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Países de la antigua YugoslaviaAnuario de los testigos de Jehová 2009
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Luego Franz se mudó a Maribor (Eslovenia), donde consiguió trabajo en una barbería y le predicó al dueño, Richard Tautz. Richard aceptó la verdad. Como los dos aprovechaban para predicar en la barbería, la gente los apodó los Barberos Creyentes. Y los clientes escuchaban siempre muy atentos, muy quietecitos mientras los afeitaban. Uno de los clientes era un político de nombre Ðuro Džamonja. Otro era Rudolf Kalle, el dueño de un taller de máquinas de escribir. Los dos hombres progresaron con rapidez y se bautizaron. Ðuro dejó la política y ayudó a establecer legalmente la Sociedad El Faro de los Estudiantes de la Biblia en el Reino de Yugoslavia, y esto hizo posible que los hermanos predicaran y celebraran reuniones libremente.
EL “FOTO-DRAMA” ABRE EL CAMINO
En 1931, la sucursal de los testigos de Jehová de Suiza asignó a Ðuro y a otro hermano para que proyectaran el “Foto-Drama de la Creación” en las ciudades grandes de Yugoslavia. Las salas donde se presentaba se llenaban por completo, y el público permanecía muy atento. Así fue como el “Foto-Drama” despertó el interés por la Biblia en gente de todo el país. Mientras tanto, en Maribor los hermanos celebraban reuniones tanto en esloveno como en alemán.
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Equipados con las revistas, los hermanos viajaban en tren a distintas partes de Yugoslavia para predicar. En Eslovenia, a veces alquilaban un camión sin techo y contrataban a un chofer que no era Testigo para que los llevara al lugar donde querían predicar. Él los esperaba todo el día hasta que terminaban. En aquellos primeros años, los proclamadores del Reino tenían poca instrucción, por lo que su mensaje a veces era un poco tajante. Aun así, Jehová bendijo sus esfuerzos y les ayudó a encontrar a “los que estaban correctamente dispuestos para vida eterna” (Hech. 13:48).
Franc Sagmeister dice que sus tíos Franc y Terezija Gradič le hablaron de la verdad en 1931. “El tío Franc estuvo entre los primeros publicadores de Eslovenia —menciona—. Me impresionó muchísimo ver que hubiera empezado a leer la Biblia, siendo que antes era un fiero opositor de la religión, así que me uní a él. La oposición de la familia no me detuvo de compartir mis nuevos conocimientos con otras personas. Pero en cuanto el párroco se enteró, me mandó llamar. Quiso quitarme mi Biblia porque, según él, no tenía caso que la tuviera si no podía entenderla. Lógicamente, me negué a entregársela. Tiempo después murió mi padre, y cuando el párroco me encontró en la calle, me reprochó que no hubiera pagado ni una sola misa para mi padre. Yo le dije: ‘Pagaría cien misas, hasta mil, si eso le sirviera de algo’.
—¡Sí le sirve! ¡Sí le sirve! —me respondió.
—Si está en el cielo —contesté—, no necesita la misa, y si está en el infierno, ¿para qué la quiere?
—¿Y si está en el purgatorio? —preguntó.
—Señor párroco —le dije—, usted bien sabe que tengo muchas propiedades. Estoy dispuesto a ir ahora mismo a la notaría para cederle todo a usted si me demuestra con la Biblia que el alma es inmortal, que el infierno y el purgatorio sí existen y que Dios es una trinidad.
”Me lanzó una de esas miradas que matan, encendió un cigarrillo y se fue.”
PRECURSORES AL CAMPO
En la década de 1930, la luz de la verdad se fue intensificando en Yugoslavia gracias a la labor incansable de hombres y mujeres devotos que emprendieron el servicio de precursor de vacaciones. Por ejemplo, en Maribor (Eslovenia) estuvieron Grete Staudinger, Katarina Konečnik y, más tarde, Karolina Stropnik.
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