Los jóvenes preguntan...
¿Es inofensivo el tabaco que no se fuma?
SEGÚN la revista Listen, ‘cuando Cord, un adolescente de 13 años, se mudó a la región central de Estados Unidos, se dio cuenta rápidamente de que le faltaba algo común entre los jóvenes de su edad: una lata de rapé. La mayoría de sus nuevos amigos solía consumirlo, y Cord quería sentirse en su ambiente. Así que cuando uno de ellos le ofreció un paquetito de rapé, lo aceptó, tomó un poco y se lo puso entre el labio y la encía, con la desenvoltura de un experto’.
Difícilmente podría decirse que Cord es la excepción. El doctor Christopher A. Squier, profesor de patología oral, dice que cada vez más adolescentes se inician en el consumo. Aunque las ventas de este tipo de tabaco no aumentaron a finales de los años ochenta, “el uso de rapé húmedo —afirma el doctor Squier— está aumentando nuevamente”.a Los investigadores informan que 1 de cada 5 muchachos de secundaria de Estados Unidos, y 1 de cada 3 jóvenes varones de Suecia —millones en total—, emplean tabaco que no se fuma. ¿A qué se debe esto?
“Es más seguro que fumar.” “No hay pruebas de que sea peligroso.” “Mis amigos lo usan y no los perjudica.” “Un poco no me hará daño.” “Nadie ha muerto de eso.” Según la Sociedad Americana contra el Cáncer, estas son algunas de las razones que a menudo dan los jóvenes para consumir este tipo de tabaco.
¿Qué hace pensar a los jóvenes que es más seguro que fumar? ¿Es así realmente?
Captan el mensaje
Durante años, la poderosa industria tabacalera bombardeó a los jóvenes con anuncios que insinuaban que el rapé era tan inocuo como la goma de mascar y tan indispensable como los tenis de la mejor marca. Lemas como “chúpalo, no lo fumes”, “obtengo todo el placer del tabaco sin siquiera encenderlo” y “todo lo que se necesita es un pellizco”, sugerían astutamente que el hábito tenía clase.
Cuando estos anuncios se prohibieron en la televisión y la radio de Estados Unidos, las tabacaleras siguieron transmitiendo su mensaje en las revistas. Deslumbrantes fotografías de amigos radiantes que disfrutan mucho cazando, escalando o lanzándose en balsa por los rápidos de un río con ostensibles latas de tabaco en los bolsillos traseros, transmiten un mensaje claro y explícito: “Este tipo de tabaco es maravilloso y natural; es la puerta a la adultez”.
El informe de la Dirección General de Salud Pública de Estados Unidos, titulado Preventing Tobacco Use Among Young People (Combatamos el consumo de tabaco entre los jóvenes) dice que muchos chicos creen ahora que “el tabaco que no se fuma está aceptado por la sociedad”. Un estudio realizado entre estudiantes de secundaria reveló que “más o menos el 60% de los adolescentes de 12 años y el 40% de los mayores de 15 creen que no existe ningún peligro en el consumo regular de esta clase de tabaco o que el riesgo es mínimo”. Y hasta quienes reconocieron que puede ser peligroso “no piensan que el peligro sea muy grande”. Los anuncios están consiguiendo su cometido, pero, ¿son ciertos?
Un proverbio bíblico dice: “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos”. O como lo expone otro proverbio: “Todo el que es sagaz actúa con conocimiento”. (Proverbios 13:16; 14:15.) Pues bien, ¿qué manifiestan los hechos tocante al tabaco que no se fuma?
Malas noticias
Es cierto, los anuncios sugieren que consumir esta clase de tabaco mejorará tu imagen y que no es peligroso, pero los hechos muestran todo lo contrario. Para empezar, de ningún modo mejorará tu imagen. Si no lo crees, empuja tu mejilla con la lengua y mírate en el espejo. ¿Se ve “súper”? Claro que no. Y eso es solo por fuera. Lo que te hace por dentro es mucho más grave.
Por ejemplo, los consumidores habituales llegan a tener labios partidos, dientes manchados, mal aliento y encías ulcerosas, y nada de eso es asunto de risa. Además de atrofiarse el gusto y el olfato, se incrementan el pulso y la presión sanguínea, realmente malas noticias. Pero la peor noticia es que estudios realizados en Europa, India y Estados Unidos revelan que esta clase de tabaco ocasiona cáncer de la mejilla, las encías y la garganta, datos que no sorprenden a los especialistas. Un estudio menciona: “De los productos que entran en el cuerpo, el rapé tiene los niveles más altos de sustancias cancerígenas”. No sorprende pues que “los consumidores inveterados de rapé tengan 50% más probabilidades de que se les desarrolle cáncer que los que no lo usan”.
Las consecuencias del cáncer oral son graves. Los consumidores de tabaco no solo arruinan su salud, sino que a menudo acortan su vida. Una publicación de la Sociedad Americana contra el Cáncer narra esta lamentable anécdota: ‘Sean empezó a emplear tabaco a los 13 años. Pensaba que era más seguro que fumar. Llegó a consumir una lata o más diariamente, y se le ulceró la lengua. Se trataba de cáncer bucal. Los médicos le amputaron parte de la lengua, pero el cáncer se extendió al cuello. Aunque se le practicaron otras operaciones, solo lograron desfigurarlo. Murió a la edad de 19 años. Antes de morir, Sean escribió un mensaje en un pedazo de papel: “No consumas tabaco”’.
Adictos
Cuando Cord, mencionado al principio, leyó el estremecedor relato de Sean, comprendió la verdad. Se resolvió a abandonar el vicio. Sin embargo, dejar el hábito fue difícil. “Sentía que no podía vivir sin tabaco —dijo Cord a la revista Listen—. Aunque han pasado meses desde que lo dejé, sigo buscándolo en los bolsillos. Masco mucho chicle, pero aunque eso me ayuda, no me quita las ansias.”
La revista Ca-A Cancer Journal for Clinicians confirma el comentario anterior: “En estudios realizados con adolescentes que trataron de abandonar el hábito, se vio que solo un pequeño porcentaje lo logró”. ¿Qué hace que sea tan difícil dejarlo? Lo mismo que dificulta dejar de fumar: la nicotina.
La nicotina, que se halla en los cigarrillos y en el tabaco que no se fuma, es una droga fuerte que transmite al consumidor una agradable sensación de bienestar. Para mantener esa sensación, se necesita una nueva dosis cada treinta minutos. La nicotina envicia. Algunas personas llegan a depender tanto de ella que se colocan pellizcos de tabaco en la boca día y noche, incluso mientras duermen.
Contrario a lo que podrían pensar muchos jóvenes, este tipo de tabaco no suministra menos nicotina. Una lata de tabaco al día proporciona la misma dosis de nicotina que 60 cigarrillos. El informe Preventing Tobacco Use Among Young People, afirma que “estos consumidores absorben por lo menos la misma cantidad de nicotina que los fumadores, y quizás hasta el doble”. (Cursivas nuestras.) Encima de eso, el tabaco que no se fuma contiene diez veces más nitrosaminas (poderosos agentes cancerígenos) que los cigarrillos.
No seas imprudente
“No hay ninguna duda de que son productos dañinos —afirma el doctor Roy Sessions, cirujano de la cabeza y el cuello—. Quienes lo usan desarrollan un hábito más difícil de romper que el de fumar.” El doctor Óscar Guerra, especialista en cáncer dental, lo resume así: “El organismo sencillamente lo rechaza”. Los expertos de todo el mundo coinciden en señalar que no es un problema pequeño. Puede llevarte a la muerte.
Los jóvenes cristianos tienen una razón más poderosa que la del cuidado de la salud para evitar el consumo de tabaco: el deseo de agradar a Jehová Dios. Su palabra nos manda: “Limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. (2 Corintios 7:1.)
La revista Aviation, Space, and Environmental Medicine resume atinadamente los asuntos diciendo: “El tabaco es una planta nauseabunda que solo dos criaturas son capaces de consumir: un pequeño gusano verde y el hombre; el gusano verde no tiene otra elección”.
Tú sí la tienes. No cometas la imprudencia de empezar a consumirlo.
[Nota]
a Existen dos clases de tabaco que no se fuma: El tabaco de mascar y el rapé; este último puede ser seco o húmedo. El más popular entre los jóvenes es el húmedo: un tabaco cortado finamente y tratado con edulcorantes, sabores artificiales y esencias, que se vende en latas y paquetes parecidos a los sobres de té. Los usuarios suelen ponerse un pellizco de tabaco entre el labio, o la mejilla, y la encía.
[Comentario de la página 27]
‘Antes de morir Sean escribió un mensaje sencillo: “No consumas tabaco”’
[Ilustración de la página 26]
Mascar tabaco se ha convertido en una práctica común entre los jóvenes. ¿Deberías probarlo?