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  • Ninguna garantía
  • ¿Es seguro el suministro de sangre?
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¡Despertad! 1988
g88 8/10 págs. 12-15

Cómo evitar el SIDA

MUCHOS organismos gubernamentales y privados cuentan con campañas educativas para informar a la gente sobre cómo evitar el SIDA. Sin embargo, casi nunca dan consideración a la cuestión moral. Raras veces se insta a evitar una práctica porque es impropia desde un punto de vista moral.

Con respecto a esto, el locutor de televisión Ted Koppel, al dirigirse a una clase que se graduaba de la universidad, dijo: “En realidad, nos hemos convencido a nosotros mismos de que los eslóganes nos van a salvar. Pícate [inyéctate droga] si lo necesitas, pero utiliza una aguja limpia. Ten relaciones sexuales cuando quieras y con quien quieras, pero usa preservativos. ¡No! La respuesta es no. No porque no sea de buen tono o sensato, ni porque podrías terminar en la cárcel o morir en una sala de enfermos de SIDA, sino porque está mal, porque hemos pasado cinco mil años siendo una raza de seres humanos racionales [...] buscando la verdad y los auténticos valores morales. La verdad, en su forma más pura, no es una cortés palmadita en la espalda. Es una censura severa. Lo que Moisés bajó del monte Sinaí no fueron las Diez Sugerencias”.

El modo de evitar el SIDA

La plaga del SIDA podría haberse evitado. Como dijo The New York Times Magazine, “es la primera plaga en la historia de la humanidad cuya regulación depende totalmente de que nos comportemos con conocimiento”.

A fin de evitar el SIDA, una regla fundamental debe ser la siguiente: viva una vida moral. Esto significa no tener relaciones sexuales fuera del matrimonio y no tomar drogas ilegales. Efectivamente, debe producirse un cambio en las normas de comportamiento, pues, como informó la revista Science News, “es evidente que lo que transmite el virus del SIDA es el comportamiento”.

Muy pocas personas que viven vidas morales contraen el SIDA. Cierto: un cónyuge puede ser moral y el otro no serlo, estar infectado con SIDA y, por lo tanto, transmitir la enfermedad al cónyuge inocente. Por supuesto, si el cónyuge inocente sospecha de la inmoralidad o drogadicción del otro cónyuge, tiene el derecho de adoptar medidas de protección. No se espera que los cónyuges inocentes, por decirlo así, se suiciden.

El periódico Asahi Shimbun, de Tokio, citó las siguientes palabras de responsables de la salud pública: “Si usted lleva una vida normal, no contraerá la enfermedad. Por eso, no hay ninguna razón para preocuparse en demasía de ella. Pero si usted quiere ‘hacer el tonto’, corra con el riesgo, el riesgo de suicidarse”. Shoko Nagaya, del Ministerio de Sanidad, aconsejó: “Conozca a su pareja”.

Pero, ¿es verdaderamente posible ‘conocer a su pareja’ en este mundo permisivo que ha hecho la vista gorda ante la inmoralidad? ¿Cómo puede usted estar seguro de que su pareja no ha cometido inmoralidad sexual ni se ha drogado, habiendo estado así en contacto con el virus del SIDA?

Lo que se necesita es un tipo de educación que motive a las personas a odiar lo que es impropio en sentido moral. E independientemente de los criterios permisivos de nuestros días, las relaciones sexuales fuera del matrimonio son inmorales, como también lo es la drogadicción. Estas prácticas pueden conducir a enfermedades y a muerte prematura.

Ninguna garantía

En cierto país, el 93% de los hombres y mujeres de dieciocho y diecinueve años de edad que fueron entrevistados habían tenido relaciones sexuales inmorales. Únicamente el 25% de los hombres y el 20% de las mujeres dijeron que alguna vez habían usado preservativos, el método recomendado por algunas autoridades médicas para la prevención del SIDA. En otro país, un estudio reveló que durante los seis meses siguientes a que se les hubiera diagnosticado que eran sidapositivos, muchos hombres homosexuales simplemente habían reducido la cantidad de parejas sexuales de doce a cinco. Muchos de ellos se sienten seguros debido a que cada vez se utilizan más los preservativos.

Pero, ¿ofrecen garantía los preservativos? Diversos especialistas en salud pública estiman que los preservativos tienen un índice de error de entre un 2 y un 10% o más, siendo mucho menos eficaces los de membrana natural que los de goma. El periódico canadiense The Financial Post informa: “Jack Layton, presidente del Consejo de Salud Pública de Toronto, dice que, como método anticonceptivo, los profilácticos [preservativos] tienen un índice de error de hasta un 30%”.

Beth Aub escribió lo siguiente en el periódico The Daily Gleaner, de Jamaica: “El preservativo no es más seguro hoy de lo que siempre ha sido. Hasta puede decirse que es menos seguro, pues el virus del SIDA es mucho más pequeño que el esperma humano y, por lo tanto, puede escaparse con más facilidad; además, mientras que la mujer solo puede quedarse embarazada durante ciertos días al mes, está expuesta a contraer el SIDA siempre que tiene relaciones sexuales con un hombre infectado. El preservativo no es seguro”. Y el señor Koop, inspector general de Sanidad, advierte que los preservativos, cuando son utilizados por homosexuales, tienen índices de error “sumamente elevados”.

Puede verse, entonces, que los preservativos no ofrecen una garantía absoluta de no contraer el SIDA. La mejor protección es, con mucho, vivir de acuerdo con las elevadas normas morales de la Biblia.

¿Es seguro el suministro de sangre?

Hasta que en 1985 se empezó a realizar la prueba de detección del virus, miles de personas (quizás cientos de miles si se incluye África) contrajeron el SIDA de sangre contaminada. En algunos lugares la cantidad sigue siendo enorme. Según un informe de este año procedente de África, “un nuevo estudio ha descubierto que casi uno de cada quince niños centroafricanos que reciben transfusiones de sangre para combatir la anemia relacionada con el paludismo puede ser infectado como consecuencia de ello por el virus del SIDA. Actualmente, las transfusiones son la segunda vía de transmisión del SIDA en esa región”.

En los países occidentales se afirma que hoy en día el abastecimiento de sangre es prácticamente seguro. ¿Pero cuán seguro? En las pruebas normales que se efectúan para detectar el SIDA, lo que revela la presencia del virus son los anticuerpos. Pero, como lo expresa The Economist, “los anticuerpos detectados en la prueba tardan en aparecer”. Los donantes de sangre pueden tener el virus del SIDA y, sin embargo, no haber desarrollado aún los anticuerpos. Así, aunque en esos casos la prueba indique que no tienen SIDA, sí tienen el virus, y pueden transmitirlo a otros cuando se usa su sangre para transfusiones. El Centro de Hematología de Nueva York estima que aproximadamente el 90% de los que reciben transfusiones de sangre infectada por el virus del SIDA, aunque tan solo sea una unidad, serán infectados por dicho virus.

El doctor Harvey Klein, de los Institutos Nacionales de Sanidad de Estados Unidos, dice que es posible que los anticuerpos tarden en aparecer de seis semanas a tres meses. Durante ese tiempo, la sangre recién infectada de una persona quizás no tenga anticuerpos, o no los suficientes como para que la prueba los detecte.

La revista canadiense The Medical Post hace la siguiente declaración: “Los anticuerpos, detectables mediante los análisis de sangre disponibles en la actualidad, pueden tardar en desarrollarse hasta seis meses”. Un estudio efectuado por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos indicó que algunas personas no desarrollan anticuerpos que puedan ser detectados en las pruebas hasta catorce meses después de haber sido infectados por el virus del SIDA. Hallazgos aún más recientes informados por The Lancet, una revista médica británica, revelan que el virus del SIDA puede multiplicarse en una persona incluso mucho antes de que se detecte en las pruebas. Aunque se están tratando de realizar pruebas que puedan detectar el virus aun antes de que aparezcan los anticuerpos, todavía se encuentran en fase experimental.

Según un informe médico hecho por especialistas de la universidad de Maguncia (República Federal de Alemania), “los que aplican la terapia de las transfusiones tienen que aceptar el hecho de que ya no existe sangre que esté totalmente libre del virus VIH”.

Otras enfermedades de la sangre

Para empeorar los asuntos, además del SIDA existen otras enfermedades que con mucha más frecuencia se transmiten mediante las transfusiones de sangre. El doctor Klein informa: “El SIDA ha acaparado la publicidad. Pero durante los últimos veinticinco años, el problema verdaderamente más importante de las transfusiones de sangre es la hepatitis postransfusional. E incluso hoy día, la principal causa de defunción relacionada con las transfusiones de sangre es la hepatitis postransfusional”.

Un tipo de esta hepatitis es conocida como hepatitis no A, no B. En Estados Unidos, anualmente son más de 190.000 personas las que lo contraen a través de transfusiones sanguíneas. De estas, unas 10.000 mueren o sufren daño permanente en su salud. Todavía no se ha identificado claramente ese virus, y de momento no existe ninguna prueba segura para detectarlo.

Por eso, el diario médico francés Le Quotidien du Médecin dice: “Quizás los testigos de Jehová tengan razón al rehusar productos sanguíneos, pues es cierto que una cantidad importante de agentes patógenos pueden transmitirse mediante las transfusiones de sangre”.

Existe una alternativa

Toda persona debe tomar una decisión en este asunto. Si alguien decide seguir manteniendo relaciones inmorales o consumir drogas ilegales, entonces debe encararse a las consecuencias: segar daño por haber sembrado conducta inmoral.

Pero, ¿quién debe establecer los valores morales apropiados? Pues bien, ¿quién conoce mejor cómo estamos hechos y cuáles son las consecuencias de violar tales normas morales? Sin duda alguna, el Creador de los seres humanos. Y en su Palabra inspirada, la Biblia, Dios dice claramente: “De Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que esté sembrando con miras a su carne, segará de su carne la corrupción”. (Gálatas 6:7, 8.)

No hay ninguna duda de que el Creador ha determinado que la homosexualidad, la fornicación y el adulterio son males morales, al igual que el consumo de drogas ilegales. Su Palabra nos dice: “No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres” pueden esperar la aprobación de Dios. (1 Corintios 6:9; véase también 2 Corintios 7:1.)

La Biblia advierte: “Sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de cosas estranguladas, y de fornicación”. (Hechos 15:29.) El término griego utilizado aquí para “fornicación” abarca todo tipo de relación sexual que no sea entre un hombre y su esposa. Y ¿observó usted que este mandamiento incluye evitar el consumo de sangre?

Las siguientes palabras de ese mismo versículo aplican hoy día con aún más fuerza. Dice: “Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán. ¡Buena salud a ustedes!”. Piense en las muchas personas que han muerto y que todavía morirán de SIDA debido a las relaciones sexuales inmorales y al consumo de drogas, y en los miles (en África, posiblemente cientos de miles) que han fallecido por recibir sangre contaminada. Piense también en los cientos de millones de personas cuya salud se ha visto afectada como consecuencia de otras enfermedades de transmisión sexual, así como por otras complicaciones de las transfusiones de sangre y por la drogadicción.

Cuando se suman todas, la cantidad de personas que han visto diezmada su salud o han experimentado muerte prematura resulta enorme. En vista de las consecuencias, podemos ver la sabiduría que hay tras la prohibición de esas prácticas por parte del Creador.

El profesor Vicente Amato Neto, especialista brasileño en enfermedades infecciosas, dice: “Muchas veces digo que la mejor prevención para el SIDA es hacerse testigo de Jehová, pues los miembros de esa religión no son homosexuales ni bisexuales, son fieles a su matrimonio —lo relacionan con la reproducción de la vida—, no se drogan y, además de eso, no aceptan transfusiones de sangre”.

La revista Toronto Life dice: “La única solución clara para el SIDA es el celibato previo a la monogamia”. Y Valentín Pokrovsky, presidente de la Academia de Ciencias Médicas de la Unión Soviética, afirma: “La lucha contra el SIDA no puede ser confinada a los esfuerzos médicos. Un estilo de vida saludable, relaciones puras entre los sexos y fidelidad conyugal son las mejores medidas de prevención contra el SIDA”.

En efecto, el aceptar las normas de comportamiento humano dictadas por el Creador es la mejor manera de evitar el SIDA.

[Comentario en la página 13]

“Lo que Moisés bajó del monte Sinaí no fueron las Diez Sugerencias”

[Fotografía en la página 13]

Las transfusiones de sangre han propagado el SIDA... y continúan propagándolo

[Fotografía en la página 15]

La castidad antes del matrimonio puede evitar muchas angustias, incluyendo el SIDA

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