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  • ¿Cuán íntima es su relación con Dios?
    La Atalaya 1984 | 1 de agosto
    • oración, con la convicción de que nos oye y de que, en respuesta, nos dará todas las cosas que necesitamos para efectuar Su voluntad. (1 Juan 1:5-7; 2:3, 4, 13, 14; 3:19-24; 4:6-8, 13; 5:3, 14, 15.)

      Obviamente, pues, el conocer a Dios no es algo pasivo. Se requiere mucho esfuerzo para llegar a conocer a Jehová Dios y disfrutar de una relación estrecha con él. Sin duda, se necesita más que efectuar mecánicamente ciertos ritos religiosos. El conocer a Dios tampoco es experimentar alguna clase de sensación emocional súbita, como la que alegan haber tenido muchos que afirman haber experimentado un “nuevo nacimiento” espiritual. El salmista dijo: “Hazme conocer tus propios caminos, oh Jehová; enséñame tus propias sendas. Hazme andar en tu verdad y enséñame, porque tú eres mi Dios de salvación. En ti he esperado todo el día” (Salmo 25:4, 5). ¡El “conocer” a Dios es, por tanto, todo un modo de vida!

      Además, después de exhortarnos a ‘gustar y ver que Jehová es bueno’, el salmista dice: “Apártate de lo que es malo, y haz lo que es bueno; procura hallar paz, y sigue tras ella” (Salmo 34:8, 14). En algunos casos se necesita acción drástica para ‘apartarse de lo que es malo’.

      Por ejemplo, Mari, que fue “hippie” durante la década de los sesenta, se había entregado al uso de drogas. Esto, a su vez, la llevó al robo, la inmoralidad, el aborto... hasta a la prostitución. Sin embargo, con el tiempo ella llegó a comunicarse con los testigos de Jehová y empezó a ver la necesidad de hacer cambios si quería estar en relación íntima con Dios. “Dejé el hábito de fumar de dos a tres cajetillas de cigarrillos al día y de usar drogas, y decidí en mi corazón seguir el mandamiento de Jehová relacionado con la fornicación. Tiré todos mis libros sobre sueños, astrología y espiritismo, y me deshice de todas mis estatuas, velas y cuadros idolátricos.” Con el tiempo ella hizo su dedicación a Dios y le sirve hasta el día de hoy.

      Pero ¿hará usted el esfuerzo necesario para llegar a conocer a Dios? Aunque su estilo de vida no sea tan escandaloso como el de Mari, puede que usted tenga que hacer verdaderos cambios. No obstante, puede tener la seguridad de que Dios no decepciona a los que sincera y humildemente lo buscan con el anhelo, propio de niño, de aprender cuál es Su voluntad, y hacerla.

  • Ayude a sus hijitos a estar en relación íntima con Dios
    La Atalaya 1984 | 1 de agosto
    • Ayude a sus hijitos a estar en relación íntima con Dios

      CON menos de mil palabras, los escritores bíblicos describen los primeros 30 años de la vida de Jesús. Pero con decenas de miles de palabras hacen un informe sobre los últimos tres años y medio de su vida. Esto se debe a que el ministerio público de Jesucristo —no su nacimiento, niñez ni los primeros años como adulto— fue el tema dominante de los Evangelios. Sin embargo, las breves referencias que hace la Biblia a los primeros años de la vida de Jesús sí dejan claro que hasta los jovencitos pueden entrar en una relación íntima con Dios.

      Cuando abrimos la Biblia en el capítulo 2 del relato de Lucas, encontramos a Jesús, de 12 años de edad, en el templo, “sentado en medio de los maestros” de la ley de Dios. Él estaba “escuchándoles e interrogándoles”, pero también los dejaba asombrados con ‘su entendimiento y sus respuestas’ (Lucas 2:46, 47). Además, leemos que, a medida que fue creciendo físicamente, también fue aumentando en sabiduría y entendimiento. (Lucas 2:40, 52.)

      ¿A qué podemos atribuir el que Jesús tuviera esa inclinación espiritual? Al menos parte del mérito hay que atribuirlo a sus padres. Como judíos, ellos tenían la obligación de seguir el consejo de Jehová sobre la crianza de los hijos. Moisés, profeta de Dios, había dicho: “Estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6, 7). No cabe duda de que Dios se propuso colocar a su Hijo en una familia que pusiera en práctica este consejo. Hoy día los padres deben mostrar el mismo interés en sus hijos. ¿Está usted ayudándoles a conocer a Jehová y a querer servirle?

      “Desde la infancia”

      La educación espiritual no es algo que sea apropiado posponer hasta que los hijos crezcan. Por ejemplo, Timoteo se convirtió en un cristiano sobresaliente. Pero “desde la infancia” había sido instruido en las Santas Escrituras (2 Timoteo 3:15). En armonía con esto, se ha observado que algunas madres cristianas piden audiblemente la bendición de Jehová antes de dar el biberón a su bebé. ¡No es de extrañar que dichos infantes no tarden mucho en decir “amén” al final de oraciones como ésa! Éste es uno de los primeros pasos que se dan para ayudarles a desarrollar aprecio por todos los dones espirituales y materiales que reciben de Dios.

      Miguel y Zípora (de siete y ocho años de edad respectivamente) dejaron ver los resultados de la excelente educación que recibieron de sus padres. En cierta ocasión, cuando ellos y sus padres salieron de viaje, tomaron la iniciativa de pedir a Dios que los guiara y los protegiera. Y cuando llegaron a su destino, los niños se acordaron de dar gracias a Dios porque llegaron sanos y salvos.

      Cristián y Eric (de tres y seis años de edad respectivamente) fueron a un parque con sus padres. Como sucede a veces con los jovencitos, se perdieron. ¿Cuándo los hallaron sus padres? ¡Cuando los muchachitos habían acabado de orar a Dios que los ayudara!

      Hay muchas formas de entrenamiento que se pueden enseñar con éxito mientras los niños están bastante pequeños. En una gran asamblea cristiana que se celebró en Bélgica, se llevó a la plataforma a Gino, de tres años de edad, y se le sentó en un taburete alto. El orador le pidió que recitara al auditorio los nombres de los 66 libros de la Biblia. ¿Puede usted hacer eso? Bueno, ¡Gino pudo! Siguió progresando bajo la dirección de sus padres y hoy sirve de superintendente viajante de los testigos de Jehová. Por supuesto, no todos los niños tienen las mismas aptitudes para aprender, pero esto ilustra el beneficio de darles instrucción espiritual.

      A los jovencitos hasta se les puede impartir entendimiento de las doctrinas bíblicas. En una guardería infantil del Gran Ducado de Luxemburgo, Kai, de cuatro años de edad, rehusó rezar junto con los demás niños. Cuando se le preguntó por qué, contestó: “¡No creemos en un dios hecho de tres!”. Ahora bien, puede que la idea que haya tenido Kai de la deidad trina y una de los católicos no haya sido del todo exacta, ¡pero para él era suficiente saber que no debía orarle! (Marcos 12:29.)

      Que Dios forme parte de la vida de ellos

      A veces los niños tienen problemas. En vez de negarse a considerarlos con alguien, deben confiar en sus padres. Pero a los niños también se les debe animar a ‘arrojar su carga sobre Jehová’ (Salmo 55:22). Se les puede ayudar a comprender que Jehová no tratará con desdén sus peticiones, pues su Hijo, Jesucristo, dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos” (Marcos 10:14). Y a los niños se les debe enseñar a orar a Dios por medio de Jesucristo. (Juan 14:6.)

      Cuando los niños aprenden a contar con la ayuda de Jehová y ven los resultados de hacerlo, a menudo esto tiene efectos dramáticos en su fe. Jacquy, joven que ahora sirve en una de las sucursales de la Sociedad Watch Tower, habla de una experiencia que sucedió cuando él tenía 14 años de edad: “Aquel año nuestra asamblea de circuito se programó para el fin de semana antes de los exámenes finales. El problema que se presentó fue que nuestra maestra no nos dio el material que teníamos que repasar sino hasta el viernes. Después de considerar el asunto con mis padres, decidimos que yo no debería perderme el programa de la asamblea, aunque aquello significaría que dispondría de muy poco tiempo para estudiar [Hebreos 10:24, 25]. Oré a Jehová que me ayudara en mis esfuerzos por prepararme lo mejor posible para los exámenes.

      ”Llegó la mañana del lunes, y todos los estudiantes estaban muy nerviosos porque, por primera vez, los exámenes serían orales. Nuevamente oré a Jehová que estuviera conmigo. ¿Qué sucedió? De todos los estudiantes, yo recibí las calificaciones más altas en las asignaturas que se trataron aquel día. Un maestro que formaba parte del jurado hasta siguió haciéndome preguntas y comentó: ‘Quiero ver hasta dónde puede llegar’. Sin embargo, pude contestar sus preguntas”.

      ¿Qué aprendió Jacquy de este resultado excelente? “El experimentar la ayuda de Jehová me acercó aún más a él. Aprendí que no debemos inquietarnos por cosa alguna, sino que debemos recurrir a Jehová Dios con toda forma de oración y ruego.” (Filipenses 4:6, 7.)

      Sí, es importante que ayudemos a nuestros hijitos a “conocer” a Jehová, a que lo hagan parte de su vida cotidiana. Cuando ellos perciban que Jehová está con ellos en los tratos que tienen con otros, ¿no tendrán muchísimo más incentivo para seguir sirviéndole fielmente que el que tendrían si solo oyeran y leyeran acerca de Él? Por supuesto, educarlos así no será fácil. Pero los jovencitos no olvidarán rápidamente el entusiasmo y la escrupulosidad con que sus padres les pasaron la herencia espiritual de conocimiento de Jehová que tenían. Tampoco olvidará Jehová tales esfuerzos fieles (Hebreos 6:10-12). Por lo tanto, que los que seamos padres nos esforcemos por ayudar a nuestros hijitos a alcanzar el galardón que ofrece nuestro Padre celestial a los que lo conocen y son conocidos por Él... “vida eterna”. (Juan 17:3.)

  • Palabras que conmueven
    La Atalaya 1984 | 1 de agosto
    • Palabras que conmueven

      EL PADRE de Débora, niña de ocho años de edad, le preguntó: “¿Oras a Jehová?”. La respuesta de ella fue: “Sí, mucho”. “¿Cuándo?” “Cuando estoy sola.” “¿Por qué entonces?” “¡Para que nadie me moleste!”

      La madre de Lorenzo, niño de seis años de edad, le preguntó: “¿Quieres que deje encendida la luz de tu habitación esta noche?”. (Lorenzo tenía miedo a la oscuridad, y se le había dicho que orara a Jehová con relación a ese asunto.) “No, ya no tengo miedo porque Jehová está conmigo.”

      Una niñita de seis años de edad dijo en oración: “Gracias, Jehová, por la esperanza de la resurrección. ¡Es una buena idea!”. En otra oración, dijo: “Vas a tener mucho que hacer aquí en nuestro país cuando estemos en el Paraíso, Jehová, porque aquí llueve muchísimo”.

      Hugo, de tres años de edad, oró: “¡Por favor, Jehová Dios, haz que mi padre lea la Biblia para que no muera en Armagedón!”. La puerta del dormitorio del niño estaba abierta, y su padre oyó la oración. Aquello hizo que él finalmente dejara de oponer resistencia a la verdad, y hoy es un siervo fiel de Jehová.

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