Jehová y los animó a permanecer leales. Estos, a su vez, reconociendo de corazón el error que habían cometido, le pidieron que orara por ellos. Entonces Samuel les aseguró: “Es inconcebible, por mi parte, pecar contra Jehová cesando de orar a favor de ustedes; y tengo que instruirles en el camino bueno y recto” (1 Sam. 12:21-24).

      El ejemplo de Samuel recalca que no debemos permitir que los celos y la amargura echen raíces en el corazón

      21. Si estamos decepcionados porque le dieron a otra persona un nombramiento que deseábamos nosotros, ¿cómo nos puede ayudar el ejemplo de Samuel?

      21 ¿Alguna vez le han concedido a otra persona un puesto o nombramiento que esperaba recibir usted? ¿Se sintió decepcionado? Si imitamos a Samuel, jamás dejaremos que echen raíces en nuestro corazón los celos ni la amargura (lea Proverbios 14:30). Recordemos que, en el pueblo de Jehová, hay muchas tareas gratificantes para todos sus siervos fieles.

      “¿Hasta cuándo estarás de duelo por Saúl[?]”

      22. ¿Cuáles eran las virtudes que Samuel pudo ver en Saúl?

      22 Samuel pudo ver que Saúl poseía virtudes muy valiosas. En verdad era una persona excepcional. No le faltaban ni valor ni ingenio, y su presencia era imponente. Además, al menos al comienzo, fue un hombre modesto y sin pretensiones (1 Sam. 10:22, 23, 27). Y, como todos, tenía el precioso don del libre albedrío, o sea, la capacidad de elegir por sí mismo el curso de su vida y tomar sus propias decisiones (Deut. 30:19). ¿Usaría bien ese don?

      23. ¿Qué valiosa cualidad perdió Saúl, y cómo demostró que se estaba volviendo arrogante?

      23 Por desgracia, el poder corrompe, y la primera cualidad que suele desaparecer es la modestia. Eso fue justamente lo que le pasó a Saúl. En poco tiempo empezó a volverse orgulloso y arrogante, despreciando las órdenes divinas que Samuel le transmitió. En una ocasión, por ejemplo, se impacientó y ofreció un sacrificio a Dios, aunque era el profeta quien iba a hacerlo. Por eso, Samuel lo reprendió y le anunció que la corona no pasaría a sus hijos. Pero en vez de aprender la lección, Saúl pasó a desobedecer a Jehová de formas aún más descaradas (1 Sam. 13:8, 9, 13, 14).

      24. a) ¿Cómo desobedeció Saúl las instrucciones de Jehová durante la guerra contra los amalequitas? b) ¿Cuál fue la reacción de Saúl cuando fue corregido, y qué decisión tomó Jehová?

      24 Por medio de Samuel, Jehová le había ordenado a Saúl que luchara contra los amalequitas, destruyera sus posesiones y ejecutara a Agag, su malvado rey. Sin embargo, Saúl le perdonó la vida al rey y conservó lo mejor del botín. Al corregirlo, Samuel pudo darse cuenta de lo mucho que Saúl había cambiado. En vez de aceptar con humildad la disciplina, se puso a discutir con el profeta, justificándose y tratando de minimizar su error. ¡Hasta le echó la culpa al pueblo! Una de sus excusas fue que había tomado lo mejor del rebaño para sacrificárselo a Jehová. Samuel le contestó con estas impactantes palabras: “Obedecer es mejor que un sacrificio”. Sin ningún temor, le comunicó al rey la sentencia divina: su reino le sería quitado y alguien mejor que él ocuparía su lugar (1 Sam. 15:1-33).a

      25, 26. a) ¿Por qué se puso Samuel de duelo por Saúl, y cómo corrigió Jehová su punto de vista? b) ¿Qué lección aprendió Samuel cuando fue a la casa de Jesé?

      25 Samuel estaba tan triste por las faltas de Saúl que se pasó toda una noche clamando a Jehová. La Biblia dice que tanta era su aflicción que hasta se puso de duelo por Saúl. ¡Cuánto le debieron decepcionar su arrogancia y su desobediencia a las normas de Dios! Y pensar que cuando lo conoció tenía tanto potencial... Ya no quiso volver a verlo nunca más. Al ver que el asunto lo tenía tan afligido, Jehová corrigió su punto de vista diciéndole con bondad: “¿Hasta cuándo estarás de duelo por Saúl, en tanto que yo, por otra parte, lo he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y anda. Te enviaré a Jesé el betlemita, porque entre sus hijos me he provisto un rey” (1 Sam. 15:34, 35; 16:1).

      26 Para cumplir su voluntad, Jehová no depende de seres humanos imperfectos, quienes pueden ser hoy leales y mañana no. Si alguien a quien él elige lo traiciona, entonces busca a otro. Así que el anciano profeta dejó de lamentarse por Saúl y, tal como Dios le ordenó, fue a la casa de Jesé en Belén para ungir al nuevo rey. Allí vio que Jesé tenía varios hijos muy apuestos, que parecían buenos candidatos. Pero Jehová le recordó que no se dejara llevar por la apariencia (lea 1 Samuel 16:7). Por fin, le trajeron a David, el hijo menor, y ese resultó ser el elegido.

      Samuel comprobó que Jehová nos puede ayudar a superar cualquier desilusión o problema, y hasta puede convertirlo en una bendición

      27. a) ¿Qué fortaleció la fe de Samuel en sus últimos años de vida? b) ¿Qué piensa usted del ejemplo de Samuel?

      27 En sus últimos años de vida, Samuel pudo ver lo acertada que fue la decisión divina de reemplazar a Saúl con David. Saúl se fue dejando dominar por los celos y el odio asesino, y terminó convertido en un apóstata. En cambio, David demostró tener hermosas cualidades como el valor, la integridad, la fe y la lealtad. La fe de Samuel se fortaleció aún más en el ocaso de su vida. Comprobó que Jehová nos puede ayudar a superar cualquier desilusión o problema, y que hasta puede convertir en bendiciones los golpes y sinsabores de la vida. Tras la muerte de Samuel, el pueblo entero lloró su pérdida. Y no es de extrañar, pues por casi un siglo se labró un intachable historial de fiel servicio. Aun hoy, todo siervo de Dios hace bien en preguntarse: “¿Imitaré yo la fe de Samuel?”.

      a Samuel mismo ejecutó al malvado rey Agag. Ni él ni su familia merecían ninguna compasión. Siglos más tarde, “Hamán el agaguita”, quien probablemente era uno de sus descendientes, intentó destruir al pueblo de Dios (Est. 8:3; encontrará más información en los capítulos 15 y 16 de este libro).

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