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  • ¿Puede usted vivir sin Dios?

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  • ¿Puede usted vivir sin Dios?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
w68 1/2 págs. 69-72

¿Puede usted vivir sin Dios?

¿Es vital Dios para la existencia humana? ¿Es posible la vida sin Él?

HACE casi doscientos años Napoleón Bonaparte le preguntó al famoso astrónomo francés Pedro Simón Laplace por qué no mencionó a Dios en su nuevo libro acerca de las estrellas. Laplace contestó: “No necesité la hipótesis.” Aunque el considerar innecesario a Dios entonces era un pensamiento algo radical en algunos círculos, ya no se considera así hoy en día.

Ahora es común el que muchas personas piensen que pueden vivir sin Dios. Aunque dicen que creen que él existe, la mayoría de las personas se interesa poco o no hace nada para mostrar que reconocen que lo necesitan. No le oran regularmente. No procuran aprender su voluntad. Tampoco procuran llevar su vida en armonía con los principios excelentes que se hallan en Su Palabra la Biblia. Pueden alabar las enseñanzas bíblicas como ideales excelentes, pero no las adoptan para vivir en armonía con ellas.

Algunas personas hasta hacen alarde de que todo lo que tienen, lo han obtenido mediante sus propios esfuerzos, sin ninguna ayuda de Dios. ¿Están en lo correcto con tal conclusión? ¿No estamos endeudados ni dependemos de ninguna manera de Dios? ¿Verdaderamente podemos vivir sin Él?

LA FUENTE DE LA VIDA

Ante todo, ¿quién nos dio la vida? Individualmente, por supuesto, fueron nuestros padres. Pero, ¿quién originó o creó la vida humana? Obviamente estamos endeudados con esa fuente. Pero, ¿pudo haber acontecido la vida por casualidad, y, por lo tanto, no haber tenido ninguna fuente inteligente?

Recientemente examinó esta pregunta el famoso filósofo francés Claudio Tresmontant, quien da conferencias sobre la filosofía de la ciencia en la famosa Sorbona de París. En una entrevista, observó: “Solo muy pocos científicos piensan seriamente ahora” que la simple casualidad puede ser “presentada como una explicación de la emergencia aun del organismo viviente más sencillo.”

Luego pasó a explicar por qué una combinación de elementos por casualidad ya no puede considerarse seriamente como una explicación del origen de la vida. “Ahora estamos conscientes de la extraordinaria complejidad de las moléculas grandes que componen la célula viviente,” dijo él. “Se han hecho cálculos para descubrir qué probabilidad habría de dar con la más sencilla de estas moléculas grandes por medio de las operaciones de la casualidad desde un estado inicial de caos primitivo, y la conclusión es que la longitud de tiempo y la cantidad de materia necesaria para la creación por casualidad de una sola molécula estarían fuera de toda proporción de la edad conocida de nuestra galaxia.”

De modo que Tresmontant observó que “para que la materia hubiera podido, de por sí,” inventar formas complejas de vida, “tiene que haber estado dotada de gran sabiduría y genio incomparable.” Si uno atribuye a la casualidad lo que radicalmente contradice las leyes de la probabilidad, uno está, de hecho, deletreando casualidad con mayúscula, y usándola como sinónimo de Dios.

¡Claramente, no es la casualidad falta de inteligencia sino el Dios Todopoderoso quien es la Fuente de la vida! Con los salmistas bíblicos la persona reverente reconoce: “Jehová es Dios. Es él quien nos ha hecho, y no nosotros mismos.” “Porque contigo está la fuente de la vida.” (Sal. 100:3; 36:9) Verdaderamente, estamos endeudados con Dios por darnos la vida, y reconocidamente debemos darle las gracias a Él por este don maravilloso.

SUSTENTADOR DE LA VIDA Y PROVEEDOR

Pero ahora que estamos vivos, ¿necesitamos a Dios? ¿Dependemos de él de alguna manera? Un bebé simplemente no puede vivir sin sus padres terrestres. Necesita que alguien lo alimente, lo vista y atienda sus otras necesidades. ¿Dependen los humanos de manera semejante de Dios, su Padre celestial, o Dador de vida?

Muchas personas no lo creen así. ‘¿Qué ha hecho Dios por mí?’ quizás pregunten. Es verdad, quizás laboren duro para alimentar y vestir a sus familias, quizás trabajando largas horas para plantar semilla, y afanándose bajo un sol caluroso para cosechar el fruto. No obstante, ¿quién hace que la semilla se desarrolle hasta convertirse en alimento nutritivo que puede dar fuerza a sus cuerpos y hacer que crezcan sus hijos? ¿Cómo es que la semilla, además de un poco de agua y tierra, puede producir resultados tan milagrosos? ¿Es responsable algún humano?

¡No, sino que es obra de Dios! Hace mucho tiempo el apóstol cristiano Pablo discutió este asunto de crecimiento, y dijo: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer; de modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que lo hace crecer.” (1 Cor. 3:6, 7) Aunque Pablo aquí estaba tratando acerca de crecimiento espiritual, el principio es igualmente verdadero tocante al crecimiento de la semilla literal. Dios sostiene los procesos milagrosos que habilitan a éstas a germinar y producir las muchas cosas que necesita el hombre.

El astrónomo francés Laplace arrogantemente asumió que, debido a que había descubierto algunas de las leyes responsables de los movimientos ordenados y complejos de los cuerpos celestes, no estaba envuelta la mano de Dios. Pero, ¿quién hizo, por ejemplo, que la Tierra girara alrededor de su eje exactamente a la velocidad apropiada (aproximadamente 1.600 kilómetros por hora en el ecuador) para que la vida en la Tierra sea bañada de períodos ideales de sol y oscuridad? ¿Y quién estableció la velocidad orbital de la Tierra alrededor del Sol a aproximadamente 106.160 kilómetros por hora, que es exactamente la velocidad correcta para mantener a la Tierra en un rumbo a una distancia ideal del Sol para que la vida terrestre se desarrolle y prospere?

La magnífica ley y orden que gobiernan al universo excluyen la posibilidad de que estas circunstancias ideales hayan acontecido por casualidad. Jehová Dios es el Creador y Diseñador de los sistemas estelares y planetarios. Como explica la Biblia: “Está contando el número de las estrellas; a todas ellas las llama por sus nombres.” (Sal. 147:4; Isa. 40:25, 26) Y la ley y el orden que continúan gobernando el movimiento de los planetas y estrellas dan testimonio de que Dios aún existe y está sosteniendo y poniendo en vigor estas leyes. Sí, el hombre no podría vivir sin Él; de hecho, la vida no continuaría sobre la Tierra.

Tal como un bebé depende de sus padres para las necesidades de la vida, así todos los humanos de manera semejante dependen de Jehová. El apóstol Pablo tuvo razón al decirle a la gente que Dios da “lluvias desde el cielo y épocas fructíferas, llenando sus corazones por completo de alimento y de alegría.” (Hech. 14:15-17) Por lo tanto, debemos atribuirle a Dios estas cosas y darle gracias sinceras. Pues, como dice la Biblia, “él mismo da a todos vida y aliento y todas las cosas,” y “por él tenemos vida y nos movemos y existimos.”—Hech. 17:25, 28.

De modo que sea que los humanos opten por reconocerlo o no, están endeudados con Dios por la vida y dependen de él para las muchas necesidades físicas que hacen posible la vida. No obstante, ¿solo provee alimento el Padre celestial para alimentar el cuerpo y nada para alimentar la mente? ¿Pueden los humanos vivir sin las provisiones espirituales de Jehová Dios?

VIVIENDO SIN DIOS

Aunque probablemente la inmensa mayoría de la población de la Tierra dice que cree que existe Dios, por opción la mayoría vive en ignorancia de sus provisiones espirituales. No dan oídos a las Santas Escrituras. Hacen poco o ningún esfuerzo por aprender acerca de las provisiones de Dios para recobrar a la humanidad de los efectos deterioradores del pecado y bendecirla con salud y vida perfecta en un justo nuevo sistema de cosas.

La circunstancia de tales personas es semejante a la de los antiguos efesios antes de que se hicieran cristianos. El apóstol Pablo escribió a éstos: “Ustedes estaban en aquel mismo tiempo sin Cristo, alejados del estado de Israel y extraños a los pactos de la promesa, y no tenían esperanza y estaban sin Dios en el mundo. Pero ahora en unión con Cristo Jesús ustedes que en un tiempo estaban lejos han venido a estar cerca por la sangre del Cristo.”—Efe. 2:12, 13.

Antes de llegar a un conocimiento concerniente a los propósitos de Dios esos efesios estaban “sin Dios.” Vivían en ignorancia de sus provisiones espirituales y no tenían esperanza genuina de vida en felicidad duradera. La perspectiva que se hallaba ante ellos era la de vivir una vida corta y morir. Solo después de responder al mensaje de las Santas Escrituras ciertamente entraron en una relación estrecha con Dios y disfrutaron de la esperanza segura de vida eterna. Esta perspectiva se hizo posible por medio de aceptar ellos la provisión de Dios de Jesucristo, por medio de cuyo sacrificio fueron librados de la condenación que resultó del pecado heredado y los acercó a Dios.—Efe. 1:7; Rom. 5:12.

Por lo tanto, es verdad que uno puede vivir temporalmente sin las provisiones espirituales de Dios. El alimento físico solo sostendrá por algún tiempo a la persona. Pero, con el tiempo, es inevitable que los efectos del pecado la alcancen y muera. El hombre, aun con sus grandes adelantos en la ciencia médica, no puede hacer nada para impedir esto. ¡Cuán evidente, entonces, que el hombre necesita a Dios! ¡No puede vivir indefinidamente sin conocer en cuanto a Él y sus provisiones! Jesucristo recalcó este hecho cuando estuvo con sus discípulos, diciendo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.”—Juan 17:3.

RECONOZCA SU NECESIDAD DE DIOS

Sin embargo, evidentemente porque ven tanta iniquidad y sufrimiento humano sin discernir ninguna intervención de Dios, muchas personas ponen en duda que haya un Dios, y concluyen que, si existe, pueden vivir sin él. Esto hace que algunos hasta lleguen a estar resueltos en un proceder de iniquidad, como notó un escritor bíblico: “Por cuanto la sentencia contra una obra mala no se ha ejecutado velozmente, es por eso que el corazón de los hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo.”—Ecl. 8:11.

Pero solo porque Dios no actúe inmediatamente y desarraigue la iniquidad no es prueba ninguna de que El no exista, o que uno pueda vivir sin Él. Eso es llegar a una conclusión, quizás una conclusión que una persona egoístamente desea creer. El salmista bíblico inspirado hace notar: “El inicuo conforme a su altanería no hace investigación; todas sus ideas son: ‘No hay Dios.’” (Sal. 10:4) La persona que rehúsa hacer una investigación imparcial de la evidencia nunca llegará a la verdad. Al continuar en su derrotero cerrado y desagradecido perderá las magníficas bendiciones que Jehová Dios tiene reservadas para todos los que se aprovechan de sus provisiones.

De modo que sea apreciativo y agradecido. Atribúyale a Dios la vida de la que usted disfruta. Déle a conocer a Él su gratitud por el alimento que usted come, el aire que respira, el paisaje hermoso que deleita sus ojos, los sonidos melodiosos que agradan su oído, y Sus muchas otras bendiciones. ¡Empiece ahora! Por ejemplo, la siguiente vez que se siente a comer, ¿por qué no darle a Jehová Dios gracias sinceras por proveer el alimento? Él fue quien lo produjo.

Sin embargo, usted necesita más que simplemente provisiones físicas de Dios. La vida solo es temporal y vacía sin Su alimento espiritual para alimentar la mente y el corazón. (Mat. 4:4) Por lo tanto, muestre su aprecio de esta provisión apartando tiempo para el estudio bíblico regular. ¡No lo postergue! Los testigos de Jehová tendrán gusto en ayudarlo a obtener este valioso conocimiento concerniente a Dios y a sus propósitos. Usted no puede vivir sin ello. Recuerde: Jesús dijo que esto significa vida eterna.

¡Oh cuán magnífico será cuando el poder redentor del sacrificio de Cristo se aplique a favor de todos los que aprecian a su Magnífico Creador! Aun los amados muertos serán traídos de sus tumbas. Entonces, no solo unos cuantos, sino millones realizarán el gozo que tuvieron los padres de la niña de doce años que resucitó Jesucristo. Dice el registro bíblico: “Estuvieron fuera de sí con gran éxtasis.” (Mar. 5:42) ¡Imagínese el regocijo sobre la Tierra cuando se cumpla la promesa segura de Jesús: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán”! (Juan 5:28, 29) Ningún poder humano puede efectuar esto. Solo puede venir por medio del poder de la Fuente original de la vida, Jehová Dios, quien usará a Jesucristo para efectuar la resurrección. Cuán obvio es que necesitamos a Dios, que no podemos vivir sin Él.

Si usted acepta ahora la provisión de Dios para recobrar a la humanidad de la condenación al pecado y la muerte, como los cristianos efesios de hace mucho tiempo, usted tendrá la perspectiva feliz de nunca hallarse sin Dios a través de toda la eternidad. Más bien, usted será una parte personal de la escena gloriosa que se describe en la Palabra de Dios la Biblia:

“¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”

¿Puede usted confiar plenamente en que ésta es una promesa auténtica? Sí, verdaderamente, porque la Biblia prosigue a dar la seguridad: “Y el que estaba sentado sobre el trono dijo: ‘¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas.’ También, dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.’”—Rev. 21:3-5.

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