Monedas antiguas que testifican de la verdad profética
EL ÚNICO mensaje que probablemente comuniquen las monedas que resuenan en su bolsillo o bolso es que usted puede comprar algún artículo pequeño. Pero ciertas monedas comunican un mensaje de mucho más peso.
Poco antes de su muerte, Jesús profetizó que a Jerusalén, la capital de Israel —nación que entonces le era infiel a Dios—, le sobrevendría una terrible destrucción. (Mateo 23:37–24:2.) Jesús dijo: “Cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas [...] porque estos son días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas”. (Lucas 21:20-22.)
En aquel tiempo los judíos estaban bajo el férreo dominio de la poderosa Roma. Entonces, ¿cómo podría realizarse la profecía de Jesús? Pues sucedió que en 66 E.C. los judíos se levantaron en revuelta. Cestio Galo condujo poderosas fuerzas romanas contra ellos y hasta rodeó a Jerusalén, como Jesús había predicho. Entonces, sin razón manifiesta para ello, los romanos se retiraron apresuradamente. Los rebeldes se regocijaron por una victoria que parecía significar libertad al fin. Hasta acuñaron monedas, como la que se ve aquí (Números 1, 2).
Pero los discípulos de Cristo no se dejaron engañar. Prestaron atención a Su advertencia de ‘huir a las montañas’; abandonaron sus hogares en Judea. Bajaron en huida al río Jordán y lo cruzaron, y luego pasaron al norte y se establecieron en Pela. Pero ¿había sido necesario aquello, puesto que pasaron varios años y los judíos de Jerusalén siguieron libres? Aunque aquellos judíos tenían sus propias monedas, pronto se verían sin alimento que pudieran comprar con ellas. ¿Por qué?
Considere la moneda ilustrada por los números 3 y 4. En ella usted ve la cabeza del general romano Vespasiano, quien fue nombrado para sustituir a Cestio Galo. Según la Encyclopædia Britannica, Vespasiano había de “dirigir la guerra en Judea, que amenazaba con causar conmoción general por todo Oriente, debido a una idea —de amplia difusión en aquellos lugares— de que de Judea vendrían los futuros gobernantes del mundo. Vespasiano, que era muy supersticioso, llegó a creer que él mismo cumpliría aquella expectativa”. El historiador Josefo da un relato vívido de las batallas que fueron consecuencia de aquello. Después que Vespasiano llegó a ser emperador en 69 E.C., su hijo Tito siguió adelante con la guerra, y hasta sitió a Jerusalén. El hambre y el terror plagaron a los que quedaron atrapados dentro de la ciudad. Cuando la ciudad cayó, sus muros fueron derribados y su templo fue destruido.
¿Qué costo humano pagaron los que pasaron por alto la advertencia de Jesús? “Para ser hombres que estaban medio muertos de hambre defendieron su fortaleza con sorprendente tenacidad, aunque más de cien mil de ellos murieron al hacerlo. Casi la misma cantidad —testigos involuntarios, para su dolor, de la quema, el saqueo y la destrucción total de su templo sagrado— fue llevada a la esclavitud, y muchos tuvieron que [...] servir como gladiadores condenados a muerte o fueron víctimas indefensas de bestias salvajes en los ‘deportes’ espectaculares que organizó el triunfante Tito” (Coins of Bible Days).
Este libro explica que en 71 E.C. Vespasiano y Tito entraron en marcha triunfal en Roma para celebrar esta victoria. Pero “más durables que toda parada o fiesta fueron las muchas monedas ‘de la victoria’”. Una fue esta moneda de oro (Número 5) acuñada por Vespasiano en conmemoración de la conquista de Judea por los romanos.
Aunque muchos judíos quizás se burlaron de la declaración profética de Jesús acerca del fin del sistema judío, Sus palabras se realizaron, y estas monedas testifican de ello. La profecía de Jesús se cumple en escala mayor hoy día, y señala a una calamidad que le vendrá pronto al sistema de cosas mundial de hoy. Usted se beneficiará si aprende cuál es el mensaje para nuestro día y cómo evitar ser víctima de esta calamidad que se acerca.
[Fotografías en la página 31]
1. Anverso: Prutá (o perutáh) de bronce acuñada después de la Primera Revuelta (66-70 E.C.); muestra un ánfora (vasija con dos asas). La inscripción hebrea dice: “Año dos”, con referencia a 67 E.C., el segundo año de la autonomía judía
2. Reverso: Hoja de una vid rodeada por las palabras: “Libertad de Sión” o “Liberación de Sión”
3. Anverso: Un sestercio de bronce acuñado por el emperador Vespasiano para conmemorar la conquista de Judea. Las letras en latín alrededor de su efigie son IMP[erator] (emperador) CAES[ar] VESPASIAN[us] AVG[ustus] P[ontifex] M[aximus] (sumo pontífice) TR[ibunicia] P[otestate] (poseedor del poder del tribuno) P[ater] P[atriae] (padre de la patria) CO[n]S[ul] III (en su tercer consulado), lo cual da a la moneda la fecha de 71 E.C.
4. Reverso: A la izquierda está el gozoso emperador Vespasiano (o el general Tito) en armadura, con lanza y puñal, con el pie sobre un casco de guerrero. A la derecha está una judía sentada sobre una coraza bajo una palmera datilera; está de duelo y llorando. Las palabras IVDAEA CAPTA significan: “Judea cautiva”. Esta moneda se acuñó S[enatus] C[onsulto], “con el consentimiento del Senado”
5. Reverso: Un áureo (moneda de oro) por Vespasiano en que se representa a Judea de duelo.
[Reconocimiento]
Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.