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¿Cómo puede sobrevivir en un vecindario peligroso?La Atalaya 1995 | 15 de agosto
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¿Cómo puede sobrevivir en un vecindario peligroso?
“VIVÍA asustada todo el tiempo. Tenía miedo en el ascensor. Tenía miedo en el auto. Tenía miedo en mi apartamento. Había crimen por todas partes. Asaltaban a la gente a todas horas”, dice una brasileña llamada Maria. ¿Se siente usted como esta mujer, con miedo en su vecindario, especialmente de noche, cuando oscurece?
Leer novelas policíacas puede ser apasionante, pero en la vida real casi nunca hay un final feliz. Puede que un crimen quede sin resolver. O, en casos de homicidio, alguien tiene que seguir viviendo sin su cónyuge, su padre o su hijo. ¿Está aumentando el crimen violento en su localidad? ¿Anhela vivir en un lugar tranquilo donde su familia esté segura? O, si no tiene más remedio que criar a sus hijos en una zona de mucha criminalidad, ¿qué puede hacer para sobrevivir?
Es cierto que aún quedan ciudades donde hay poco delito. En muchos países, la gente todavía vive en zonas rurales tranquilas y aldeas agradables. Pero la situación está cambiando rápidamente incluso en los lugares que antes se consideraban libres de crimen. Por ejemplo, hace cincuenta años, el 70% de la población de Brasil vivía en el campo. Hoy el 70% vive en la ciudad. Por un lado ha habido oportunidades de empleo, pero por el otro han surgido problemas urbanos, como el crimen y la violencia. Sea que viva en una zona peligrosa o no, de todas formas tiene que ir al trabajo o a la escuela y llevar a cabo muchas tareas fuera de casa.
Un jefe de la policía de Río de Janeiro reconoció el “síndrome de pánico” que predomina, y mencionó que a ello contribuyen la injusticia social y el crimen organizado. También opinó que los periódicos y la televisión contribuyen a difundir el temor e “influyen en el espíritu de la población con noticias trágicas”. La drogadicción, la desintegración familiar y la mala educación religiosa también favorecen el aumento del desafuero. ¿Y qué depara el futuro? ¿Insensibilizarán a la gente las escenas violentas que se presentan de modo trivial en novelas y películas? ¿Se volverán peligrosas las zonas consideradas libres de crimen?
Puesto que la violencia no es nada agradable para el que la padece, anhelamos sentirnos seguros. No sorprende que haya ciudadanos preocupados que exigen la presencia de más policías en las calles y sentencias carcelarias más estrictas o hasta la pena capital. A pesar de los riesgos, algunas personas se hacen con armas para defenderse. Otras desean que las autoridades restrinjan su venta. Pero la mala noticia de que el crimen abunda no debe hacernos perder la esperanza. De hecho, muchos habitantes de ciudades grandes, como Johannesburgo, Ciudad de México, Nueva York, Río de Janeiro y São Paulo, nunca han sido asaltados. Examinemos cómo logran vivir en un vecindario peligroso.
Cómo mantener una actitud positiva
Con respecto a una zona de mucha criminalidad, cierto escritor comenta sobre “el ingenio y la perseverancia de miles de brasileños que han logrado vivir con cierto grado de dignidad y decencia en condiciones de vida muy duras”. Después de llevar treinta y ocho años en Río de Janeiro, Jorge dice: “Evito transitar por calles y áreas dudosas y no cedo a la curiosidad. Además, procuro no estar en la calle tarde por la noche ni sentir un temor excesivo. Aunque tomo mis precauciones, veo a todas las personas como si fueran honradas y las trato con dignidad y respeto”.
Sí, evite problemas innecesarios. No se meta en lo que no le incumbe. Nunca subestime el hecho de que el pánico puede afectar los nervios y hacer que hasta personas de buena conducta actúen de modo irracional. Un caballero llamado Odair dice con respecto a su trabajo en zonas peligrosas: “Procuro ser positivo; no alimento la mente con el miedo a males que pudieran suceder, pues eso causa tensión innecesaria y sobresalto. Trato de respetar a todas las personas”. Además de estar alerta y guardar las distancias con gente sospechosa, menciona otra ayuda para controlar las emociones: “Sobre todo, cultivo confianza en Jehová Dios, recordando que nada escapa de sus ojos y que todo lo que ocurre se debe a que él lo permite”.
No obstante, a nadie le agrada vivir en temor constante. Además, ¿quién puede negar que la tensión y el miedo excesivos son perjudiciales para la salud física y emocional? Así pues, ¿qué esperanza hay para los que tienen miedo de que los asalten en cualquier momento? Dado que muchos temen que lo peor en la historia del crimen está por venir, ¿veremos alguna vez el fin de la violencia? Le invitamos a leer el siguiente artículo: “¿Cuándo terminará el temor?”.
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¿Cuándo terminará el temor?La Atalaya 1995 | 15 de agosto
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¿Cuándo terminará el temor?
¿LE SORPRENDERÍA saber que la verdadera seguridad depende de un hombre que vivió hace dos mil años? Jesucristo relató una parábola extraordinaria para ilustrar la necesidad de mostrar amor: “Cierto hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó entre salteadores, que lo despojaron y también le descargaron golpes, y se fueron, dejándolo medio muerto”. Dos viajeros pasaron de largo sin ayudar a la víctima, pero un samaritano bondadoso le mostró misericordia. No obstante, ¿quién se interesa hoy por las víctimas del crimen? ¿Podemos esperar que se acabe el temor? (Lucas 10:30-37.)
Aunque muchas personas afirman creer en Dios, piensan que el hombre debe hacer cumplir la ley y el orden. Ahora bien, ¿pondrán fin al crimen violento sentencias de cárcel más largas o más policías y mejor pagados? ¿Cree usted de veras que los organismos encargados de hacer cumplir la ley, a pesar de sus esfuerzos sinceros por ofrecer cierta seguridad, lograrán eliminar problemas como el consumo de drogas, el crimen organizado y la pobreza? Sin embargo, nuestra hambre y sed de justicia no tienen por qué ser en vano. (Mateo 5:6.)
Salmo 46:1 dice: “Dios es para nosotros refugio y fuerza, una ayuda que puede hallarse prontamente durante angustias”. Veremos que estas palabras no se quedan en simple poesía hermosa.
Como usted sabe, los medios informativos dan cuenta a diario de asesinatos sin sentido y ataques terroristas. En algunos lugares del mundo se ha hecho común exterminar a jóvenes no deseados y a los testigos presenciales de crímenes. ¿Por qué se ha abaratado tanto la vida? Aunque dicha violencia puede atribuirse a varios factores, hay una razón que no debemos pasar por alto.
Según la Palabra de Dios, la Biblia, “el mundo entero yace en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19.) De hecho, Jesucristo no solo se refirió a Satanás el Diablo como mentiroso, sino como “homicida”. (Juan 8:44.) Esta poderosa criatura espiritual influye de diversas formas en los seres humanos y fomenta el aumento de violencia que vemos hoy. Revelación [Apocalipsis] 12:12 dice: “¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo”. Afortunadamente, este sistema inicuo será reemplazado por “nuevos cielos y una nueva tierra [...], y en estos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13.)
Además de esta maravillosa esperanza de un nuevo mundo, ¿con qué ayuda contamos ahora mismo?
Antes de examinar la respuesta concluyente a esta pregunta, conviene recordar que ni siquiera los cristianos verdaderos tienen la garantía de que se les vaya a proteger del crimen. El apóstol Pablo mencionó algunos peligros que afrontó personalmente. Estuvo “en peligros de ríos, en peligros por parte de salteadores, en peligros por parte de [su] propia raza, en peligros por parte de las naciones, en peligros en la ciudad, en peligros en el desierto, en peligros en el mar”. (2 Corintios 11:26.) Pero Pablo sobrevivió a estos peligros. Sucede lo mismo hoy día; si somos cautelosos, podemos desempeñar nuestras tareas con bastante normalidad. Examinemos algunas ideas que pueden ser útiles.
Si vivimos en un vecindario peligroso, la buena conducta puede protegernos, pues la gente observa atentamente a sus vecinos. Aunque los asaltantes planean y llevan a cabo crímenes, muchos se consideran a sí mismos personas normales. Así que no critique sus acciones ni trate de averiguar lo que hacen. De esa forma puede reducir la posibilidad de que tomen represalias contra usted. Recuerde que los ladrones tratan de averiguar quién ha comprado un aparato nuevo o se va de vacaciones, de modo que sea discreto al revelar sus planes a otras personas.
Muchos testigos de Jehová han visto que su reputación de ministros los ha protegido de modo especial. Con frecuencia, los delincuentes han respetado a estos cristianos, que dan de sí mismos con el fin de ayudar sin parcialidad a la gente de la comunidad. Los Testigos no son asesinos ni ladrones, ni tampoco son ‘entremetidos en asuntos ajenos’, y por tanto no suponen una amenaza. (1 Pedro 4:15.)
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¿Cuándo terminará el temor?La Atalaya 1995 | 15 de agosto
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[Recuadro/Fotografías en la página 6]
TOME PRECAUCIONES
Muchos delincuentes trabajan de tiempo completo, y hacen del crimen su profesión. Puede que vayan en grupos de dos o tres, aunque solo uno le apunte con un arma. Cada vez resulta más obvio que cuanto más joven es el delincuente, más peligroso es. ¿Qué puede hacer si la víctima es usted?
Permanezca calmado para no poner nervioso al ladrón: su inexperiencia puede costarle a usted la vida. Si es testigo de Jehová, dígaselo, pero esté dispuesto a entregar al ladrón lo que pida. Cuanto más se demore, más peligro corre. Después, tal vez pueda pedirle que le devuelva la documentación o el dinero para el autobús.
Pocas veces puede determinarse quién es un delincuente. Algunos ladrones son drogadictos o profesionales; otros solo roban para comer. En cualquier caso, no lleve encima mucho dinero. No lleve joyas, anillos de oro ni relojes caros. Camine y circule con normalidad, sin mostrar temor. No fije la mirada en ninguna persona, como si quisiera identificarla. En caso de producirse un tiroteo en la calle, arrójese al suelo; la ropa puede limpiarse después. —Anterior policía de Río de Janeiro.
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