BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Hay que respetar la dignidad del paciente
    ¡Despertad! 1998 | 22 de septiembre
    • Hay que respetar la dignidad del paciente

      DOS días antes de que Sally llevara a su esposo al neurólogo, se eligió un nuevo primer ministro en Sudáfrica. Cuando el doctor preguntó a Alfie qué opinaba del resultado de las elecciones, este lo miró sin comprender y no supo responderle. Después de hacerle un escáner del cerebro, el neurólogo exclamó con bastante insensibilidad: “¡Este hombre no es capaz ni de sumar dos y dos. Ha perdido sus facultades mentales!”. Y luego aconsejó a Sally: “Tenga bien organizada su situación económica. Este hombre puede emprenderla contra usted y ponerse violento”.

      “¡Jamás! —respondió Sally—, ¡mi esposo, jamás!” Y tenía razón, Alfie nunca fue violento con ella, aunque algunos enfermos de Alzheimer sí se vuelven agresivos. (Su agresividad a menudo obedece a los sentimientos de frustración, que a veces pueden mitigarse con la forma de tratar al enfermo.) El neurólogo diagnosticó correctamente el problema de Alfie, pero es obvio que no percibió la necesidad de respetar su dignidad. De lo contrario, habría dado bondadosamente el diagnóstico a la esposa en privado.

      “Lo que más necesitan las personas que padecen alguna demencia es mantener su dignidad, respeto y autoestima”, dice el libro When I Grow Too Old to Dream (Si soy demasiado viejo para soñar). En el folleto Communication, editado por la Sociedad de la Enfermedad de Alzheimer, de Londres, se explica una buena manera de respetar la dignidad del paciente: “Nunca hable [de los enfermos de Alzheimer] ante otras personas como si ellos no estuvieran presentes. Aunque no entiendan lo que se dice, pueden percibir que se les excluye de alguna manera, y sentirse humillados”.

      Lo cierto es que algunos enfermos de Alzheimer sí entienden lo que se dice de ellos. Por ejemplo, un paciente de Australia que acudió con su esposa a una reunión de una sociedad de Alzheimer, comentó luego: “Estaban diciendo a los cuidadores qué hacer y cómo hacerlo. No podía creer que yo estuviera allí y nadie hablara del paciente. [...] Es una situación muy desalentadora. Como tengo Alzheimer, lo que yo diga es irrelevante: nadie quiere escucharlo”.

      Sea positivo

      Hay muchas maneras positivas de contribuir a que el paciente conserve su dignidad. Tal vez necesite ayuda para seguir efectuando tareas cotidianas que antes le resultaban sencillas. Por ejemplo, si le gustaba mantener correspondencia, quizás podría sentarse y ayudarle a contestar cartas de amigos que se preocupan por él. En su libro Enfermos de Alzheimer. Cómo cuidarlos, cómo cuidarse, Sharon Fish menciona otras maneras prácticas de ayudar a los pacientes de Alzheimer: “Busca cosas que podáis hacer juntos que tengan sentido y sean productivas: lavar y secar los platos, barrer el suelo, doblar la ropa limpia, hacer la cena”. Luego explica: “Un enfermo de Alzheimer puede no ser capaz de limpiar toda la casa o de hacer una comida completa, pero la pérdida de estas habilidades suele ser gradual. Se puede aprovechar la capacidad que aún queda intacta y ayudar a conservarla el mayor tiempo posible. De esta manera, estamos también ayudando a conservar la auto-estima de la persona enferma”.

      Dado que el enfermo de Alzheimer no ejecutará bien todas las tareas, posiblemente usted tenga que volver a barrer el suelo o lavar los platos. No obstante, al dejar que el paciente siga sintiéndose útil, le permite obtener satisfacción de la vida. Encómielo aunque no haya efectuado un trabajo de gran calidad. Recuerde que ha hecho todo lo posible dentro de su menguante capacidad. Los enfermos de Alzheimer necesitan recibir de continuo ánimo y encomio, y aún más a medida que sus facultades merman. “En cualquier momento, de manera bastante imprevisible —dice Kathy, cuyo esposo, de 84 años, padece Alzheimer—, pueden invadirlos sentimientos de inutilidad. El cuidador debe tranquilizar enseguida al paciente diciéndole con cariño que ‘lo está haciendo bien’.” El libro Failure-Free Activities for the Alzheimer’s Patient (Actividades sencillas para el paciente de Alzheimer) añade: “Todos necesitamos oír que estamos haciendo las cosas bien, y para las personas con demencia, esta necesidad es mucho más intensa”.

      Cómo afrontar la conducta embarazosa

      Los cuidadores tienen que aprender a afrontar la conducta embarazosa de su ser querido. Uno de los mayores temores es que el paciente sufra incontinencia en público. “Estos actos —explica el doctor Gerry Bennett en su libro Alzheimer’s Disease and Other Confusional States (La enfermedad de Alzheimer y otros estados confusionales)— no ocurren a menudo, y generalmente pueden evitarse o minimizarse. También hay que ver las cosas en su debida proporción, pues no es el acto en sí ni quienes puedan presenciarlo lo que debiera preocuparnos, sino el hecho de que la persona pierda su dignidad.”

      Si ocurre un incidente embarazoso de ese tipo, no reprenda al paciente. Trate más bien de seguir este consejo: “Compórtese de manera calmada y natural, y recuerde que la persona no pretende irritarle. Además, estará más dispuesta a cooperar si usted es amable y firme que si se muestra irritado e impaciente. Haga todo lo posible para que el problema no perjudique la relación entre ustedes” (Incontinence, folleto de la Sociedad de la Enfermedad de Alzheimer, de Londres).

      ¿Hay que corregirlos siempre?

      Los enfermos de Alzheimer suelen decir cosas que no son ciertas. Por ejemplo, tal vez afirmen que esperan la visita de un familiar que murió hace mucho tiempo. O quizás alucinen, es decir, vean imágenes que solo están en su mente. ¿Es siempre necesario corregir al paciente cuando dice algo que no es?

      “Hay padres —explica Robert T. Woods en su libro La enfermedad de Alzheimer. Enfrentarse a la muerte en vida— que no pueden evitar corregir a sus hijos cada vez que pronuncian mal una palabra o cometen un error gramatical. [...] El resultado suele ser un niño resentido o introvertido, que ve cómo sus esfuerzos por expresarse se ven sofocados en lugar de premiados. Lo mismo ocurre con las personas que padecen la EA [enfermedad de Alzheimer] y que se ven constantemente corregidas.” Es digno de mención el consejo que da la Biblia tocante a la forma de tratar a los hijos: “Padres, no estén exasperando a sus hijos, para que ellos no se descorazonen” (Colosenses 3:21). Si los niños se exasperan cuando se les corrige constantemente, cuánto más un adulto. “Recuerde que el paciente es un adulto que ha conocido la independencia y el sentido de logro”, advierte la publicación sudafricana ARDA Newsletter. La corrección constante no solo puede hacer que el enfermo de Alzheimer se exaspere, sino también que se deprima o se vuelva agresivo.

      El ejemplo de Jesucristo también nos ayuda a ver cómo debe reaccionarse ante las limitaciones de un paciente de Alzheimer. Él no corregía de inmediato toda opinión equivocada de sus discípulos. De hecho, a veces no les revelaba cierta información porque todavía no estaban en condiciones de asimilarla (Juan 16:12, 13). Si Jesús se mostró considerado con las limitaciones de seres humanos sanos, ¡cuánto más dispuestos deberíamos estar nosotros a amoldarnos a las ideas extrañas, pero inofensivas, de un adulto gravemente enfermo! Querer que el enfermo vea la verdad de un asunto en particular es esperar, o exigir, más de lo que está a su alcance. En lugar de discutir con él, ¿por qué no guardar silencio o cambiar discretamente de tema? (Filipenses 4:5.)

      A veces, lo más bondadoso es seguirle la corriente con sus alucinaciones en lugar de tratar de convencerle de que lo que ve no es real. Por ejemplo, el paciente tal vez se inquiete porque “ve” un animal salvaje o un intruso imaginario detrás de la cortina. Ese no es el momento de ponerse a razonar con argumentos lógicos. Recuerde que lo que él “ve” en su mente es real para él, y sus temores también lo son, por lo que es necesario apaciguárselos. Tal vez tenga que mirar detrás de la cortina y decirle: “Si vuelves a ‘verlo’, no dudes en decírmelo y te ayudaré”. En su libro Coping With Alzheimer’s: A Caregiver’s Emotional Survival Guide (Cómo sobrellevar el Alzheimer: Guía de supervivencia emocional del cuidador), las doctoras Oliver y Bock explican que al seguirle la corriente al enfermo le damos “un sentido de dominio sobre las espantosas apariciones que su mente evoca. [...] Él sabe que puede contar con usted”.

      “Todos tropezamos muchas veces”

      Aplicar todas las sugerencias aquí presentadas puede resultar difícil, especialmente si se lleva una pesada carga de trabajo y se tienen otras responsabilidades de familia que atender. Es posible que el cuidador, en su frustración, a veces pierda la calma y no trate al paciente con dignidad. Cuando suceda eso, es importante no dejarse abrumar por un sentido de culpabilidad. Recuerde que, debido a la naturaleza de la enfermedad, es muy probable que el paciente olvide enseguida lo ocurrido.

      Además, el escritor bíblico Santiago dice: “Todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto” (Santiago 3:2). Como ningún cuidador humano es perfecto, es comprensible que se cometan errores en la difícil tarea de cuidar a un paciente de Alzheimer. En el siguiente artículo veremos otros detalles que han ayudado a muchos cuidadores a sobrellevar la tarea de cuidar a un enfermo de Alzheimer, e incluso a desempeñarla con gusto.

  • Hay que respetar la dignidad del paciente
    ¡Despertad! 1998 | 22 de septiembre
    • ¿Debería decírselo al paciente?

      MUCHOS cuidadores se preguntan si deberían decir a su familiar que se le ha diagnosticado Alzheimer. En caso de que usted opte por hacerlo, ¿cómo y cuándo sería mejor decírselo? Un boletín de la Asociación de Alzheimer y Trastornos Relacionados, de Sudáfrica, publicó los siguientes comentarios de interés procedentes de una lectora:

      “Mi esposo padece Alzheimer desde hace unos siete años. Ahora tiene 81, y me alivia ver que su empeoramiento es muy lento [...]. Por mucho tiempo pensé que sería cruel notificarle que tenía Alzheimer, así que yo asentía cuando él lo arreglaba todo diciendo: ‘¿Qué puede esperarse de un hombre de 80 años?’.”

      A continuación la lectora hizo alusión a un libro que recomendaba comunicar al paciente, de manera sencilla y bondadosa, la enfermedad que padece. Pero ella no se atrevía a seguir este consejo por temor de que la noticia hundiera a su esposo.

      “Un día —sigue relatando—, mi esposo comentó que temía hacer el ridículo ante unos amigos. Aquella fue mi oportunidad. Aunque me entró un sudor frío, me arrodillé a su lado y le dije que tenía Alzheimer. Él, por supuesto, no podía captar lo que aquello significaba, pero le expliqué que era una enfermedad que le dificultaba realizar cosas que antes le resultaban fáciles, y que también era la causante de sus olvidos. Le leí un par de frases de su folleto Alzheimer’s: We Can’t Ignore It Anymore (El Alzheimer: ya no podemos negarlo más): ‘La enfermedad de Alzheimer es un trastorno del cerebro que produce pérdida de la memoria y un grave deterioro mental [...]. Es una enfermedad y NO ALGO PROPIO DEL PROCESO DEL ENVEJECIMIENTO’. También le aseguré que sus amigos sabían que padecía ese mal, y por lo tanto comprendían la situación. Meditó unos momentos en lo que le había dicho, y entonces exclamó: ‘¡Qué revelación! ¡Es un verdadero consuelo!’. Pueden imaginarse cómo me sentí al ver el tremendo alivio que le produjo saber aquello.

      ”Así que ahora, siempre que empieza a ponerse nervioso por algo, lo abrazo y le digo: ‘Recuerda, no eres tú. Es ese horrible Alzheimer que te crea problemas’, y enseguida se calma.”

      Cada caso es distinto, por supuesto. Y la relación entre los cuidadores y los pacientes también difiere. De modo que la decisión de decir o no al paciente que tiene Alzheimer es un asunto personal.

  • Hay que respetar la dignidad del paciente
    ¡Despertad! 1998 | 22 de septiembre
    • ¿Es en realidad Alzheimer?

      SI UNA persona mayor sufre confusión aguda, no se precipite a concluir que se debe a la enfermedad de Alzheimer. Hay varios factores que pueden desorientar a un anciano, entre ellos, la pérdida de un ser querido, un traslado de domicilio inesperado o una infección. Además, el estado de confusión aguda en la vejez es en muchos casos reversible.

      Incluso cuando se trata de pacientes de Alzheimer, los empeoramientos repentinos de su estado general, como la aparición de incontinencia, no deben atribuirse necesariamente a la demencia de Alzheimer. El progreso de esta enfermedad es lento. “Un súbito deterioro —explica el libro Alzheimer’s Disease and Other Confusional States— suele indicar que se ha producido una afección aguda (como pudiera ser una infección respiratoria o de orina). Un número reducido de pacientes [de Alzheimer] sí parecen decaer más deprisa [...]. Pero en el caso de la mayoría, el empeoramiento es bastante lento, particularmente si la persona está bien atendida y los demás problemas médicos se tratan con prontitud y eficacia.” La incontinencia de un enfermo de Alzheimer puede deberse a algún otro problema de salud para el que sí existe tratamiento. “Lo primero que hay que hacer siempre es consultar al [médico]”, dice el folleto Incontinence (Incontinencia), editado por la Sociedad de la Enfermedad de Alzheimer, de Londres.

  • Qué pueden hacer los cuidadores
    ¡Despertad! 1998 | 22 de septiembre
    • Qué pueden hacer los cuidadores

      “SIEMPRE me ha asombrado lo mucho que difieren [las personas] en su capacidad de afrontar los problemas —dice Margaret, australiana y profesional de la medicina que lleva muchos años tratando con pacientes de Alzheimer y sus cuidadores—. Algunas familias sobrellevan bien la situación por mucho que esta exija de ellas, mientras que otras casi no pueden afrontarla tan pronto como el enfermo manifiesta el menor cambio de personalidad.” (Cita del libro When I Grow Too Old to Dream.)

      ¿En qué estriba la diferencia? Un factor puede ser el tipo de relación que existía antes de aparecer la dolencia. A las familias unidas y que se quieren les resulta más fácil lidiar con la situación. Y cuando el enfermo de Alzheimer está bien atendido, no cuesta tanto hacerlo.

      Aunque sus funciones intelectuales vayan deteriorándose, los pacientes suelen responder al amor y la ternura hasta las fases finales de la enfermedad. El folleto Communication, publicado por la Sociedad de la Enfermedad de Alzheimer, de Londres, indica que “las palabras no son el único medio de comunicación”. Para los cuidadores es esencial la comunicación no verbal, que abarca una expresión facial amigable y cariñosa y un tono de voz dulce. También es importante mantener el contacto visual, así como hablar al enfermo de manera clara y tranquilizante, y utilizar su nombre con frecuencia.

      Kathy, mencionada en el artículo anterior, añade: “Mantener la comunicación con el ser querido es, no solo posible, sino muy importante. El contacto físico tierno y afectuoso, un tono de voz dulce y la presencia de uno tranquilizan al enfermo y le hacen sentir seguro”. La Sociedad de la Enfermedad de Alzheimer, de Londres, sintetiza el asunto con estas palabras: “El cariño puede ayudarle a mantenerse unido al paciente, especialmente cuando el diálogo resulta difícil. Tomarle la mano, sentarse a su lado con el brazo sobre sus hombros, hablarle de forma tranquilizadora o darle un abrazo son maneras de mostrarle que todavía se preocupa por él”.

      Si la relación es buena, el cuidador y el paciente podrán reírse a gusto juntos cuando se cometan errores. Por ejemplo, un hombre recuerda la vez que su esposa hizo la cama, pero debido a su confusión mental puso la manta entre las sábanas. Descubrieron el error por la noche, cuando iban a acostarse. “¡Vaya! —dijo ella—, ¡qué tonta he sido!”, y ambos se echaron a reír.

      Hay que simplificarles la vida

      Los enfermos de Alzheimer se desenvuelven mejor en un entorno conocido. También necesitan continuar con su actividad diaria. Algo que resulta muy útil con este fin es un calendario grande en el que se le haya anotado con claridad lo que debe hacer cada día. “Sacar a alguien de su entorno habitual —explica el doctor Gerry Bennett— puede tener consecuencias terribles. La uniformidad y la continuidad son muy importantes para la persona confundida.”

      Con el progreso de la enfermedad, a los pacientes se les hace cada vez más difícil seguir instrucciones. De ahí que las indicaciones deban ser sencillas y claras. Por ejemplo, decir al enfermo que se vista puede ser algo demasiado complicado para él. Tal vez necesite que se le coloquen las prendas en orden y que alguien le ayude a ponérselas una a una.

      Deben mantenerse activos

      Algunos enfermos de Alzheimer caminan o deambulan por las calles, se alejan de su domicilio y se pierden. Caminar es un buen ejercicio para el paciente y puede ayudarle a reducir la tensión y conciliar mejor el sueño. Pero alejarse de casa es peligroso. El libro Enfermos de Alzheimer. Cómo cuidarlos, cómo cuidarse explica: “Si la persona querida se pierde, te enfrentas a una situación de emergencia que puede fácilmente convertirse en tragedia. La frase que hay que recordar es: ‘Que no cunda el pánico’. [...] Los equipos o patrullas necesitan una descripción de la persona perdida. Ten a mano fotografías recientes”.a

      Otros enfermos, en cambio, se vuelven letárgicos y solo quieren estar sentados todo el día. Si su ser querido encaja con esta descripción, trate de animarlo a hacer algo que agrade a ambos, como pudiera ser cantar, silbar o tocar un instrumento musical. A algunos les gusta dar palmadas, moverse o bailar al compás de su música preferida. La doctora Carmel Sheridan explica: “Las actividades que incluyen música son las que generalmente aportan más beneficios a los enfermos de Alzheimer. Muchas familias comentan que bastante tiempo después de haber olvidado el sentido de otras [cosas], el enfermo todavía disfruta de escuchar canciones y melodías conocidas”.

      “Quería hacerlo”

      A una mujer de Sudáfrica cuyo marido se encontraba en las últimas fases de Alzheimer le gustaba pasar todos los días con él en la residencia de ancianos. Algunos familiares, con la mejor intención, la criticaban por ello. A su entender, estaba perdiendo el tiempo, pues él no parecía reconocerla y ni siquiera pronunciaba palabra. “De todas formas —explicó ella después de la muerte de su esposo—, yo quería sentarme a su lado. Como las enfermeras estaban muy ocupadas, cuando se ensuciaba, yo lo lavaba y lo cambiaba. Me gustaba hacerlo, quería hacerlo. En cierta ocasión se lastimó el pie mientras lo paseaba en una silla de ruedas. Le pregunté si le dolía, y me respondió: ‘¡Claro!’. Entonces me di cuenta de que todavía podía sentir y hablar.”

      Hasta en casos en que no había una buena relación familiar antes de aparecer el Alzheimer, muchos cuidadores han podido sobrellevar la situación.b El simple hecho de saber que están haciendo lo correcto y lo que a Dios le agrada, les confiere un profundo sentido de satisfacción. La Biblia dice que hay que ‘mostrar consideración al envejecido’, y ordena: “No desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido” (Levítico 19:32; Proverbios 23:22). Además, a los cristianos se les da este mandato: “Si alguna viuda tiene hijos o nietos, que estos aprendan primero a practicar devoción piadosa en su propia casa y a seguir pagando la debida compensación a sus padres y abuelos, porque esto es acepto a vista de Dios. Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe” (1 Timoteo 5:4, 8).

      Con la ayuda de Dios, muchas personas han podido cuidar a sus parientes enfermos, incluso enfermos de Alzheimer, de una manera encomiable.

      [Notas]

      a Algunos cuidadores han visto útil que el paciente lleve algún tipo de identificación, sea en la muñeca o en el cuello.

      b Si desea más información sobre el cuidado de los parientes enfermos y la ayuda que otros pueden brindar, lea la serie de artículos titulada “Cómo afrontar la tarea de cuidar a un pariente”, en las páginas 3-13 de la revista ¡Despertad! del 8 de febrero de 1997.

      [Recuadro de la página 11]

      La enfermedad de Alzheimer y su tratamiento

      AUNQUE actualmente se están analizando unos doscientos posibles tratamientos, todavía no existe cura para la enfermedad de Alzheimer. Hay algunos fármacos que supuestamente alivian temporalmente la pérdida de memoria durante las primeras fases de la enfermedad, o frenan su progreso en el caso de algunos pacientes. Pero hay que tener cuidado, pues dichos fármacos no ayudan a todos los pacientes, y los efectos secundarios de algunos de ellos pueden ser peligrosos. A veces se utilizan otras terapias para tratar afecciones que acompañan al Alzheimer, como son la depresión, la ansiedad y el insomnio. Antes de decidirse por un tratamiento, la familia debe sopesar sus pros y sus contras con el médico del paciente.

      [Recuadro de la página 11]

      La ayuda de las visitas

      DEBIDO al deterioro progresivo de sus funciones intelectuales, los enfermos de Alzheimer generalmente no pueden conversar en profundidad de los sucesos de actualidad. En cambio, hablar del pasado suele ser otra cuestión. La memoria a largo plazo puede estar relativamente intacta, especialmente en las primeras fases de la enfermedad, y a muchos pacientes les gusta rememorar su pasado. Así que cuando visite a alguien que padece ese mal, pídale que le cuente algunas de sus anécdotas preferidas, aunque ya las haya oído muchas veces. Hará feliz al paciente. Al mismo tiempo, le estará dando un respiro muy necesario a la persona que habitualmente lo cuida. Para ella será un gran alivio que alguien se ofrezca a cuidar al enfermo durante unas horas o un día entero.

      [Recuadro de la página 12]

      Cómo sobrellevar la incontinencia

      AUNQUE la incontinencia puede “parecer la gota que colma el vaso —dice el folleto Incontinence—, existen medidas para aliviar el problema o hacerlo más llevadero”. Tenga presente que la incontinencia del enfermo tal vez no sea permanente; quizás se deba únicamente a que se encontraba confuso en ese momento o a que no llegó a tiempo al baño. Como también es posible que sufra alguna afección tratable que le ocasione incontinencia temporal, sería prudente consultar al médico.

      Cualquiera que sea la causa, la incontinencia se sobrelleva mejor si el paciente usa ropa que sea fácil de poner y quitar, y prendas interiores especiales. Cubrir el colchón y las sillas con una funda protectora también es una ayuda. Para que al enfermo no se le irrite o llague la piel, evite su contacto directo con cualquier material plástico, lávelo bien con agua tibia y jabonosa y séquelo completamente antes de vestirlo. Elimine cualquier obstáculo que pudiera impedir que llegue al baño deprisa y sin peligro. A veces resulta práctico dejar una luz encendida toda la noche para que encuentre fácilmente el camino. Dado que en esta etapa el paciente tal vez no tenga mucha estabilidad y tema caerse en el baño, una barra convenientemente instalada junto al inodoro le inspirará confianza.

      “Añadir un poco de humor —dice la Sociedad de la Enfermedad de Alzheimer, de Londres— también alivia la tensión.” ¿Qué puede ayudar al cuidador a afrontar esta difícil situación? Una mujer con experiencia en este campo responde: “Paciencia, amabilidad, bondad y esa clase de cortesía silenciosa que permite que el paciente mantenga su dignidad en todo momento, sin temor al bochorno o a la vergüenza”.

      [Recuadro de la página 13]

      ¿Debe trasladarse al paciente?

      LAMENTABLEMENTE, el proceso de deterioro que experimentan los pacientes de Alzheimer puede requerir que se les traslade de su casa a la de algún familiar o a una residencia de ancianos. No obstante, antes de adoptar la decisión de mudar al enfermo de su entorno, deben tomarse en consideración ciertos factores importantes.

      El traslado puede provocar un estado grave de desorientación. El doctor Gerry Bennett cita el ejemplo de una paciente que solía deambular por las calles y a veces se perdía, pero aún podía valerse por sí misma. Sin embargo, la familia decidió que debía mudarse a un apartamento que estuviera más cerca a fin de poder supervisarla mejor.

      “Por desgracia —explica el doctor—, nunca llegó a sentirse en casa en el nuevo domicilio. [...] Nunca se acostumbró y, de hecho, el cambio la hizo mucho más dependiente porque ya no podía valerse en su nuevo entorno. La cocina le resultaba extraña, y como no era capaz de recordar dónde estaba el baño, se volvió incontinente. Aunque los motivos fueron buenos, las consecuencias resultaron catastróficas para la enferma, y finalmente hubo que internarla en un centro.” (Alzheimer’s Disease and Other Confusional States.)

      Ahora bien, ¿y si parece que no hay otra alternativa que trasladar al paciente a una institución especializada? Desde luego, no es una decisión fácil. Dicen que de todas las decisiones que afrontan los cuidadores, esta es “una de las que más sentido de culpabilidad produce”, pues les hace sentir que han fracasado y que han abandonado a su ser querido.

      “Es una reacción normal —dice una enfermera con mucha experiencia en el trato de pacientes de Alzheimer—, pero un sentimiento de culpa innecesario.” ¿Por qué? Su respuesta es: “Porque lo más importante debería ser el cuidado y la seguridad [del paciente]”. Las doctoras Oliver y Bock concuerdan con esa opinión, y añaden: “Probablemente, una de las decisiones más difíciles de tomar sea la de reconocer que la fortaleza emocional de uno ha llegado a su límite y que la enfermedad ha avanzado hasta un punto en que ya no se puede atender al paciente en casa”. Aun así, algunos cuidadores, después de sopesar todos los factores implicados en su situación particular, tal vez lleguen a la conclusión de que “lo mejor para el paciente es [...] internarlo en una residencia” (Coping With Alzheimer’s: A Caregiver’s Emotional Survival Guide).

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir