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El antiguo conflicto suegra-nuera¡Despertad! 1990 | 22 de febrero
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El antiguo conflicto suegra-nuera
“¡NO SOPORTO su presencia!”, gritó Fujiko a su suegra, Tomiko. Fujiko estaba cansada de recibir órdenes constantemente. Aunque hasta entonces se las había arreglado para mantener una apariencia calmada, vivía angustiada. “En mi fuero interno me sentía amargada —dice Fujiko—. No era yo. No podía aguantar vivir todos los días de aquella manera.”
Una mujer de edad avanzada que vive sola en Japón expresa lo siguiente: “Mi hijo y su mujer me abandonaron. Ahora no tengo que preocuparme por otros y vivo mi vida como me place, pero cuando anochece, me siento sola”.
El antiguo conflicto suegra-nuera es de carácter universal. “Es lamentable —comenta Dulcie Boling, directora de una revista australiana—, pero algunas mujeres siempre sentirán celos de sus nueras. [...] Hay muy poco que se pueda hacer, salvo aplicar el dicho ‘a mal tiempo, buena cara’.” En Oriente, hasta existen leyendas de mujeres ancianas abandonadas en las montañas por instigación de sus nueras.
Hoy día, este conflicto es más complicado que nunca. Según las estadísticas, la esperanza de vida va en aumento, las familias cada vez son más pequeñas y la diferencia entre el índice de mortalidad de los hombres y de las mujeres se va haciendo mayor. ¿En qué ha resultado todo esto? En que como cada vez son más las mujeres que superan los setenta años de edad, e incluso los ochenta, el conflicto suegra-nuera ha dejado de ser la corta carrera de velocidad de antaño para convertirse en un maratón agotador.
¿Qué desean las personas de edad avanzada?
A pesar de tales problemas, si los padres pudieran escoger, ¿cómo querrían que se les atendiese? “Durante las últimas dos décadas —dicen Jacob S. Siegel y Cynthia M. Taeuber, investigadores en el campo de la demografía— tanto mujeres como hombres han estado mucho menos inclinados a vivir con otros al quedarse sin cónyuge.” Elaine M. Brody, ex directora del Departamento de Servicios Humanos, añade que en Estados Unidos “los mayores prefieren no vivir con sus parientes”. Sus hijos suelen vivir cerca, los visitan y los atienden.
Sin embargo, los orientales piensan de otra manera. Según una encuesta internacional llevada a cabo por la Agencia de Administración y Coordinación de Japón, la mayoría de las personas de edad avanzada de Japón y Tailandia quieren vivir con su familia, y de hecho, los datos indican que este es el caso del 61% de los ancianos de Tailandia y el 51% de los de Japón.
Por supuesto, esta opción también es común en Occidente. Cuando los padres son muy mayores o están postrados en cama, es frecuente que vivan con sus hijos. En Francia, las personas viudas de más de setenta y cinco años acostumbran a vivir con uno de sus hijos.
Hay que aceptar los pros y los contras
Por supuesto, el que dos o tres generaciones decidan vivir bajo el mismo techo tiene sus ventajas. Los mayores se sienten más protegidos y no tan solos, y los jóvenes pueden aprender de la experiencia de los mayores. Además, la convivencia de varias personas en la misma casa también resulta en beneficios económicos.
No obstante, vivir juntos puede complicar aún más una relación ya tensa entre padres e hijos políticos. Por ejemplo, en Japón, donde la tradición dicta que los padres de edad avanzada deben vivir con el hijo mayor y su familia, el conflicto suegra-nuera ha llegado a ser proverbial.
Si usted se enfrenta a una situación semejante, ¿qué puede hacer? En su libro America’s Older Population (La tercera edad en América), Paul E. Zopf, hijo, profesor de Sociología de la Universidad Guilford, dice lo siguiente: “La familia también genera conflictos y la oportunidad de solventarlos. La aptitud de enfrentarse a ellos y llevarse bien con los miembros mayores de la familia puede extenderse a otras relaciones humanas”.
Por lo tanto, vea el lado positivo de la situación. Si usted aprende a controlar las desavenencias familiares, probablemente también manejará mejor otras situaciones difíciles. Acéptelo como un reto, y eso le convertirá en una mejor persona. Examinemos ahora los problemas que surgen cuando padres e hijos políticos viven juntos y la manera de tratar con éxito dichos problemas, y aunque de momento usted no se encuentre en esa situación, también puede serle beneficioso considerar los principios que aplican.
[Recuadro en la página 4]
Más padres que hijos
Según el demógrafo Samuel Preston, en la actualidad, por primera vez en la historia, el matrimonio medio tiene más padres que hijos. Muchos matrimonios de hoy se encaran a la cuestión de cómo equilibrar sus responsabilidades para atender a sus respectivos padres.
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¿Cuáles son las causas del problema?¡Despertad! 1990 | 22 de febrero
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¿Cuáles son las causas del problema?
“DEMASIADA sal no es buena para la familia”, dice la madre. “Pero la comida está muy insípida”, insiste la nuera. Cuando la madre se da la vuelta, la nuera añade una pizca de sal.
Las dos tratan de salirse con la suya y, como resultado, terminan comiendo un plato que no es del agrado de ninguna de ellas. Sin embargo, las consecuencias pueden ser mucho más serias que eso. La tirantez entre suegra y nuera puede desembocar en luchas mentales y emocionales que duran años.
Este tipo de conflicto parece inevitable para muchas personas. “Por bien que parezcan llevarse los miembros de una familia, seguro que habrá tirantez entre la madre y su nuera”, escribe el doctor Shigeta Saito, presidente de la Japan Mental Hospital Association. No obstante, el problema no se limita a Oriente.
El corresponsal de ¡Despertad! en Italia informa que “la costumbre de casarse y quedarse a vivir con los padres de uno de los cónyuges ha provocado problemas en muchas familias, y no son pocas las esposas jóvenes que sufren debido a la actitud sumamente entremetida y autoritaria de su suegra”.
En periódicos y revistas tanto de Oriente como de Occidente, se trata con frecuencia el conflicto entre padres e hijos políticos en las columnas en las que se ofrece consejo a los lectores. ¿Cuáles pueden ser las causas de tales problemas?
¿Quién toma las decisiones?
Cuando dos mujeres comparten la misma cocina, el problema suele ser quién toma las decisiones. “Nuestros gustos y métodos diferían, y yo me ponía nerviosa cada vez que discrepábamos”, dice una mujer que ha vivido con su suegra durante más de doce años.
“Durante los primeros diez años discutíamos por trivialidades”, admite otra nuera. Pueden surgir desavenencias por cosas tan insignificantes como la manera de tender las camisas. Incluso aunque suegra y nuera no vivan en la misma casa, se puede desarrollar una situación incómoda. El que una suegra que esté de visita en casa de su hijo haga comentarios como: “A mi hijo no le gusta el bistec así”, puede resultar en resentimientos que duren toda la vida. Todo se reduce a quién toma qué decisiones y para quién.
Takako Sodei, profesora auxiliar de Administración del Hogar en la universidad femenina de Ochanomizu, dijo al respecto: “Sea que se viva con un hijo y una nuera o con una hija y un yerno, es imposible que una familia pueda soportar dos esposas que compiten entre sí por el control de la casa. Es necesario disponer de dependencias separadas o, si eso no es posible, deben hacerse ajustes y permitir que una sea el ama de casa y la otra esté supeditada a ella”. Las dos generaciones deben llegar a un acuerdo razonable basado en la condición física y mental de la mujer mayor, y la experiencia, o falta de ella, de la más joven.
La cuestión de la intimidad
Cuando dos o más generaciones comparten la misma vivienda, los miembros de la familia tienen que sacrificar su intimidad hasta cierto grado. Sin embargo, los criterios de cada miembro de la familia respecto a esto probablemente sean diferentes. Puede que una pareja joven anhele más intimidad mientras que la persona mayor ansíe más compañerismo.
Por ejemplo, a una nuera que vivía cerca de Tokio le parecía que su suegra invadía la intimidad de su matrimonio. ¿Qué le hacía pensar eso? El que su suegra recogiese del tendedero la ropa suya y de su marido, la doblase y la colocase en su lugar. Ella consideraba eso como algo muy personal y no veía apropiado que su suegra lo hiciese. Por otro lado, a su suegra, Tokiko, le disgustó mucho que su nuera, al hacer limpieza de la casa, desechase objetos a los que había tenido cariño por años.
La invasión de la intimidad puede llegar a extremos. Tom y su esposa, quien se encargó de atender a la anciana madre de Tom, estaban aburridos de las visitas que hacía al dormitorio de ellos a medianoche. ¿Por qué lo hacía? “Quería ver si Tom estaba bien”, dijo la madre. El problema no se solucionó hasta que se trasladaron a un dúplex y se prohibió a la madre subir al piso de arriba.
No obstante, en muchas familias es al nacer la tercera generación cuando realmente se intensifican los problemas.
El cuidado de los niños
En estos tiempos, es común que una madre joven consulte diversos libros en busca de consejo sobre el cuidado de los hijos. Por otro lado, es natural que la abuela piense que ella es quien debería aconsejar, debido a sus años de experiencia en la crianza de los hijos. No obstante, con frecuencia sus consejos se interpretan como una crítica y entonces surgen problemas.
Takako tuvo que enfrentarse a esta situación cuando disciplinaba a su hijito. La madre y la abuela de su marido entraban a toda prisa en su habitación para detenerla, gritando con tanta fuerza que hasta ahogaban el llanto de la criatura. Takako se sintió intimidada y dejó de disciplinar a su hijo, pero con el tiempo se dio cuenta de la importancia de administrar disciplina a los hijos y decidió reanudar esa forma de educación. (Proverbios 23:13; Hebreos 12:11.)
Una madre que vive en Yokohama también tuvo problemas con su suegra al nacer sus hijos. A la madre le molestaba que la abuela diera chucherías a los niños fuera de las horas de las comidas, porque luego estaban demasiado llenos y no comían bien a la hora debida.
Comentando sobre este problema, el doctor Saito dice: “[Los abuelos] dan dulces y dinero a sus nietos y complacen los deseos egoístas de los pequeños. En resumen, malcrían a sus nietos sin cesar”. Su consejo para las madres jóvenes es que dejen claro que no van a hacer concesiones en lo que respecta a la educación de los hijos.
Compiten por el afecto
En este conflicto entre suegras y nueras está en juego un sentimiento un tanto irracional. “Hablando en términos psicológicos —explica el doctor Saito—, a la madre le parece que su nuera le ha arrebatado a su hijo. Por supuesto, ella no lo dice, pues sería demasiado infantil. Sin embargo, en su subconsciente tiene muy arraigada la idea de que le han robado el cariño de su hijo.” Esto provoca, si no una verdadera rivalidad entre ambas, por lo menos una relación tirante.
Esta tendencia parece intensificarse al disminuir el tamaño de las familias. Al tener menos hijos que atender, la madre siente una relación más estrecha con su hijo. Después de vivir durante muchos años con él, conoce muy bien lo que le gusta y lo que le desagrada. Aunque la recién casada está deseosa de complacer a su marido, no le conoce tan a fondo, al menos al principio. Por eso es fácil que se desarrolle un espíritu de competencia entre suegra y nuera al tratar de ganar el afecto del mismo hombre.
Un cambio lamentable
Cuando antiguamente Japón se hallaba bajo la influencia de la filosofía de Confucio y en una familia ocurrían tales conflictos, se despedía a la nuera, es decir, el marido se divorciaba de ella dando así el asunto por terminado. Sin embargo, hoy día la situación es diferente.
A partir de la segunda guerra mundial, la generación más joven ha tomado control de los fondos de la familia y los mayores están perdiendo su influencia y autoridad. Poco a poco se han vuelto las tornas. Ahora a los padres de edad avanzada se les abandona en hospitales o instituciones. ¡Qué lamentable es que en una sociedad que se caracterizaba por su gran respeto a los mayores sucedan estas cosas!
¿Cómo puede cambiarse esta tendencia a deshacerse de los mayores? ¿Existe alguna manera de que dos mujeres convivan pacíficamente bajo el mismo techo?
[Fotografía en la página 7]
Debe llegarse a un acuerdo razonable en cuanto a quién va a tomar las decisiones
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Una relación suegra-nuera afectuosa¡Despertad! 1990 | 22 de febrero
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Una relación suegra-nuera afectuosa
AUNQUE Fujiko, la angustiada nuera mencionada en el primer artículo de esta serie, finalmente logró convencer a su marido para trasladarse del apartamento de sus padres a otro justo al lado, la situación no mejoró mucho. Sus suegros seguían entremetiéndose en su vida y ella no podía superar su abatimiento. Entonces, un día la visitó una persona desconocida.
Aquella visita puso a Fujiko en camino a un cambio de personalidad, lo que mejoró su relación con los demás. Empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Con el tiempo, su actitud había cambiado tanto que su suegro quiso asistir a los estudios para ver por sí mismo ‘qué clase de religión era esa que había logrado cambiar tanto su personalidad’.
Debe reconocerse el nuevo vínculo
En las Santas Escrituras se da una descripción muy clara de la institución bíblica del matrimonio. Después de crear a la primera pareja humana y unirlos en matrimonio, Dios estableció el siguiente principio: “El hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”. (Génesis 2:24.) De modo que los recién casados deben reconocer que han establecido un nuevo vínculo. Ahora, aunque vivan con los padres de uno de ellos, deben adherirse el uno al otro como una unidad independiente.
No obstante, el hecho de que al casarse los hijos dejen al padre y a la madre no significa que puedan volverles la espalda y que ya no tengan que mostrarles respeto ni honra. “No desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido”, aconseja la Biblia. (Proverbios 23:22.) Sin embargo, al contraer matrimonio, se produce un ajuste en la relación entre padres e hijos. Si cada miembro de la familia tiene bien presente esto, la pareja joven podrá beneficiarse de la experiencia y sabiduría de los padres.
Timoteo, joven respetable a quien el apóstol Pablo llevó consigo en sus viajes misionales, fue criado por su madre judía Eunice. No obstante, parece que su abuela Loida también intervino en su educación. (2 Timoteo 1:5; 3:15.) Con esto no se quiere decir que las abuelas tienen derecho a interferir en la crianza de un niño y establecer normas que difieran de las de los padres. Es cierto que los mayores pueden ayudar a los jóvenes a criar a sus hijos, pero de la manera apropiada. (Tito 2:3-5.)
“La mujer verdaderamente sabia”
Si dos generaciones van a cooperar en una cuestión tan delicada como la crianza de los hijos, ambas deben comportarse con sabiduría. “La mujer verdaderamente sabia ha edificado su casa —dice un proverbio bíblico—, pero la tonta la demuele con sus propias manos.” (Proverbios 14:1.) ¿Cómo puede una mujer edificar su propia casa? Tomiko dice que fue la comunicación lo que la ayudó a mejorar la relación con su nuera Fujiko. “Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial”, aconseja la Biblia. (Proverbios 15:22.)
El que haya comunicación no significa que se pueda decir todo lo que se piensa sin tomar en cuenta los sentimientos de los demás. Aquí es donde entra en juego la sabiduría. “El sabio escucha” lo que los demás tienen que decir. A veces puede que los suegros tengan algo que decir, pero no se atrevan a expresarse. Manifieste discernimiento y ‘extraiga sus pensamientos’. Luego, ‘medite’ antes de hablar. (Proverbios 1:5; 15:28; 20:5.)
Es muy importante escoger el momento oportuno. “Como manzanas de oro en entalladuras de plata es una palabra hablada al tiempo apropiado para ella”, dice otro proverbio bíblico. (Proverbios 25:11.) Tokiko y su nuera dicen que siempre esperan el momento oportuno antes de expresar una opinión que pueda irritar a la otra. “Cuando quiero hacer notar algo a mi nuera, trato de pensar antes de hablar —dice Tokiko—. Pienso en lo que quiero decirle y le hablo cuando veo que está de buen humor y no tiene hambre, ya que cuando se tiene hambre es más fácil irritarse.”
La mujer sabia evita hablar mal de su suegra o de su nuera. “Seamos suegras o nueras, deberíamos darnos cuenta de que si hablamos mal de la otra, a la larga lo sabrá”, dice Sumie Tanaka, una escritora japonesa que vivió con su suegra durante treinta años. Lo que ella aconseja es hablar siempre bien de los padres o hijos políticos, sea directa o indirectamente.
Pero, ¿y si los demás no responden a sus esfuerzos?
Sepa perdonar
Los problemas serios que surgen entre padres e hijos políticos suelen provocarse por cosas que no tendrían importancia si las hubiese hecho o dicho otra persona. Como todos somos imperfectos y ‘tropezamos en palabra’, a veces puede que hablemos “irreflexivamente como con las estocadas de una espada”. (Santiago 3:2; Proverbios 12:18.) De todas formas, el proceder sabio es no disgustarse por cada palabra irreflexiva que nos digan.
Los que han sabido superar los problemas entre padres e hijos políticos han obedecido el consejo bíblico: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro”. (Colosenses 3:13.) Es cierto que quizás no resulte sencillo soportar y perdonar a los suegros, a una nuera o a un yerno, sobre todo cuando existe causa de queja. Sin embargo, la seguridad de que Dios, como recompensa, también nos perdonará nuestras faltas, nos dará un firme incentivo para hacerlo. (Mateo 6:14, 15.)
Hasta en países orientales, donde la gente es tradicionalmente budista, taoísta, confucionista o sintoísta, hay muchos que han estudiado la Biblia y han llegado a apreciar la verdad acerca del benévolo Creador. Dicho aprecio les ha ayudado a vencer sentimientos de amargura que parecían insuperables.
“El amor nunca falla”
Para que exista una buena relación entre padres e hijos políticos ha de haber un fundamento firme. Ayudar a una suegra (o a un suegro) de edad avanzada y enferma por un sentido de obligación no siempre fomenta la mejor relación. Haruko aprendió esta realidad cuando su suegra estaba muriendo de cáncer. Además de pasar la mayor parte del día en el hospital atendiéndola, cuidaba de su propia familia. Era tanta la tensión a la que estaba sometida que con el tiempo perdió casi todo el cabello.
Un día, mientras le hacía la manicura a su suegra, no se dio cuenta y, al cortarle una uña demasiado a ras de piel, le hizo daño. “¡Yo a ti no te importo en absoluto!”, dijo con brusquedad la suegra.
Herida por esas palabras faltas de aprecio, Haruko no pudo evitar que se le saltaran las lágrimas. Luego se dio cuenta de que la razón por la que se sintió tan herida era que el motivo que la había impulsado a hacer lo que estaba haciendo por su suegra era un sentido de obligación. Decidió que a partir de entonces la atendería motivada por amor (Efesios 5:1, 2), decisión que la ayudó a superar sus sentimientos heridos y a restablecer una buena relación con su suegra que duró hasta que esta murió.
No cabe duda de que el amor tal y como se define en la Biblia es la clave para apaciguar la discordia familiar. Lea lo que el apóstol Pablo dijo al respecto y vea si no concuerda con ello. “El amor es sufrido y bondadoso —escribió Pablo—. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta.” No es de extrañar que Pablo añadiera: “El amor nunca falla”. (1 Corintios 13:4-8.) ¿Cómo puede usted cultivar esta clase de amor?
La Biblia menciona el “amor” como parte del “fruto del espíritu” de Dios. (Gálatas 5:22, 23.) Por lo tanto, es esencial que quien desee cultivar esta clase de amor, además de esforzarse personalmente en esa dirección, tenga el espíritu de Dios. También puede pedir a Jehová, el Dios de la Biblia, que le ayude a que un amor de ese tipo forme parte de su personalidad. (1 Juan 4:8.) Por supuesto, todo ello requiere que usted aprenda de Él por medio de estudiar Su Palabra, la Biblia. Los testigos de Jehová tendrán mucho gusto en ayudarle, al igual que hicieron con Fujiko y con muchas otras personas.
A medida que usted aplique lo que aprenda de la Biblia, verá que no solo mejora su relación con Dios, sino también su relación con todos los que le rodean, incluso con sus padres o hijos políticos. Tal como lo promete la Biblia, usted experimentará “la paz de Dios que supera a todo pensamiento”. (Filipenses 4:6, 7.)
Fujiko y las demás personas mencionadas en estos artículos han llegado a disfrutar de esa paz, y usted también puede gozar de ella. Sí, acudiendo a Jehová y siguiendo el consejo de su Palabra, la Biblia, usted también puede crear y mantener una relación afectuosa con sus padres o hijos políticos.
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