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Una esperanza que me ha sostenidoLa Atalaya 1979 | 1 de enero
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Por eso, desde aquel tiempo en adelante empecé a servir de precursor cada verano, y me fijé como meta la obra de predicar de tiempo completo y servir en Betel, la oficina central de los testigos de Jehová en Nueva York.
TOMANDO UNA DECISIÓN
Antes de que me diera cuenta de ello, llegó el tiempo de la graduación. Por ser estudiante que se graduaba con honores, y persona parcialmente incapacitada, se me dio la oportunidad de aceptar una beca universitaria del Ministerio de Rehabilitación Vocacional. ¡Qué tentado me sentí a aceptar aquella beca! Se ejerció mucha presión en mí para que la aceptara.
Después de considerar este asunto con mi padre, reflexioné en el entrenamiento que yo había recibido. Mientras más pensaba en ello, más me parecía que había sido preparado para efectuar una obra especial. Esa obra envolvía el salvar vidas, como el apóstol Pablo le escribió al joven Timoteo: “Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan.” (1 Tim. 4:16) De modo que me alisté en esa obra salvavidas de tiempo completo cuando me matriculé como precursor. Jamás me ha pesado haber tomado aquella decisión.
Para seguir siendo precursor se me hizo necesario efectuar diversas clases de trabajo de tiempo parcial. Para mencionar unos cuantos, en diferentes ocasiones fui pintor, lavaplatos, barman, cocinero, conserje, aparcero, auxiliar de albañil, y mensajero de oficina. Hasta serví de zanjeador de una sola pierna, de lo cual todavía mi familia se ríe.
Mientras serví en Annapolis, Maryland, tuve muchas experiencias emocionantes. Una tuvo que ver con un hombre que estaba profundamente envuelto en una religión de índole muy emotiva. Él creía firmemente en un infierno de fuego. Después de un estudio de la Palabra de Dios, él y su familia entera aceptaron la verdad de la Palabra de Dios, y hoy él es un anciano de la Congregación del Sur de Annapolis. Experiencias como ésta no son extraordinarias para los precursores, y deseo animar de todo corazón a todos los jóvenes a quienes les es posible a esforzarse por alcanzar este maravilloso privilegio de servicio.
Han pasado los años y ahora tengo mi propia familia. Jehová me ha bendecido y utilizado en gran manera. Ahora sirvo de anciano en la zona de Washington, D.C.
A medida que he ido envejeciendo, se me ha hecho un poco más difícil el subir escalones y ascender por las escaleras, el caminar largas distancias y estar de pie tiempo largo. Empiezo cada día con una oración a Jehová en la cual le pido fortaleza y guía, y de alguna manera siempre tengo suficiente fortaleza para hacer la última revisita, la última hora en el servicio o estar en la siguiente reunión.
¡Qué bendición ha sido el haber tenido padres tan maravillosos, y la guía del único Dios verdadero en mi vida! En más de 20 años de servicio activo siempre he confiado en esa guía y fortaleza que Jehová suministra.
Para mí, el sueño de correr sin esfuerzo por kilómetros y kilómetros en el nuevo orden de Dios todavía está vivo y brillante. No se ha ensombrecido en lo más mínimo.—Contribuido.
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‘Una aljaba como una sepultura abierta’La Atalaya 1979 | 1 de enero
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‘Una aljaba como una sepultura abierta’
Acerca de los ejércitos caldeos que atacarían a Jerusalén y la tierra de Judá, la profecía de Jeremías declaró: “Su aljaba es como una sepultura abierta.” (Jer. 5:16) Parece que el punto que la comparación quiere comunicar es que tal como una sepultura abierta está llena de muertos, así la aljaba de los babilonios está llena de flechas mortíferas.
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