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  • ¿A quién iremos si no es a Jesucristo?
    La Atalaya 1979 | 1 de agosto
    • los “dichos de vida eterna,” y, por otra parte, nos ayuda a medida que aplicamos esos “dichos” a nuestra vida para nuestro bien actual y nuestro bien eterno. ¿No deberíamos agradecer a Jehová Dios y Jesucristo el que tengamos entre nosotros a ese “esclavo”?

      19. ¿De qué varias maneras podemos mostrar que agradecemos a Jehová Dios los servicios del “esclavo fiel y discreto”?

      19 ¿Cómo podemos dar expresión a nuestra gratitud? En más de una manera. Podemos mostrarla por medio de cooperar con el “esclavo fiel” en predicar y hacer discípulos. Podemos mostrar nuestra gratitud también por medio de alimentarnos ávidamente del alimento espiritual que este “esclavo” provee en la forma de libros y revistas, así como por medio de asistir a las reuniones de congregación. No debe pasarse por alto nuestro privilegio de orar pidiendo que el espíritu de Jehová guíe y fortalezca a esa clase del “esclavo” para la obra que Él tiene para ella. Y según lo que nuestros recursos permitan, también tenemos el privilegio de contribuir de manera material para ayudar a pagar los gastos en los cuales se incurre debido a las actividades mundiales de ese “esclavo.” Sí, de todas estas maneras podemos mostrar que apreciamos la manera en que Jehová Dios está utilizando y bendiciendo al “esclavo fiel y discreto,” y así también demostramos que tenemos una fe viva y activa que prueba su existencia por medio de sus obras.—Sant. 2:17, 26.

  • ¿Hasta cuándo me olvidará Dios?
    La Atalaya 1979 | 1 de agosto
    • Salmos

      ¿Hasta cuándo me olvidará Dios?

      HA TENIDO usted alguna vez la impresión de que Dios lo ha olvidado totalmente, mientras usted ha estado enfrentándose a penalidades y dificultades? ¿Se ha preguntado si acaso él estaba disgustado con usted y, por lo tanto, no estaba ayudándole a resolver problemas urgentes?

      David llegó a sentirse de ese modo, quizás mientras el rey Saúl estuvo persiguiéndolo o, más adelante, durante el tiempo de la rebelión de su hijo Absalón. Sin tener en cuenta en qué período de su vida fuera, David tuvo pruebas por tanto tiempo que llegó a sentirse muy desanimado, y se preguntaba si Jehová lo había olvidado. Se sintió movido a exclamar: “¿Hasta cuándo, oh Jehová, me olvidarás? ¿Para siempre? ¿Hasta cuándo ocultarás tu rostro de mí?” (Sal. 13:1) A David le parecía que Jehová había ocultado Su rostro en desagrado, que no estaba interviniendo a favor de él. Así que pregunta además: “¿Hasta cuándo pondré resistencia en mi alma, desconsuelo en mi corazón de día?” Puede que esto signifique que se preguntaba por cuánto tiempo Dios dejaría que por su propio ingenio él hallara modos de resistir las circunstancias aflictivas en las cuales se encontraba y por cuánto tiempo duraría el desconsuelo que lo agobiaba día tras día.

      A continuación el salmista presenta la pregunta: “¿Hasta cuándo será ensalzado mi enemigo sobre mí?” Puesto que aparentemente Dios lo había abandonado, entonces se pregunta por cuánto tiempo dominarían la situación sus enemigos. Después de esa pregunta pasa a suplicar: “Mírame, sí; respóndeme, oh Jehová Dios mío. Haz brillar mis ojos, sí, para que no me duerma en la muerte, para que no diga mi enemigo: ‘¡Le he ganado!’ Para que mis adversarios mismos no estén gozosos porque se me hace bambolear.” (Sal. 13:2-4) Sí, el deseo intenso de David era que el Altísimo contestara su súplica, que acudiera en su ayuda y le levantara el ánimo para que sus ojos pudieran “brillar.” Deseaba continuar vivo para que sus enemigos no concluyeran que realmente habían triunfado y se regocijaran de que él hubiera tambaleado y experimentado una caída de la cual no recobraría.

      A pesar de que David se sentía como si Jehová lo hubiese abandonado, su fe permaneció firme. Esto lo evidencian sus palabras de conclusión: “En cuanto a mí, en tu bondad amorosa he confiado; esté gozoso mi corazón en tu salvación. Ciertamente cantaré a Jehová, porque me ha tratado recompensadoramente.” (Sal. 13:5, 6) A pesar de las dificultades a las cuales se enfrentaba, David confiaba en la bondad amorosa o interés activo y compasivo de Jehová y, con esperanza y gozo, esperaba con anhelo que se le libraría de sus pruebas. Recordaba que Jehová había tratado recompensadoramente con él en el pasado, y estaba resuelto a continuar cantando canciones de alabanza.

      Al igual que David, nunca debemos olvidar las magníficas cosas que Jehová Dios ha hecho por nosotros. Dio a su Hijo unigénito como expresión de su amor sobrepujante. (Juan 3:16) Desde que llegamos a conocer al Altísimo hemos experimentado personalmente su cuidado amoroso y ayuda en la respuesta que ha dado a nuestras oraciones. Por lo que sabemos acerca de los tratos de nuestro Creador con sus siervos en sentido colectivo e individual, podemos confiar en que nos fortalecerá en los momentos en que necesitemos ayuda. Al experimentar un período de prueba en particular, podemos obtener consuelo de estas palabras inspiradas: ‘Echen sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes.’—1 Ped. 5:7.

  • Su oración recibió respuesta
    La Atalaya 1979 | 1 de agosto
    • Su oración recibió respuesta

      CON frecuencia es sorprendente ver cómo Jehová ayuda a las personas de corazón honrado a librarse del cautiverio a este viejo sistema de cosas. A continuación presentamos la experiencia de un joven que vive en un valle remoto entre las montañas de Suiza, cerca de la frontera italiana.

      SU HISTORIA

      “Debido a circunstancias familiares desagradables tuve una infancia penosa. En los primeros años de mi juventud comencé a buscar un Dios que pudiera ayudarme en mi situación. Mi madre estaba atada a las tradiciones de la Iglesia Católica, y para asegurarse de que yo obedeciera solía decir que Dios enviaba a la gente desobediente al purgatorio o al infierno. Instintivamente, yo buscaba un Dios que mostrase amor a sus hijos. La instrucción religiosa que yo recibía en la escuela también pintaba a Dios severo, indiferente, insensible e inaccesible. Comprendí claramente que este Dios no era el que yo buscaba con anhelo. Para mí, éste era un Dios solo para los curas. Mi asistencia a la iglesia se hizo cada vez menos frecuente.

      “Cuando tenía 19 años de edad enfermé seriamente y la dolencia duró más de dos años. Tanto el vacío que había en mí como las muchas preguntas que me hacía, y para las cuales no tenía contestación, perturbaban constantemente mi equilibrio mental. Ahora empecé a buscar a un Dios desconocido que pudiese darme un poco de tranquilidad mental. Comencé a interesarme en la parasicología. Estudié la técnica del hipnotismo y de la autosugestión. Llegué a alcanzar la condición de entrar en

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