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El sufrimiento que puede beneficiarleLa Atalaya 1979 | 1 de junio
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pusiesen de manifiesto en su caso.” (Juan 9:3) ¡Qué gloria significará para el Altísimo el que los ojos de los ciegos sean abiertos, los oídos de los sordos destapados, y el que los cojos puedan andar, saltar y correr! (Rev. 21:3-5) Si tales aflicciones no hubieran existido, nunca habríamos llegado a saber las cosas magníficas que Jehová puede hacer para la humanidad. Y, en vista de la recompensa o galardón de la vida eterna, el sufrimiento humano en este sistema de cosas sencillamente llegará a carecer de todo significado. Será como si nunca hubiera habido aflicción.
21. (a) ¿Cuándo nos beneficia el sufrimiento? (b) ¿Qué tenemos que tener para sacar provecho de la adversidad?
21 Si el sufrimiento que todavía tengamos que experimentar nos hace más bondadosos, más comprensivos y compasivos para con nuestro semejante humano y resulta en que nos amoldemos más estrechamente a los requisitos justos que se expresan en la Biblia, esta forma de disciplina ciertamente cumplirá con un propósito benéfico. Para que así suceda, tenemos que confiar en nuestro Padre celestial con la clase de confianza implícita con que confía un niñito en su padre terrestre. Tenemos que tener fe inmovible en que, sea lo que sea que Jehová Dios permita que nos sobrevenga, tal cosa al fin contribuirá a nuestro bienestar y felicidad eternos. Por lo tanto, siempre mantengamos en nuestro pensamiento las palabras de Romanos 8:28: ‘Dios hace que todas las cosas cooperen juntas para el bien de los que lo aman.’
“Oh Dios, da tus propias decisiones judiciales al rey, y tu justicia al hijo del rey. Defienda él la causa de tu pueblo con justicia y de tus afligidos con decisión judicial. Lleven las montañas paz al pueblo, también las colinas, por medio de la justicia. Juzgue él a los afligidos del pueblo, salve a los hijos del pobre, y aplaste al defraudador. En sus días el justo brotara, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea.”—Sal. 72:1-4, 7.
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Un médico muestra aprecioLa Atalaya 1979 | 1 de junio
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Un médico muestra aprecio
CUANDO visitamos al Dr. M, le explicamos que éramos testigos de Jehová y que teníamos algo que queríamos darle. Él se mostró muy atento y nos invitó a entrar inmediatamente, mientras bromeaba con nosotros y decía: “¡Una vez que entren, la visita les costará quince dólares!” Le dimos el folleto Los testigos de Jehová y la cuestión de la sangre y le explicamos que a todo médico, enfermero o enfermera y abogado se le estaba dando un ejemplar para que se familiarizara mejor con lo que pensaban los Testigos y con la razón por la cual no aceptamos sangre.
El médico dijo que, aunque había servido en la unidad M.A.S.H. en Corea y había administrado sangre a muchas personas, creía que cada persona debería poder tomar su propia decisión en cuanto a lo que se le hiciera a su cuerpo. También concordó con el punto de tratar al “hombre entero,” puesto que el poner sangre por fuerza en alguien pudiera llevar a problemas sicológicos.
Después de considerar Juan 17:3, le ofrecí las suscripciones de La Atalaya y ¡Despertad! mientras le explicaba que le ayudarían a aprender más acerca de la Biblia y la manera en que Dios removería de la humanidad estos problemas. El médico se suscribió a ambas revistas y dijo: “Creo que son una buena inversión.”
Relató por qué les tenía afecto a los testigos de Jehová. Una vez el auto se le detuvo debido a una avería en una carretera de Pensilvania y la gente de otro auto vino a ayudarlo. Esta gente no solo le ayudó a llevar su auto a una estación de gasolina, sino que permaneció allí con él hasta que el auto quedó reparado y se aseguraron de que él podía seguir su camino. Antes de partir, le dejaron ejemplares de La Atalaya y ¡Despertad! y así él supo que eran testigos de Jehová. Varias veces repitió que ellos habían sido extremadamente bondadosos con él al hacer grandes esfuerzos por prestarle ayuda.—Contribuido.
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