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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1990
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1990
w90 1/8 págs. 23-25

Los romanos reciben las mejores nuevas

¿CÓMO puede un humano pecaminoso ser justo a la vista de Dios y alcanzar así la vida eterna? Esta cuestión causó disputas acaloradas en el primer siglo de nuestra era común. ¿Sabe usted la respuesta? Sea que la sepa o no, le será provechoso leer cómo trató magistralmente este asunto el apóstol Pablo en el libro bíblico de Romanos. Eso le ayudará a entender la importante relación que existe entre la fe, las obras, la justicia y la vida.

PABLO Y LOS ROMANOS

El libro de Romanos es una carta que Pablo escribió a los cristianos de Roma alrededor del año 56 E.C. ¿Por qué la escribió? Aunque Pablo todavía no había visitado Roma en 56 E.C., evidentemente conocía a muchos cristianos de aquella ciudad, pues en su carta mencionó a muchos por nombre. Además, Pablo anhelaba ir a Roma para estimular a sus hermanos cristianos, y también parece que planeaba hacer escala en Roma en el viaje que se había propuesto hacer a España. (Romanos 1:11, 12; 15:22-24.)

Sin embargo, el propósito principal de Pablo al escribir esta carta fue contestar la pregunta: ¿Cómo puede alcanzar la gente la justicia que lleva a la vida? La respuesta resulta ser la mejor de las noticias. La justicia se cuenta sobre la base de la fe. Pablo señala esto y establece el tema de su carta cuando escribe: “No me avergüenzo de las buenas nuevas; son, en realidad, el poder de Dios para salvación a todo el que tiene fe, al judío primero, y también al griego; porque en ellas se revela la justicia de Dios a causa de fe y hacia fe, así como está escrito: ‘Mas el justo... por medio de la fe vivirá’”. (Romanos 1:16, 17.)

LA FE Y LA LEY

En el primer siglo no todos concordaban en que la justicia se contaba sobre la base de la fe. Una minoría ruidosa insistía en que se necesitaba algo más. ¿No había provisto Jehová la Ley de Moisés? ¿Cómo podría alguien ser justo si no se sometía a aquella provisión inspirada? (Véase Gálatas 4:9-11, 21; 5:2.) En el año 49 E.C. el cuerpo gobernante de Jerusalén consideró la cuestión de la adherencia a la Ley y llegó a la conclusión de que los gentiles que aceptaban las buenas nuevas no tenían que circuncidarse ni someterse a los reglamentos de la Ley judía. (Hechos 15:1, 2, 28, 29.)

Unos siete años después Pablo escribió su carta a los Romanos en apoyo de aquella decisión trascendental. En realidad él fue más allá. No solo era innecesario que los cristianos gentiles observaran la Ley, sino que los judíos que dependieran de la obediencia a ella no serían declarados justos para la vida.

JUSTICIA MEDIANTE LA FE

Al leer el libro de Romanos usted notará con cuánto cuidado desarrolla Pablo su argumento, apoyando sus declaraciones con muchas citas de las Escrituras Hebreas. Cuando habla a los judíos, a quienes pudiera hacérseles difícil aceptar su enseñanza inspirada, lo hace con afecto y consideración. (Romanos 3:1, 2; 9:1-3.) No obstante, presenta su caso con claridad notable y lógica indisputable.

En los capítulos 1 a 4 de Romanos Pablo empieza con la verdad de que toda persona es culpable de pecado. Por lo tanto, la única manera de declarar justos a los humanos es sobre la base de la fe. Es cierto que los judíos procuraron alcanzar la justicia mediante cumplir con la Ley de Moisés. Pero fracasaron. Por eso Pablo dice con denuedo: “Tanto los judíos como los griegos están todos bajo pecado”. Da prueba de esta verdad poco popular con una serie de citas de las Escrituras. (Romanos 3:9.)

Puesto que “por obras de ley ninguna carne será declarada justa”, ¿qué esperanza hay? Dios declarará justos a los humanos como don gratuito sobre la base del sacrificio de rescate de Jesús. (Romanos 3:20, 24.) Para que puedan valerse de esta provisión, tienen que ejercer fe en ese sacrificio. ¿Es una novedad esta enseñanza de que a los humanos se les declara justos sobre la base de la fe? De ningún modo. Abrahán mismo fue declarado justo por su fe antes de que la Ley siquiera hubiera sido inaugurada. (Romanos 4:3.)

Después de establecer la importancia de la fe, en el Ro capítulo 5 Pablo considera el fundamento de la fe cristiana. Este fundamento es Jesús, cuyo derrotero de justicia anula los malos efectos del pecado de Adán en el caso de los que ejercen fe en Él. Así, “mediante un solo acto de justificación”, no por obediencia a la Ley de Moisés, “el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para vida”. (Romanos 5:18.)

RESPUESTA A OBJECIONES

Pero si los cristianos no están bajo la Ley, ¿qué impedirá que pasen a cometer pecados y cuenten con que se les declare justos de todos modos, gracias a la bondad inmerecida de Dios? Pablo contesta esta objeción en el capítulo 6 de Romanos. Los cristianos han muerto con relación a su derrotero pecaminoso del pasado. Su nueva vida en Jesús los obliga a luchar contra sus debilidades carnales. Insta: “No dejen que el pecado continúe reinando en su cuerpo mortal”. (Romanos 6:12.)

Pero ¿no debería ser que por lo menos los judíos se adhirieran todavía a la Ley de Moisés? En el capítulo 7 Pablo explica cuidadosamente que no debería ser así. Tal como una mujer casada queda libre de la ley de su esposo cuando este muere, así la muerte de Jesús libró a los judíos creyentes de la sujeción a la Ley. Pablo dice: “A ustedes también se les hizo morir a la Ley mediante el cuerpo del Cristo”. (Romanos 7:4.)

¿Quiere decir esto que había algún defecto en la Ley? De ningún modo. La Ley era perfecta. El problema era que gente imperfecta no podía obedecer la Ley. “Sabemos que la Ley es espiritual —escribió Pablo—; pero yo soy carnal, vendido bajo el pecado.” Un ser humano imperfecto no puede cumplir con la Ley perfecta de Dios, y por eso es condenado por ella. ¡Cuán maravilloso, pues, que ‘no tengan condenación los que están en unión con Cristo Jesús’! Los cristianos ungidos han sido adoptados por espíritu para ser hijos de Dios. El espíritu de Jehová les ayuda a luchar contra las imperfecciones de la carne. “¿Quién presentará acusación contra los escogidos de Dios? Dios es Aquel que los declara justos.” (Romanos 7:14; 8:1, 33.) Nada puede separarlos del amor de Dios.

LA JUSTICIA Y LOS JUDÍOS SEGÚN LA CARNE

Si ya no se necesita la Ley, ¿dónde deja esto a la nación de Israel? ¿Y qué hay de los textos bíblicos que prometen la restauración de Israel? Estas preguntas se consideran en los capítulos 9 a 11 de Romanos. En las Escrituras Hebreas se predijo que solo una minoría de los israelitas alcanzarían la salvación y que Dios dirigiría su atención a las naciones. En armonía con eso, las profecías sobre la salvación de Israel no se cumplen en el Israel carnal, sino en la congregación cristiana, que tiene un núcleo de creyentes que son judíos según la carne al que se han añadido, para completar el grupo, gentiles de corazón recto. (Romanos 10:19-21; 11:1, 5, 17-24.)

PRINCIPIOS DE JUSTICIA

En los capítulos 12 a 15 de Romanos Pablo pasa a explicar cómo pueden ajustar su vida de manera práctica los cristianos ungidos al hecho de que se les haya declarado justos. Por ejemplo, dice: “Presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio. Y cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente”. (Romanos 12:1, 2.) Debemos confiar en el poder del bien y no usar el mal para luchar contra el mal. “No te dejes vencer por el mal —escribió el apóstol—, sino sigue venciendo el mal con el bien.” (Romanos 12:21.)

Roma era el centro del poder político en los días de Pablo. Por eso, sabiamente Pablo aconsejó a los cristianos: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores, porque no hay autoridad a no ser por Dios”. (Romanos 13:1.) Los tratos entre los cristianos también son parte del vivir de acuerdo con la justicia. “No deban a nadie ni una sola cosa —dijo Pablo—, salvo el amarse unos a otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido la ley.” (Romanos 13:8.)

Además, cada cristiano debe mostrar consideración a la conciencia de los demás, y no juzgar. Pablo exhorta: “Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificación mutua”. (Romanos 14:19.) ¡Qué excelente consejo para aplicarlo en todo aspecto de la vida del cristiano! Entonces, en el capítulo 16, Pablo concluye con saludos personales y palabras finales de estímulo y consejo.

PARA LOS UNGIDOS Y LAS OTRAS OVEJAS

Lo que se considera en Romanos fue importante en el primer siglo y todavía es de interés vital hoy. A todos los siervos de Jehová les interesa mucho la justicia y la vida eterna. Es cierto que Romanos se escribió a una congregación de cristianos ungidos, mientras que hoy la gran mayoría de los testigos de Jehová son de la “gran muchedumbre” y tienen una esperanza terrestre. (Revelación 7:9.) Con todo, esta carta tiene un mensaje vital para ellos también. ¿En qué consiste?

El libro de Romanos prueba que a los cristianos se les declara justos mediante la fe. Para los ungidos esto significa que llegarán a ser cogobernantes con Jesús en el Reino celestial. Sin embargo, también se declarará justos a los miembros de la gran muchedumbre, pero como ‘amigos de Dios’, como en el caso del patriarca Abrahán. (Santiago 2:21-23.) Su condición de justos los llevará a sobrevivir a la gran tribulación y se basa en la fe que ejercen en la sangre de Jesús, como en el caso de los ungidos. (Salmo 37:11; Juan 10:16; Revelación 7:9, 14.) Por consiguiente, el razonamiento de Pablo en Romanos es de gran interés tanto para las otras ovejas como para los ungidos. Y el excelente consejo que contiene este libro respecto a vivir en armonía con el que hayamos sido declarados justos es vital para todos los cristianos.

The Book of Life (El libro de la vida), edición preparada por los doctores Newton Marshall Hall e Irving Francis Wood, declara: “En cuanto a la parte argumentativa y doctrinal, [Romanos] alcanza el punto culminante de la enseñanza inspirada de Pablo. Es cortés, prudente, pero a la vez autoritativo. [...] El estudiar esta epístola resulta profunda y abundantemente remunerador”. ¿Por qué no lee personalmente usted el libro y se regocija con “las buenas nuevas” que contiene, las cuales son “el poder de Dios para salvación”? (Romanos 1:16.)

[Fotografía/Recuadro en la página 24]

“No hay autoridad [seglar] a no ser por Dios.” Esto no significa que Dios coloca individualmente a cada gobernante en su puesto. Más bien, los gobernantes seglares existen solo por permiso de Dios. En muchos casos Dios previó y predijo a gobernantes humanos, y así fueron ‘colocados por Dios en sus posiciones relativas’. (Romanos 13:1.)

[Reconocimiento]

Museo della Civiltà Romana, Roma

[Fotografía/Recuadro en la página 25]

A los cristianos se les dice: “Vístanse del Señor Jesucristo”. Esto quiere decir que deben seguir cuidadosamente los pasos de Jesús e imitarlo mediante poner primero en la vida los intereses espirituales más bien que los carnales, y ‘no hacer planes con anticipación para los deseos de la carne’. (Romanos 13:14.)

[Ilustración/Recuadro en la página 25]

Pablo dijo que los romanos habían de ‘saludarse unos a otros con beso santo’. No obstante, no estaba estableciendo una nueva costumbre cristiana ni un rito religioso. En los días de Pablo se solía dar un beso en la frente, en los labios o en la mano como una forma de saludo, cariño o respeto. Por consiguiente, Pablo sencillamente se estaba refiriendo a una costumbre que era común en sus días. (Romanos 16:16.)

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