Los jóvenes preguntan...
¿Por qué me molesta la conciencia?
SORAYA, una joven de 13 años de edad, seguía perdiendo peso, pero no debido a una de esas dietas en boga. Ella explica lo siguiente: “Me asocié con malas compañías en la escuela. Sabía que estaba mal, pero mis compañeros ejercían constante presión sobre mí. No pasó mucho tiempo antes que tuviera un novio que usaba drogas”. ¿Y qué tenía esto que ver con su pérdida de peso? “Mi conciencia me molestaba tanto que no podía comer.”
A Alejandro, un niño de siete años de edad, lo hallaron torturándose. Con las rodillas desnudas, estaba arrodillado sobre granos de arroz que había esparcido sobre el suelo. ¿Qué razón tenía él para hacer esto? Pues por haber desobedecido a sus padres había decidido infligirse castigo.
Ambos jóvenes estaban respondiendo —y con bastante severidad— a lo que la Biblia llama conciencia, es decir, una voz interna que ha atormentado aun a siervos de Dios cuando estos han errado. “No hay paz en mis huesos”, escribió David después de haber cometido adulterio. (Salmo 38:3.) De manera similar, los hermanos de José experimentaron sentimientos de culpa después que, en un arrebato de cólera por celos, vendieron a su hermano como esclavo. Más de 20 años después todavía podían recordar cómo José ‘les suplicó que tuvieran compasión’ de él. ¡Qué recuerdos tan angustiosos debieron haber sido esos! (Génesis 37:18-36; 42:21.)
Con certeza, una mala conciencia puede causar dolor y angustia emocional. Por lo contrario, ¡una buena conciencia trae satisfacción y gozo! Por eso, no hay duda de que los resultados de una encuesta realizada en la Unión Soviética, en la que participaron miles de jóvenes a quienes se les preguntó cuáles consideraban ellos que eran las cosas de mayor valor en la vida, indicaron que “una conciencia limpia era lo más importante”. (Soviet Monthly Digest, julio de 1983.) No obstante, lo que más preocupa al cristiano es que la Biblia dice: ‘Tengan una buena conciencia’. (1 Pedro 3:16.) Pero ¿cómo puedes hacer eso? Primero, tienes que entender qué es la conciencia y cómo funciona.
La conciencia... ¿qué es?
Hace más de cien años, el escritor italiano Carlo Collodi concibió el famoso cuento infantil Pinocho, cuyo personaje era un niño marioneta de madera que se metía en problemas con facilidad. Con frecuencia, Pepito Grillo —el insecto parlante— corregía y castigaba a Pinocho. En efecto, este era la conciencia de Pinocho. De manera similar, puedes asemejar tu conciencia a una voz o alarma que suena antes o después de hacer algo malo o bueno.
Hay un inventor que, aprovechándose de este concepto, ha fabricado un artefacto llamado “conciencia de dieta”. Este aparato —que funciona con baterías— se instala dentro de la nevera o de los gabinetes de la cocina. Cada vez que se abre una puerta, una grabación dice: “¿Estás comiendo otra vez? Debería darte vergüenza”.
Pero, diferente a Pepito Grillo o a un aparato hecho por el hombre, tu conciencia es algo dentro de ti. La Biblia describe la conciencia como un ‘dador de testimonio’ interno que da testimonio en cuanto a si cierta acción es correcta o incorrecta. (Romanos 2:15.) Pero ¿dónde se originó esta facultad de la conciencia?
Una facultad innata
Es cierto que de nuestros padres y otras personas aprendemos mucho acerca de lo que es correcto e incorrecto. No obstante, la Biblia indica que la conciencia es una facultad innata. Romanos 2:14 habla de cómo “los de las naciones [...] hacen por naturaleza las cosas de la ley”.
Las normas morales básicas, por lo tanto, aparentemente están implantadas dentro del pensar del hombre. Recuerda, el hombre está hecho “a la imagen de Dios”, y refleja hasta cierto grado la sabiduría y justicia divinas. (Génesis 1:27.) Por eso es que, indudablemente, las naciones del mundo tienen leyes contra crímenes tales como el asesinato, robo e incesto.
Aun en asuntos de menor importancia se pueden percibir las señales que emite la conciencia. Un almacén por departamentos apeló a la conciencia de la gente al vender bolsas para compras mediante un distribuidor sin cerrojo. Encima de la ranura para las monedas se colocó un letrero que decía: “Su conciencia es mi única protección”. Sí, el hecho de que la mayoría de la gente tenga una conciencia activa es para nuestro propio beneficio. De otro modo, ¡nuestra vida y propiedad correrían mayor peligro!
¡Entrénala!
Aunque sea innata, la conciencia está lejos de ser infalible. Por ejemplo, la Biblia habla de personas que tienen una conciencia “débil”. (1 Corintios 8:7.) Debido a información errónea, puede que tales personas tiendan a reaccionar demasiado a ciertas situaciones y se alarmen innecesariamente. Por otra parte, algunas están ‘marcadas en su conciencia como si fuera con hierro de marcar’. (1 Timoteo 4:2.) Su conciencia es insensible como la carne quemada con un hierro de marcar.
Considera el caso de Adolf Eichmann, el criminal de guerra nazi que fue declarado culpable y sentenciado a la horca por su participación en el asesinato de seis millones de judíos. ¿Tuvo él alguna vez sentimientos de culpa? El siquiatra I. S. Kulscar le hizo a Eichmann esta misma pregunta, y este contestó: “Sí, una o dos veces, por faltar a clases”. ¡Qué modo de pensar tan torcido! Obviamente, Eichmann aprendió a “desintonizar” su conciencia. Dice, además, el sicoanalista Willard Gaylin: “El carecer de un sentimiento de culpa es la falla principal de los sicópatas y antisociales”.
Entonces, ¿cómo puedes asegurarte de que tu conciencia está funcionando debidamente? Primero, hay que entrenarla apropiadamente. ¿Cómo? Estudiando la Palabra de Dios y meditando en ella. Esto te ayuda a sintonizar con precisión tu conciencia a medida que aprendes las normas de Dios y ‘rehaces tu mente’. (Romanos 12:2.) Cuando la conciencia está debidamente entrenada, hace más que solo castigarte después de haber cometido algún mal. En primer lugar, te ayuda a evitar hacer lo malo aunque no tengas a alguien cerca que apruebe o desapruebe tus acciones.
¡Presta atención a tu conciencia!
No basta con simplemente saber lo que es bueno y lo que es malo. Para que la conciencia te ayude, ¡tienes que aprender a prestarle atención! Claro está, esto no significa que andes constantemente sintiéndote culpable ni que tomes medidas extremas para castigarte. Reconocemos que somos imperfectos. Pero la Biblia dice en Salmo 103:13: “Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen”. La misericordia y el perdón de Dios nos ayudan a vivir con nuestras imperfecciones.
No obstante, a veces, los quejidos de nuestra conciencia nos deberían mover a actuar de la manera apropiada. Lester David escribe en la publicación Senior Scholastic: “¿Dejó usted de cumplir alguna promesa, violó alguna ley, reveló algún secreto, lastimó a alguien, mintió, hizo trampa? [...] Pida perdón si puede, corrija el mal cometido de cualquier manera que sea apropiada. Hable del asunto con alguien”. Esto es lo que Soraya, la joven mencionada al principio, hizo. Más bien que sentirse culpable, ella trató el asunto con sus padres. Ella informa que “comenzó a sentirse mucho mejor” cuando puso en práctica el consejo de sus padres.
En efecto, la conciencia te ayuda cuando actúas de acuerdo con los dictámenes de una conciencia entrenada en los principios bíblicos. Por ejemplo, un joven llamado Guillermo se unió a una pandilla de adolescentes. Él dice: “Vi a uno de mis amigos ir a la cárcel por asesinato. Mi conciencia ahora me dijo que lo que yo estaba haciendo era tontedad y ¡no era para mí!”. Pero ¿simplemente se sintió culpable y dejó las cosas como estaban? No, él dice: “Dejé la pandilla”.
Otro joven por nombre Antonio permitió que la conciencia lo ayudara de una manera diferente. Antonio es testigo de Jehová. La conciencia lo movió a dedicar de voluntario 90 horas a visitar a la gente en sus hogares para enseñarle acerca de la Biblia. (Mateo 24:14; 28:19, 20.) “De veras que me gustaba conversar con la gente —cuenta Antonio—. Tenía un buen trabajo de media jornada y mi propio automóvil, y el lugar donde vivía me agradaba. Sin embargo, empecé a sentirme mal por no estar haciendo más... sirviendo donde hubiera mayor necesidad de jóvenes como yo.”
¡Qué bien reaccionó su conciencia! En respuesta a ella, Antonio solicitó servir en la sede mundial de los testigos de Jehová, donde se imprimen Biblias y ayudas para estudiar la Biblia, como esta revista. ¡Él ha servido allí por los últimos nueve años!
¿Prestas atención a la conciencia? La conciencia —como lo expresó cierto joven— puede ser como “un verdadero amigo que dedica tiempo y energías para corregirte”. También puede moverte a cumplir con responsabilidades personales y cristianas. Pero ¡tienes que entrenarla apropiadamente y prestarle atención! No hay duda de que la conciencia es un don maravilloso. Respétala y ejércela bien.
[Comentario en la página 14]
Aunque innata, la conciencia está lejos de ser infalible. Debe ser entrenada apropiadamente
[Fotografía en la página 13]
Una mala conciencia puede causar mucha angustia emocional