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Lo que de verdad hace falta para ser felizLa Atalaya 2004 | 1 de septiembre
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En su famoso Sermón del Monte, Jesús indica qué hace falta para ser feliz al decir que “felices son” quienes 1) tienen conciencia de su necesidad espiritual, 2) se lamentan, 3) son de genio apacible, 4) tienen hambre y sed de justicia, 5) son misericordiosos, 6) son de corazón puro, 7) son pacíficos, 8) son perseguidos por causa de la justicia, y 9) sufren vituperio y persecución por causa de Cristo (Mateo 5:3-11).a
¿Son exactas las afirmaciones de Jesús?
Poco cuesta comprobar la veracidad de algunas de esas afirmaciones de Jesús. ¿Quién negaría que alguien de carácter apacible, misericordioso y pacífico, cuyas motivaciones nacen de un corazón puro, es mucho más feliz que quien vive enojado, es agresivo y no muestra piedad?
Quizás nos preguntemos, no obstante, cómo es posible decir que los que tienen hambre y sed de justicia o que se lamentan son felices. Dichas personas ven con realismo las condiciones mundiales, y por ello ‘suspiran y gimen por todas las cosas detestables que se están haciendo’ en nuestros días (Ezequiel 9:4). No es que eso las haga felices. Más bien, su gozo no conoce límites cuando aprenden que el propósito de Dios es establecer condiciones justas en la Tierra y hacer justicia a los oprimidos (Isaías 11:4).
El amor a la justicia también motiva a las personas a lamentarse porque a menudo no logran hacer lo que es correcto. De este modo toman conciencia de su necesidad espiritual y están dispuestas a buscar la guía de Dios, pues se dan cuenta de que solo él puede ayudar a la gente a superar sus debilidades (Proverbios 16:3, 9; 20:24).
Quienes se lamentan, tienen hambre y sed de justicia y son conscientes de su necesidad espiritual saben lo importante que es mantener una buena relación con el Creador. Aunque es cierto que llevarnos bien con nuestros semejantes contribuye a la felicidad, también lo hace, en mayor grado aún, una buena relación con Dios. En efecto, las personas sensatas que aman el bien y están dispuestas a aceptar la guía divina pueden considerarse realmente felices.
Quizás le resulte difícil creer que alguien que es perseguido y vituperado pueda ser feliz. No obstante, debe ser cierto, pues Jesús mismo lo aseguró. Por lo tanto, ¿cómo deberían entenderse sus palabras?
¿Cómo es posible que alguien perseguido sea feliz?
Note que Jesús no dijo que el vituperio y la persecución en sí mismos condujeran a la felicidad. Él especificó: “Felices son los que han sido perseguidos por causa de la justicia, [...] cuando los vituperen y los persigan [...] por mi causa” (Mateo 5:10, 11). Así pues, dicha felicidad solo se produce si la persona sufre vituperio por ser un seguidor de Cristo y por amoldar su vida a los principios justos que Él enseñó.
El ejemplo de los primeros cristianos demuestra esta afirmación. Los miembros del Sanedrín, el tribunal supremo judío, “mandando llamar a los apóstoles, los fustigaron, y les ordenaron que dejaran de hablar sobre la base del nombre de Jesús, y los dejaron ir”. ¿Cómo reaccionaron los apóstoles? “Estos, por lo tanto, se fueron de delante del Sanedrín, regocijándose porque se les había considerado dignos de sufrir deshonra a favor del nombre de él. Y todos los días en el templo, y de casa en casa, continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hechos 5:40-42; 13:50-52.)
El apóstol Pedro aclaró aún más el vínculo existente entre el vituperio y la felicidad al escribir: “Si a ustedes los están vituperando por el nombre de Cristo, son felices, porque el espíritu de gloria, sí, el espíritu de Dios, descansa sobre ustedes” (1 Pedro 4:14). En efecto, si un cristiano sufre por hacer lo bueno, a pesar de que dicho sufrimiento sea desagradable, tendrá la felicidad de saber que cuenta con el espíritu santo de Dios.
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Lo que de verdad hace falta para ser felizLa Atalaya 2004 | 1 de septiembre
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a Cada una de estas nueve bienaventuranzas, como se las conoce habitualmente, comienza con la expresión griega ma·ká·ri·oi. En vez de traducir esta palabra por “bienaventurados”, como hacen algunas versiones bíblicas, la Traducción del Nuevo Mundo, La Nueva Biblia Latinoamérica y La Biblia interconfesional, entre otras, utilizan el término más moderno “felices”.
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