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  • ¡Despertad! 1988
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  • La importancia del encomio
  • Otras maneras de dar apoyo
  • Cómo cultivar la intimidad familiar
  • Cómo tratar los problemas
  • Cooperen con el centro escolar
  • No es una labor fácil
  • Vale la pena el esfuerzo
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¡Despertad! 1988
g88 8/9 págs. 7-12

Padres que han realizado su tarea

LOS padres que cumplen con su tarea proveen a sus hijos las cosas que estos en realidad necesitan. Obviamente, esto implica más que limitarse a pagar las facturas. Tales padres también ayudan a sus hijos a desarrollar valores y metas adecuados en la vida, y les dedican mucho tiempo e interés amoroso.

“Cuando los niños eran más pequeños, gateábamos por el suelo con ellos, golpeábamos ollas, nos poníamos una tapadera a modo de yelmo y blandíamos un cucharón de cocina para representar el papel de personajes bíblicos famosos mientras revivíamos acontecimientos históricos —explica Wayne, padre de cuatro hijos—. A los chicos les encantaba.”

A medida que sus hijos crecían, Wayne y su esposa, Joanne, iban adaptando sus métodos de enseñanza, aunque seguían incentivando la imaginación y los deseos de aprender de sus hijos. Para ello pusieron en práctica algunos de los mejores principios docentes. Julie M. Jensen, presidenta del Consejo Nacional de Profesores de Inglés de Estados Unidos, opina que un buen profesor nunca olvida el entusiasmo que sentía de niño cuando estaba aprendiendo, y lo cultiva en sus estudiantes.

La importancia del encomio

Wayne y Joanne desarrollaron un sistema para ayudar a sus hijos con sus tareas escolares. En la cocina tienen una cestita de “entrada”, donde los niños ponen sus trabajos calificados cuando llegan de la escuela. Joanne los repasa mientras los niños juegan o hacen sus deberes, y durante la cena suelen considerarlos en familia. Los mejores trabajos los fijan al frigorífico y a las paredes de la cocina a modo de exposición, con lo que la cocina se asemeja a una atestada galería de arte.

“Es nuestra manera de encomiar a los niños —dice Joanne—, y a ellos les va de maravilla.” En la sala de estar tienen una cestita de “salida”, y antes de acostarse colocan en ella los deberes terminados. “De esta manera —explica Joanne—, no tenemos que andar buscándolos por la mañana cuando los niños salen corriendo para la escuela.”

Beatrice, madre de dos niñas, también decora su cocina con los trabajos escolares de sus hijas. Ella dice: “Lo hago porque me siento orgullosa de mis hijas y quiero que lo sepan”.

El organismo Independent School District, de Dallas (Texas), reconoce el gran valor que tiene el encomio, y por eso anima a sus tutores voluntarios a que utilicen generosamente expresiones de alabanza, como por ejemplo: ¡Magnífico! Mucho mejor. ¡Sigue así! Estupendo. Muy ingenioso. Perfecto. Muy creativo. Bien razonado. Un trabajo excelente. Ya lo has conseguido. Aprecio tu esfuerzo.

Si usted tiene hijos, ¿podría encomiarlos más a menudo?

Otras maneras de dar apoyo

Además de elogiar los esfuerzos de sus hijos, los padres que cumplen con su tarea cultivan un ambiente hogareño conducente al estudio. Hacen que sus hijos se interesen en la lectura y en aprender cosas acerca del mundo que los rodea.

“Mis padres me apoyaban —explicó Julie— mediante respetar mis horas de estudio. Yo tenía un lugar específico en la casa donde hacer mis deberes escolares y, hasta que no los terminaba, este quedaba vedado al resto de la familia. Mientras hacía los deberes, no me pedían que ayudara en las tareas domésticas. De esta manera evitaban que interrumpiera mi concentración.”

Mark explica cómo sus padres lo apoyaban a él y a sus hermanas: “Se aseguraban de que siempre tuviésemos un diccionario y otros libros de consulta para ayudarnos en nuestros estudios. Nos animaban a reunir nuestra propia biblioteca personal, permitiéndonos comprar los libros que nos interesaban sin tener que pagarlos de nuestro bolsillo”.

“Empezábamos nuestro programa de lectura con los niños cuando tenían unos tres meses de edad —explica Althea, madre de cuatro hijos—. Era difícil de seguir porque, al igual que muchas mujeres de hoy día, tenía que trabajar. Si quería disponer de un ratito para ello, debía comprar tiempo de otras actividades. Los niños tenían más de trescientos libros de todo tipo, desde poesías infantiles hasta libros de ciencia. Me traían los que más les gustaban para que les leyese un poco. A veces, para abreviar, me saltaba algunas partes, pero no surtía efecto. Los niños siempre sabían la parte que me había saltado, y me la recordaban ¡recitándola de memoria!”

Johan, de Finlandia, dice que todas las noches, antes de acostarse, sus padres solían leerle algo durante diez o quince minutos. “Yo podía escoger la historia —explica Johan—. Mamá leía como si los personajes de la historia estuviesen hablando. Mi hermana y yo llegamos a acostumbrarnos tanto a esto, que hasta cuando mis padres no tenían tiempo, escogíamos un libro y tratábamos de hacer lo mismo. Esto nos ayudó a desarrollar unos hábitos de lectura muy buenos. Ha facilitado nuestros estudios y ampliado nuestro mundo.”

A Ravindira, de Sri Lanka, le gustaba que su padre la acostase, pues le encantaba su manera de leer. “Mi cuento favorito a la hora de acostarme era How the Camel Got Its Hump (De dónde sacó las jorobas el camello). Papá hacía todos los movimientos y gestos a medida que leía. Se suponía que lo hacía para que me durmiera, pero lo único que conseguía era mantenerme con los ojos abiertos como platos, esperando más. Aparentaba que no se daba cuenta, pero sabía exactamente lo que estaba haciendo. Con el tiempo, cuando yo era un poco mayor, me dejaba devolver los libros a la biblioteca. Eso hacía que me sintiera importante, y fomentó aún más el placer que me producía la lectura.”

Susan explica que su padre la ayudaba de otra manera: “A papá le encantaban las excursiones. Me llevaba a un montón de sitios: a museos, a santuarios de aves, a bibliotecas, a recoger bayas en el bosque. A veces, simplemente explorábamos lugares desconocidos del bosque. Llegábamos a casa llenos de arañazos, pero era divertido. Aquellas excursiones daban propósito a mis estudios escolares”.

Un joven puertorriqueño llamado Emilo recuerda: “Mi madre quería que nos diésemos cuenta de que siempre aprendíamos algo. Cuando regresaba de la escuela, me preguntaba: ‘Dime, ¿qué has aprendido hoy?’. Si le respondía: ‘Nada’, ella replicaba: ‘¿Qué quieres decir con nada? Tienes que haber aprendido algo’. Seguía preguntando hasta que yo recordaba alguna cosa que había aprendido. Hacía lo mismo con mis dos hermanos. Quería que supiésemos que éramos muy importantes para ella y que se interesaba por nosotros. Esto nos convirtió en una familia muy unida”.

Cómo cultivar la intimidad familiar

Una familia de éxito es aquella en la que todos se llevan bien; pero eso requiere esfuerzo. De modo que los padres que cumplen con su tarea tratan de cultivar un espíritu de cooperación en la familia.

“Tratamos los asuntos familiares con franqueza y casi diariamente —dice Carol, una madre que está criando sola a dos hijas adolescentes—. A veces las chicas se guardan sus problemas porque piensan que ya tengo suficientes con los míos. Sé cuando lo hacen, porque discuten por tonterías. Tengo que recordarles que la familia funciona mejor cuando se habla de los problemas con franqueza.”

En muchas familias, el dinero es una fuente de problemas, pero Carol dice que al hablar francamente con sus hijas de la situación económica de la familia, ha conseguido su apoyo. Explica: “Las animo a que encuentren algún trabajito para poder pagarse sus caprichos. Las respeto por ello y les dejo bien claro que ese dinero es suyo”.

Algunos padres utilizan la situación económica de la familia para enseñar a sus hijos a hacerse un presupuesto y darles algunas nociones de banca y contabilidad. “Otra lección que hemos podido enseñar con este método —dice Henry, padre de tres chicos y una chica— es la de cooperar en las actividades de la familia por medio de tomar parte en ellas.”

Pero, ¿dónde pueden encontrar los padres tiempo para cumplir con esa tarea? Audrey, madre de dos hijos, dice que debido a su apretado horario, invita a los hijos a que la acompañen mientras hace sus recados. Aprovecha esos momentos para conversar con ellos.

Cómo tratar los problemas

A fin de cumplir bien con su tarea, los padres tienen que aprender a escuchar atentamente a sus hijos. Como dice el proverbio bíblico: “El sabio escucha y absorbe más instrucción”. (Proverbios 1:5.) El escuchar con atención fomenta la confianza, algo vital para tratar con éxito los problemas.

Por ejemplo: cuando León y Carolyn se enteraron de que Nikki, su hija mayor, hacía novillos y suspendía algunas asignaturas, la primera reacción de Carolyn fue echar la culpa a la mala influencia de las compañeras de clase. Sin embargo, León explica: “Sugerí que no juzgáramos el asunto hasta conocer todos los hechos”.

“Aquello —comenta León— nos tomó una semana de hacer preguntas y escuchar con paciencia y bondad antes de llegar a la raíz del problema de Nikki. ¡Qué sacudida recibimos! Como habíamos estado muy ocupados con nuestras propias actividades, Nikki había llegado a creer ¡que no nos interesábamos por ella! Carolyn y yo hicimos los ajustes pertinentes, y Nikki respondió estando más al tanto de sus responsabilidades en la casa y en la escuela.”

Dan y Dorothy tienen ocho hijos. Todos los días los pequeños pasan una hora y media en el autobús escolar; esto se ha convertido en un problema importante debido a que las condiciones en esos autobuses son cada vez peores. “Cuando los mayores iban a la escuela, les era fácil aprovechar el tiempo del viaje para hacer deberes o ponerse al día con la lectura —dijo Dan—. Sin embargo, en tan solo los últimos doce años, todo ha cambiado. Ahora hay muchas distracciones malsanas —lenguaje grosero, música de rock a todo volumen y humo de tabaco y de marihuana—, normalmente en la parte trasera del autobús.”

Dan explicó que buscaron juntos una solución a este problema. “Se nos ocurrieron dos ideas —dijo Dan—. Que se sienten lo más cerca posible del conductor y que cada uno tenga un pequeño radiocasete con auriculares. Ahora les es posible aislarse del ruido y disfrutar de música agradable mientras leen o hacen algunos deberes que no exijan mucha concentración. La solución parece bastante sencilla, ¡pero ha funcionado!”

Cooperen con el centro escolar

Durante el curso, los estudiantes pasan unas seis horas diarias bajo la influencia directa de los profesores. Los padres que reconocen lo que eso significa en cuanto a las posibilidades de aprender que tienen sus hijos querrán procurar que dicho tiempo se aproveche bien. Una madre de tres hijos explicó cómo su marido y ella se aseguraron de que así fuera.

“Cuando John y yo no nos sentíamos satisfechos con alguna de las clases de nuestros hijos —relata—, íbamos a la escuela y decidíamos junto con el tutor, el profesor o el director qué ajuste sería más conveniente hacer. Nos mantuvimos muy interesados en la educación escolar de nuestros hijos, desde que empezaron hasta que terminaron. Ahora nos sentimos satisfechos de que aprovecharan al máximo la educación que tuvieron disponible.”

Los niños pueden necesitar ayuda para hacer sus deberes, y el prestarles esa ayuda forma parte de la tarea de los padres. No obstante, es aconsejable que el padre coopere con el centro escolar. “Una cosa que recuerdo de mis padres —dice Wesley— es que nunca interfirieron en los métodos de enseñanza del profesor. Reconocían que el proceso de enseñanza puede ser variado.

”Por ejemplo: cuando me perdía en el desarrollo de un problema matemático, papá me daba el resultado, pero dejaba que me esforzase por desarrollarlo yo mismo hasta que lo resolvía. Cuando mi resultado coincidía con el de papá, sabía que lo había conseguido.”

No es una labor fácil

Cualquier niño puede decirle que algunas tareas escolares son más difíciles que otras. Pero la tarea que tienen ustedes los padres es mucho más difícil que cualquiera de las que jamás tuvieron en la escuela. Sí, el criar bien a los hijos es una labor compleja y a largo plazo. Hay quienes la han llamado un proyecto de veinte años.

La clave del éxito depende, entre otras cosas, de ser un padre atento, amigable y comprensivo, uno que conoce bien a sus hijos y trata a cada uno según su personalidad. Recuerde: lo que los jóvenes realmente necesitan es recibir atención personal manifestada en un interés amoroso en su bienestar. Fomente en ellos el ansia de aprender y ayúdelos a que el adquirir conocimiento sea una experiencia agradable.

Vale la pena el esfuerzo

Los padres que cumplen con su tarea son abnegados, no indulgentes consigo mismos. Están dispuestos a hacer ajustes. Se dan cuenta de que para ayudar a sus hijos, tienen que “estar ahí ” y han de gastarse, dándoles el tiempo, amor e interés que sus hijos realmente necesitan.

Cuando ustedes, padres, cumplen con su tarea, los resultados pueden compararse a la cosecha de un agricultor que prepara el terreno y luego planta, cultiva y riega su campo. Posiblemente sean premiados con una buena cosecha. La Biblia lo expresa con estas palabras: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él”. (Proverbios 22:6.)

[Fotografía en la página 7]

La lectura despierta la curiosidad e imaginación de los niños

[Fotografía en la página 8]

Los padres que dedican tiempo para leer a sus hijos fortalecen el vínculo familiar

[Fotografía en la página 9]

Excursiones familiares a un museo o al campo pueden ser muy divertidas... y educativas

[Fotografía en la página 10]

Sus hijos necesitan atención personal

[Recuadro en la página 11]

¿Qué más pueden hacer los padres?

En la sociedad moderna, los profesores y las escuelas son importantes para el buen desarrollo de los niños. Eso no significa que pueden desempeñar el papel de padres, pero sí pueden ser de vital ayuda para la buena crianza de los hijos. De modo que otra tarea que ustedes los padres tienen asignada es la de cooperar tanto como les sea posible con el centro escolar donde están matriculados sus hijos.

¿Qué se puede hacer cuando la escuela organiza una función o un programa especial? Por ejemplo: en una escuela de Massachusetts (E.U.A.) hubo un programa llamado “Student Awards Achievement Presentation” (Entrega de premios por logros estudiantiles). “Yo fui porque quería que mis hijos supieran que me sentía orgullosa de ellos”, dijo Joanne, madre de cuatro niños. Ese día recibieron premios especiales veinte alumnos; sin embargo, la mayoría de los padres no aparecieron. ¿Cree usted que su ausencia animó a sus hijos a progresar en sus estudios? ¡Difícilmente!

También tome en consideración a los profesores. Muchas escuelas suelen apartar ciertas tardes para exponer el trabajo de los estudiantes y repasar su progreso con los padres, y muchos profesores invierten horas de su tiempo a fin de prepararse para tales ocasiones. Un profesor dijo: “Nosotros también tenemos que atender a nuestras propias familias y vivir nuestra propia vida. Es desanimador ver que uno dedica tanto tiempo a prepararse para algún programa especial y que solo aparecen uno, dos o tres padres en toda la tarde”.

Puede que, como padres, a veces esperen que las escuelas y los profesores hagan ajustes para satisfacer alguna necesidad especial de sus hijos. Por consiguiente, ¿no deberían ustedes estar dispuestos a hacer sacrificios similares a fin de apoyar los esfuerzos de la escuela, especialmente en vista de que su propósito es ayudar a sus hijos a que se conviertan en hombres y mujeres de provecho?

El folleto “La escuela y los testigos de Jehová”, publicado con el fin de promover comprensión y cooperación entre los padres y los profesores, subraya el hecho de que los padres Testigos tienen la importante tarea de familiarizarse con los maestros de sus hijos, reuniéndose con ellos para cambiar impresiones. Dice:

“En una reunión de esa índole, el padre o la madre Testigo debe hacer que el maestro sepa que los padres esperan que sus hijos desplieguen conducta cristiana apropiada, y que si los hijos se comportan mal, ellos desean que esto se les informe. Los padres también deben dar seguridad de que apoyarán al maestro en cualquier disciplina razonable que se administre, y hasta la reforzarán en el hogar.

”Otras maneras como los padres pueden ayudar: Asegúrense de que los hijos obtengan un buen desayuno antes de partir para la escuela. Vean que su tarea asignada esté completa y que lleven consigo todos los libros. Siempre muestren respeto a los reglamentos escolares y esperen de los hijos que los respeten también. Consigan que los hijos se expresen en el hogar en cuanto a las actividades escolares y cualesquier problemas que experimenten en la escuela.”

¿No concuerdan en que estas son buenas sugerencias? ¿Están ustedes, como padres, aplicándolas? Eso forma parte de su tarea.

[Recuadro en la página 12]

Preguntas para que los padres se autoexaminen

1. ¿Manifiesto verdadero interés en los estudios de mis hijos?

2. ¿Conozco a sus profesores?

3. ¿Saben los profesores que aprecio los esfuerzos que hacen?

4. ¿Me encargo de que mis hijos se tomen en serio los estudios?

5. ¿Procuro que hagan bien sus deberes y que los hagan a tiempo?

6. ¿Tengo una actitud positiva tocante al saber y el aprender?

7. ¿Me ven mis hijos estudiar?

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