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  • De casa en casa sin cesar
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Nuestro Ministerio del Reino 1994
km 7/94 pág. 1

De casa en casa sin cesar

1 En el antiguo Israel se ofrecían sacrificios diariamente. (Éxo. 29:38-42.) El fuego del altar se mantenía ardiendo y el humo que ascendía era “un olor conducente a descanso” agradable a Jehová. (Éxo. 29:18.) En la actualidad, se nos anima a ‘ofrecer a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre’. (Heb. 13:15.) En vez de ofrecer los sacrificios prescritos por la Ley, adoramos a Jehová relatando sus alabanzas sin cesar. (Isa. 43:21; Hech. 5:42.)

2 Jesucristo, el mayor Testigo que jamás ha vivido en la Tierra, nos enseñó a ofrecer en nuestra adoración sacrificios de alabanza. Ayudó a sus discípulos a comprender la urgencia del mensaje que predicaban. Sabía que la mejor manera de llevar las buenas nuevas a las personas era hablándoles personalmente en sus hogares. (Mat. 10:7, 12.) Por consiguiente, podemos ver que los apóstoles siguieron su dirección inspirada por Dios en la predicación de casa en casa. (Hech. 20:20.)

3 Lo mismo sucede hoy en día. Como discípulos de Jesús, los verdaderos cristianos seguimos su ejemplo al predicar las buenas nuevas de casa en casa. Aunque pudiéramos ser criticados o perseguidos por ello, millones de personas han aprendido la verdad y centenares de miles de nuevos discípulos se añaden a la gran muchedumbre todos los años, demostrando que este es el modo en que Jehová efectúa su voluntad. Por tal motivo, perseveramos en nuestro ministerio.

4 Beneficios de la predicación de casa en casa: “Dios no es parcial, [...] el que le teme y obra justicia le es acepto”. (Hech. 10:34, 35.) El hecho de que visitemos todos los hogares de nuestro territorio es una prueba clara de imparcialidad y permite que todos tengan la oportunidad de escuchar el mensaje del Reino con regularidad. Por otra parte, los que manifiestan interés reciben ayuda personal según sus necesidades particulares.

5 Casi todos los publicadores —incluso los jovencitos, los mayores y los más nuevos— pueden participar en la obra de casa en casa. Así pueden presentar “declaración pública para salvación”. (Rom. 10:10.) Participar en el ministerio de casa en casa con los demás fortalece nuestros lazos de amor y unidad. A la vez, se nos hace más fácil aguantar la indiferencia y la oposición. Esta demostración pública de fe nos presenta como “un espectáculo teatral” que permite a las personas sinceras saber que contamos con un sistema organizado de enseñanza bíblica del que pueden beneficiarse. (1 Cor. 4:9.) Todo ello muestra claramente que Jehová está bendiciendo la obra de casa en casa y utilizándola para reunir a la gran muchedumbre en su “casa” de adoración pura. (Isa. 2:2-4.)

6 Hoy, más que en cualquier otro tiempo de la historia, la gente necesita oír el mensaje del Reino. Sigamos predicando de casa en casa sin cesar hasta que Jehová diga que es suficiente. (Isa. 6:11.) De este modo, tendremos como galardón el gozo de participar en esta importante y beneficiosa faceta del servicio en el tiempo del fin. (1 Cor. 15:58.)

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