Honre a Jehová con sus riquezas
‘YO NO soy rico; soy simplemente un joven con muy pocas posesiones.’ ‘Recibí poca educación; ¿qué pudiera dar yo a Jehová?’ ‘Tengo un grave impedimento físico; Jehová tendrá que perdonarme.’ ‘Ya tengo muchos años; es demasiado tarde para que yo obtenga riquezas.’
¿Se le ocurren pensamientos como esos al considerar el título de este artículo? Pero puede que usted sea más rico de lo que se imagina. Recuerde las palabras del Señor Jesús a la congregación de Esmirna: “Conozco tu tribulación y pobreza —pero eres rico”. (Revelación 2:9.) Jesús había dicho antes, en el Sermón del Monte: “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra [...] Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo [...] Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón”. (Mateo 6:19-21.) ¿Lo alientan esas palabras de nuestro Maestro? Sí, puede que usted posea algo muy valioso a la vista de nuestro Padre celestial, Jehová, y su Hijo. Examinemos esto.
La magnificencia de la juventud: fuerza y celo
¿Cómo puede un joven rendir servicio valioso a Jehová? Proverbios 20:29 nos asegura que los jóvenes tienen un magnífico recurso: fuerza física. ¡Cuán alentador es ver a un joven dedicar su energía y vigor juvenil al servicio de nuestro Dios!
Remontémonos hasta el comienzo de los años treinta, cuando un grupo de jóvenes oyó la verdad bíblica. Uno de ellos, de 16 años de edad, pidió prestado de su amigo un libro que le ayudaba a estudiar la Biblia, La creación, publicado por la Sociedad Watch Tower. Para cuando llegó al capítulo “La nueva creación” y leyó sobre la consagración, ya sabía lo que quería hacer con su vida. Inmediatamente se dedicó al Creador Todopoderoso. El año siguiente leyó otra publicación titulada Vindicación (tomo 1), y aprendió sobre la perspectiva de participar en vindicar el nombre y la soberanía de Dios. Aquella información despertó en él un gran deseo de emprender el servicio de tiempo completo. Aquel mismo año entró en las filas de los precursores, y sigue en el servicio de tiempo completo hasta el día de hoy. Aunque varios de sus contemporáneos ya han terminado su carrera terrestre, muchos de los que quedan todavía manifiestan un espíritu de devoción completa a nuestro Padre celestial.
¿Demuestran los jóvenes cristianos hoy esa misma cualidad valiosa? ¡Sí! Los informes del Anuario muestran que una muchedumbre tan numerosa como gotas de rocío se está uniendo a las filas de los precursores. (Salmo 110:3.) De las Filipinas se informa que el 13% de los precursores regulares tienen menos de 20 años de edad. ¿Sucede lo mismo en otros lugares? Sí. Por ejemplo, en las pequeñas islas de Trinidad y Tobago hubo un aumento de 282 nuevos precursores entre el 1 de septiembre de 1986 y el 30 de septiembre de 1988. De entre esos, 48 tenían menos de 20 años de edad. ¿Quisiera que uno de ellos le cuente su experiencia?
Conozca a Charmaine Francis. Ella dice: “Desde que era niña mis padres me hablaban de servir a Jehová y seguir fiel a él. Cuando me preguntaban qué haría si ellos fueran encarcelados por predicar las buenas nuevas, respondía: ‘Serviré a Jehová’. Me dediqué cuando tenía 13 años de edad, y me bauticé a los 14. Inmediatamente empecé a servir de precursora auxiliar cada vez que llegaban las vacaciones escolares. En 1983 empecé a servir como precursora regular. Durante mi primer año como precursora tuve el placer de ayudar a un ama de casa a hacerse sierva de Jehová. Ahora conduzco nueve estudios bíblicos. Una de las estudiantes se está preparando para el bautismo, y otras tres asisten a las reuniones”.
Ahora bien, jóvenes, ¿no concuerdan con que ustedes también tienen algo valioso con lo cual honrar a Jehová? ¡Claro que sí! Aunque no estén en el servicio de tiempo completo ahora mismo, pueden honrar a Jehová según sus circunstancias. Puede que todavía tengan que pasar años en la escuela. Pero allí tienen una gran oportunidad de alabar a Jehová mediante hablar con sus maestros y compañeros de clase. Christian Kalloo, de diez años de edad, llevó a la escuela su ejemplar del libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? ¿Qué resultado tuvo esto? Dejó siete ejemplares en manos de los que mostraron interés en aquel tema. También dejó uno con otra persona en el ministerio de casa en casa. Ustedes pueden hacer lo mismo. (Compárese con Mateo 21:15, 16.)
Nuestro Gran Instructor nos educa
El profeta Isaías dijo: “El Señor Soberano Jehová mismo me ha dado la lengua de los enseñados”. Dio la gloria a Jehová por su facultad de hablar. También puso por escrito esta promesa de Jehová: “Mi espíritu que está sobre ti y mis palabras que he puesto en tu boca... no serán quitadas de tu boca ni de la boca de tu prole ni de la boca de la prole de tu prole”. (Isaías 50:4; 59:21.) Tal como hombres iletrados y comunes llegaron a ser apóstoles de Jesús, y Dios los hizo sabios en asuntos espirituales, hoy Jehová también ha hecho sabias a personas comunes.
El Anuario para 1986 contiene información animadora para los que han recibido poca educación formal o ninguna. En muchos países los testigos de Jehová conducen clases de alfabetización para enseñar a adultos a leer. ¡Cuánto ha bendecido Jehová a estas personas! Entre 1962 y 1984 unos 19.238 nigerianos progresaron muy bien en aprender a leer y escribir, y ahora pueden leer la Biblia personalmente y también a las personas a quienes testifican. ¡Qué magnífica bendición han recibido! Uno de los hermanos progresó tanto que llegó a ser el instructor de la clase de lectura de su congregación.
También considere la experiencia de Ezekiel Ovbiagele. Él no sabía leer cuando se bautizó en 1940. Pero después que aprendió a leer progresó hasta llegar a ser precursor, y más tarde, en 1953, fue nombrado superintendente viajante.
Personas de cualquier edad pueden aprender. Algunas quizás citen el refrán: “¡No se puede conseguir que un viejo cambie de ideas!”. Pero hasta los mayores pueden aprender, y lo logran, si en verdad desean conocer y servir a Jehová. Puede que usted conozca a algunos que lo hayan hecho. Por ejemplo, se estimuló a Alice Okon, de Nigeria, a leer la Biblia para que aprendiera sobre la esperanza que la Palabra de Dios ofrece; lo hizo, y se regocijó con la esperanza futura. Aunque tenía 80 años de edad, aquello no fue estorbo para que aprendiera. ¿No le parece que ella ha regocijado el corazón de Jehová? Es rica en fe. Proverbios 3:14 nos asegura que el tener sabiduría “es mejor que tener la plata como ganancia; y el tenerla como producto, que el oro mismo”. Cuando uno puede hablar la verdad correctamente, las palabras llegan a ser como “manzanas de oro en entalladuras de plata”. (Proverbios 25:11; Colosenses 3:16.)
Ricos en fe y obras excelentes a pesar de impedimentos físicos
La persona que nace con un impedimento físico pudiera sentirse muy desanimada a medida que crece y se da cuenta de su condición. Y es traumático el que alguien sea víctima de algún impedimento cuando ya es adulto. ¿Es irremediable la condición de esas personas? No; hasta pudiera abrir el camino a la vida eterna.
Durante la I Guerra Mundial, Edward Stead manejaba una cuadra de caballos de alquiler en el pueblecito de Arvada, Wyoming, E.U.A., y su esposa dirigía un pequeño hotel. La exposición a la terrible gripe española debilitó la resistencia física de Edward, y como consecuencia sufrió de artritis reumatoide, que inmovilizó sus articulaciones de modo que su cuerpo quedó torcido en conformidad con su silla de ruedas. Aunque en otros respectos no podía hacer nada, todavía podía hablar, y tenía algún movimiento en las manos. Por algún tiempo pensó en suicidarse. Entonces aprendió la verdad y la abrazó con gusto.
Al principio se sentaba en la entrada del hotel y hablaba a los huéspedes acerca de su nueva fe. Movía las manos lo suficiente como para abrir una publicación bíblica y mostrarla a los que se detenían a escuchar. Algunos que agradecían sus esfuerzos decían que era un piloto minusválido. Después él decidió que podría testificar en otros pueblos si se le construía una cabina especial en una camioneta. Por muchos años sirvió de precursor de esa manera singular, viajando miles de kilómetros entre Wyoming y Texas, acompañado de dos o tres precursores jóvenes que lo atendían. Por el resto de su vida fue una gran fuente de estímulo a todos los que lo conocían.
Si usted se siente desanimado por algún impedimento físico, sírvase leer la información de las páginas 22 a 25 de La Atalaya del 15 de noviembre de 1986. Todos los hombres mencionados en el artículo son ancianos, consejeros espirituales que están capacitados para consolar a sus hermanos que tal vez estén saludables físicamente, pero que necesiten ser fortalecidos en sentido espiritual. ¡Cuán ricos son a la vista de Dios! (1 Timoteo 6:18.)
Esterleta Dick, de 63 años de edad, ha sido testigo bautizada por 16 años. En 1978 quedó ciega, pero ha estado sirviendo como precursora regular por los últimos dos años. ¿Cómo logra hacerlo? Dejemos que nos lo diga.
“Un día —dice ella—, una joven precursora me preguntó: ‘Hermana Dick, usted siempre logra su meta de precursora auxiliar. ¿Por qué no trata de ser precursora regular?’.”
Esterleta temía ser un estorbo para los hermanos, pero recordó que el superintendente de circuito había animado a la congregación a procurar el servicio de precursor. Dice: “Emprendí este servicio y ya llevo dos años como precursora. Testifico en las calles y tengo muchas revisitas. Además, conduzco seis estudios bíblicos en los hogares. ¿Cómo lo hago? Antes de visitar a la persona, alguien me lee en casa la información que vamos a estudiar y los textos bíblicos citados, y entonces puedo hacer comentarios en el estudio. Tres de mis estudiantes de la Biblia me acompañan a las reuniones, y una ya se bautizó”.
Cualquiera puede ‘llenar su mano’ con una dádiva
¿Se limita a asuntos espirituales el dar? No. Cuando el rey David de la antigüedad hacía los preparativos para edificar el templo, preguntó: “¿Quién hay que ofrezca voluntariamente llenar su mano hoy con una dádiva para Jehová?”. (1 Crónicas 29:5.) Cualquiera podía hacerlo. De igual manera hoy muchos —jóvenes y ancianos, en buena salud o no— desean hacer contribuciones materiales voluntariamente para adelantar los intereses del Reino. Esto puede hacerse mediante la sucursal del país donde uno vive, o mediante la congregación local. Así, según sus recursos cualquiera puede ayudar a sufragar los gastos para que las buenas nuevas se prediquen en toda la Tierra habitada. Es un privilegio. (2 Corintios 9:8-12.)
Más importante aún, usted ciertamente tiene riquezas espirituales con las cuales honrar a Jehová. Los jóvenes tienen la fuerza y el vigor de la juventud. Los iletrados pueden aprender a ofrecer a Jehová el fruto de sus labios. Los minusválidos pueden aumentar en conocimiento, sabiduría y entendimiento, y lo han hecho, a tal grado que muchos no solo son alabadores de tiempo completo de Jehová, sino también consejeros y pastores de la congregación cristiana. ¿Verdad que usted es más rico de lo que se imaginaba? Por eso, honre a Jehová con sus riquezas. (Hebreos 13:15, 16.)